Canon de la Misa
El Canon de la Misa, conocido también como la Plegaria Eucarística, constituye la parte central y más sagrada de la liturgia eucarística en el Rito Romano, donde los dones del pan y el vino son consagrados en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Este segmento fundamental de la Misa de los Fieles se caracteriza por su antigüedad y su contenido inmutable, que ha permanecido prácticamente sin cambios desde el siglo VII, reflejando la continuidad de la tradición católica en la celebración del Sacrificio del Nuevo Testamento.
Tabla de contenido
Nombre y Ubicación del Canon
El término Canon (del griego kanon, que significa norma o regla) se emplea en el Misal Romano para designar la parte esencial de la Misa que se sitúa entre el Ofertorio y la Comunión1. En la liturgia antigua, se hacía una distinción entre la Misa de los Catecúmenos, que incluía letanías, lecturas bíblicas y colectas, y la Misa de los Fieles, que comprendía el Ofertorio, la Consagración, la Comunión y la despedida1. Nuestro Canon corresponde a la oración de Consagración, la gran plegaria eucarística dentro de la Misa de los Fieles1.
Históricamente, el nombre Canon se ha aplicado a diversos elementos, como el Canon de la Sagrada Escritura o los cánones de los concilios1. En el contexto litúrgico, su uso principal y universal en Occidente es para referirse a la plegaria eucarística de la Sagrada Liturgia1. Otros nombres que ha recibido esta parte de la Misa incluyen Legitimum, Prex, Agenda, Regula y Secretum Missæ1.
Según las rúbricas del Misal actual, el Canon comienza con el «Te Igitur» y concluye con el Amén antes del embolismo del Pater Noster (es decir, «omnis honor et gloria, per omnia sæcula sæculorum, Amen»)1. El Misal lleva el título «Canon Missæ» impreso después del Sanctus, y las rúbricas indican que «después del Prefacio, el Canon de la Misa comienza en secreto»1.
Aunque en la antigüedad el Prefacio era considerado parte del Canon, y así se indicaba en el Sacramentario Gelasiano con el encabezado «Incipit Canon Actionis» antes del Sursum Corda, alrededor del siglo VII se empezó a considerar que el Canon iniciaba con las oraciones secretas después del Sanctus1. El final del Canon también fue incierto, con algunas opiniones medievales que distinguían entre el «Canon Consecrationis» y el «Canon Communionis,» extendiendo este último hasta el final de la Comunión del pueblo1. Sin embargo, en los tiempos modernos, el término Canon se refiere exclusivamente al «Canon Consecrationis»1.
Historia del Canon
El Canon Romano ha permanecido inalterado desde el siglo VII1. Su revisión y organización final se atribuyen tradicionalmente a San Gregorio I (590-604), quien fue un gran organizador de toda la Liturgia Romana1.
Orígenes y Desarrollo Temprano
El Canon no es obra de una sola persona ni fue compuesto en un único momento, sino que representa la etapa final de un desarrollo gradual que se remonta a los primeros días de la Iglesia en Roma1. En el siglo I, la Iglesia de Roma celebraba la Eucaristía siguiendo las instrucciones de Cristo, con la presentación del pan y el vino en el Ofertorio, su consagración mediante las palabras de institución y una invocación del Espíritu Santo, la fracción del pan y la Comunión a los fieles1. Se sabe que esta Misa se decía originalmente en griego1.
Algunas de las oraciones que componen el Canon pueden rastrearse hasta fechas muy tempranas a través de referencias en las cartas de los Padres de la Iglesia1. Sin embargo, el orden actual de estas oraciones ha sido objeto de debate, sugiriéndose que en algún momento, quizás en el siglo V, el Canon pudo haber experimentado una reorganización de sus oraciones constituyentes sin que estas cambiaran en sí mismas1.
El nombre Canon para esta parte de la Misa ha sido de uso común desde el siglo VII1. Se ha especulado que la razón de su uso es que esta acción es la «confección lícita y regular del Sacramento», o que es la «regla firme según la cual se ha de celebrar el Sacrificio del Nuevo Testamento»1. También se ha propuesto que el Canon actual fue un compromiso entre las antiguas Anáforas griegas y las plegarias eucarísticas latinas variables usadas en Roma, y que fue establecido en el siglo IV, posiblemente por el Papa Dámaso (366-384)1. En este sentido, el nombre Canon significaría un estándar fijo al que todos debían conformarse, en contraste con las oraciones cambiantes utilizadas anteriormente1. Es notable que, a diferencia de las lecturas, colectas y el Prefacio de la Misa, que varían constantemente, el Canon es casi inmutable en cada Misa1. Otro nombre antiguo para el Canon es Actio, con agere (como el griego dran) a menudo significando «sacrificar»1.
El Canon post-Gregoriano
Desde la revisión de San Gregorio I, el Canon ha mantenido su forma y contenido esenciales1. Los Papas Clemente VIII (1592-1605), Urbano VIII (1623-1644) y León XIII (1878-1903) reeditaron el Misal, añadiendo Misas para nuevas fiestas o calendarios locales, pero sin afectar la parte del Canon1. El Canon que se recita hoy es el mismo que fue restaurado por San Pío V, que se remonta a los días de Gregorio I y cuya esencia se pierde en la neblina de los primeros siglos del cristianismo romano1. A pesar de las modificaciones y adiciones que han hecho crecer el tamaño del Misal, el Canon permanece inquebrantable en medio de un rito en constante evolución, siendo el centro y el núcleo de toda la liturgia1.
Texto y Rúbricas del Canon
El Canon de la Misa se recita en silencio en su totalidad1. El sacerdote debe escuchar su propia voz, especialmente al pronunciar las palabras de la Consagración, ya que la forma de todo sacramento debe ser sensible, pero no debe ser oído por los presentes1. Esta práctica de la recitación silenciosa surgió con la superposición de las partes del celebrante y el coro1. En la actualidad, el sacerdote no espera a que el coro termine su parte, sino que prosigue con sus oraciones, excepto en el Gloria y el Credo, donde debe cantar en voz alta una vez que el coro ha concluido1.
Antiguamente, el sacerdote no comenzaba el Canon hasta que terminaba el canto del Sanctus1. La necesidad de que el sacerdote en el altar dijera el Canon en voz baja surgió con el canto del Sanctus y el Benedictus1. Sin embargo, la no esencialidad de este silencio se demuestra en la concelebración, donde todos los concelebrantes dicen el Canon en voz alta1. También existen razones místicas para las oraciones silenciosas del Canon1.
El Canon, junto con el resto del Ordo Missæ, se encuentra impreso en el centro del Misal1. Hasta el siglo IX, solía estar hacia el final del Sacramentario, pero luego se trasladó al principio y, desde el siglo XI, se ha colocado consistentemente en el medio, donde permanece hasta hoy1. Esta ubicación es conveniente debido a su frecuente uso, y también se cree que una razón simbólica, la conexión entre el Sacrificio Eucarístico y los misterios de la Semana Santa, contribuyó a considerar este lugar el más adecuado1.
Estructura de la Plegaria Eucarística
La Plegaria Eucarística, que en los ritos orientales se denomina Anáfora, es esencialmente una larga oración1. La Plegaria Eucarística I, también conocida como Canon Romano, es la más antigua y venerable de todas las plegarias litúrgicas cristianas1.
Los principales componentes de la Plegaria Eucarística incluyen:
Prefacio: Aunque ya no se cuenta como parte del Canon en el Rito Romano moderno, el Prefacio es el inicio de la gran plegaria eucarística2. Introducido por el diálogo «Sursum corda» (Levantemos el corazón), comienza con las palabras «Vere dignum et justum est» (Verdaderamente es justo y necesario)1.
Sanctus: Inmediatamente después del Prefacio, la asamblea canta el Sanctus, con las palabras de los ángeles: «Sanctus, sanctus, sanctus» (Santo, Santo, Santo)1.
Te Igitur: Es la primera oración del Canon propiamente dicho1.
Commemoración de los vivos (Memento Domine): Se pide por los que viven, especialmente por el Papa, el obispo diocesano y todos los ortodoxos que profesan la fe católica y apostólica.
Communicantes: En esta sección se invoca la comunión con la Iglesia universal, mencionando a la Bienaventurada Virgen María, los Apóstoles y otros santos1.
Hanc Igitur: Esta oración solicita a Dios que acepte la ofrenda1. Se hacen pequeñas adiciones en esta y en la Communicantes en las fiestas más importantes1.
Consagración: Esta es la parte central, donde el sacerdote pronuncia las palabras de institución de la Eucaristía, que Cristo mismo dijo en la Última Cena. Incluye las palabras sobre el pan («Hoc est enim corpus meum…») y el vino («Hic est enim sanguis meus…»)1.
Anamnesis: El celebrante conmemora la Pasión, Resurrección y Ascensión de Cristo.
Epíclesis: Invocación al Espíritu Santo para que descienda sobre las ofrendas y las transforme.
Commemoración de los difuntos (Memento etiam): Se reza por los fieles difuntos.
Nobis Quoque Peccatoribus: Se pide humildemente por la propia salvación y la admisión en la compañía de los Apóstoles y los mártires.
Per quem haec omnia, Domine, semper bona creas: Oración final del Canon, culminando con la doxología «Per omnia sæcula sæculorum», a la que el coro responde «Amen»1.
El Pater Noster y la Fracción
Después de la Ekphonesis del Canon, se recita el Padre Nuestro, precedido por una breve cláusula (Præceptis salutaribus moniti) y seguido de un embolismo (Libera nos), que se dice en silencio y termina con una tercera ekphonesis2. A continuación, tiene lugar la Fracción del Pan, acompañada por el versículo «Pax domini sit semper vobiscum», que introduce el beso de la paz2. El coro canta el Agnus Dei mientras el celebrante reza la primera oración de Comunión antes de dar el beso al diácono2.
Interpretaciones Místicas
Las oraciones silenciosas del Canon, si bien tienen una justificación práctica histórica, también poseen razones místicas1. El carácter inmutable y arcaico de sus fórmulas, que se remontan a los primeros siglos de la Iglesia, resalta su profunda conexión con la tradición apostólica y el misterio central de la fe católica: el sacrificio eucarístico de Cristo. El Canon, como el núcleo de la liturgia, es un puente a través del tiempo, uniendo a los fieles de hoy con la fe y la práctica de las primeras comunidades cristianas1.
Conclusión
El Canon de la Misa es mucho más que una secuencia de oraciones; es la expresión más elevada de la fe eucarística de la Iglesia Romana. Su permanencia a lo largo de los siglos, su origen venerable y su profundo contenido teológico lo convierten en una pieza fundamental e inestimable de la liturgia católica, que continúa alimentando la vida espiritual de los fieles al hacer presente el sacrificio redentor de Cristo.
Citas
Canon de la misa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Canon de la Misa. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34 ↩35 ↩36 ↩37 ↩38 ↩39 ↩40 ↩41 ↩42 ↩43 ↩44 ↩45 ↩46 ↩47 ↩48 ↩49 ↩50 ↩51
Liturgia de la misa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Liturgia de la Misa. ↩ ↩2 ↩3 ↩4