Aleluya

El Aleluya es una aclamación litúrgica de profunda raigambre en las tradiciones judía y cristiana, que significa «¡Alaben a Dios!» o «¡Gloria a Dios!»1,2. Esta palabra, de origen hebreo, ha sido adoptada directamente en las liturgias cristianas sin traducción, conservando su sonido y sentido originales2. Se emplea como una expresión de gozo, triunfo, y acción de gracias, particularmente destacada en el tiempo pascual, aunque su uso varía entre las tradiciones litúrgicas orientales y occidentales1,2. Su presencia en las Escrituras, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, subraya su significado como una alabanza universal a la divinidad1,2.
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Origen y Significado Bíblico
El término Aleluya proviene del hebreo הללויה (hallĕlūyāh), una composición de הללו (hallĕlū), que significa «alaben» o «glorifiquen», y יה (Yah), una forma abreviada del nombre divino Yahvé2. Por lo tanto, su significado esencial es «¡Alaben a Yah!» o «¡Alaben a Dios!»1,2.
Esta aclamación se encuentra en el Antiguo Testamento, específicamente en el Libro de Tobías (Tob 13:22) y repetidamente en el Salterio, donde aparece tanto al principio como al final de varios salmos de alabanza, e incluso al inicio y al final de algunos, como el último salmo1,2. Los datos de la antigua tradición judía y cristiana sugieren que el Aleluya formó parte de la liturgia hebrea desde sus comienzos, siendo considerada una doxología divinamente autorizada y una de las fórmulas monoteístas más antiguas de fe2.
En el Nuevo Testamento, el Aleluya aparece exclusivamente en la visión de San Juan sobre el servicio divino en el Cielo, en el Libro del Apocalipsis (Ap 19:1, 3, 4, 6), donde es el «canto de adoración de la Creación»2. Esta aparición en un contexto de adoración celestial enfatiza su carácter de alabanza suprema y universal.
Se cree que Jesús mismo pronunció esta aclamación al final de la Última Cena, como parte de los cantos de la cena ritual de la Pascua judía (Mt 26:30; Mc 14:26), lo que le confiere una conexión directa con la tradición cristiana desde sus inicios1.
El Aleluya en la Liturgia Cristiana
Desde los primeros tiempos, el Aleluya ha sido integrado en las liturgias cristianas, donde su carácter de expresión emocional de devoción fue profundamente influenciado por las memorias cristianas y el espíritu de la fe2. Su significado original de alabanza general a Dios se enriqueció con un nuevo sentido personal como estribillo pascual, adquiriendo un significado místico propio entre las palabras sagradas2.
Liturgias Orientales
En las liturgias orientales, el Aleluya se ha utilizado tradicionalmente durante todo el año litúrgico, incluso en tiempos de penitencia como la Cuaresma y en los Oficios de difuntos2. San Jerónimo narra que se cantó el Aleluya en los funerales de su hermana Fabiola, lo que ilustra su empleo como un «grito cristiano de victoria sobre el pecado y la muerte»2.
Las liturgias primitivas de Oriente, como las de San Marcos, San Santiago, San Clemente y San Juan Crisóstomo (también conocida como la Liturgia de Constantinopla), muestran un uso extensivo del Aleluya. Se encuentra en diversas partes de la misa:
Himno Querúbico: Cantado antes de la Consagración, a menudo con una triple repetición del Aleluya2.
Respuesta a invocaciones: En el coro, donde la congregación o los ministros asistentes repiten el Aleluya2.
Liturgia Latina Romana
En el Rito Romano Latino, el uso del Aleluya está más restringido, principalmente reservado para tiempos de alegría y celebración2. Según las regulaciones de San Gregorio, desde la Pascua hasta la Septuagésima (el período litúrgico que precede a la Cuaresma), el Aleluya no abandona la liturgia, salvo en ocasiones de luto o penitencia2.
Períodos de Uso
El Aleluya se canta de forma destacada en los siguientes períodos y ocasiones:
Tiempo Pascual: Es la «nota pascual característica» de la Misa y el Oficio Divino, apareciendo constantemente al principio, al final e incluso en medio de los salmos como una exclamación instintiva de gozo extático por la resurrección del Señor1,2.
Vigilia Pascual (Sábado Santo) y de Pentecostés: Aunque son vigilias y días de ayuno, el Aleluya se canta porque en los primeros siglos la Misa se celebraba de noche y se consideraba parte de la solemnidad gozosa del día siguiente2.
Períodos de Omisión
El Aleluya se omite en señal de penitencia o luto durante:
Misas y Oficios de difuntos2.
Día de los Santos Inocentes Mártires: A menos que caiga en domingo2.
Vigilias que son días de ayuno: Si se celebra la Misa de la vigilia, excepto las de Pascua y Pentecostés2.
La supresión del Aleluya durante la Cuaresma es una de las tradiciones más antiguas y distintivas del Rito Romano, creando una expectativa y un mayor impacto gozoso cuando regresa en la Vigilia Pascual.
El Aleluya como Expresión de Fe
El Aleluya no es simplemente una palabra; es una expresión de la fe monoteísta más antigua y un «credo primitivo, doxología primitiva, aclamación primitiva»2. Su profundo sentido radica en la alabanza a Dios por lo que Él es: «¡Todo honor a Aquel que es!»2. Esta interpretación se vincula con la revelación de Dios a Moisés: «Así dirás a los hijos de Israel: El que es me ha enviado a vosotros» (Ex 3:14)2.
San Agustín, al comentar los Salmos, observó que aunque cantamos el Aleluya en días específicos, debemos tenerlo en nuestros corazones todos los días, sugiriendo que la alegría y la alabanza a Dios deben ser una actitud constante del creyente1. Esta enseñanza subraya que el gozo cristiano no se limita a momentos litúrgicos, sino que impregna la vida diaria.
El Aleluya vs. Hallelujah
Es importante señalar que la forma tradicional cristiana y la transcripción adecuada en inglés es Alleluia, no Hallelujah2. La transcripción griega más antigua, utilizada en la Septuaginta y el Apocalipsis, es Allelóuia, que nuestra Vulgata Latina conserva como Alleluia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento2. Algunas publicaciones protestantes recientes han adoptado la forma Hallelujah, justificándola con una nueva transcripción griega, pero Alleluia sigue siendo la forma litúrgica y tradicionalmente católica2.
Conclusión
El Aleluya es una aclamación venerable que conecta la fe cristiana con sus raíces judías, y que ha trascendido los siglos como una poderosa expresión de alabanza, alegría y triunfo1,2. Aunque su uso litúrgico varía entre las tradiciones orientales y occidentales, su significado fundamental como «¡Alaben a Dios!» permanece inalterable, recordándonos que la gloria de Dios es nuestra alegría1,2. Es un canto que anticipa la adoración celestial y nos invita a mantener en el corazón la alabanza a Dios en todo momento1.
Citas
La gloria di dio è la nostra gioia, Papa Pablo VI. Audiencia General del 25 de abril de 1973 (1973). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Alleluia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Alleluia. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34