Beato
En la Iglesia Católica, el término «Beato» (del latín beatus, que significa «bendecido» o «feliz») se refiere a una persona que ha sido formalmente reconocida por la Iglesia como habiendo alcanzado la bienaventuranza celestial y, por lo tanto, es digna de veneración pública, aunque de forma limitada. Este reconocimiento es el segundo paso en el proceso de canonización, que eventualmente puede llevar a la santidad. La beatificación es un acto pontificio que permite el culto público de la persona en cuestión en lugares específicos o para ciertas comunidades, a diferencia de la canonización, que establece un culto universal en toda la Iglesia.
Tabla de contenido
El Proceso de Beatificación
El proceso para declarar a alguien Beato es riguroso y se lleva a cabo bajo la autoridad del Papa, aunque antiguamente los obispos podían conceder la beatificación en sus diócesis1. La beatificación es un paso crucial y a menudo el más complejo en el camino hacia la canonización2.
Fases Iniciales
El camino comienza con la reputación de santidad o martirio de un «Siervo de Dios». Un postulador general designa un vice-postulador para iniciar las investigaciones judiciales necesarias fuera de Roma, bajo la autoridad episcopal local2. Estas investigaciones son de varias clases:
Investigaciones Informativas: Recopilan pruebas sobre la reputación de santidad y los milagros atribuidos al Siervo de Dios. Pueden realizarse múltiples investigaciones si los testigos residen en diferentes diócesis2.
Procesos de non cultu: Se llevan a cabo para verificar que se han respetado los decretos del Papa Urbano VIII, los cuales prohíben el culto público a los Siervos de Dios antes de su beatificación. Estos procesos suelen ser dirigidos por el obispo de la diócesis donde se conservan las reliquias del Siervo de Dios2.
Procesos de diligentiarum: Tienen como objetivo examinar los escritos atribuidos a la persona cuya beatificación se estudia. Su número varía según las diócesis donde se encuentren dichos escritos2.
Examen de Virtudes y Milagros
Para los confesores (aquellos que vivieron una vida de virtud heroica pero no fueron mártires), es necesario demostrar la práctica de las virtudes en grado heroico. Para los mártires, se examina la autenticidad de su martirio, es decir, que murieron por odium fidei (odio a la fe)2.
Además, en el caso de los confesores, la Iglesia requiere la prueba de un milagro atribuido a la intercesión del Siervo de Dios después de su muerte. Este milagro debe ser médicamente inexplicable y científicamente verificable. Si en los procesos apostólicos se han mencionado milagros de forma general, se deben abrir nuevos procesos para probarlos de manera detallada. La discusión de los milagros sigue el mismo procedimiento que la discusión de las virtudes2.
Si las decisiones son favorables, la congregación emite un decreto, confirmado por el Papa, que anuncia la prueba de los milagros. Para el expediente ante la congregación preparatoria, se requieren y se imprimen las opiniones de dos médicos, uno elegido por el postulador y otro por la Congregación de Ritos. Finalmente, se celebra una reunión de la Congregación de Ritos para decidir si, dada la aprobación de las virtudes y los milagros, es prudente proceder con la solemnidad de la beatificación2.
La Declaración de Beato
Si la mayoría de los consultores son favorables, el Papa emite un decreto con este propósito. En la fecha designada por el Santo Padre, la solemne beatificación del Siervo de Dios tiene lugar en la Basílica de San Pedro en el Vaticano2. En esta ocasión, se emite un Breve Pontificio que permite el culto público y la veneración de la persona, quien ahora es conocida como Beato o Beata2.
Un Beato es, por tanto, una figura excepcional en quien la gracia de Dios y el alma humana se han encontrado de tal manera que han producido una vida admirable, un singular perfil de grandeza moral y espiritual que se conoce como santidad3,4. Ser declarado Beato significa ser digno de veneración, un culto permisivo, local y relativo, que implica admiración hacia quien ha reflejado de manera inusual y magnífica al Espíritu santificador. En esencia, ser Beato significa estar «salvo y glorioso»3,4.
La distinción entre la celebración de un Beato y un Santo generalmente implica que la del Beato está restringida a un área geográfica específica5.
Culto y Veneración
La beatificación otorga permiso para la veneración pública, pero con restricciones a ciertos lugares y ejercicios litúrgicos2,1. No es lícito rendir reverencia pública al Beato fuera del lugar para el cual se concedió el permiso, ni recitar un oficio en su honor, ni celebrar la Misa con oraciones que le hagan referencia, a menos que se tenga un indulto especial2.
En contraste, la canonización es un precepto del Romano Pontífice que ordena el culto público a un individuo por parte de la Iglesia Universal2. La canonización extiende la veneración del Beato a toda la Iglesia, haciéndolo un Santo1.
Ejemplos de Beatos
A lo largo de la historia de la Iglesia, muchos individuos han sido beatificados. Algunos ejemplos incluyen:
Beato Michele Rua: Un sacerdote salesiano, reconocido por su mansedumbre, bondad, deber y sacrificio6. Su beatificación fue motivo de gran alegría para la Familia Salesiana y la Iglesia de Turín6.
Beato Giacomo Berthieu: Sacerdote, religioso, misionero y mártir, cuya beatificación autoriza a la Iglesia a honrarlo como uno de sus mejores hijos, digno de la gloria eterna y de la intercesión7. Su sacrificio es visto como una manifestación de la presencia perenne de Cristo7.
Beato Odoardo Focherini: Un laico y padre de familia, testigo del Evangelio, que no dudó en anteponer el bien de sus hermanos al sacrificio de su propia vida. Su fiesta se celebra el 27 de diciembre8.
Beato Francisco Spoto: Un Beato que, como su Padre fundador Giacomo Cusmano, fue una «perla fulgidísima». Su martirio manifestó su plena participación en el sacrificio redentor de Jesús9.
Beato Maximiliano María Kolbe: Su beatificación en 1971 por el Papa Pablo VI lo reconoció como una figura excepcional, cuya vida fue un encuentro de la gracia divina y el alma humana, produciendo una existencia maravillosa y un reflejo magnífico del Espíritu santificador3,4.
La Iglesia, a través de la beatificación, glorifica y exalta a estas personas, pidiendo a los Beatos la fuerza para imitar su fe, esperanza y caridad10,11,12,13. Se les invoca para que bendigan sus patrias, la Iglesia peregrina y el mundo entero, que tiene hambre y sed de santidad10,11,12,13.
Conclusión
El título de Beato es un honor significativo dentro de la Iglesia Católica, marcando a un individuo como un modelo de santidad y un intercesor ante Dios. Es un paso vital en el proceso de discernimiento y reconocimiento que la Iglesia lleva a cabo para presentar a sus fieles ejemplos eminentes de vida cristiana, cuyo culto, aunque inicialmente restringido, sirve como inspiración y estímulo para la fe de todos los creyentes.
Citas
Los bienaventurados, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Los Bienaventurados. ↩ ↩2 ↩3
Beatificación y canonización, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Beatificación y Canonización. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
Beatificación del Padre Maximiliano María Kolbe, Papa Pablo VI. 17 de octubre de 1971: Beatificación del Padre Maximiliano María Kolbe (1971). ↩ ↩2 ↩3
Prefacio, Papa Pablo VI. Massimiliano Maria Kolbe (1894-1941) - Homilía de beatificación (1982). ↩ ↩2 ↩3
VI, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Calendarios y Notificación Propia (20 de septiembre de 1997), § 29 (1997). ↩
Bontà, mitezza, sacrificio, Papa Pablo VI. 29 de octubre de 1972: Solemne beatificación del Padre Michele Rua (1972). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. Giacomo Berthieu (1838-1896) - Homilía de beatificación (2012). ↩ ↩2
Dicasterio para las Causas de los Santos. Odoardo Focherini: Litterae Apostolicae (giugno 2013) (2013). ↩
Dicasterio para las Causas de los Santos. Francisco Spoto: Omelia di beatificazione (21 aprile 2007), §Homilía (2007). ↩
Papa Juan Pablo II. 22 de junio de 1980: Santa Messa per la proclamazione di cinque nuovi beati - Homilía, § 7 (1980). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Giuseppe de Anchieta (1534-1597) - Homilía de beatificación, § 7 (2014). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. François de Montmorency-Laval (1623-1708) - Homilía de beatificación, § 7 (2014). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Maria dell’Incarnazione Guyart (1599-1672) - Homilía de beatificación, § 7 (2014). ↩ ↩2