Carta a los Romanos

La Carta a los Romanos es una de las epístolas más importantes del Nuevo Testamento, atribuida a San Pablo y dirigida a la comunidad cristiana de Roma. Este documento teológico profundiza en temas fundamentales como la justificación por la fe, la gracia de Dios, el papel de la ley mosaica y la salvación universal, ofreciendo una exposición sistemática de la doctrina cristiana. En la tradición católica, se considera un pilar para entender la fe, la esperanza y la caridad, influyendo en teólogos como Santo Tomás de Aquino y en documentos magisteriales como el Catecismo de la Iglesia Católica. El artículo explora su autenticidad, estructura, contenido, importancia histórica y recepción en la Iglesia, destacando su relevancia para la vida espiritual contemporánea.
Tabla de contenido
Introducción
La Carta a los Romanos, también conocida como Epístola a los Romanos, forma parte del corpus paulino en el Nuevo Testamento y se sitúa como la primera de las epístolas mayores en el canon bíblico. Escrita por San Pablo, Apóstol de los Gentiles, alrededor del año 57-58 d.C., esta carta no es un tratado abstracto, sino una misiva pastoral dirigida a una comunidad que Pablo no fundó, pero a la que deseaba visitar para fortalecer su fe y obtener apoyo para su misión en España.1 La Iglesia Católica la reconoce como inspirada y canónica, un texto clave para la comprensión de la redención en Cristo, que une a judíos y gentiles en un solo pueblo de Dios.
En el contexto del Imperio Romano, la comunidad de Roma era diversa, compuesta por judíos y gentiles convertidos, posiblemente influida por la expulsión de judíos bajo Claudio en el 49 d.C. Pablo escribe desde Corinto, en su tercer viaje misionero, para preparar su llegada y resolver tensiones entre facciones. Su enfoque teológico resalta la justicia de Dios revelada en el Evangelio, un tema central que permea toda la carta y que ha moldeado la doctrina católica sobre la gracia y la fe.2
Autenticidad e Integridad
La autenticidad de la Carta a los Romanos está sólidamente establecida en la tradición católica. Desde los primeros siglos, figuras como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía e Ireneo la citan como obra de Pablo, integrándola en el canon neotestamentario. La Comisión Bíblica, en su respuesta del 12 de junio de 1913, afirma que las epístolas paulinas, incluyendo Romanos, son auténticas y reflejan la personalidad del Apóstol, con su estilo dictado y su énfasis en la misión gentil.3
Críticos modernos han cuestionado su unidad, sugiriendo interpolaciones o fusiones con otras epístolas, como la efesios. Sin embargo, la Iglesia rechaza estas hipótesis, argumentando que las irregularidades lingüísticas se deben al método de dictado de Pablo y a la preservación textual imperfecta.1 Respecto a la integridad, los capítulos 15 y 16 han sido debatidos: Marción omitió partes, y la escuela de Tubinga los rechazó. No obstante, estos capítulos fluyen lógicamente del tema central, con el capítulo 15 concluyendo las exhortaciones prácticas y el 16 ofreciendo saludos personales que confirman el destino romano.1 El Magisterio católico, apoyado en la tradición patrística, defiende la integridad total, viendo en ella la voz auténtica de Pablo.
En la exégesis católica contemporánea, como en los comentarios de Luke Timothy Johnson, se enfatiza que Romanos no es un compendio teológico abstracto, sino una carta retórica práctica para unir a la comunidad.4 Esto refuerza su autenticidad como documento vivo de la fe apostólica.
Fecha y Circunstancias de Composición
La carta se compuso hacia el final del tercer viaje misionero de Pablo, probablemente en el invierno del 57-58 d.C., en Corinto o Cencreas.1 Pablo menciona haber completado su labor en el Oriente hasta Ilírico (actual Albania) y planea llevar la colecta de las iglesias gentiles a Jerusalén antes de visitar Roma y partir hacia España (Rom 15:19-28). Esto coincide con los Hechos de los Apóstoles, que sitúan su detención en Jerusalén poco después (Hch 21-24). La cronología se basa en la duración de su prisión en Cesarea (dos años bajo Félix, entre 58-61 d.C.) y referencias históricas como la proconsulado de Galión en Acaya (alrededor del 52 d.C.).1
Las circunstancias revelan a Pablo como un misionero maduro, con más de diez años de experiencia, consciente de las tensiones en Roma tras el regreso de judíos expulsados. Envía la carta con Febe, diaconisa de Cencreas (Rom 16:1), para preparar su recepción. Su intención no es fundar, sino conectar con una Iglesia ya establecida, cuya fe era proclamada en todo el mundo (Rom 1:8). Esta datación, confirmada por la tradición eclesiástica, subraya el contexto histórico de la expansión cristiana en el Imperio.1
Estructura y Contenido
La Carta a los Romanos se divide en dos partes principales: teológica (caps. 1-11) y práctica (caps. 12-16), con un saludo inicial y una doxología final. Pablo emplea un estilo retórico judío, con alusiones al Antiguo Testamento, para argumentar la universalidad de la salvación.
Saludo y Tema Principal (Romanos 1:1-17)
Pablo se presenta como siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol para predicar el Evangelio prometido en las Escrituras (Rom 1:1-7). Saluda a la Iglesia de Roma, amada por Dios y santificada en Cristo, destacando la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo.1 En los versos 16-17, anuncia el tema central: No me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: del judío primeramente y también del griego. En él se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe. Esta propositio establece la fe como clave de la justificación, un concepto que Santo Tomás de Aquino interpreta como la gracia de Cristo en sí misma.5
La Necesidad de la Salvación (Romanos 1:18-3:20)
Pablo describe la ira de Dios contra la impiedad humana, que rechaza al Creador por ídolos (Rom 1:18-32). Extiende esto a judíos y gentiles: todos pecaron y están bajo el poder del pecado (Rom 3:9-20). No hay distinción; la ley mosaica acusa, pero no justifica. Esta sección subraya la universalidad del pecado, preparando el terreno para la revelación de la gracia.6
La Justificación por la Fe (Romanos 3:21-5:21)
Aquí radica el núcleo teológico: la justicia de Dios se manifiesta aparte de la ley, por la fe en Jesucristo (Rom 3:21-26). Pablo usa el ejemplo de Abraham, justificado por la fe antes de la circuncisión (Rom 4:1-25), y contrasta la ley con la gracia. En Romanos 5, la reconciliación por Cristo supera el pecado de Adán: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rom 5:20).7 El Catecismo cita estos pasajes para explicar la redención como victoria sobre el pecado.7
La Vida en el Espíritu y la Libertad del Pecado (Romanos 6:1-8:39)
Pablo exhorta a no pecar bajo la gracia, pues los bautizados han muerto al pecado y viven para Dios (Rom 6:1-14). La ley excita el pecado, pero el Espíritu libera (Rom 7:7-25; 8:1-17). El capítulo 8 culmina en la esperanza de la glorificación: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Rom 8:16), un texto clave para la filiación divina en la doctrina católica.8
El Misterio de Israel (Romanos 9:1-11:36)
Pablo lamenta la incredulidad de muchos judíos, pero afirma la elección de Dios (Rom 9:1-29). No es fracaso de la palabra de Dios; la fe, no las obras de la ley, define al verdadero Israel (Rom 9:30-10:21). En Romanos 11, los gentiles son injertados en el olivo de Israel, y todo Israel será salvo (Rom 11:26), interpretado por la Iglesia como esperanza en la conversión final de los judíos.9 Esto evita el supersesionismo estricto, enfatizando la continuidad del plan divino.10
Exhortaciones Prácticas (Romanos 12:1-15:13)
Pablo urge a ofrecer el cuerpo como sacrificio vivo (Rom 12:1), vivir en caridad y someterse a las autoridades (Rom 13:1-7). Aboga por la tolerancia entre fuertes (gentiles) y débiles (judíos observantes) en cuestiones como alimentos (Rom 14:1-15:13), modelado en Cristo, ministro de la circuncisión.1
Conclusión y Saludos (Romanos 15:14-16:27)
Pablo defiende su ministerio y planes (Rom 15:14-33), recomendando a Febe y saludando a colaboradores como Priscila y Aquila (Rom 16:3-15). Advierte contra divisiones y concluye con una doxología (Rom 16:25-27).1
Importancia Teológica
En la teología católica, Romanos es fundamental para la doctrina de la justificación. El Concilio de Trento, citando Romanos 5:5, enseña que la fe se forma por la caridad mediante el Espíritu Santo.11 Santo Tomás de Aquino, en su Comentario a Romanos, ve la carta como exposición de la gracia de Cristo: necesaria y suficiente para la salvación, incongruente para el indigno pero transformadora.5 Temas como la fe y esperanza (Rom 4:18; 8:24-25) inspiran encíclicas como Spe Salvi de Benedicto XVI.12
La carta integra la creación en la redención: La creación entera gime (Rom 8:22), un texto usado por Juan Pablo II para una teología del cuerpo escatológica.13 Rechaza el pelagianismo al afirmar la primacía de la gracia, y promueve la ecumenidad al unir judíos y gentiles.6
Recepción en la Tradición Católica
Desde los Padres, como Orígenes y Basilio el Grande, que ven en Romanos 5:5 la caridad infundida por el Espíritu,12,11 hasta Aquino, quien la divide en poder, origen y uso de la gracia,14 la carta ha sido exegética base. El Catecismo la cita abundantemente: para la fe (CCC 161), la justificación (CCC 1987-1995) y la oración (CCC 2819).2,8,15 En homilías papales, como la de Juan Pablo II en 1985, se resalta su llamado a la fraternidad en Cristo.16
En el ecumenismo, Romanos 9-11 fomenta el diálogo judío-cristiano, como en Nostra Aetate. Su influencia perdura en la liturgia, lecturas dominicales y teología moral.
Influencia Histórica y Actual
Históricamente, Romanos impulsó conversiones como la de San Agustín en 386 d.C. y la Reforma, aunque Lutero la interpretó de modo individualista, contrastando con la visión católica de fe-caridad.11 Hoy, en un mundo secular, invita a la esperanza contra el pecado (Rom 8:37-39) y a la caridad social (Rom 13:8-10). Para los católicos, es un llamado a la misión, recordando que la salvación es para todo el que cree.4
Citas
Epístola a los Romanos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Epístola a los Romanos. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Sección Segunda los Diez Mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2543. ↩ ↩2
El autor, la integridad y el tiempo de composición de las cartas pastorales de Pablo Apóstol - Respuesta de la comisión bíblica, 12 de junio de 1913, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 3590. ↩
Varios Autores. Reseñas de Libros: Nova et Vetera, Edición Inglesa, Vol. 1, No. 2, § 34. ↩ ↩2
La fe en Cristo y las obras de la ley en los comentarios de Aquino sobre Gálatas y Romanos, Michael Dauphinais. El amor como la ley del don: Leyendo a Pablo con John Barclay y Aquino, § 20. ↩ ↩2
Varios Autores. Reseñas de Libros: Nova et Vetera, Edición Inglesa, Vol. 1, No. 2, § 35. ↩ ↩2
Sección Segunda I. Los Credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 420. ↩ ↩2
Sección Primera la vocación del hombre: la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2012. ↩ ↩2
Sección Primera «Creo» - «Creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 72. ↩
¿Excluyen las enseñanzas magisteriales de la Iglesia la visión de cumplimiento? Gavin D’Costa. El Misterio de Israel: Judíos, Católicos Hebreos, Judaísmo Mesiánico, la Iglesia Católica y las Leyes Ceremoniales Mosaicas, § 7. ↩
Robert Louis Wilken. Fides Caritate Formata: La fe formada por el amor, § 10. ↩ ↩2 ↩3
Reinhard Hütter. «En esperanza creyó contra toda esperanza» (Rom 4, 18) Fe y Esperanza, Dos Motivos Paulinos Interpretados por Aquino: Una Relectura de la Carta Encíclica Spe Salvi del Papa Benedicto XVI, § 11. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 21 de julio de 1982 (1982). ↩
Michael Dauphinais. El amor como la ley del don: Leyendo a Pablo con John Barclay y Aquino, § 21. ↩
Sección Segunda la oración del Señor, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2819. ↩
Papa Juan Pablo II. 8 de septiembre de 1985: Viaje Apostólico a Liechtenstein - Natividad de la Santísima Virgen María en Eschen-Mauren - Homilía (1985). ↩
