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Adicción

La adicción es una condición humana que atenta contra la dignidad de la persona, la libertad y la salud integral, y que la Iglesia Católica aborda con una visión moral, pastoral y sacramental. Se trata de una dependencia física, psicológica o comportamental que puede manifestarse en el consumo de drogas, el abuso de sustancias, la pornografía, el juego, entre otras formas, y que genera graves consecuencias para el individuo y la sociedad. El presente artículo recopila la enseñanza del Magisterio, la doctrina del Catecismo y las iniciativas pastorales dirigidas a la prevención, el acompañamiento y la rehabilitación de los adictos.

Tabla de contenido

Definición y dimensiones de la adicción

Concepto psicológico y social

La adicción se define como una dependencia compulsiva que lleva al individuo a perder el control sobre su comportamiento, pese a los daños evidentes para su salud y su vida social. Desde la perspectiva católica, esta pérdida de libertad es una esclavitud que contradice el don de la libertad otorgado por Dios al ser humano.

Dimensión moral

El Catecismo señala que el uso de drogas «inflicta un daño muy grave a la salud humana y a la vida» y que, salvo por razones terapéuticas estrictas, constituye una grave ofensa moral1. La adicción, al destruir la voluntad y la dignidad humana, se considera un pecado grave que requiere arrepentimiento y conversión.

Enseñanza del Catecismo

La dignidad de la persona

El Catecismo afirma que cada ser humano posee una dignidad inviolable que obliga a respetar su propio cuerpo y el de los demás2. La adicción atenta contra esta dignidad al reducir al individuo a una «máquina» controlada por la sustancia o el comportamiento adictivo.

La llamada a la conversión

En la sección sobre la vocación del hombre, el Catecismo recuerda que «donde el pecado ha pervertido el clima social, es necesario llamar a la conversión de los corazones»3, subrayando la necesidad de una transformación interior acompañada de la gracia de Dios.

Enseñanzas papales sobre la adicción

Pablo VI y el «campo hospitalario»

El documento de la Conferencia de los Obispos de EE. UU. destaca que la Iglesia es un «campo hospitalario» que acoge a los heridos, incluyendo a los adictos, ofreciendo merced, sanación y esperanza a través de Cristo4.

Juan Pablo II

En su mensaje a la Conferencia Internacional sobre Drogas y Tráfico Ilícito (1987), el Santo Padre subrayó la necesidad de una triple atención — médica, social y legal — para la rehabilitación, y destacó la restauración de la autoestima como factor clave5. Además, insistió en la colaboración familiar y comunitaria para el proceso de reinserción5.

Francisco

En varios discursos (2016, 2018) el Papa Francisco describió la adicción como una «esclavitud química» y una «herida abierta» en la sociedad, llamando a la creación de redes de solidaridad y a la humanidad centrada en el Evangelio de la misericordia6,7. Señaló que la lucha contra la droga requiere políticas integrales y la participación de todos los sectores sociales.

León XIV

En el Día Internacional contra la Drogadicción (2025), el Papa León XIV enfatizó que «las drogas y la adicción son una prisión invisible» y exhortó a la unidad y al acompañamiento como medio para restaurar la dignidad humana y promover la libertad auténtica8.

Pastoralidad y acompañamiento

Principios de acompañamiento

El documento «Samaritanus bonus» describe la acompañamiento pastoral como una presencia que conduce al enfermo al Eucaristía, al Sacramento de la Penitencia y al Unción de los Enfermos, ofreciendo consuelo y esperanza9.

Sacramentos de curación

Los sacramentos de Reconciliación y Unción de los enfermos son presentados como los «medios de sanación» que culminan en la Eucaristía, la «viática» para la vida eterna9. La participación frecuente en la Misa y la confesión es fundamental para la recuperación espiritual del adicto.

Programas de rehabilitación

La Iglesia ha establecido centros de tratamiento y comunidades de recuperación que combinan asistencia médica, apoyo psicológico y formación espiritual. Juan Pablo II resaltó la importancia de restaurar la confianza en sí mismo y reconstruir relaciones familiares como pilares de la reinserción5.

Dimensión social y justicia

Lucha contra el tráfico y la producción

El Catecismo condena la producción y el tráfico clandestino de drogas como prácticas escandalosas que cooperan directamente en el mal1. La Iglesia llama a los gobiernos a desmantelar las organizaciones criminales y a promover políticas de prevención.

Educación y prevención

Francisco y León XIV destacan la educación en valores y la conciencia comunitaria como estrategias esenciales para prevenir la adicción, especialmente entre los jóvenes6,10.

Solidaridad y dignidad humana

El Magisterio insiste en que toda persona, incluso la que sufre adicción, debe ser tratada con respeto y dignidad, recordando que «ningún creyente debe morir solo y desamparado»9. La solidaridad cristiana es vista como un medio para restaurar la esperanza y la integración social.

Desafíos contemporáneos

Nuevas formas de adicción

Además de las drogas tradicionales, la Iglesia reconoce adicciones digitales, pornografía y juego compulsivo como amenazas a la dignidad humana. El documento de la USCCB sobre pornografía señala que la Iglesia debe actuar como «campo hospitalario» para los heridos por estas prácticas modernas4.

La pandemia y la salud mental

Durante la crisis del COVID‑19, la necesidad de acompanhamiento espiritual y psicológico se hizo más evidente, subrayando la importancia de los sacramentos y la comunidad eclesial como fuentes de curación integral11.

Conclusión

La adicción, vista a la luz del Evangelio y del Magisterio, es una lesión profunda que afecta cuerpo, mente y alma. La respuesta católica combina enseñanza moral, sacramento de curación, acompanhamiento pastoral y acción social para restaurar la dignidad y la libertad del individuo. La misión de la Iglesia es ser campo hospitalario, ofreciendo merced, esperanza y acompañamiento a todos los que sufren esta forma de esclavitud, mientras trabaja con la sociedad para erradicar las causas estructurales que la perpetúan.

Citas

  1. Sección segunda los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2291. 2

  2. Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1004.

  3. Sección primera la vocación del hombre la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1896.

  4. VI. La Iglesia como un «hospital de campaña»: Misericordia, curación y esperanza a través de Cristo, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Crea en mí un corazón puro: Una respuesta pastoral a la pornografía, § VI. 2

  5. Papa Juan Pablo II. Mensaje a los Representantes de la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas (4 de junio de 1987) (1987). 2 3

  6. Papa Francisco. A los participantes en la Conferencia Internacional sobre «Drogas y adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral» (1 de diciembre de 2018) (2018). 2

  7. Papa Francisco. A los participantes en la Reunión organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias sobre: «Narcóticos: problemas y soluciones a este problema global» (24 de noviembre de 2016) (2016).

  8. Papa León XIV. A los Participantes en el Día Internacional contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas (26 de junio de 2025) (2025).

  9. V. La enseñanza del Magisterio - 10. Acompañamiento pastoral y apoyo de los sacramentos, Congregación para la Doctrina de la Fe. Samaritanus bonus, § V.10. (2020). 2 3

  10. Catequesis. Con ocasión del Día Internacional contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, Papa Francisco. Audiencia General del 26 de junio de 2024 - Catequesis. Con ocasión del Día Internacional contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas (2024).

  11. La Iglesia: Una comunidad llamada a estar presente, a acoger, a cuidar y a sanar - Acompañamiento, Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Acompañar a las personas en sufrimiento psicológico, en el contexto de la pandemia de COVID-19, § V (2020).