Carta a Filemón

La Carta a Filemón es una de las epístolas más breves y personales del Nuevo Testamento, atribuida a San Pablo, que aborda temas profundos como la fraternidad cristiana, la reconciliación y la transformación de las relaciones humanas a la luz del Evangelio. Escrita durante su cautiverio, la carta intercede por Onésimo, un esclavo fugitivo convertido al cristianismo, ante su amo Filemón, instándole a recibirlo no como siervo sino como hermano en Cristo. Este texto, canónico en la tradición católica, ilustra el impacto del Evangelio en las estructuras sociales de la época, como la esclavitud, y ha influido en la doctrina social de la Iglesia, promoviendo la dignidad humana y la igualdad en la fe. El artículo explora su autenticidad, contexto histórico, estructura, interpretación teológica y relevancia en el Magisterio católico.
Tabla de contenido
Autenticidad y autoría
La Carta a Filemón se considera auténtica en la tradición católica y es una de las siete epístolas paulinas indiscutidas por los estudiosos bíblicos. San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, la redacta junto a su colaborador Timoteo, como se indica en el saludo inicial: «Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, al amado Filemón».1 Esta atribución se remonta a los primeros siglos del cristianismo, y no presenta dudas significativas en la exégesis católica moderna, que la sitúa cronológicamente entre los años 60 y 62 d.C., durante la prisión de Pablo en Roma o Éfeso.
La Iglesia Católica, en su interpretación oficial, afirma la inspiración divina de todas las epístolas paulinas, incluyendo esta, como parte del canon del Nuevo Testamento establecido en los concilios de Hipona (393) y Cartago (397). El Catecismo de la Iglesia Católica subraya que los textos sagrados, como esta carta, deben leerse en el contexto de la revelación divina, integrando historia y teología.2 Aunque breve, con solo 25 versículos, su autenticidad se refuerza por el estilo personal de Pablo, similar al de otras cartas como la Epístola a los Filipenses o Colosenses, con las que comparte vocabulario y temas eclesiales.
En debates exegéticos, algunos autores católicos, como Joseph Fitzmyer, destacan que la carta no busca una teología sistemática, sino una aplicación práctica del Evangelio, lo que confirma su origen paulino sin interpolaciones posteriores.3 La tradición patrística, desde Orígenes hasta San Juan Crisóstomo, la cita como obra genuina de Pablo, enfatizando su valor moral.
Contexto histórico
Situación de Pablo y el entorno apostólico
San Pablo escribe la carta desde la cárcel, probablemente en Roma alrededor del año 62 d.C., aunque algunos exegetas católicos proponen Éfeso como posible lugar de redacción durante una prisión anterior (alrededor del 55-57 d.C.).4 En este período, Pablo enfrenta persecuciones romanas, pero su ministerio continúa a través de cartas y colaboradores. La epístola forma parte de un grupo de textos enviados a comunidades de Asia Menor, como Colosas, donde residía Filemón.
El contexto socio-político del Imperio Romano era marcado por la desigualdad: la esclavitud era una institución legal y económica fundamental, con millones de personas reducidas a propiedad. Pablo, como judío convertido y ciudadano romano, navega entre la ley civil y la ética cristiana naciente. Su prisión no lo detiene; al contrario, la usa para evangelizar, como se ve en la conversión de Onésimo durante su encuentro con el apóstol.
Relación entre Filemón y Onésimo
Filemón era un cristiano acomodado de Colosas, posiblemente un líder de la comunidad eclesial local, cuya casa albergaba reuniones litúrgicas.5 Onésimo, cuyo nombre significa «útil», era su esclavo, quien probablemente huyó tras un conflicto o robo, como sugiere Pablo en el versículo 18. En Roma o Éfeso, Onésimo se encuentra con Pablo, se convierte al cristianismo y se convierte en un colaborador valioso, «útil» ahora para el apostolado.
La carta no detalla el motivo exacto de la fuga –si fue un runaway (fugitivo) o un truant (ausente temporal)– pero reconstrucciones históricas basadas en fuentes romanas indican que los esclavos enfrentaban castigos severos, como la crucifixión o la venta.6 Pablo envía a Onésimo de vuelta con la epístola, asumiendo la responsabilidad de cualquier deuda (versículos 18-19), transformando una situación legal en una oportunidad de gracia cristiana. Este acto refleja la tensión entre el orden romano y la subversión evangélica, sin rebelión directa, pero promoviendo una ética de igualdad espiritual.
Estructura y contenido
La Carta a Filemón sigue la estructura típica de las epístolas paulinas, adaptada a su tono personal y persuasivo: saludo, acción de gracias, cuerpo principal y despedida.
Saludo y acción de gracias (versículos 1-7)
Pablo se presenta como «prisionero de Cristo Jesús», enfatizando su autoridad apostólica derivada de la fe, no de la libertad civil. Dirige la carta no solo a Filemón, sino a Apia (posiblemente su esposa), Arquipo (un presbítero) y la iglesia en su casa, haciendo de la cuestión un asunto comunitario.7 En la acción de gracias, elogia la caridad de Filemón hacia los santos, preparando el terreno para la petición: «Oigo hablar de tu caridad y de la fe que tienes en el Señor Jesús hacia todos los santos» (versículo 5).
Cuerpo principal: la intercesión por Onésimo (versículos 8-21)
Aquí radica el núcleo de la carta. Pablo podría ordenar, pero prefiere «rogar por amor» (versículo 9), apelando a su condición de anciano y prisionero. Revela que Onésimo, antes «inútil» por su huida, es ahora «útil» en Cristo (versículos 11-12). Pide a Filemón recibirlo «ya no como a esclavo, sino más que como a esclavo, como a hermano amado» (versículo 16), un juego de palabras que subvierte la jerarquía social.
Pablo ofrece pagar cualquier deuda (versículos 18-19) y confía en que Filemón hará «más de lo que digo» (versículo 21), insinuando posiblemente la manumisión (liberación) de Onésimo. Este pasaje es un modelo de retórica paulina: humilde, pero firme, centrado en la koinonía (comunión) eclesial.
Despedida (versículos 22-25)
Pablo menciona planes para visitarlos, preparando su liberación, y cierra con una bendición: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu». Esta esperanza escatológica une el presente con la redención final.
Interpretación teológica
Temas principales
La carta trasciende su brevedad para abordar temas centrales del paulismo: la fraternidad en Cristo, que iguala a esclavos y libres (cf. Gálatas 3:28); la reconciliación, como eco del misterio pascual; y la providencia divina, que transforma el mal en bien (versículo 15: «Quizá se separó de ti por un tiempo para que lo recobrases para siempre»).
En la exégesis católica, se enfatiza el rol de la historia en la comprensión teológica: sin reconstruir el contexto de la esclavitud romana, el illocution (fuerza performativa) de la carta se pierde.8 Pablo no condena explícitamente la esclavitud –para evitar acusaciones de subversión–, pero planta semillas de su abolición al priorizar la dignidad bautismal. Temas como la caridad (agape) y la comunidad eclesial subrayan que el pecado contra un hermano afecta al cuerpo de Cristo entero.
En la tradición católica
Los Padres de la Iglesia, como San Juan Crisóstomo, interpretan la carta como un tratado sobre la gracia: Pablo actúa como mediador, imitando a Cristo que paga nuestra deuda con Dios.9 En la Edad Media, Santo Tomás de Aquino la cita en la Suma Teológica para ilustrar la obediencia voluntaria y la equidad en las relaciones humanas.
La exégesis moderna católica, influida por el Concilio Vaticano II, ve en ella un llamado a la lectura histórico-crítica: entender el «detrás del texto» (intención de Pablo) para actualizarlo en la fe.10 El Pontificio Instituto Bíblico destaca su relevancia para la antropología bíblica, donde la familia humana se redefine por la adopción en Cristo, no por estatus social.11
Influencia en la doctrina social de la Iglesia
La Carta a Filemón ha moldeado la enseñanza social católica, especialmente en materia de dignidad humana y abolición de la esclavitud. Pío VII la invocó en 1815 para condenar el tráfico de esclavos, y León XIII, en su encíclica In Plurimis (1888), la presenta como evidencia de que el cristianismo erradicó la esclavitud antigua al promover la hermandad evangélica: «No llaméis esclavo a ningún cristiano, a menos que lo sea del pecado».12
En el siglo XX, Pío XII en Evangelii Praecones (1951) y Juan Pablo II en Veritatis Splendor (1993) la citan contra formas modernas de esclavitud, como el trabajo forzado o la trata de personas, afirmando que reducir al ser humano a «mercancía» viola su dignidad.13 Benedicto XVI, en una homilía de 2010, la describe como semilla de la promoción humana, superando barreras sociales y prefigurando la abolición.14
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004) integra su mensaje en el principio de solidaridad, recordando que la fe transforma estructuras injustas desde dentro, como levadura en la masa. En contextos contemporáneos, se aplica a migraciones, explotación laboral y reconciliación étnica, promoviendo una ética de la acogida.
Referencias en el Magisterio y liturgia
El Magisterio católico cita frecuentemente la carta en documentos sobre ética social. En Rerum Novarum (1891), León XIII alude implícitamente a su espíritu al defender derechos de los trabajadores.15 El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1867) la relaciona con pecados que claman al cielo, como la opresión de los débiles, y en n. 2414 condena la esclavitud como atentado a la dignidad.16
Litúrgicamente, se lee en la fiesta de San Onésimo (16 de febrero) y en misas sobre fraternidad cristiana. Homilías papales, como la de Juan Pablo II en beatificaciones de 2004, la usan para exaltar la cruz como fuente de libertad y hermandad.17 En España, la Conferencia Episcopal la incluye en lecturas para catequesis sobre justicia social, alineada con encíclicas como Fratelli Tutti de Francisco (2020), que evoca su llamado a la fraternidad universal.
En resumen, la Carta a Filemón no solo es un testimonio de la pastoral paulina, sino un pilar de la antropología cristiana, invitando a la Iglesia a ser fermento de cambio en sociedades marcadas por la desigualdad. Su mensaje perdura como exhortación a vivir la caridad que une a todos en Cristo.
Citas
Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, James B. Prothro. Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, § 1. ↩
James B. Prothro. Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, § 8. ↩
James B. Prothro. Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, § 9. ↩
Conclusiones, James B. Prothro. Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, § 22. ↩
Historia, ilocución e interpretación cristiana de Filemón, James B. Prothro. Historia, ilocución y exégesis teológica: Leyendo la carta de Pablo a Filemón, § 7. ↩
V. Orientaciones prácticas para el uso de este Catecismo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 19. ↩
Sección Segunda: Los Diez Mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2064. ↩
Sección Primera: La vocación del hombre: La vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1867. ↩
III. La finalidad y los destinatarios de este Catecismo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 11. ↩
VI. Adaptaciones necesarias, Catecismo de la Iglesia Católica, § 25. ↩
Dicasterio para las Causas de los Santos. Pina Suriano: Homilía en la Beatificación (5 de septiembre de 2004), §Homilía (2004). ↩
Dicasterio para las Causas de los Santos. Pere Tarrés i Claret: Homilía de beatificación (5 de septiembre de 2004), §Homilía (2004). ↩
Dicasterio para las Causas de los Santos. Alberto Marvelli: Homilía de beatificación (5 de septiembre de 2004), §Homilía (2004). ↩
Papa Benedicto XVI. 5 de septiembre de 2010: Visita pastoral a Carpineto Romano - Celebración eucarística en la Plaza Monti Lepini, § 5 de septiembre de 2010: Visita pastoral a Carpineto Romano - Celebración eucarística en la Plaza Monti Lepini (2010). ↩
Capítulo tercero - La familia humana - Las indicaciones pastorales de la tradición apostólica, Comisión Bíblica Pontificia. «¿Qué es el hombre?» (Sal 8,5). Un itinerario de antropología bíblica, § 232 (2019). ↩
Sección Primera: La economía sacramental, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1208. ↩
Sección Segunda: Los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1679. ↩
