Asunción de María

La Asunción de María es un dogma de fe en la Iglesia Católica que sostiene que la Santísima Virgen María, al final de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. Esta creencia celebra el feliz tránsito de María de esta vida y la glorificación de su cuerpo, convirtiéndose en un anticipo de la resurrección de los cuerpos para todos los cristianos. El dogma fue proclamado solemnemente por el Papa Pío XII en 1950, basándose en la tradición apostólica, el consenso de la Iglesia a lo largo de los siglos y la conveniencia teológica de que la Madre inmaculada de Dios compartiera plenamente la victoria de su Hijo sobre el pecado y la muerte.
Tabla de contenido
Naturaleza del Dogma
El dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María fue definido por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950, a través de la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus1. En este documento, el Papa declaró: «la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial»1. Esta formulación es concisa y precisa, destacando dos aspectos fundamentales: la unión indisoluble del cuerpo y el alma de María en su entrada a la gloria, y el hecho de que este evento ocurrió «al final de su vida terrena»1.
Es importante señalar que la definición dogmática de Pío XII evitó el uso del término «resurrección» y no tomó una postura definitiva sobre si María experimentó la muerte como una verdad de fe2. La Bulla Munificentissimus Deus se limita a afirmar la elevación del cuerpo de María a la gloria celestial, declarando esta verdad como un «dogma divinamente revelado»2. Sin embargo, la creencia popular y la liturgia a menudo han asociado la Asunción con la «Dormición» o «tránsito» de María, una idea que se encuentra en los primeros relatos apócrifos y en la tradición oriental3,2. El Papa Benedicto XVI, en 2010, enfatizó que María, al igual que Cristo su Hijo, venció a la muerte y está ya triunfante en la gloria celestial, en la totalidad de su ser, «en cuerpo y alma»4.
Orígenes y Desarrollo de la Creencia
La creencia en la Asunción de María no se encuentra explícitamente en las Sagradas Escrituras5. Las escrituras son «simplemente silenciosas» sobre la muerte de María, lo que llevó a figuras como Epifanio (fallecido en 403) a reconocer que no sabía nada definitivo al respecto5,3. Sin embargo, la Iglesia Católica siempre ha derivado su conocimiento de este misterio de la Tradición Apostólica3.
Primeros Indicios y la Literatura Apócrifa
Los primeros rastros de la creencia en la Asunción de la Virgen se hallan en los relatos apócrifos conocidos como Transitus Mariae, que datan de los siglos II y III2. Aunque estas representaciones son populares y a veces romanticizadas, recogen una intuición de fe por parte del Pueblo de Dios, que anhelaba la glorificación del cuerpo de María2.
A lo largo de los siglos, hubo un período prolongado de reflexión sobre el destino de María en la otra vida. Esto llevó gradualmente a los fieles a creer en la gloriosa elevación de la Madre de Jesús, en cuerpo y alma, y a la institución de las fiestas litúrgicas de la Dormición y Asunción de María en Oriente2.
La Tradición Litúrgica y Patrística
La fiesta de la Dormición de María el 15 de agosto ya estaba establecida en la época del Papa Sergio I (680-701) como una de las cuatro fiestas marianas principales, junto con su natividad, la Anunciación y su Purificación6. El emperador Mauricio (582-602) decretó alrededor del año 600 que la koimēsis de María —entendida como ser llevada en cuerpo y alma al trono de Dios— se celebrara el 15 de agosto en todo su imperio6,7. Papas como Adrián I (772-795) y León IV (845-855) también hicieron referencia a esta fiesta, subrayando que la Virgen María no podía ser retenida por los lazos de la muerte6.
Entre los Padres de la Iglesia y teólogos que defendieron esta creencia se encuentran San Juan Damasceno y San Germán de Constantinopla, citados por el Papa Pío XII1,3. Sus argumentos, y los de otros Padres, se basaron en la Sagrada Escritura como su fundamento último, presentando a la Madre de Dios íntimamente unida a su divino Hijo y compartiendo siempre su destino1. Se consideraba «imposible» concebir que aquella que concibió a Cristo, lo dio a luz, lo amamantó y lo sostuvo en sus brazos, pudiera estar separada de Él en cuerpo después de esta vida terrenal1.
La Cuestión de la Muerte de María
Un punto de debate en la teología mariana ha sido si María realmente murió antes de su Asunción. La Iglesia no tiene una posición dogmática sobre esta cuestión8. Mientras algunos autores eclesiales antiguos, como Quodvultdeus y Primasius, no disocian el papel de María como Madre de Dios de su situación presente, implicando una posible asunción sin muerte6, otros, como Epifanio, guardaban silencio o especulaban sobre su muerte5.
El Papa Pío XII, al definir el dogma, se mantuvo neutral en la cuestión de la muerte de María8. Aunque la redacción de Munificentissimus Deus podría ser ligeramente más favorable a la idea de que María no murió, al hablar de su asunción «en cuerpo y alma» juntos, la definición final no se compromete8. La discusión sobre este tema sigue siendo parte de la teología especulativa8.
Significado Teológico de la Asunción
La Asunción de María no es solo un privilegio personal, sino que tiene un profundo significado para toda la Iglesia y la humanidad. Revela el plan de Dios para el cuerpo humano y el universo material1.
Anticipo de la Resurrección
La glorificación del cuerpo de María es una expresión de su belleza interior y de su plenitud de gracia1. Al ser nuestra Madre en el orden de la gracia, María no descansará hasta que los cuerpos de todos los redimidos resplandezcan con la gracia1. Al contemplar su gloria, tenemos un «anticipo de nuestro propio estado final»1.
El Catecismo de la Iglesia Católica, citando Lumen Gentium, afirma que la Asunción de María es una «participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos»8. Es un «fruto primicial de la redención» que recibimos todos al final de los tiempos, la resurrección del cuerpo9.
Unión con Cristo y Victoria sobre el Pecado y la Muerte
La Asunción muestra a María íntimamente unida a su divino Hijo, compartiendo plenamente su destino1. Dado que nuestro Redentor es el Hijo de María y el perfecto observador de la ley de Dios, era lógico que honrara a su amadísima Madre, preservándola de la corrupción del sepulcro1. Este privilegio es la culminación de sus privilegios, ya que María, inmaculada en su concepción y asociada a Cristo en su triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, finalmente obtuvo la victoria sobre la muerte, siendo asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial4.
La Asunción de María no compite con la Encarnación, Pasión y Resurrección de su Hijo, sino que más bien «nos muestra el objetivo de estos misterios en los que María participa de manera única»9. Es un testimonio de cómo Dios desea glorificar el cuerpo humano y todo el universo, un «pledge del nuevo cielo y nueva tierra» al final de los tiempos1.
La Asunción en el Calendario Litúrgico
La Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra el 15 de agosto. Es una de las fiestas más importantes del año litúrgico y una de las festividades marianas más antiguas, con raíces que se remontan a los siglos VI y VII6,3. Es un día de precepto en la Iglesia Católica, lo que significa que los fieles están obligados a asistir a Misa.
Conclusión
La Asunción de María es un dogma fundamental de la fe católica que ilumina la dignidad de la Madre de Dios y anticipa el destino glorioso de toda la humanidad redimida. Proclamado por Pío XII, este dogma reafirma la íntima conexión de María con su Hijo y su participación singular en su victoria sobre el pecado y la muerte. Al contemplar a María asunta al cielo en cuerpo y alma, los fieles encuentran esperanza y un modelo de la vocación final a la que están llamados: la plena comunión con Dios en cuerpo y alma en la gloria eterna.
Citas
Roch Kereszty, O. Cist. Hacia la renovación de la Mariología, § 14. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
La Iglesia cree en la asunción de María, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 2 de julio de 1997, § 2 (1997). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
La fiesta de la asunción, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Fiesta de la Asunción. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Benedicto XVI. 15 de agosto de 2010: Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María - Misa en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo, § 15 de agosto de 2010: Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María - Misa en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo (2010). ↩ ↩2
David Braine. La Virgen María en la fe cristiana: El desarrollo de la enseñanza de la Iglesia sobre la Virgen María en la perspectiva moderna, § 41. ↩ ↩2 ↩3
David Braine. La Virgen María en la fe cristiana: El desarrollo de la enseñanza de la Iglesia sobre la Virgen María en la perspectiva moderna, § 46. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Nota sobre la posición musulmana, David Braine. La Virgen María en la fe cristiana: El desarrollo de la enseñanza de la Iglesia sobre la Virgen María en la perspectiva moderna, § 63. ↩
Paul J. Griffiths. ¿Murió María? Newman sobre el pecado, la muerte y la mortalidad de María, § 6. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Matthew DuBroy, Ty Kieser, et al. Reseñas de libros (Nova et Vetera, Vol. 16, No. 3), § 28. ↩ ↩2