Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Carta a los Colosenses

Carta a los Colosenses
la primera de las epístolas a los Colosenses. Dominio público.

La Carta a los Colosenses, también conocida como Epístola a los Colosenses, es una de las siete epístolas paulinas del Nuevo Testamento, atribuida tradicionalmente a San Pablo. Escrita probablemente desde Roma alrededor del año 61 d.C., esta carta se dirige a la comunidad cristiana de Colosas, una ciudad de Frigia en Asia Menor, para fortalecer su fe frente a influencias heréticas y exaltar la primacía de Cristo. El documento destaca por su profunda cristología, presentando a Jesús como la imagen del Dios invisible y cabeza de la Iglesia, mientras refuta enseñanzas falsas que mezclaban elementos judíos, filosóficos y paganos. En la tradición católica, esta epístola subraya la suficiencia de la redención en Cristo, la unidad de los creyentes y la llamada a una vida ética transformada por la gracia, influyendo en la doctrina sobre la Eucaristía, el bautismo y la moral cristiana.

Tabla de contenido

Autenticidad y autoría

La tradición de la Iglesia Católica ha atribuido la Carta a los Colosenses a San Pablo Apóstol desde los primeros siglos del cristianismo. Esta epístola forma parte del canon neotestamentario reconocido en concilios como el de Hipona (393) y el de Cartago (397), y su autenticidad paulina se defiende en la exégesis católica moderna. Aunque algunos estudiosos protestantes han cuestionado su origen directo por diferencias estilísticas con otras cartas indiscutidamente paulinas, la Iglesia mantiene que Pablo la escribió durante su cautiverio en Roma, posiblemente en colaboración con un amanuense, como era común en la época.1

El texto mismo indica que Pablo, junto con Timoteo (Col 1:1), es el autor, y menciona a colaboradores como Epafra (Col 1:7; 4:12), quien fundó la comunidad colosense, y Onésimo (Col 4:9), el esclavo liberado de Filemón. La encíclica Dei Verbum del Concilio Vaticano II reafirma la inspiración divina de todas las epístolas paulinas, incluyendo esta, como parte de la Sagrada Escritura que transmite la revelación de Dios.2 En la tradición patrística, autores como San Ireneo de Lyon y Orígenes la citan como obra de Pablo, integrándola en la reflexión teológica sobre la divinidad de Cristo.

Contexto histórico y destinatarios

Colosas era una antigua ciudad de Frigia, en la actual Turquía, situada en la región de Asia Menor, a unos once kilómetros de Laodicea y cerca del río Lico. En el siglo I, era un centro comercial conocido por su producción de lana teñida de color púrpura, pero había declinado en importancia frente a ciudades vecinas como Laodicea y Hierápolis.3 La comunidad cristiana de Colosas no fue fundada directamente por Pablo, quien nunca visitó la ciudad (Col 2:1), sino por Epafra, un discípulo nativo de la zona que probablemente se convirtió durante el tercer viaje misionero de Pablo en Éfeso (Hch 19:10).4

La carta se escribe en un contexto de tensiones internas: la iglesia colosense, compuesta mayoritariamente por gentiles convertidos con un pequeño núcleo judío, enfrentaba influencias de falsos maestros que promovían una «filosofía» sincrética. Estas enseñanzas mezclaban elementos del judaísmo helenizado, prácticas ascéticas extremas, veneración supersticiosa de ángeles y especulaciones gnósticas incipientes, amenazando la pureza de la fe en Cristo.2 Pablo, enterado por Epafra durante su prisión, envía la carta para corregir estos desvíos y afirmar la centralidad de la Cruz. El trasfondo cultural de Colosas, influido por el paganismo frigio y el sincretismo helenístico, resalta la urgencia de la exhortación paulina a rechazar «tradiciones humanas» y «elementos del mundo» (Col 2:8).5

Estructura de la carta

La Epístola a los Colosenses se divide en dos partes principales: una sección dogmático-polemica (caps. 1-2) y otra parenética o moral (caps. 3-4). Su estructura es concisa, con solo cuatro capítulos, pero rica en teología, comenzando con un saludo y un himno cristológico, y concluyendo con saludos personales.2

Primera parte: Doctrina y refutación de errores

La carta inicia con una acción de gracias (Col 1:3-8) por la fe, esperanza y amor de los colosenses, atribuidos a la predicación de Epafra. Sigue un himno cristológico (Col 1:15-20), considerado uno de los textos más elevados del Nuevo Testamento, que presenta a Cristo como «imagen del Dios invisible», «primogénito de toda criatura» y reconciliador de la creación mediante su sangre.4,6 Este himno, posiblemente un canto litúrgico preexistente adaptado por Pablo, enfatiza la preexistencia eterna de Cristo, su rol en la creación y su primacía sobre todo poder angélico.1

En el capítulo 2, Pablo profundiza en la «plenitud del misterio de Dios» (Col 2:2), identificándolo con Cristo, en quien «están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:3).5,7 Aquí refuta explícitamente las herejías: advierte contra la «filosofía vana y engaño» basada en tradiciones humanas y «rudimentos del mundo» (Col 2:8), no en Cristo, en quien habita corporalmente «toda la plenitud de la divinidad» (Col 2:9). Rechaza el culto supersticioso a los ángeles (Col 2:18), que no implica una condena a la devoción católica legítima, sino a prácticas idolátricas que rebajan a Cristo.2 Además, explica el bautismo como «circuncisión espiritual» (Col 2:11-12), que sepulta al pecado y resucita al creyente con Cristo, haciendo innecesarias las observancias judías.8

Segunda parte: Exhortaciones prácticas

Los capítulos 3 y 4 aplican la doctrina a la vida cotidiana. Pablo insta a «buscar las cosas de arriba» (Col 3:1), donde está Cristo, y a despojarse del «hombre viejo» con sus vicios para revestirse del «hombre nuevo» (Col 3:9-10), renovado en el conocimiento según la imagen de su Creador.1 Destaca virtudes como la misericordia, la humildad y el amor (Col 3:12-14), y regula la vida familiar y social: esposos, esposas, padres, hijos, señores y esclavos deben actuar «en el Señor» (Col 3:18-4:1), promoviendo la igualdad en Cristo que trasciende divisiones étnicas o sociales (Col 3:11).9

La carta concluye con recomendaciones prácticas: orar con perseverancia (Col 4:2-4), caminar con sabiduría hacia los de fuera (Col 4:5) y usar salmos e himnos para la alabanza (Col 3:16). Incluye saludos de compañeros como Aristarco, Marcos, Jesús Justo, Lucas y Demas (Col 4:10-14), y una instrucción única: intercambiar esta carta con la de Laodicea (Col 4:16), sugiriendo una circulación epistolar en las iglesias asiáticas.10

Temas teológicos principales

La Carta a los Colosenses es un tesoro de doctrina católica, centrada en la persona y obra de Cristo, con implicaciones para la eclesiología, la soteriología y la ética.

Cristología: Cristo como plenitud de Dios

El corazón de la epístola es su cristología himnal, que afirma la divinidad de Cristo contra cualquier subordinación. Él es el «primogénito de toda la creación» (Col 1:15), por quien y para quien todo fue creado, visible e invisible, tronos y dominaciones (Col 1:16). Como «cabeza del cuerpo, de la Iglesia» (Col 1:18), es el principio de la resurrección y reconciliador universal mediante la paz de su cruz (Col 1:20).6 Esta enseñanza prefigura dogmas como el de Nicea (325), que condena el arrianismo al proclamar a Cristo consustancial al Padre.

En la tradición católica, este himno inspira la liturgia, como en el Oficio de Lecturas, donde se canta para exaltar a Cristo como imagen del Padre invisible.4 Pablo subraya que en Cristo «habita corporalmente toda la plenitud» (Col 2:9), refutando gnosticismos que negaban la encarnación, y vinculando la redención a su humanidad.1

Refutación de herejías y unidad en Cristo

Pablo combate una «filosofía» herética que promovía ascetismo riguroso, sabbats y novilunios como medios de salvación (Col 2:16-23), declarando que tales prácticas carecen de valor contra la «satisfacción de la carne» y no honran a Cristo.2 No condena la filosofía per se, sino su versión vana, opuesta a la sabiduría evangélica. La carta enseña la suficiencia de Cristo: los colosenses, antes «muertos en delitos» (Col 2:13), han sido vivificados por su perdón, sin necesidad de mediaciones angélicas supersticiosas.5

Esta polémica resalta la unidad de la Iglesia: judíos y gentiles son uno en Cristo (Col 3:11), rompiendo barreras, como se desarrolla en Efesios.9 En la doctrina católica, esto apoya la universalidad de la salvación y la rechazo de sectarismos.

Vida cristiana y moral transformada

La epístola llama a una ética arraigada en Cristo: los creyentes deben «andar en él, arraigados y edificados en él» (Col 2:6-7), con gratitud abundante.5 La renovación mental (Col 1:21-22) lleva a obras buenas, reflejando la imagen de Dios.1 Temas como el matrimonio cristiano (Col 3:18-19) y la liberación de la esclavitud espiritual (Col 3:22-4:1) anticipan encíclicas sociales como Rerum Novarum. Pablo enfatiza la oración y el testimonio (Col 4:2-6), integrando fe y vida diaria.

Interpretación en la tradición católica

Desde los Padres de la Iglesia, la Carta a los Colosenses ha sido interpretada como un manual de cristología ortodoxa. San Juan Crisóstomo la comenta en homilías, destacando el himno como alabanza a la creación ex novo. Santo Tomás de Aquino, en su Super Epistolas S. Pauli, explica la circuncisión espiritual como bautismo que despoja el «cuerpo de la carne» (Col 2:11), liberando del pecado original.8 En la era moderna, Papa Juan Pablo II la presentó en audiencias (1984 y 2004) como clave para renovar la cultura humana a la luz de Cristo, contra el relativismo.7,6

El Concilio Vaticano II, en Lumen Gentium, cita Colosenses para afirmar a Cristo como cabeza de la Iglesia (n. 7), y en la eucaristía, el himno inspira la doxología del Canon Romano. En ética, influye en documentos como Gaudium et Spes, que ve en Cristo la reconciliación cósmica (n. 58).7 La carta también se lee en la liturgia dominical, fomentando la devoción mariana indirecta al exaltar la «imagen» de Dios, prefigurando a María como Theotokos.

Influencia litúrgica y cultural

En la liturgia católica, fragmentos de Colosenses se usan en misas y oficios, como Col 1:12-20 en la fiesta de Cristo Rey. Ha inspirado arte, como mosaicos bizantinos del himno, y música sacra, incluyendo motetes renacentistas. En España, durante la Contrarreforma, teólogos como San Juan de Ávila la emplearon para combatir el protestantismo, enfatizando la gracia sacramental.

Culturalmente, resuena en la teología de la liberación católica, al promover justicia social en Cristo, y en la bioética, al dignificar el cuerpo humano como templo del Espíritu (Col 1:22). Su mensaje de plenitud en Cristo ofrece esperanza en tiempos de crisis, como pandemias o secularismo.

En resumen, la Carta a los Colosenses permanece como pilar de la fe católica, invitando a los fieles a centrarse en Cristo para una vida plena y unida. Su profundidad teológica y exhortaciones prácticas continúan guiando a la Iglesia en su misión evangelizadora.

Citas

  1. Isaac Augustine Morales, O.P. La Cristología de la Imago de Aquino y la Interpretación Teológica de la Escritura, § 23. 2 3 4 5

  2. Epístola a los Colosenses, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Epístola a los Colosenses. 2 3 4 5

  3. Colosas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Colosas.

  4. Himno cristológico en el primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Colosenses, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 5 de mayo de 2004, § 1 (2004). 2 3

  5. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Colosenses 2. 2 3 4

  6. Himno de la Carta a los Colosenses (Col 1:3, 12-20) Primogénito de toda la creación, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de noviembre de 2004, § 1 (2004). 2 3

  7. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 8 de febrero de 1984 (1984). 2 3

  8. Capítulo 2, Tomás de Aquino. Comentario a los Colosenses, § 2:11. 2

  9. Parte cuatro - Leyendo el Nuevo Testamento, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 67 (2005). 2

  10. Capítulo 4, Tomás de Aquino. Comentario a los Colosenses, § 4:16.