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Alma

Alma
Dominio Público.

En la teología católica, el alma es el principio espiritual e inmortal del ser humano, que, junto con el cuerpo, forma una única persona. Creada directamente por Dios, el alma es aquello que da vida al cuerpo, dota al ser humano de inteligencia y voluntad, y lo distingue del resto de la creación material. Tras la muerte, el alma subsiste conscientemente, esperando la resurrección del cuerpo al final de los tiempos.

Tabla de contenido

Naturaleza y Constitución del Alma

La Iglesia Católica enseña que el ser humano es una unidad intrínseca de cuerpo y alma, un ser corporal y espiritual al mismo tiempo1,2. Esta verdad fundamental está arraigada en la Sagrada Escritura y ha sido constantemente presentada por el Magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos1. Aunque a veces se subraya la unidad personal del hombre, la tradición bíblica también presenta claramente la dualidad del alma y el cuerpo1. Cristo mismo hizo esta distinción al decir: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo en la Gehena» (Mt 10, 28)1.

El alma es el principio de vida del cuerpo y es de naturaleza espiritual e inmortal1,3. Esta concepción se deriva de la descripción de la creación en el Libro del Génesis, particularmente en el relato jahvista, donde se dice que «el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente» (Gn 2, 7)1,4. Este «aliento de vida» trasciende la mera dimensión corporal, propia de los animales, y alcanza la dimensión del espíritu, que es el fundamento esencial de la «imagen de Dios» en el hombre (Gn 1, 27)1.

La Tradición Filosófica y Teológica

La enseñanza de la Iglesia sobre el alma ha integrado no solo las fuentes bíblicas, sino también las interpretaciones teológicas desarrolladas a partir de ciertas escuelas de filosofía griega, como la aristotélica1. Este proceso de reflexión culminó con la influencia de Santo Tomás de Aquino, llevando a pronunciamientos como el del Concilio de Vienne (1312), que declaró el alma como la «forma» del cuerpo (forma corporis humani per se et essentialiter)1.

La escuela tomista enfatiza que, debido a la unión sustancial del cuerpo y el alma, esta última, incluso después de la muerte, no deja de «aspirar» a unirse al cuerpo, lo cual se confirma en la verdad revelada sobre la resurrección del cuerpo1. Para Santo Tomás, la persona humana es un compuesto unificado de cuerpo y alma5. El alma intelectual es la forma del cuerpo, siendo lo primero por lo que el cuerpo vive5. Aunque la forma (el alma) no es para la materia (el cuerpo), sino que la materia es para la forma, el alma depende de la percepción sensorial, una facultad que no posee por sí misma, para adquirir conocimiento5. Cuando el alma se separa del cuerpo, como en la muerte, pierde ciertas de sus potencias, lo que subraya que la separación del cuerpo no está de acuerdo con su naturaleza5,6.

El Alma como Imagen de Dios

A menudo se sostiene que el hombre es «imagen de Dios» gracias a su alma1. Sin embargo, la doctrina tradicional también afirma que el cuerpo, a su manera, participa de la dignidad de la «imagen de Dios» y de la dignidad de la persona1. Como ser espiritual encarnado, el hombre es persona, y esta verdad sobre su constitución como «imagen y semejanza» de Dios es un objeto constante de fe y análisis intelectual a lo largo de la historia1.

Inmortalidad y Destino del Alma

La Iglesia Católica cree en la resurrección de los muertos, que se refiere a la persona entera7. Para los elegidos, esta resurrección no es otra cosa que la extensión de la Resurrección de Cristo mismo a los seres humanos7.

La Subsistencia del Alma después de la Muerte

La Iglesia afirma que un elemento espiritual sobrevive y subsiste después de la muerte, dotado de conciencia y voluntad, de modo que el «yo humano» subsiste7. Para designar este elemento, la Iglesia utiliza la palabra «alma», término aceptado en el uso de la Escritura y la Tradición7. Aunque se reconoce que este término tiene varios significados en la Biblia, la Iglesia considera que no hay razón válida para rechazarlo y que el uso de una palabra como vehículo es absolutamente indispensable para sostener la fe de los cristianos7.

Las oraciones, ritos funerarios y actos religiosos ofrecidos por los muertos en la Iglesia Católica presuponen la subsistencia consciente del alma después de la muerte7. Esta doctrina sobre la inmortalidad del alma fue recordada autoritariamente por el Concilio de Letrán V (1513), que declaró que el alma es inmortal, a diferencia del cuerpo que está sometido a la muerte1.

Distinción del Alma Animal

Es importante distinguir el alma humana del «alma» de los animales. Mientras que los animales poseen un principio vital que los anima, el alma humana trasciende la dimensión material, accediendo a la esfera del espíritu1. Este aspecto espiritual es el que capacita al hombre para el conocimiento, la razón, la conciencia de sí mismo y la relación con Dios1. Incluso Agustín de Hipona señaló que cualquier alma, por más vil que sea, es más excelente en naturaleza que el cuerpo más excelente2. El alma humana es invisible e intelectual, una realidad que «reglas el cuerpo, mueve los miembros, guía los sentidos, prepara pensamientos, realiza acciones, capta imágenes de innumerables cosas»2,8.

El Alma y la Antropología Cristiana

La doctrina sobre la unidad de la persona humana y, al mismo tiempo, la dualidad espiritual-corporal del hombre, está profundamente arraigada en la Sagrada Escritura y la Tradición1. A pesar de que la terminología filosófica utilizada para expresar esta complejidad ha sido objeto de crítica en ocasiones, la verdad revelada permanece inalterable1.

En tiempos modernos, la teoría de la evolución ha presentado desafíos a la doctrina revelada sobre la creación del hombre como un ser compuesto de alma y cuerpo1. Sin embargo, la fe católica sostiene que, aunque pueda haber un vínculo del hombre con el conjunto de la naturaleza, la vida donada al hombre en el acto de la creación es de una naturaleza que trasciende la simple dimensión corporal, aludiendo a la esfera del espíritu donde reside la «imagen de Dios»1.

La antropología cristiana ve al ser humano como un ser completo, unificado, cuya dignidad se deriva de ser creado a imagen de Dios y compuesto de un cuerpo material y un alma espiritual e inmortal1,5. La unión de espíritu y materia en el hombre no forma dos naturalezas unidas, sino una única naturaleza5.

Conclusión

El alma, en la enseñanza católica, es el principio vital, espiritual e inmortal que, junto con el cuerpo, constituye la persona humana. Es directamente creada por Dios y es el fundamento de la dignidad humana, reflejando la imagen divina. Aunque el cuerpo y el alma son distintos, están intrínsecamente unidos para formar un ser único e integrado. La subsistencia consciente del alma después de la muerte y su aspiración a la reunión con el cuerpo en la resurrección final son pilares de la fe católica, que otorgan sentido a la esperanza cristiana y a la práctica de orar por los difuntos.

Citas

  1. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 16 de abril de 1986 (1986). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

  2. Agustín de Hipona. Comentarios a los Salmos - Salmo 146, § 2 (418). 2 3

  3. Gregorio de Nisa. Sobre el alma y la resurrección (382).

  4. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de enero de 1990 (1990).

  5. Kevin Raedy. Munificentissimus Deus y la unidad de cuerpo y alma, § 3. 2 3 4 5 6

  6. Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación. Antiqua et Nova (Lo Antiguo y lo Nuevo): Nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, §Nota a pie de página (2025).

  7. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta sobre algunas cuestiones concernientes a la escatología (1979). 2 3 4 5 6

  8. Agustín de Hipona. Tratado 8 Juan 2:1-4, § 2 (420).