Anglicanismo

El Anglicanismo se refiere al conjunto de creencias y la posición religiosa de los miembros de la Iglesia de Inglaterra establecida y sus iglesias asociadas en diversas partes del mundo, incluyendo las posesiones británicas y los Estados Unidos. Engloba a aquellos que han aceptado las reformas de la Reforma Inglesa, tal como se manifiestan en la Iglesia de Inglaterra o en las Iglesias que se han adherido, al menos sustancialmente, a sus doctrinas, organización y liturgia. Geográficamente, el Anglicanismo se encuentra predominantemente en áreas que están o estuvieron bajo la bandera británica, más allá de algunos asentamientos misioneros o menores.
Tabla de contenido
Orígenes y Desarrollo Histórico
El Anglicanismo, como sistema religioso distinto e independiente, no existía antes de la ruptura con Roma bajo Enrique VIII1. Previo a este cisma, la fe de los ingleses era doctrinalmente idéntica a la del resto de la Cristiandad Católica1. El término Ecclesia Anglicana (Iglesia Inglesa) se utilizaba, pero siempre en el sentido católico y papal, designando la parte de la única Iglesia Católica bajo la jurisdicción del Papa que se encontraba en Inglaterra1. Esta designación nacional o regional era común incluso en la Curia Romana y no implicaba independencia de Roma1.
La primera etapa de la separación, conocida como el período Henriciano (1534-1547), marcó la ruptura con Roma y el establecimiento de una iglesia nacional independiente, transfiriendo la autoridad eclesiástica suprema del Papado a la Corona1. Cuando las noticias de la decisión papal contra el divorcio de Enrique VIII llegaron a Inglaterra, el rey promulgó cuatro estatutos antipapales en 1534, y en noviembre del mismo año, el estatuto de la Supremacía Real declaró al rey como Cabeza Suprema de la Iglesia Inglesa, exigiendo un juramento que afirmaba que el Papa no tenía jurisdicción en el reino de Inglaterra1. Aunque la política de Enrique VIII pretendía mantener una Iglesia Católica en Inglaterra sin el Papa, sus acciones, como elevar a posiciones de poder a agentes con simpatías reformistas como Thomas Cromwell, Thomas Cranmer y Edward Seymour, inadvertidamente prepararon el camino para el Protestantismo que se consolidó bajo Eduardo VI y Isabel I1. Enrique VIII también mantuvo negociaciones con reformadores alemanes, invitando a figuras como Melanchthon a Inglaterra1.
Los períodos Eduardiano (1547-1553) e Isabelino (1558-1603) llevaron la obra de separación mucho más lejos1. Ambos aceptaron la base Henriciana de rechazo al Papado y la erección de la Supremacía Real, pero sobre ella se construyeron cambios doctrinales y litúrgicos que conforman la Reforma Anglicana e integraron a la nación en el gran movimiento protestante del siglo XVI1.
Durante el reinado de Eduardo VI, bajo la influencia de Cranmer y otros reformadores, se introdujeron cambios litúrgicos significativos1. Por ejemplo, en 1551, una Orden del Consejo exigió el derribo de los altares y su sustitución por mesas móviles, explicando que la forma de una mesa «podría apartar a los sencillos de la antigua superstición de la Misa y llevarlos al uso correcto de la Cena del Señor»1. También se suprimieron numerosas prácticas y sacramentales católicos, como luces, incienso, agua bendita y palmas, mediante proclamaciones reales y visitas episcopales1. En 1553, un decreto real exigió a los obispos y al clero suscribir cuarenta y dos Artículos de Religión, los cuales incorporaban gran parte de los Trece Artículos acordados con los alemanes1. El artículo sobre la Eucaristía fue modificado para concordar con las enseñanzas del reformador suizo Bullinger1.
Bajo Isabel I, la religión se restableció no sobre la base del Primer Libro de Oración de 1549, sino sobre la versión más protestante de 1552, con ligeras modificaciones que han permanecido sustancialmente inalteradas hasta el día de hoy1. La afirmación de que Pío IV ofreció aprobar el Libro de Oración carece de fundamento histórico1.
La influencia del Protestantismo continental en la Reforma Inglesa es innegable1. Doctrinas y prácticas de la Reforma continental han penetrado en la fibra de la Reforma Inglesa y se han expresado en los formularios anglicanos1. Aunque el nombre «Protestante» no se encuentra en el Libro de Oración Común, se utiliza en el Servicio de Coronación cuando el Rey promete mantener «la religión protestante tal como está establecida por la ley»1. Las iglesias de Inglaterra e Irlanda fueron denominadas «Iglesia Episcopal Protestante» en el Acta de Unión, un nombre que aún conserva la Iglesia Anglicana en América1. Los Artículos Anglicanos tienen similitudes con la Confesión de Augsburgo y la Confesión de Wurtenberg1.
Creencias y Prácticas
Los miembros de la Iglesia de Inglaterra se profesan cristianos y afirman ser miembros bautizados de la Iglesia de Cristo1. Aceptan las Escrituras en la Versión Autorizada como la Palabra de Dios, considerándolas la única y suprema regla de fe1. Esto significa que las Escrituras contienen todo lo necesario para la salvación y que nada puede ser requerido como artículo de fe si no está contenido o puede ser probado por ellas1.
El Libro de Oración Común sirve como la regla práctica de su creencia y culto, y en él utilizan los tres Credos —el de los Apóstoles, el Niceno y el Atanasiano— como estándares doctrinales1. Creen en dos sacramentos del Evangelio —el Bautismo y la Cena del Señor— como generalmente necesarios para la salvación1.
Sin embargo, existe una notable latitud en la interpretación de estas creencias1:
Aunque la Biblia es aceptada, se permite una amplia libertad en cuanto a la naturaleza y extensión de su inspiración1.
La enseñanza eucarística del Libro de Oración está sujeta a diversas y opuestas interpretaciones1.
La sucesión apostólica es considerada por muchos como beneficiosa, pero no esencial, para la naturaleza de la Iglesia1.
El Credo de los Apóstoles es el único al que se puede exigir asentimiento de los laicos1.
Los Artículos de Religión son vinculantes solo para el clero con licencia y con beneficio1.
La supresión del carácter sacrificial del sacerdocio católico es evidente en los formularios anglicanos1. Mientras que en el Pontifical Católico, los servicios de ordenación incluyen veinticuatro pasajes que expresan claramente el Sacerdotium católico o el carácter sacrificial del oficio y la obra del sacerdocio, ninguno de estos se mantuvo en el Ordinal Anglicano1. De manera similar, en el Ordinario de la Misa, aproximadamente veinticinco puntos que expresan o implican la naturaleza sacrificial de la Eucaristía y la Presencia Real de Cristo como Víctima fueron suprimidos o eliminados en el Servicio de Comunión Anglicano, siendo sustituidos por pasajes de carácter reformista o no compromisorio1. Esto indica una exclusión deliberada de elementos antisacerdotales y antisacrificales en al menos cuarenta y nueve lugares1.
Gobierno Eclesiástico
La constitución de la Iglesia de Inglaterra ha sido en gran medida determinada por los eventos que rodearon su establecimiento bajo los Tudor1. Los anglicanos afirman tener sucesión apostólica y un ministerio válidamente ordenado, permitiendo solo a personas que creen estar así ordenadas para ministrar en sus iglesias1. Sostienen que la Iglesia de Inglaterra es una parte verdadera y reformada, o rama, o par de provincias de la Iglesia Católica de Cristo1. Sin embargo, mantienen que la Iglesia de Inglaterra está libre de toda jurisdicción extranjera y reconocen al Rey como Gobernador Supremo de la Iglesia, a quien «pertenece el gobierno de todos los estados, ya sean civiles o eclesiásticos, en todas las causas»1. El clero, antes de ser nombrado para un beneficio o recibir licencia para predicar, debe suscribir y declarar que «asienten a los Treinta y Nueve Artículos, y al Libro de Oración Común, y de la Ordenación de Obispos, presbíteros y diáconos, y creen que la doctrina de la Iglesia de Inglaterra, tal como se establece en ellos, es conforme a la Palabra de Dios»1. El Artículo XXV aprueba el Primer y Segundo Libro de Homilías como portadores de una «doctrina piadosa y saludable necesaria para estos tiempos» y los considera aptos para ser leídos «diligente y distintamente» en las iglesias1.
La falta de una autoridad espiritual eclesiástica viva ha sido una fuente constante de debilidad, humillación y desorden para la Iglesia Anglicana1. En 1904, una comisión real investigó las quejas contra la disciplina eclesiástica, y en 1906, recomendó la formación de un Tribunal que, ejerciendo la Jurisdicción Real, estaría obligado a aceptar el episcopado en cuestiones de doctrina o ritual1. Esto sería un paso hacia la emancipación parcial de la espiritualidad del control del poder civil, en el que ha estado durante más de tres siglos1.
El Anglicanismo, como sistema religioso, es separable de la doctrina de la Supremacía Real, que es resultado de su unión con el Estado y de las circunstancias de la Reforma Inglesa1. En países fuera de Inglaterra y Gales, las Iglesias Anglicanas existen y, se dice, prosperan más al estar libres de la conexión estatal1. Sin embargo, incluso en esos países, la voz decisiva en el gobierno de la Iglesia Anglicana no se confía únicamente al episcopado, y en algunos de ellos, el poder laico en los sínodos se ha hecho sentir, demostrando que puede ser tan dominante como cualquier soberano Tudor con supremacía real1. La supremacía de la espiritualidad en el ámbito de la doctrina, como única garantía de verdadera libertad religiosa, sigue ausente en el sistema anglicano, y el problema de proporcionarla permanece sin resolver, si no insoluble1.
Relaciones Ecuménicas con la Iglesia Católica
Las relaciones entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica Romana han experimentado un diálogo significativo y una búsqueda de unidad en las últimas décadas. Después de cuatrocientos años de distanciamiento, los encuentros entre el Arzobispo de Canterbury y el Papa se han vuelto más frecuentes2. La visita oficial del Arzobispo Michael Ramsey a Pablo VI en 1966, después del Concilio Vaticano II, marcó un hito crucial, señalando a católicos y anglicanos que debían superar el conflicto y trabajar para restablecer la unidad3,4.
Este encuentro inauguró un «diálogo serio» basado en los Evangelios y las antiguas tradiciones comunes, con el objetivo de lograr la unidad por la que Cristo oró5,2. La Comisión Internacional Anglicano-Católica Romana (ARCIC) fue establecida para abordar cuestiones teológicas y prácticas difíciles3,5,4. La primera fase de ARCIC produjo declaraciones sobre la Eucaristía, el Ministerio y la Ordenación, y la Autoridad en la Iglesia, destacando puntos de convergencia e incluso acuerdo que antes no se creían posibles3,2,4. Estas declaraciones fueron el resultado de doce años de trabajo y fueron presentadas al Papa y al Presidente de la Comunión Anglicana para su evaluación6.
En 1977, el Papa Pablo VI y el Arzobispo Donald Coggan reafirmaron el compromiso con este diálogo, agradeciendo los esfuerzos de ARCIC2. Reconocieron y valoraron una fe común en Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo; un bautismo común en Cristo; el compartir las Sagradas Escrituras, los Credos de los Apóstoles y Niceno, la definición de Calcedonia y las enseñanzas de los Padres; y una herencia cristiana común de muchos siglos con sus tradiciones vivas de liturgia, teología, espiritualidad y misión2. Los teólogos han abordado las diferencias históricas y doctrinales «con calma y objetividad», descubriendo «convergencias teológicas a menudo tan inesperadas como felices»2.
Sin embargo, el camino hacia la plena unidad visible aún enfrenta desafíos7. En 1996, el Papa Juan Pablo II y el Arzobispo George Carey lamentaron que «nuevas áreas de desacuerdo han surgido en los últimos años»3,4. El obstáculo de la ordenación de mujeres como sacerdotes y obispos en algunas provincias de la Comunión Anglicana se ha vuelto «cada vez más evidente, creando una nueva situación»7. La falta de acuerdo en el área de la autoridad en la Iglesia es un factor crítico para alcanzar la plena unidad7. A pesar de estas dificultades, ambos líderes han instado a continuar y profundizar el diálogo teológico, y a anglicanos y católicos a orar y trabajar juntos, dando testimonio unido del Evangelio siempre que sea posible7.
Existe un grado de comunión «real aunque imperfecta» entre anglicanos y católicos8,3,4. Se ha fomentado la cooperación en muchas partes del mundo, con oraciones por la unidad, trabajo conjunto y testimonio común3,7,4. Juan Pablo II expresó la esperanza de que el trabajo sobre la comprensión del servicio universal de unidad del Obispo de Roma «dé frutos y ayude a allanar el camino hacia esa plenitud de unidad que es la voluntad de Cristo para sus seguidores»9.
Conclusión
El Anglicanismo, surgido de la Reforma Inglesa y caracterizado por su adhesión a las Escrituras, los credos antiguos y el Libro de Oración Común, presenta una compleja historia de separación de la Iglesia Católica1. A pesar de diferencias doctrinales y estructurales significativas, particularmente en lo que respecta a la autoridad papal, el carácter sacrificial del sacerdocio y la Eucaristía, el diálogo ecuménico ha revelado un «grado de comunión real aunque imperfecta» entre anglicanos y católicos3,4. Si bien desafíos como la ordenación de mujeres persisten7, el compromiso con la oración, el diálogo teológico y la colaboración en el testimonio del Evangelio sigue siendo un pilar fundamental en la búsqueda de la plena unidad visible querida por Cristo8,9,7.
Citas
Anglicanismo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Anglicanismo. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34 ↩35 ↩36 ↩37 ↩38 ↩39 ↩40 ↩41 ↩42 ↩43 ↩44 ↩45 ↩46 ↩47 ↩48 ↩49 ↩50 ↩51
Papa Pablo VI. Declaración Común, 29 de abril de 1977 - Discurso (1977). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. Discurso de Juan Pablo II al Arzobispo de Canterbury, Dr. George Leonard Carey (3 de diciembre de 1996) - Discurso (1996). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. Al Arzobispo de Canterbury, Dr. George Leonard Carey (5 de diciembre de 1996) - Discurso (1996). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. Declaración Conjunta del Santo Padre Juan Pablo II y el Arzobispo de Canterbury (29 de mayo de 1982) - Discurso, § 2 (1982). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 9 de junio de 1982 (1982). ↩
Papa Juan Pablo II. Declaración Conjunta del Santo Padre Juan Pablo II y el Arzobispo de Canterbury, George Leonard Carey (5 de diciembre de 1996) - Discurso (1996). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. A un grupo de Obispos de la Comunidad Anglicana (22 de abril de 1988) - Discurso, § 2 (1988). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A un grupo de Obispos de la Comunidad Anglicana (22 de abril de 1988) - Discurso, § 1 (1988). ↩ ↩2