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Carmelitas

Carmelitas
Escudo de armas sencillo de la Orden Carmelita Blasón: Plata, una punta invertida Gules tres estrellas de David 2 y 1 contracambiadas. Escudo sencillo de la Orden Dominicana +Estrella de DavidBasado en este archivo. Tom Lemmens, CC0

La Orden de los Carmelitas, formalmente conocida como la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, es una de las órdenes mendicantes de la Iglesia Católica, con una rica historia que se remonta a los ermitaños que vivieron en el Monte Carmelo en Tierra Santa. Caracterizada por una profunda devoción a la Santísima Virgen María y una vida de oración contemplativa, la espiritualidad carmelita ha sido modelada por figuras prominentes como los profetas Elías y Eliseo, y más tarde por santos como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. A lo largo de los siglos, la orden ha experimentado reformas significativas y ha crecido hasta incluir ramas de monjas contemplativas y una Tercera Orden para laicos, todos unidos por el carisma carmelita de buscar la perfección en Cristo a través de la oración, la meditación de la Palabra de Dios, y el servicio a la Iglesia.

Tabla de contenido

Orígenes de la Orden Carmelita

La historia de la Orden Carmelita se entrelaza con la del Monte Carmelo en Tierra Santa, un lugar venerado desde tiempos antiguos. Aunque la orden misma ha sostenido tradicionalmente que sus fundadores son los profetas Elías y Eliseo, la investigación histórica moderna sitúa sus orígenes como orden organizada en la segunda mitad del siglo XII1.

Antes del establecimiento formal de la orden, ya existían en la Tierra Santa grupos de hombres, como los «Hijos de los Profetas» en tiempos de Samuel, que llevaban una vida comunitaria y se dedicaban al servicio de Dios, bajo la obediencia a superiores como Elías y Eliseo, ambos vinculados al Monte Carmelo1. Durante los siglos III y IV de la Era Cristiana, el Carmelo era un lugar de peregrinación, y Padres de la Iglesia como San Juan Crisóstomo, San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Jerónimo consideraban a Elías y Eliseo como modelos de perfección religiosa y patronos de ermitaños y monjes1.

Establecimiento en el Monte Carmelo

Hacia el año 1155, un monje de Calabria, inspirado por una aparición del Profeta Elías, reunió a unos diez ermitaños para llevar una vida religiosa en un pequeño monasterio cerca de la gruta del profeta en el Monte Carmelo1. Este evento marcó el inicio documentado de la comunidad carmelita. En 1210, el Patriarca de Jerusalén, San Alberto de Vercelli, residente en Tiro, redactó una fórmula de vida para estos ermitaños, que incluía la elección de un prior, la promesa de obediencia, la vida en celdas separadas dedicadas a la recitación del Oficio Divino y la meditación piadosa, el trabajo manual, y la abstinencia de carne, además de ayunos y períodos de silencio1,2. Esta regla fue aprobada por el Papa Inocencio IV en 1247, con algunas enmiendas2.

Los primeros carmelitas se centraron en la adoración a Jesucristo, inspirándose en los ejemplos de la Bienaventurada Virgen María y el Profeta Elías2. Se les conocía inicialmente como Fratres eremitæ de Monte Carmeli (Hermanos Ermitaños del Monte Carmelo), y más tarde, tras la construcción de una capilla en honor a Nuestra Señora, como Eremitæ Sanctæ Mariæ de Monte Carmeli (Ermitaños de Santa María del Monte Carmelo). Este título evolucionó a Fratres Ordinis Beatissimæ Virginis Mariæ de Monte Carmeli y, finalmente, a Fratres Ordinis Beatissimæ Dei Genitricus semperque Virginis Mariæ de Monte Carmeli1.

Migración a Europa y Cambios en la Regla

La toma del Monte Carmelo por los sarracenos en 1291 llevó a la masacre de los hermanos y la quema del convento, lo que impulsó la migración de los carmelitas a Europa1. Este período marcó una nueva etapa en la historia de la orden, que pasó de ser una orden puramente eremítica a una de las órdenes mendicantes1.

En un capítulo celebrado en Aylesford en 1247, San Simón Stock fue elegido general de la orden1. Se encontró en una situación difícil, ya que muchos prelados se negaban a reconocer la orden, creyendo que contravenía el Concilio de Letrán de 1215, que prohibía la institución de nuevas órdenes. Sin embargo, San Simón obtuvo de Inocencio IV una aprobación interina y ciertas modificaciones de la regla en 12471.

Estas modificaciones permitieron fundar conventos en ciudades, no solo en desiertos; se pasó de la vida solitaria a la vida comunitaria; las comidas se tomarían en común; la abstinencia se hizo menos estricta; el silencio se limitó al tiempo entre Completas y Prima del día siguiente; y se permitió la posesión de animales para viajar y transportar bienes. Así, la orden se transformó, adaptándose a las necesidades de los tiempos1.

Reformas Carmelitas

A lo largo de su historia, la Orden Carmelita ha experimentado diversas reformas, impulsadas por el deseo de volver a un espíritu más primitivo y una mayor observancia.

La Reforma Teresiana (Carmelitas Descalzos)

La reforma más influyente fue iniciada en el siglo XVI por Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila) y San Juan de la Cruz1. Santa Teresa, nacida en 1515, ingresó en el convento de la Encarnación en Ávila en 1535. Después de un período de enfermedades y pruebas espirituales, y deseando una vida más perfecta, descubrió que la regla primitiva carmelita buscaba la vida contemplativa y prescribía austeridades que se habían mitigado1.

En 1562, fundó un convento para trece monjas en su ciudad natal, marcando el inicio de los Carmelitas Descalzos. El general de la orden en ese momento, Rubeo, aprobó sus acciones y la animó a hacer más fundaciones. Con la ayuda de San Juan de la Cruz, la reforma se extendió también a los frailes1. Esta reforma buscó un retorno a la vida puramente contemplativa y a la antigua austeridad de la orden, enfatizando la oración mental como un camino hacia la unión con Dios1,2.

Otras Reformas

Otras reformas, como la del convento del Monte Olivet cerca de Génova en 1514, también buscaron un retorno a la vida contemplativa y la austeridad. Una reforma posterior, modelada en la de Santa Teresa, fue inaugurada en Rennes en 1604 por Philip Thibault y nueve compañeros. Esta reforma, a diferencia de otras, mantuvo una unión orgánica con el resto de la orden1.

Espiritualidad Carmelita

La espiritualidad carmelita se distingue por varios elementos clave, profundamente arraigados en su historia y en la vida de sus santos.

La Imitación de María y Elías

Los carmelitas buscan modelar sus vidas en el ejemplo de la Bienaventurada Virgen María y el Profeta Elías2,3,4. María es vista como aquella que supo abrirse a escuchar la Palabra de Dios y obedecer su voluntad, meditando en su corazón (cf. Lc 2, 19, 51) y avanzando en su peregrinación de fe hasta la cruz3,4. La piedad mariana es central, y los carmelitas son conocidos como los «Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo»1.

Elías, por su parte, es un modelo de celo por el Dios vivo y de experiencia profunda de la Presencia Divina, percibida como una «brisa ligera» (cf. 1 Re 19, 11-13)2. Su misión profética surgió de una experiencia ininterrumpida de Dios5.

Vida Contemplativa y Oración

La vocación carmelita se centra en la vida contemplativa y la búsqueda de la perfección en Cristo1,2. Los carmelitas, desde sus orígenes, dejaron todo para vivir adorando a Jesucristo y ser transformados por su amor2. Las comunidades carmelitas son consideradas «auténticas 'escuelas' de oración, donde el encuentro con Cristo se expresa no solo en implorar ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y devoción ardiente, hasta que el corazón verdaderamente 'se enamora'»2. La oración mental se volvió cada vez más universal en la orden, particularmente a través de la influencia de Santa Teresa y San Juan de la Cruz1.

La Palabra de Dios y la Cruz

La Regla Carmelita enfatiza la importancia de la Palabra de Dios, que debe abundar en los labios y corazones de los carmelitas2. Deben vivir obedeciendo la Palabra de Dios, atesorándola en sus corazones y meditándola diariamente2.

Asimismo, la espiritualidad carmelita implica una disposición a «vestirse con la armadura» para protegerse de las trampas del mundo. Esto incluye ceñirse con la castidad, fortificar el pecho con meditaciones santas, usar la justicia como coraza para amar a Dios y al prójimo, y tener la fe como escudo para apagar los dardos encendidos del maligno2. La unión con Cristo en su sufrimiento es también un aspecto importante, como lo vivió María al pie de la cruz3,4.

Ramas de la Orden Carmelita

La Familia Carmelita es amplia e incluye diversas ramas que comparten el mismo carisma fundamental.

Frailes Carmelitas (Calzados y Descalzos)

Originalmente, los Frailes Carmelitas se conocían como Carmelitas Calzados (O.Carm.). Sin embargo, la reforma teresiana dio origen a los Carmelitas Descalzos (OCD), quienes buscan una observancia más estricta de la regla primitiva1. La vida de un carmelita difiere según la rama a la que pertenezca y el convento en el que viva. Por ejemplo, la vida entre los Carmelitas Descalzos es más estricta, con abstinencia perpetua (excepto por debilidad o enfermedad) y el levantamiento nocturno para la recitación del Oficio Divino, en comparación con los Carmelitas Calzados, que han adaptado su regla a las necesidades de los tiempos1.

Monjas Carmelitas Contemplativas

A mediados del siglo XV, comunidades de beguinas se acercaron al Prior General de la orden, Juan Soreth, pidiendo ser afiliadas. Él les dio la regla y las constituciones de los frailes, añadiendo regulaciones especiales1. En 1452, el Papa Nicolás V concedió la facultad de establecer monjas de vida contemplativa en clausura papal, lo que marcó la incorporación oficial de las Monjas Carmelitas Contemplativas a la orden6,7. Su vida de sacrificio, soledad y oración se consideró beneficiosa para los frailes, recordándoles el espíritu primitivo y genuino de la orden6,7.

La Tercera Orden Carmelita

La misma bula papal de 1452 que estableció las monjas contemplativas también permitió la creación de la Tercera Orden Carmelita, compuesta por laicos deseosos de vivir la espiritualidad carmelita en el mundo6,5,8,7. Estos hombres y mujeres están llamados a santificar su actividad diaria mediante la fidelidad a sus promesas bautismales, la oración (especialmente la Eucaristía y la Liturgia de las Horas), y la imitación de Elías y María5,8. A través del uso del Escapulario, se unen a los demás miembros de la Orden Carmelita5,8.

Conclusión

La Orden Carmelita, con sus profundas raíces en el Monte Carmelo y su evolución a lo largo de los siglos, representa un camino espiritual centrado en la contemplación de Dios, la devoción mariana y la imitación de los grandes profetas bíblicos. Desde sus inicios como ermitaños hasta su expansión como orden mendicante y la posterior reforma teresiana, los carmelitas, ya sean frailes, monjas o laicos, han buscado incansablemente escalar «la montaña de la perfección»2, ofreciendo un testimonio creíble de la dimensión espiritual inherente a todo ser humano2. Su compromiso con la oración, la meditación de la Palabra de Dios y el servicio a la Iglesia sigue siendo una fuente de inspiración para la evangelización en el mundo contemporáneo5,8.

Citas

  1. La Orden Carmelita, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §La Orden Carmelita. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22

  2. Papa Benedicto XVI. Carta al Prior General de la Orden de los Frailes de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo con motivo del octavo centenario de la Formula Vitæ (14 de agosto de 2007) (2007). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  3. Papa Juan Pablo II. Mensaje a la Orden Carmelita (26 de marzo de 2001) - Discurso, § 2 (2001). 2 3

  4. Papa Juan Pablo II. Mensaje a la Orden Carmelita (26 de marzo de 2001), § 2 (2001). 2 3

  5. Papa Juan Pablo II. Mensaje a Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la incorporación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de los laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002) - Discurso, § 4 (2002). 2 3 4 5

  6. Papa Juan Pablo II. Mensaje a Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la incorporación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de los laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002), § 1 (2002). 2 3

  7. Papa Juan Pablo II. Mensaje a Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la incorporación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de los laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002) - Discurso, § 1 (2002). 2 3

  8. Papa Juan Pablo II. Mensaje a Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la incorporación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de los laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002), § 4 (2002). 2 3 4