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Amor al prójimo

El amor al prójimo es un pilar fundamental de la enseñanza católica, considerado, junto con el amor a Dios, el más grande de los mandamientos. Este amor se extiende a todas las personas, sin distinción de origen, raza, cultura o religión, y encuentra su modelo y fundamento en el amor de Cristo. No se trata de una emoción vaga, sino de una realidad arraigada en la encarnación de Cristo, que nos llama a la solidaridad universal y a la compasión activa hacia los necesitados. La Iglesia, a través de sus enseñanzas y obras de caridad, testimonia el valor inestimable de cada persona y busca reflejar el amor de Dios en el mundo.

Tabla de contenido

Origen y Fundamento Bíblico del Amor al Prójimo

El precepto del amor al prójimo tiene profundas raíces en el Antiguo Testamento, donde ya se instaba a los israelitas a amarse mutuamente. La Escritura en Levítico 19:18 declara: «No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo»1,2. Inicialmente, este mandamiento parecía restringido al pueblo de Israel, pero gradualmente se amplió para incluir a los extranjeros que residían entre ellos, recordando que Israel también fue forastero en Egipto1,3. La Ley Mosaica incluso exigía dejar una porción de la cosecha para los pobres y los extranjeros, y tratar con compasión y respeto a los miembros más vulnerables de la sociedad, como las viudas, los huérfanos y los forasteros4.

En el Nuevo Testamento, este amor adquiere un sentido claramente universal y se convierte en un mandamiento supremo. Jesús lo eleva al nivel de un precepto sin límites, extendiéndolo incluso a los enemigos (Mateo 5:43-47)1,5. Él enseña que el amor al prójimo es una imitación y extensión de la bondad misericordiosa del Padre celestial, quien provee para las necesidades de todos sin distinción1. Los dos mandamientos del amor —amar a Dios y amar al prójimo— son la síntesis de la ley y los profetas (Mateo 22:40), y solo quienes los cumplen están cerca del Reino de Dios (Marcos 12:28-34)1,6.

La parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:29-37) ilustra de manera contundente quién es nuestro prójimo1,7,8,9. Jesús demuestra que el prójimo es aquel a quien debemos ayudar en su necesidad, sin importar su origen étnico o social, derribando prejuicios y promoviendo una fraternidad abierta a todos sin excepción5,7,8. San Pablo también subraya la universalidad de este mandamiento, afirmando que «el amor no hace mal al prójimo; así que el amor es el cumplimiento de la ley» (Romanos 13:9-10)8,10.

El Amor al Prójimo como Respuesta al Amor de Dios

El amor al prójimo no es simplemente una obligación moral, sino una respuesta al amor con el que Dios nos ha amado primero11. El amor de Dios, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, implica intrínsecamente el amor al prójimo5. Quienes han recibido compasión de Dios no pueden negársela a otros11. La fe nos permite ver a todas las personas «con los ojos de Cristo», y la caridad nos capacita para amarlas con el amor de Cristo, incluso a aquellos a quienes no «agradamos» o que son nuestros enemigos12.

Jesús mismo, la noche antes de su muerte, lavó los pies de sus discípulos, dándoles un ejemplo a seguir (Juan 13:15)11. A través de nuestro amor al prójimo, no solo imitamos el amor de Cristo por nosotros, sino que también cumplimos su mandamiento supremo11. Esta solidaridad universal en Cristo no es solo una emoción, sino una realidad arraigada en su encarnación, por la cual «unió a toda la humanidad en una solidaridad sobrenatural que nos hace una sola familia»11. Cristo hizo de la caridad la marca distintiva de sus discípulos, afirmando: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros» (Juan 13:35)11.

Dimensiones del Amor al Prójimo

El amor al prójimo abarca múltiples dimensiones, tanto individuales como comunitarias, y se manifiesta en acciones concretas de caridad y justicia.

La Virtud de la Caridad

El amor al prójimo es una expresión fundamental de la virtud teologal de la caridad. Esta virtud nos permite amar a Dios por sí mismo y a nuestro prójimo por amor a Dios12. Tomás de Aquino explica que el precepto del amor al prójimo está expresado de manera adecuada porque indica tanto la razón como el modo del amor13. La razón es que el prójimo está «cerca de nosotros» por la imagen natural de Dios y por la capacidad de gloria13.

El modo de amar es «como a uno mismo»13. Esto no significa amar al prójimo con la misma intensidad o en igual medida que a uno mismo, sino de la misma manera:

Agustín de Hipona señala que uno se ama a sí mismo adecuadamente cuando ama a Dios más que a sí mismo14. Por lo tanto, lo que se busca en uno mismo —que es amar a Dios con afecto perfecto— debe buscarse también en el prójimo14.

La Dignidad Infinita de la Persona

La enseñanza católica subraya que el amor cristiano se fundamenta en la afirmación de la dignidad infinita de cada persona7. No se trata de una expansión concéntrica de intereses personales, sino de reconocer al ser humano como un sujeto con dignidad que, a través de la relación constitutiva con todos, especialmente con los más pobres, madura en su identidad y vocación7. La Iglesia testimonia que «cada persona es más valiosa que todo el oro del mundo» y muestra preocupación por aquellos que sufren catástrofes, conflictos, hambre o carecen de lo necesario15.

La Universalidad del Amor

El amor al prójimo no conoce límites y debe extenderse a todos, sin excluir a nadie. Esto incluye a los que son diferentes por su origen, raza, cultura o religión11. San Agustín explica que el precepto de amar al prójimo como a uno mismo se aplica a todo hombre, porque no se debe hacer daño a nadie8. Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Juan 4:20)3.

Preferencia por el Bien Común

Tomás de Aquino también enfatiza el orden del amor, donde el bien común es preferido al bien individual16. Cada persona es parte de un todo, y Dios es el bien común de todos, en quien reside la bienaventuranza16. Por lo tanto, el hombre se ordena a Dios como parte al todo16. En el amor al prójimo, se debe dar prioridad al bien espiritual del prójimo, luego a su bienestar físico y, por último, a sus posesiones materiales16.

Implicaciones para la Vida Cristiana y el Compromiso Social

El amor al prójimo tiene profundas implicaciones prácticas para la vida de los cristianos y para su compromiso en el mundo.

Obras de Caridad y Servicio

Los santos, como la Beata Teresa de Calcuta, renovaron constantemente su capacidad de amar al prójimo a partir de su encuentro con el Señor Eucarístico, y viceversa, este encuentro adquirió realismo y profundidad en su servicio a los demás12. La fe y la caridad nos impulsan a la acción concreta. La Iglesia exhorta a reavivar constantemente en los fieles el deseo de mostrar el amor del Señor, poniendo el bien de los demás por encima de todo15. Las obras de caridad nos hacen «prójimos de aquellos a quienes hacemos el bien»15.

Reconciliación y Perdón

El amor al prójimo en el Nuevo Testamento se convierte en el «mandamiento nuevo» en el Evangelio de Juan, donde los discípulos deben amar como Jesús amó: perfectamente, «hasta el extremo» (Juan 13:34-35)17. Esto implica un énfasis en la reconciliación y el perdón de las faltas17. Jesús pide a sus discípulos que estén siempre dispuestos a perdonar a quienes los han ofendido, así como Dios ofrece siempre su perdón: «Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mateo 6:12)17. El que es capaz de perdonar a su prójimo demuestra haber comprendido su propia necesidad del perdón de Dios17.

Solidaridad Global

La enseñanza social católica promueve una solidaridad que va más allá de las fronteras individuales o nacionales. La encarnación de Cristo une a toda la humanidad en una solidaridad sobrenatural, convirtiéndonos en una sola familia11. Este amor universal debe informar el compromiso social y político de los cristianos en el mundo12.

Conclusión

El amor al prójimo, tal como lo enseña la Iglesia Católica, es un mandamiento central que se enraíza en el amor de Dios mismo y se manifiesta en una compasión y solidaridad universales. Desde sus orígenes bíblicos hasta las enseñanzas contemporáneas, la Iglesia ha enfatizado que este amor es un don del Espíritu Santo, que nos capacita para ver y servir a cada persona con la dignidad que le corresponde como imagen de Dios. No es un amor meramente sentimental, sino una virtud activa que se traduce en obras de caridad, justicia, reconciliación y un compromiso inquebrantable con el bien de todos, especialmente los más vulnerables.

Citas

  1. Virtud de la caridad, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 20 de octubre de 1999, § 2 (1999). 2 3 4 5 6

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Levítico 19.

  3. Capítulo dos - Un extraño en el camino - El contexto, Papa Francisco. Fratelli Tutti, § 61 (2020). 2

  4. B2. Criterios específicos - 2.2. Segundo criterio específico: Contraste - B. Valores principales en las relaciones interpersonales - 1) dentro de la comunidad, Pontificia Comisión Bíblica. La Biblia y la Moral: Raíces Bíblicas de la Conducta Cristiana, § 131 (2008).

  5. Capítulo III - IV. El nuevo mandamiento - El amor, don del Espíritu, Congregación para los Obispos. Instrucción sobre la libertad cristiana y la liberación – Libertatis conscientia, § 55 (1986). 2 3

  6. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Marcos 12.

  7. Papa Francisco. Carta del Santo Padre a los Obispos de los Estados Unidos de América (10 de febrero de 2025), § 6 (2025). 2 3 4

  8. Libro I: Que contiene una visión general de los temas tratados en la Sagrada Escritura - Capítulo 30.— Si los ángeles deben ser considerados nuestros prójimos, Agustín de Hipona. Sobre la Doctrina Cristiana, §Libro I. Capítulo 30 (426). 2 3 4

  9. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Lucas 10.

  10. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Romanos 13.

  11. Papa Juan Pablo II. 13 de octubre de 1989: Celebración eucarística en Tuntungan, Indonesia - Homilía, § 3 (1989). 2 3 4 5 6 7 8

  12. II, Michael Sherwin, OP. Reflexiones sobre Deus Caritas Est Un Recorrido por la Casbah, § 15. 2 3 4

  13. Segunda parte de la segunda parte - De los preceptos de la caridad - ¿Se expresa convenientemente el precepto del amor al prójimo? , Tomás de Aquino. Suma Teológica, § II-II, Q. 44, A. 7, co. (1274). 2 3 4 5 6

  14. El amor a nosotros mismos y al prójimo, Agustín de Hipona. Sobre las costumbres de la Iglesia Católica, §Capítulo 26. 49 (388). 2

  15. Papa Juan Pablo II. Discurso al Consejo Pontificio «Cor Unum» (18 de abril de 1997) - Discurso, § 4 (1997). 2 3

  16. John Berkman. La ética de Aquino más allá de la ética de las virtudes tomistas: Los dones del Espíritu Santo, el instinto espiritual y la perfección humana completa, § 10. 2 3 4

  17. B2. Enfoque bíblico - 2.2. El Nuevo Testamento, Comisión Teológica Internacional. Memoria y Reconciliación: La Iglesia y las culpas del pasado, § 2.2 (2000). 2 3 4