Ascetismo
El ascetismo en la Iglesia Católica se refiere a la práctica de ejercicios espirituales y la mortificación de las pasiones para alcanzar la perfección espiritual y la unión con Dios. Aunque a menudo se confunde con la austeridad o el misticismo, el ascetismo es una disciplina ética que implica la lucha continua contra la naturaleza pecaminosa y el cultivo de las virtudes. Históricamente, ha evolucionado desde prácticas individuales hasta la formación de órdenes religiosas, que adoptan los votos de pobreza, castidad y obediencia como una forma heroica de ascetismo. Estas prácticas no son fines en sí mismas, sino medios para lograr una mayor santidad y servir a la Iglesia y a la humanidad.
Tabla de contenido
¿Qué es el Ascetismo?
La palabra ascetismo proviene del griego askesis, que significa práctica, ejercicio corporal o entrenamiento atlético1. Los primeros cristianos adoptaron este término para referirse a la práctica de las cosas espirituales o a los ejercicios espirituales realizados con el propósito de adquirir hábitos de virtud1. No debe confundirse con la austeridad, aunque la represión y la abnegación son necesarias para controlar las pasiones, la virtud de una persona no se mide únicamente por el alcance o el tipo de sus penitencias corporales1. San Jerónimo advirtió contra la idea de que la perfección consiste en la mortificación del cuerpo, considerándola solo una ayuda o un medio para alcanzar la verdadera perfección1.
El ascetismo tampoco debe identificarse con el misticismo. Aunque el misticismo genuino requiere ascetismo, lo contrario no es cierto; se puede ser asceta sin ser místico1. El ascetismo es una disciplina ética que busca la perfección moral, mientras que el misticismo se relaciona más con estados de oración o contemplación inusuales1. En esencia, el ascetismo católico es un esfuerzo organizado y continuo para alcanzar la perfección espiritual, sometiendo la parte material de la naturaleza humana a la espiritual1.
Fundamentos Bíblicos y Teológicos
Desde los primeros días de la Iglesia, el ascetismo ha estado arraigado en las invitaciones de Cristo a seguir los consejos evangélicos1. Jesús dijo a sus apóstoles: «Bienaventurados vosotros los pobres»1. Estas enseñanzas sentaron las bases para una vida de pobreza, castidad y obediencia vivida de manera concreta1. La Iglesia ha establecido órdenes religiosas con este propósito, ofreciendo a quienes desean practicar un grado superior de ascetismo la facilidad y seguridad para hacerlo1.
El objetivo principal del ascetismo es la santidad, entendida como la unión con Dios1. Requiere una lucha constante contra la concupiscencia, el mundo y el diablo, y un esfuerzo por cultivar todas las virtudes cristianas1. La penitencia y la abnegación son medios necesarios para este fin, pero siempre deben ir de la mano con la prudencia y la búsqueda de virtudes sublimes1.
Formas de Ascetismo en la Iglesia Católica
El ascetismo se ha manifestado de diversas maneras a lo largo de la historia de la Iglesia, desde prácticas individuales hasta formas de vida comunitaria.
Ascetismo Personal
Incluso sin motivos religiosos explícitos, una persona que busca adquirir virtudes naturales como la templanza, la paciencia o la castidad, está practicando un grado de ascetismo1. Esto implica una lucha constante contra la naturaleza animal y la voluntad de infligirse dolor corporal o mental para enmendar errores o fortalecerse contra futuras tentaciones1. Sin embargo, el ascetismo natural puede ser defectuoso si su motivo es imperfecto o egoísta, como la utilidad personal, el placer, la estética, la ostentación o el orgullo1.
En un contexto cristiano, el ascetismo personal se lleva a cabo con un motivo sobrenatural, buscando la perfección en Cristo1. Las penitencias externas, incluso en los santos, son vistas con sospecha si no están motivadas correctamente o si son excesivas1. La prudencia es una virtud esencial en el ascetismo1.
Ascetismo Monástico o Religioso
El establecimiento de las órdenes religiosas no fue una legislación repentina, sino el desarrollo natural de la vida ascética iniciada por Cristo1. Desde los primeros siglos, existieron asociaciones de ascetas y vírgenes que vivían en el mundo, pero se comprometían por voto privado o profesión pública a vivir en castidad, ayunar y dedicarse a la oración1. Estos grupos, como los Monazonites y Parthenae en Siria, formaban una especie de «tercera orden» o cofradía1.
A partir del siglo IV, con la expansión del catolicismo, muchos ascetas y vírgenes comenzaron a retirarse al desierto, formando comunidades monásticas para buscar una Jerusalén más santa lejos de la corrupción del mundo1.
Votos Sustanciales
Aquellos que ingresan a una orden religiosa toman los tres votos de pobreza, castidad y obediencia1. Estos se consideran votos sustanciales porque son la base de una condición o estado de vida permanente y fijo, que afecta y dirige la actitud de la persona en sus relaciones con el mundo y con Dios1. Su propósito es la consecución de la más alta perfección espiritual1. Al ser perpetuos, aseguran la constancia en la práctica de la virtud y previenen que sea intermitente1. Representan una entrega absoluta, libre e irrevocable de las posesiones más preciadas del hombre, creando una espiritualidad de carácter heroico1.
Pobreza: La práctica de la pobreza es una reproducción de la vida de Cristo y los Apóstoles1. Las órdenes como los franciscanos surgieron como una condena a la opulencia de su época1.
Castidad: El voto de castidad, especialmente en el celibato, es una entrega completa y voluntaria de una de las posesiones más preciadas del hombre, con el fin de servir a Dios de manera indivisa1.
Obediencia: La obediencia a la autoridad eclesiástica y a los superiores religiosos es una entrega de la propia voluntad, imitando la obediencia de Cristo al Padre1. Órdenes como la Compañía de Jesús enfatizaron la lealtad a la Santa Sede en tiempos de rebelión1.
Estos votos han sido criticados como degradantes o inhumanos, pero la Iglesia responde que su observancia ha producido innumerables santos y reproduce el modo de vida de Cristo y los Apóstoles1.
Diversidad de Órdenes Religiosas y sus Fines
Las diferentes órdenes religiosas, aunque comparten las virtudes fundamentales, se distinguen por el objeto particular que motivó su formación1. Esto podría ser una necesidad específica de la Iglesia, un movimiento que debía ser combatido, o una ayuda espiritual o corporal que se debía brindar a la humanidad1.
Por ejemplo:
Los benedictinos enseñaron agricultura, artes y letras a los bárbaros después de la caída del Imperio Romano1.
La Orden de Predicadores (dominicos) surgió de la necesidad de proteger a los fieles de la herejía1.
Las órdenes militares se crearon para la defensa de Tierra Santa1.
Otras congregaciones se dedicaron a la redención de cautivos, el cuidado de enfermos y pobres, la educación o el trabajo misionero1.
Cada orden, además de los tres votos principales, cultiva una virtud especial asociada a su carisma particular, desarrollando en un grado inusual las virtudes necesarias para su fin específico1. Las reglas de estas órdenes rigen cada detalle de la vida diaria, promoviendo la práctica de todas las virtudes1.
Críticas y Defensas del Ascetismo Católico
A lo largo de la historia, el ascetismo religioso ha enfrentado diversas acusaciones.
Acusación de Ociosidad
Una crítica común es que el ascetismo es sinónimo de ociosidad1. Sin embargo, la historia desmiente esto, ya que los monjes ascetas jugaron un papel crucial en la formación de las civilizaciones, enseñando el valor del trabajo manual, desarrollando artes mecánicas, agricultura y arquitectura1. Reclamaron pantanos y bosques, fundaron centros industriales que dieron origen a grandes ciudades, y establecieron instituciones educativas1.
Acusación de Morbosidad o Daño a la Salud
También se ha afirmado que las prácticas penitenciales producen caracteres mórbidos y sombríos, o que son perjudiciales para la salud y abrevian la vida1. Esta afirmación es rebatida por la alegría que prevalece en las comunidades religiosas estrictas y la notable longevidad observada entre miembros de órdenes muy austeras1.
Es cierto que en las vidas de los santos se encuentran mortificaciones extraordinarias, pero estas no se proponen para imitación universal, y puede haber exageración en las biografías1. Además, se permite suponer que algunos penitentes fueron impulsados por el Espíritu Santo a ofrecerse como víctimas de expiación por los pecados de otros1. Estas prácticas se realizaban en secreto y sin ostentación, y la Iglesia no es responsable de las aberraciones individuales1. La prudencia es una parte integral del ascetismo, y la reforma o abolición de órdenes corruptas subraya que el ascetismo monástico es un esfuerzo organizado para alcanzar la perfección1.
Conclusión
El ascetismo católico, lejos de ser un conjunto de prácticas arbitrarias o dañinas, es una disciplina ética y espiritual profundamente arraigada en las enseñanzas de Cristo y la tradición de la Iglesia. Es un camino hacia la perfección y la unión con Dios, que se manifiesta de diversas formas, desde la lucha personal por las virtudes hasta la entrega heroica de la vida en las órdenes religiosas a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia. A pesar de las críticas, la historia demuestra su valor en la edificación de la civilización y la santificación de innumerables almas, siempre bajo el principio de la prudencia y el amor a Dios y al prójimo.