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Amén

Amén
«amén» en árabe. Dominio Público.

La palabra «Amén», derivada del hebreo, es un término fundamental en el cristianismo, que expresa afirmación, fidelidad y confianza. Utilizada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, fue frecuentemente empleada por Jesucristo y se ha integrado de forma inmutable en la liturgia y las oraciones de la Iglesia Católica. Este artículo explora su etimología, su significado teológico, sus diversos usos bíblicos y litúrgicos, y su profunda relevancia para la fe católica.

Tabla de contenido

Etimología y Significado Teológico

La palabra «Amén» proviene de la raíz hebrea ’aman, que transmite los conceptos de «hacer permanente», «consolidar», «ser cierto» o «decir la verdad»1. Esta raíz también se relaciona con la palabra «creer», lo que subraya nociones de solidez, fiabilidad y fidelidad2. Por lo tanto, «Amén» no solo significa una declaración de verdad, sino también una expresión de la confianza y la fidelidad de Dios hacia nosotros, y de nuestra propia confianza en Él2.

En el libro del profeta Isaías, la expresión «Dios de verdad» se traduce literalmente como «Dios del Amén», refiriéndose a Dios como aquel que es fiel a sus promesas3. Esta conexión con la fidelidad divina resalta la autoridad de Dios y la certeza de sus palabras3.

Uso Bíblico del Amén

El uso de «Amén» en las Escrituras es variado y significativo:

Amén como Afirmación y Adhesión

En el Antiguo Testamento, «Amén» se emplea a menudo para indicar la adopción personal de lo que ha sido dicho por otro4. Por ejemplo, en Jeremías 28:6, el profeta responde a una profecía diciendo: «Amén, así haga el Señor las palabras que has profetizado»4. De manera similar, en Deuteronomio 27:14 y siguientes, el pueblo responde «Amén» a las imprecaciones, asumiendo su compromiso con la Ley4. En Nehemías 8:5-6, el pueblo de Israel, al regresar del exilio babilónico, responde «Amén, Amén» levantando las manos, expresando su adhesión gozosa a Dios y su Ley1.

Amén en la Enseñanza de Jesús

Jesucristo utilizó la palabra «Amén» con gran frecuencia, a veces duplicada, para enfatizar la fiabilidad de su enseñanza y su autoridad fundada en la verdad de Dios3,4. En los Evangelios Sinópticos, un solo «Amén» introduce sus afirmaciones, mientras que en el Evangelio de San Juan, la palabra se duplica («Amén, Amén, te digo…»), lo que subraya una demanda de fe por parte de sus oyentes en su palabra y su poder4.

Amén en las Cartas de San Pablo y el Apocalipsis

En el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas de San Pablo, «Amén» concluye típicamente oraciones o doxologías, como en Romanos 11:36: «A Él sea la gloria por los siglos. Amén»4. El libro del Apocalipsis, el libro litúrgico cristiano por excelencia, comienza con el «Amén» de la Iglesia («A Aquel que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre… a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén») y termina con la invocación «Amén. ¡Ven, Señor Jesús!» (Apocalipsis 22:20)1.

Cristo como el Amén

La Sagrada Escritura incluso identifica a Jesucristo mismo como el «Amén»5. Él es el «Amén definitivo del amor del Padre por nosotros»5. A través de Él, nuestras oraciones y nuestro «Amén» al Padre son completos, ya que «todas las promesas de Dios encuentran su Sí en Él. Por eso, por medio de Él, pronunciamos el Amén para gloria de Dios»5. Esto culmina en la gran doxología de la Misa: «Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén»5.

Uso Litúrgico del Amén en la Iglesia Católica

El «Amén» de la liturgia judía fue adoptado desde los inicios por las primeras comunidades cristianas y se ha mantenido como una parte integral e inmutable de la liturgia de la Iglesia1,4. El Catecismo del Concilio de Trento destaca que el Espíritu Santo quiso que esta palabra hebrea «se perpetuara en la Iglesia de Dios» debido a su frecuencia en los labios de Nuestro Salvador4,6.

El «Gran Amén»

Uno de los usos más solemnes y significativos del «Amén» ocurre al final de la Plegaria Eucarística en la Misa, conocido como el «Gran Amén»7,4. Al pronunciar este «Amén», la asamblea proclama su creencia en lo que se ha dicho, se une a la oración del sacerdote y se compromete con todo lo que implica7. Es la afirmación comunitaria de la fe en la presencia real de Cristo y en el sacrificio de la Misa7.

Amén en la Comunión

La práctica de decir «Amén» al recibir la Sagrada Comunión tiene raíces primitivas4. Cuando el ministro dice: «El Cuerpo de Cristo», el comulgante responde «Amén», afirmando su fe en que lo que recibe es verdaderamente el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo4.

Amén en el Credo

El Credo, la profesión de fe de la Iglesia, también concluye con «Amén»8. Este «Amén» final repite y confirma las palabras iniciales «Creo», significando que creer es decir «Amén» a las palabras, promesas y mandamientos de Dios, y confiar plenamente en Él9. La vida cotidiana del cristiano se convierte así en un «Amén» a la profesión de fe bautismal9.

Otros Usos Litúrgicos

El «Amén» se utiliza en diversas oraciones de la Iglesia para expresar asentimiento y deseo6. Sin embargo, en la Liturgia Romana, la omisión del «Amén» inmediatamente antes del Padre Nuestro en la Misa solemne celebrada por el Papa en Pascua es una particularidad, cuya razón no es obvia4. El Catecismo del Concilio de Trento señala que en el Padre Nuestro, el sacerdote pronuncia el «Amén» final como mediador, indicando que Dios ha escuchado las oraciones de su pueblo, mientras que en otras oraciones, el servidor responde «Amén»6.

Conclusión

La palabra «Amén» es mucho más que una simple fórmula de cierre. Es una declaración de fe, una afirmación de verdad, una expresión de confianza y una proclamación de fidelidad2,1. Desde sus raíces hebreas hasta su integración en la liturgia cristiana, el «Amén» ha servido como un puente entre la divinidad y la humanidad, resonando con las promesas de Dios y la respuesta creyente del hombre3,9. Es una palabra que encierra la esencia de la oración y la adhesión a la voluntad divina, culminando en la persona de Jesucristo mismo, el «Amén» definitivo5.

Citas

  1. Cartas de San Pablo: Oración cristiana, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 30 de mayo de 2012 (2012). 2 3 4 5

  2. «amén», Catecismo de la Iglesia Católica, § 1062 (1992). 2 3

  3. «amén», Catecismo de la Iglesia Católica, § 1063 (1992). 2 3 4

  4. Amén, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Amén. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  5. «amén», Catecismo de la Iglesia Católica, § 1065 (1992). 2 3 4 5

  6. El Padrenuestro - Conclusión: «amén» - Significado de la palabra «amén» - Primera explicación, Papa Pío V. Catecismo del Concilio de Trento, §El Padrenuestro - Conclusión: «Amén» (1566). 2 3

  7. Segunda Parte: Las partes de la Misa como guía para el tema del congreso - V. La liturgia de la Eucaristía: Comunión con Cristo en la Eucaristía - V.C. La plegaria eucarística – un acto comunitario de acción de gracias a Dios Padre, El Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales. La Eucaristía: Comunión con Cristo y con los demás, § 87 (2012). 2 3

  8. «amén», Catecismo de la Iglesia Católica, § 1061 (1992).

  9. «amén», Catecismo de la Iglesia Católica, § 1064 (1992). 2 3