Carisma
Un carisma, en la teología católica, es un don o gracia especial del Espíritu Santo concedido a un individuo o comunidad para el bien de la Iglesia y del mundo. Estos dones no son otorgados por mérito personal, sino por la benevolencia divina para edificar el Cuerpo de Cristo. Aunque pueden manifestarse de formas extraordinarias, muchos carismas son dones humildes y sencillos que contribuyen a la vitalidad apostólica y la santidad de la Iglesia. Su autenticidad y uso adecuado deben ser discernidos y estar en plena conformidad con la caridad y la autoridad eclesiástica.
Tabla de contenido
Naturaleza y Origen del Carisma
La palabra «carisma» proviene del griego chárisma, que significa «don generoso» o «gracia». En el Nuevo Testamento, se refiere específicamente a los dones divinos, especialmente aquellos que el Espíritu Santo distribuye según su voluntad para el bien común1,2. A diferencia de las gracias fundamentales como la gracia santificante o las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), que son indispensables para todo cristiano, un carisma individual no es necesariamente dado a todos1.
El Espíritu Santo actúa de diversas maneras para edificar el Cuerpo de Cristo en la caridad. Esto incluye la Palabra de Dios, el Bautismo, los sacramentos, las virtudes, y también las gracias especiales llamadas carismas, que capacitan a los fieles para diversas tareas y ministerios en la renovación y edificación de la Iglesia3. El Carisma es, en última instancia, un don del Padre, otorgado a través de la acción del Espíritu Santo, no por mérito, sino para el servicio de toda la comunidad4.
Tipos y Manifestaciones de Carismas
San Pablo enumera varios carismas, incluyendo la palabra de sabiduría, la palabra de ciencia, la fe, la gracia de sanación, el poder de obrar milagros, la profecía, el discernimiento de espíritus, diversas clases de lenguas y la interpretación de lenguas5. A estos se añaden los carismas de apóstoles, profetas, doctores, ayuda y gobierno5. El Espíritu Santo reparte estos dones especiales entre los fieles de todo rango6,2.
Los carismas pueden ser individuales o colectivos7. Los carismas individuales se encuentran ampliamente distribuidos en la Iglesia, con tal variedad de persona a persona que son difíciles de catalogar y requieren siempre un discernimiento por parte de la Iglesia7. Los carismas colectivos, en cambio, suelen ser concedidos a hombres y mujeres destinados a fundar obras eclesiales, como los institutos religiosos, que reciben su característica de los carismas de sus fundadores7. La acción del Espíritu se manifiesta en la multiplicidad y riqueza de los carismas que acompañan los ministerios, respondiendo a las necesidades de los tiempos y lugares, por ejemplo, en la ayuda a los pobres y enfermos, el consejo espiritual, la pacificación, la conversión de pecadores y la evangelización8.
Propósito y Función de los Carismas
El propósito principal de los carismas es el bien común y la edificación de la Iglesia6,9,2. No están destinados principalmente para la santificación personal del que los recibe, sino para el servicio de la comunidad6. Son gracias del Espíritu Santo que benefician directa o indirectamente a la Iglesia, orientados a su construcción, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo9.
Los carismas son una gracia maravillosamente rica para la vitalidad apostólica y la santidad de todo el Cuerpo de Cristo10. Hacen que los fieles estén «aptos y dispuestos para emprender diversas tareas y oficios para la renovación y la edificación de la Iglesia»3. Sin caridad, incluso los carismas más extraordinarios no tienen ninguna utilidad11. La caridad es la verdadera medida de todos los carismas10.
Carismas en la Vida Religiosa
En la vida religiosa, el carisma del fundador es de fundamental importancia. Los institutos religiosos, con sus respectivos carismas, son fruto del amor del Espíritu por la Iglesia12. El carisma fundacional es una experiencia del Espíritu transmitida a los discípulos para ser vivida, custodiada, profundizada y constantemente desarrollada en armonía con el Cuerpo de Cristo13,14. Esta diversidad de carismas fundacionales explica la variedad de institutos religiosos y su manera particular de observar los consejos evangélicos y su estilo de vida15.
La fidelidad al carisma fundacional y al patrimonio espiritual subsiguiente de cada instituto es esencial12,16. Los programas de formación en la vida religiosa a menudo incluyen el estudio y la reflexión sobre el fundador, el carisma y las constituciones del instituto, ya que una comprensión profunda del carisma conduce a una visión más clara de la identidad propia, facilitando la unidad y la comunión en la comunidad17. Es crucial preservar la identidad de cada instituto para evitar una situación indefinida y garantizar que los religiosos contribuyan a la vida de la Iglesia de manera clara y significativa13.
Discernimiento de Carismas
El discernimiento de carismas es siempre necesario18. La comunidad cristiana tiene derecho a ser informada por sus Pastores sobre la autenticidad de los carismas y la fiabilidad de quienes se presentan como sus portadores19. El Concilio Vaticano II ha recordado la necesidad de prudencia en este campo, especialmente cuando se trata de carismas extraordinarios19.
Ningún carisma está exento de ser referido y sometido a los pastores de la Iglesia19,18. Su oficio no es extinguir el Espíritu, sino probarlo todo y quedarse con lo bueno, para que todos los carismas diversos y complementarios trabajen juntos para el bien común18. Un auténtico carisma se reconoce por su sincera docilidad hacia los pastores de la Iglesia, y no puede suscitar rebelión ni provocar la ruptura de la unidad11.
Cualquier carisma auténtico implica un elemento de originalidad y una iniciativa especial para la vida espiritual de la Iglesia. Aunque a veces pueda parecer problemático, los verdaderos carismas se caracterizan por la fidelidad al Señor, la docilidad al Espíritu, la atención a las circunstancias, la voluntad de formar parte de la Iglesia, la subordinación a la jerarquía sagrada y la humildad frente a las adversidades20. El uso de los carismas en la comunidad eclesial debe seguir una regla sencilla: «Hágase todo para la edificación»11.
Conclusión
Los carismas son dones gratuitos del Espíritu Santo que enriquecen a la Iglesia y le permiten cumplir su misión en el mundo. Son fundamentales para la vitalidad apostólica y la santidad de la comunidad, y su diversidad refleja la riqueza del amor de Dios. Si bien se deben acoger con gratitud, su autenticidad y uso deben ser discernidos con prudencia, siempre en conformidad con la caridad y la autoridad eclesiástica, y siempre para el bien común.
Citas
B1. Los carismas según el Nuevo Testamento - Gracia y carisma, Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta Iuvenescit Ecclesia a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la relación entre los dones jerárquicos y carismáticos en la vida y en la misión de la Iglesia, § 4 (2016). ↩ ↩2
Párrafo 5. La comunión de los santos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 951 (1992). ↩ ↩2 ↩3
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 798 (1992). ↩ ↩2
Carismas de la Iglesia, Papa Francisco. Audiencia General del 1 de octubre de 2014 (2014). ↩
Carismas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Carismas. ↩ ↩2
Papa Francisco. Audiencia General del 20 de noviembre de 2024 - Ciclo de Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios hacia Jesús nuestra esperanza 14. Los dones de la Esposa. Los carismas, dones del Espíritu para uso común (2024). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 28 de septiembre de 1994, § 4 (1994). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 27 de febrero de 1991 (1991). ↩
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 799 (1992). ↩ ↩2
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 800 (1992). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de junio de 1992, § 6 (1992). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A los frailes capuchinos (7 de julio de 2000) - Discurso (2000). ↩ ↩2
Parte 1 - Algunos puntos doctrinales - Capítulo 3 - La vida religiosa en la comunión eclesial - El carácter distintivo de cada instituto, Sagrada Congregación para los Obispos. Mutuae Relationes - Directrices para las Mutuas Relaciones entre Obispos y Religiosos en la Iglesia, § 11 (1978). ↩ ↩2
B1. Formas de la vida religiosa - Los carismas de los fundadores, Papa Pablo VI. Evangelica Testificatio, § 11 (1971). ↩
Directrices sobre la formación en los institutos religiosos - 1. Consagración y formación religiosa - Institutos religiosos: una diversidad de dones a cultivar y mantener, Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Directrices sobre la Formación en los Institutos Religiosos, § 16 (1990). ↩
Papa Juan Pablo II. Mensaje a Rev. Camilo Maccise, Padre General de la Orden de los Carmelitas Descalzos (21 de abril de 2003) - Discurso, § 2 (2003). ↩
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Vida Fraterna en Comunidad, § 45 (1994). ↩
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 801 (1992). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 9 de marzo de 1994, § 6 (1994). ↩ ↩2 ↩3
Parte 1 - Algunos puntos doctrinales - Capítulo 3 - La vida religiosa en la comunión eclesial - Algunos signos de un verdadero «carisma», Sagrada Congregación para los Obispos. Mutuae Relationes - Directrices para las Mutuas Relaciones entre Obispos y Religiosos en la Iglesia, § 12 (1978). ↩