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Cruz

Avemaría

Avemaría
Virgen con el Niño . Dominio público.

La Avemaría es una de las oraciones católicas más reconocidas y recitadas en honor a la Santísima Virgen María. También conocida como la «Salutación Angélica» (del latín Salutatio Angelica) o, por sus primeras palabras, Ave María, esta plegaria es fundamental en la devoción mariana y se compone de frases tomadas de las Sagradas Escrituras, junto con una petición de intercesión a la Madre de Dios. Su estructura y significado reflejan la profunda veneración de la Iglesia Católica hacia María como Madre de Jesús y auxiliadora de los fieles.

Tabla de contenido

Origen y Composición

La Avemaría se describe comúnmente en tres partes principales, las cuales tienen sus raíces en pasajes bíblicos y en el desarrollo litúrgico de la Iglesia1.

Las Primeras Palabras: El Saludo del Ángel Gabriel

La primera parte de la oración, «Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres», proviene directamente del saludo del Arcángel Gabriel a la Virgen María en el Evangelio de Lucas (Lucas 1, 28)2,1. Este saludo inicial no es meramente una felicitación, sino una revelación de la gracia singular de María y de la presencia divina en ella3,4,2. La frase «llena de gracia» (en latín, gratia plena) resalta que María está colmada de la gracia de Dios debido a la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia2.

La Aclamación de Santa Isabel

La segunda parte, «y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús», se extrae de la exclamación de Santa Isabel cuando María la visitó, también registrada en el Evangelio de Lucas (Lucas 1, 42)4,1. La conexión entre estas dos salutaciones (la del ángel y la de Isabel) es natural, ya que ambas incluyen la bendición de María «entre las mujeres»1. Esta parte de la oración subraya el papel central de Jesús en la vida de María y en la salvación de la humanidad5,6.

La Petición de la Iglesia

La tercera y última parte, «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén», fue añadida por la propia Iglesia7,1. El Catecismo del Concilio de Trento explica que la Iglesia añadió esta petición para que los fieles recurrieran a María suplicantemente, buscando su intercesión para reconciliarse con Dios y obtener las bendiciones necesarias tanto para esta vida como para la eterna1. Esta súplica invoca a María como Madre de Dios (Theotokos) y pide su ayuda en los momentos cruciales de la existencia humana, especialmente en la hora de la muerte6.

Significado Teológico y Espiritual

La Avemaría es mucho más que una simple repetición de palabras; es una profunda expresión de fe, alabanza y confianza en la intercesión de María.

Alabanza y Gozo en María

Al recitar la Avemaría, los fieles se unen a la alabanza angélica a María, reconociendo su humildad y su plenitud de gracia2. Es un saludo de alabanza a quien aceptó cooperar en el nacimiento del Hijo eterno de Dios en el tiempo8. La oración invita a exultar en la alegría que Dios encuentra en su humilde sierva2.

Invocación a la Madre de Dios

La oración también es una súplica a Dios Todopoderoso a través de la intercesión de María8. Al llamarla «Madre de Dios», se reconoce su dignidad singular y su maternidad divina, que es un fundamento de la fe católica1. María, como la Virgen Inmaculada y «llena de gracia», es capaz de acoger el misterio insondable de Dios y de sentirlo con la profundidad de su corazón3.

Intercesión por los Pecadores

La petición final, «ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte», destaca la creencia en la capacidad de María para interceder por la humanidad ante su Hijo6. Los fieles buscan su auxilio materno en los momentos fundamentales de su existencia, tanto en el presente como en el paso decisivo hacia la vida eterna6. Se confía en que, por su amor inefable, María ora por los pecadores «ahora y en la hora de nuestra muerte»6.

La Avemaría tiene un lugar preeminente en diversas prácticas de piedad y litúrgicas.

El Rosario

La Avemaría es la oración central del Santo Rosario, una devoción mariana ampliamente practicada en la Iglesia Católica. En el Rosario, la recitación repetida de la Avemaría, intercalada con el Padrenuestro y el Gloria, permite a los fieles meditar sobre los misterios de la vida de Cristo y de María8. Se ha convertido en una oración habitual para la «iglesia doméstica», la familia cristiana8.

El Ángelus

El Ángelus es otra devoción que integra la Avemaría, recordando el misterio de la Encarnación9. Esta oración se reza tradicionalmente tres veces al día (mañana, mediodía y tarde) y consiste en versículos y respuestas que narran el anuncio del ángel a María, seguidos de la Avemaría9.

Uso en las Bendiciones y Exorcismos

La Avemaría y otras invocaciones a la Santísima Virgen María también se encuentran en los rituales de bendiciones y exorcismos, donde se pide su protección y consuelo10,11,12. Por ejemplo, en el Libro de las Bendiciones se incluyen antífonas como «Ave, María, gratia plena»10. La Iglesia invoca a la Virgen María como «Consoladora de los afligidos» y «Auxilio de los cristianos»12.

Exhortaciones Papales

Varios Papas han resaltado la importancia de la Avemaría y la devoción mariana en sus enseñanzas y discursos.

El Papa Juan Pablo II, en numerosas ocasiones, invitó a los fieles a recitar el Avemaría y a encomendarse a la Virgen13. Por ejemplo, en 1987, en una audiencia general, pidió a los presentes que rezaran el Avemaría para pedir por el éxito pastoral del Sínodo de los Obispos13. También la describió como una «dulce oración» que resuena gozosa en templos y santuarios, marcando el paso del Pueblo de Dios en su peregrinación8.

En otro momento, se refirió a la Avemaría como una oración simple que los niños aprenden en las rodillas de sus madres, invocando a la Virgen «llena de gracia» y confiando en su intercesión6. Él enfatizó cómo esta oración es un recordatorio del misterioso don de Dios al hombre en la Encarnación del Verbo y cómo la condición de la vida mortal puede encontrar apoyo y protección en la Madre de Dios6.

Conclusión

La Avemaría es una oración fundamental que condensa la riqueza de la teología mariana y la devoción católica. Desde sus orígenes bíblicos hasta su forma actual, ha servido como un vehículo para la alabanza, la súplica y la meditación sobre el papel de María en la historia de la salvación. A través de ella, los fieles expresan su amor y confianza en la intercesión de la Madre de Dios, buscando su auxilio en la vida y en el momento decisivo de la muerte.

Citas

  1. Avemaría, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Avemaría. 2 3 4 5 6 7

  2. Artículo 2 el camino de la oración, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2676 (1992). 2 3 4 5

  3. Papa Juan Pablo II. Homenaje a la Estatua de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María (8 de diciembre de 1990) - Discurso (1990). 2

  4. Papa Juan Pablo II. Oración y Acto de Consagración a la Virgen María en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá (3 de julio de 1986) - Discurso, § 1 (1986). 2

  5. Papa Juan Pablo II. Consagración de Perú a «Nuestra Señora de la Evangelización» en la Catedral de Lima (14 de mayo de 1988) - Discurso (1988).

  6. Papa Juan Pablo II. Discurso al término del rezo del Rosario (El Santuario de Monte Berico, 7 de septiembre de 1991) - Discurso (1991). 2 3 4 5 6 7

  7. Una declaración del pater noster y del avemaría. - Recemos ahora el avemaría, Roberto Belarmino. Doctrina Christiana, § 17 (1597).

  8. Papa Juan Pablo II. Después del rezo del Santo Rosario en la Basílica Patriarcal de Santa María la Mayor (6 de junio de 1987) - Discurso (1987). 2 3 4 5

  9. Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. La Oración del Ángelus (2007). 2

  10. B3. Antífona (n. 229), Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de las Bendiciones), § 479. 2

  11. B1. Antífona (n. 229), Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de las Bendiciones), § 478.

  12. Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Exorcismis et Supplicationibus Quibusdam (Exorcismos y otras Súplicas), § 80. 2

  13. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 30 de septiembre de 1987 (1987). 2