Axis mundi (símbolos cristianos)
El axis mundi, o «eje del mundo», es un concepto que representa un punto central o pilar que conecta el cielo y la tierra. Aunque la expresión no es de origen cristiano, la imaginería y las ideas asociadas a un «centro cósmico» o un «punto de unión» son profundamente relevantes en el simbolismo cristiano, particularmente en la comprensión de la Cruz, la Iglesia y la liturgia. Estos símbolos cristianos reinterpretan el concepto universal del axis mundi a través de la lente de la redención y la manifestación de Dios en la historia humana, estableciendo a Cristo como el verdadero centro que reconcilia y une toda la creación.
La Cruz como Axis Mundi
En el cristianismo, la Cruz de Cristo es el principal y más potente símbolo que encarna la idea del axis mundi1,2. No es simplemente un instrumento de tortura, sino el medio a través del cual la salvación se extiende a toda la creación, uniendo lo divino y lo humano, el cielo y la tierra.
Conexión Cósmica de la Cruz
La Cruz abarca y reconcilia todas las cosas, uniendo lo que parecía impensable e imperdonable1. Los primeros teólogos cristianos, como San Ireneo, ya percibían el alcance cósmico de la Cruz. Ireneo enseñó que Cristo crucificado, siendo la Palabra de Dios, penetra el universo con una presencia invisible y abraza el mundo entero en sus dimensiones de anchura, longitud, altura y profundidad2. A través de la Cruz, Cristo está impreso en todas las cosas, guiando todo hacia el orden divino2.
San Justino Mártir, en su Primera Apología, vio una «profecía de la Cruz» en la antigua «idea de una cruz inscrita en el cosmos» de Platón, que a su vez se basaba en tradiciones pitagóricas y orientales2. Esta idea se relacionaba con movimientos astronómicos, como la intersección de la eclíptica y la órbita terrestre, que forman una «Chi» (X), la cual fue conectada con la imagen de la deidad2. Joseph Ratzinger (más tarde Papa Benedicto XVI) también destacó que el cosmos mismo «nos habla de la Cruz, y la Cruz nos resuelve el enigma del cosmos,» permitiendo leer el mensaje de Cristo en el lenguaje del universo y comprender la creación a través de Cristo2.
La Cruz y los Puntos Cardinales
Los pueblos indígenas, como los de Canadá, atribuyen un significado cósmico a los puntos cardinales, considerándolos dimensiones que abarcan toda la realidad y señalan el camino hacia la sanación, como en la «rueda de la medicina»1. La Iglesia Católica ha apropiado este simbolismo, dándole un significado cristológico1. Jesús, a través de los cuatro extremos de su cruz, ha abrazado los cuatro puntos cardinales, reuniendo a los pueblos más distantes y trayendo sanación y paz a todas las cosas, cumpliendo el plan de Dios de «reconciliar todas las cosas» (Col 1:20)1.
La Iglesia y la Liturgia como Manifestación del Axis Mundi
La Iglesia, tanto como comunidad de fieles como edificio sagrado, también se entiende simbólicamente como un axis mundi en el cristianismo, un lugar donde el cielo y la tierra se encuentran.
Arquitectura Eclesiástica
La propia estructura de las iglesias cristianas ha sido diseñada con un profundo simbolismo. Desde el siglo IV, ya en las Constituciones Apostólicas, se estableció que la iglesia debía construirse mirando hacia el Este3. Esta práctica, que perduró durante toda la Edad Media, se asocia con el saludo a la venida del «Sol de Justicia» o el «Oriente de lo alto», simbolizando la espera del Cristo que viene3,4. Orar hacia el Este significa ir al encuentro de Cristo que viene, y la liturgia orientada de esta manera se convierte en una entrada en la procesión de la historia hacia el futuro, hacia el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva4.
En la arquitectura, cada detalle de la iglesia puede tener un significado especial. Por ejemplo, la nave de la iglesia (del latín navis, barco) simboliza la barca de la Iglesia que lleva a los fieles a través de las tormentas del mundo hacia la salvación, un símbolo cristiano reconocido desde Clemente de Alejandría3. Las columnas representan a los Apóstoles, obispos y doctores; el pavimento simboliza el fundamento de la fe o la humildad de los pobres3. El altar, en particular, puede unir simbólicamente la tierra y el cielo, como en la arquitectura de algunas iglesias donde un tronco de árbol une la tierra con el altar, en el cual Jesús nos reconcilia en la Eucaristía, un «acto de amor cósmico» que une el cielo y la tierra1.
La Dimensión Cósmica de la Liturgia
La liturgia cristiana posee una dimensión cósmica esencial. No se realiza únicamente en el mundo creado por el hombre, sino que es siempre una «liturgia cósmica»4. En la oración, el cosmos se une a los fieles, esperando también su redención4. La orientación en la oración, especialmente hacia el Este (el Oriens), significa que «el cosmos y la historia de la salvación van unidos»4. Tradicionalmente, la importancia radicaba en que tanto el sacerdote como la congregación miraran en la misma dirección, como un pueblo peregrino que se dirige hacia Cristo que viene4.
En resumen, el concepto de axis mundi en el simbolismo cristiano se reinterpreta a través de la figura de Jesucristo y su Cruz, que se convierte en el verdadero eje que une lo divino y lo humano, el cielo y la tierra. La Iglesia, en su estructura y liturgia, también refleja esta realidad, actuando como un centro donde la gracia divina fluye y donde la creación entera se orienta hacia su redención en Cristo.
Citas
Papa Francisco. Viaje Apostólico a Canadá: Encuentro con los pueblos indígenas y los miembros de la Comunidad Parroquial del Sagrado Corazón (2022). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Geoffrey Wainwright. Un remedio para el relativismo: Las dimensiones cósmica, histórica y escatológica de la liturgia según el teólogo Joseph Ratzinger, § 12. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Simbolismo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simbolismo. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Geoffrey Wainwright. Un remedio para el relativismo: Las dimensiones cósmica, histórica y escatológica de la liturgia según el teólogo Joseph Ratzinger, § 8. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6