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Cruz

Amor

Amor
Representando la famosa escena del balcón de Romeo y Julieta. Dominio Público.

El amor, en la enseñanza católica, es el fundamento de la fe y la vida cristiana, reflejando la esencia misma de Dios, quien es amor. Se manifiesta de múltiples formas, desde el amor romántico (eros) y la amistad hasta la caridad desinteresada (agape). La teología católica enfatiza la unidad subyacente de estas diversas expresiones de amor, todas ellas llamadas a ser purificadas y elevadas por la gracia divina. El amor verdadero se define por su conexión intrínseca con la verdad, su carácter sacrificial revelado en Jesucristo, y su manifestación en el servicio al prójimo. La Iglesia considera la caridad como la más grande de las virtudes teologales, un don de Dios que impulsa a vivir no para uno mismo, sino para Él y para los demás.

Tabla de contenido

La Pluralidad del Amor y su Unidad

La cuestión de la pluralidad del amor ha sido abordada por la enseñanza católica, particularmente por el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est1. Se habla de amar a Dios, al prójimo, del amor romántico, y de otras formas de afecto, como el amor hacia los animales o las cosas1. La pregunta fundamental es si todas estas formas son, en esencia, una misma realidad, o si simplemente se usa la misma palabra para designar realidades completamente diferentes1. La postura católica, siguiendo a Benedicto XVI, se inclina por la unidad subyacente del amor en todas sus manifestaciones1.

Para explorar esta unidad, la enseñanza católica se centra en dos tipos principales de amor, utilizando los términos griegos eros y agape1. Aunque a veces se presentan como opuestos, incluso mutuamente excluyentes1, la Iglesia busca discernir su interconexión y purificación.

Eros: Amor Ascendente y Posesivo

El eros se refiere al aspecto pasivo del amor, a menudo asociado con el amor romántico, caracterizado por expresiones como «enamorarse»1. Es una experiencia poderosa, como el amor entre un hombre y una mujer que surge de forma espontánea1. Inicialmente, el eros puede ser «mundano», «posesivo» y «ascendente», una fascinación por la promesa de felicidad2. En esta etapa, el conocimiento del ser amado puede ser superficial, y el amante puede estar, en cierto sentido, enamorado de estar enamorado, viendo al otro desde la perspectiva del placer que produce o de cómo completa lo que le falta3.

Sin embargo, el eros verdadero no se detiene en esta fase. A medida que se acerca al otro, se preocupa menos por sí mismo y busca cada vez más la felicidad del otro, deseando «estar ahí» para el amado2. Este movimiento es una ecstasis, un viaje liberador desde un «yo cerrado y egocéntrico» hacia una preocupación por el otro, lo que a su vez lleva a un «auténtico autodescubrimiento y, de hecho, al descubrimiento de Dios»3. El eros humano, como participación creada en el eros de Dios, es una parte positiva y santa de la naturaleza humana, llamada a crecer para ser cada vez más agapic en su carácter, especialmente a través del matrimonio4.

Agape: Amor Descendente y Sacrificial

El agape, por otro lado, expresa el aspecto activo y bíblico del amor, caracterizado por la frase «el amor no busca lo suyo» (1 Co 13,5)1. Mientras que el eros puede ser un deseo de poseer al otro, el agape es una preocupación por el otro que busca el bien del amado, incluso hasta el punto de la renuncia y el autosacrificio1. Se describe como un amor «conformado por la fe», «oblativo» (es decir, sacrificial) y «descendente»2.

El agape es el «amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la Cruz», y es la inspiración y el ejemplo para el amor humano5. Implica una verdadera preocupación y cuidado por el otro, trascendiendo el egoísmo inicial. Ya no es una búsqueda de la embriaguez de la felicidad propia, sino que busca el bien del amado, convirtiéndose en renuncia y disposición al sacrificio5.

La Integración de Eros y Agape

La enseñanza católica, lejos de ver eros y agape como mutuamente excluyentes, subraya que «el eros y el agape – el amor ascendente y el amor descendente – no pueden separarse completamente»2. Cuanto más encuentran ambos una unidad adecuada en la única realidad del amor, más se realiza la verdadera naturaleza del amor en general2. El verdadero eros siempre contiene un elemento de agape, y el verdadero agape siempre tiene un elemento de eros receptivo2.

Esta integración se observa en la experiencia de los amantes fieles, cuyo amor a menudo comienza con una infatuación romántica que los une3. Sin embargo, a través de las pruebas y crisis de la relación, los amantes llegan a verse el uno al otro con mayor verdad, y el elemento de la celebración del otro –la afirmación de que «es bueno que existas"– crece en importancia3. Este proceso lleva a que el romance y el poder del eros guíen a los amantes fieles a la celebración madura del otro en el amor afirmativo del agape2. Además, el amor conyugal descrito en el Cantar de los Cantares es visto como una expresión de amor apasionado en el contexto de una autorrevelación mutua, que lleva a los amantes a buscar el bien del otro hasta el punto de la renuncia y el autosacrificio3.

Dios es Amor: La Fuente y Modelo

La afirmación de que «Dios es amor» (1 Jn 4,16) es central en la teología católica6. El amor constituye la esencia misma de la enseñanza de Cristo y es el mandamiento más grande7. La vida de todo cristiano debe basarse en el amor7.

El amor de Dios es revelado en la Encarnación de Jesucristo4. La vida, muerte y resurrección de Cristo dan «carne y sangre» a la concepción bíblica del amor4. Es especialmente a través de la muerte de Cristo en la cruz donde se encuentra «el amor en su forma más radical»4. Contemplar el costado traspasado de Cristo enseña al cristiano lo que significa afirmar que «Dios es amor»4. La cruz de Cristo es el verdadero punto de partida de la definición cristiana del amor4.

El amor de Dios se describe como ecstasis, un amor que brota de la superabundancia de su bondad, no de una carencia8. Dios, libremente y desde la riqueza de su bondad, ama y cuida su creación8. Por lo tanto, el eros de Dios es completamente agape: es gratuito, inmotivado y entregado libremente, no como respuesta a la belleza de la creación, sino como su causa8. Dios desea apasionadamente que la humanidad alcance la plenitud para la que fue creada: la unión perfecta con Él en la Trinidad8.

El Amor en la Vida Cristiana

El amor no es una mera pretensión, sino que debe preferir sinceramente el bien al mal, amarse unos a otros como hermanos y tener un profundo respeto mutuo7. El verdadero amor humano es un fiel reflejo del amor de Dios y se caracteriza por un profundo respeto por todas las personas, independientemente de sus diferencias7. Responde generosamente a las necesidades de los pobres, se compadece de los afligidos, es hospitalario y perseverante en las pruebas, y siempre está dispuesto a perdonar, esperar y bendecir en lugar de maldecir7. «El amor no acabará nunca» (1 Co 13,8)7.

Caridad como Amor en la Verdad

La caridad es el amor recibido y dado, cuya fuente es el amor del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo9. Es un amor creativo, por el cual tenemos nuestro ser, y un amor redentor, por el cual somos recreados9. Los hombres y las mujeres, al ser objetos del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad, llamados a ser instrumentos de gracia para derramar la caridad de Dios y tejer redes de caridad9.

Para la enseñanza católica, la caridad debe ir inseparablemente unida a la verdad10. Sin la verdad, la caridad degenera en sentimentalismo, convirtiéndose en una cáscara vacía que puede llenarse arbitrariamente10. La verdad es la luz que da sentido y valor a la caridad, liberándola de las limitaciones de un emocionalismo que la priva de contenido relacional y social10. La caridad, por lo tanto, es caritas in veritate – «amor en la verdad»10.

El Servicio de la Caridad en la Iglesia

La caridad eclesial es un amor personal que nunca es un medio para un fin ulterior, excepto en el sentido de estar ordenado al amor de Dios11. Es un don gratuito de amor al prójimo que surge de la dignidad inherente del prójimo11. Aunque no excluye a Dios de su actividad, la caridad eclesial siempre da testimonio de Cristo a través de actos silenciosos de servicio, hablando de Dios con palabras solo cuando el momento es el adecuado11.

La responsabilidad de la caridad incumbe a toda la Iglesia11. Aquellos que administran la caridad no deben ser inspirados por ideologías, sino guiados por la fe que obra por el amor (cf. Ga 5,6)11. El requisito más profundo para quienes practican la caridad eclesial es que estén «movidos por el amor de Cristo»11. Sus acciones deben fluir de un «amor nutrido por un encuentro con Cristo»11. El himno a la caridad de San Pablo (1 Co 13) es la «Carta Magna de todo servicio eclesial»11.

Conclusión

El amor, en la doctrina católica, es el summum bonum, la virtud más elevada que define la relación con Dios y con el prójimo. Es la esencia de Dios mismo, manifestado plenamente en Cristo crucificado. Lejos de ser un concepto monolítico, el amor cristiano abarca y purifica todas las formas de afecto humano, integrando el deseo (eros) con la entrega desinteresada (agape). La caridad, animada por la fe y la verdad, se convierte en el motor de la acción cristiana en el mundo, impulsando al creyente a vivir una vida de auto-donación y servicio, reflejando así el amor divino.

Citas

  1. La primera cuestión: La pluralidad del amor, Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 2. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  2. Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 6. 2 3 4 5 6 7

  3. Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 5. 2 3 4 5

  4. Jesucristo-El amor encarnado de Dios, Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 9. 2 3 4 5 6

  5. Geoffrey Wainwright. El Aguijón de la Muerte: La Pregunta Ineludible y la Respuesta de la Fe, § 16. 2

  6. Vivir con veracidad: Amar con ternura - Amar con ternura - Amor y amistad, Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. Valorando la Vida, § 99 (2004).

  7. Papa Juan Pablo II. 20 de noviembre de 1986, Singapur, § 5 (1986). 2 3 4 5 6

  8. Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 8. 2 3 4

  9. Papa Benedicto XVI. Caritas in Veritate, § 5 (2009). 2 3

  10. Papa Benedicto XVI. Caritas in Veritate, § 3 (2009). 2 3 4

  11. Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 19. 2 3 4 5 6 7 8