Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Catacumbas

Catacumbas
Catacumbas de Odesa. Original, Полищук Денис Анатольевич, CC BY 2.5 📄

Las catacumbas cristianas son una red de galerías subterráneas utilizadas por las primeras comunidades cristianas, principalmente en Roma, como lugares de enterramiento y, ocasionalmente, de culto y reunión. Estos «cementerios» o «dormitorios» subterráneos reflejan la fe, la esperanza y la caridad de los primeros cristianos, quienes, a diferencia de los paganos, no incineraban a sus muertos sino que los inhumaban con la esperanza de la resurrección. Con el tiempo, las catacumbas se convirtieron en importantes centros de peregrinación, especialmente a las tumbas de mártires y papas, y hoy son un testimonio tangible del cristianismo primitivo, ofreciendo una visión profunda de su vida, iconografía y creencias.

Tabla de contenido

Origen y Desarrollo de las Catacumbas Romanas

El suelo de Roma, de origen volcánico, presenta tres estratos principales: puzolana (utilizada para cemento), toba (una mezcla de tierra y piedra) y piedra. Las catacumbas se construyeron en la capa intermedia de toba, que no era apta para la extracción de materiales de construcción, a diferencia de las canteras de arena o piedra. Esta distinción es crucial para entender su propósito original como cementerios específicos1.

Antes de la llegada del cristianismo, los judíos en Roma ya utilizaban catacumbas, imitando las tumbas rupestres de Palestina. Los primeros cristianos, considerados inicialmente una secta judía, compartieron estos cementerios. Sin embargo, con la conversión de gentiles de alta posición social, comenzaron a establecer sus propias tumbas familiares, permitiendo a sus hermanos en la fe construir lugares de enterramiento siguiendo el modelo de las catacumbas judías1. Este fue el origen de las catacumbas cristianas.

Las catacumbas de la era apostólica incluyen la de Domitila (familiar del emperador Domiciano), Priscila (probablemente esposa del cónsul Acilio Glabrión), Lucina (de la familia Pomponia) y Comodila (conectada con la tumba de San Pablo). Más tarde, se crearon otras, muchas veces alrededor de una bóveda familiar (como las de Cecilia o Pretextato) o la tumba de un mártir venerado (como las de San Lorenzo o San Valentín). En trescientos años, unas cincuenta catacumbas, de distintos tamaños, rodearon la ciudad de Roma1.

El término original para estos lugares de enterramiento era koimeterion o coemeterium, que significa «lugar de descanso» o «dormitorio»1,2,3. Este nombre subraya la creencia cristiana en la resurrección, viendo la muerte como un sueño temporal. Fue en la Edad Media, cuando la memoria de la mayoría de estos lugares se desvaneció, que el nombre «catacumba», originalmente asociado al coemeterium ad catacumbas de la Vía Apia (hoy la de San Sebastián), se generalizó para referirse a todos ellos tras su redescubrimiento1.

Los primeros cristianos demostraron una profunda solidaridad y caridad al establecer un «fondo común» para asegurar un entierro digno para todos los hermanos, incluyendo viudas, huérfanos y los más pobres. Esta práctica de beneficencia colectiva fue un pilar de las primeras comunidades cristianas4,2.

Características y Simbolismo

Las catacumbas se caracterizan por sus pasajes estrechos, paredes verticales y una serie de tumbas (lóculos) excavadas en la toba. Para obtener luz y aire fresco, se cortaban pozos o luminaria desde la superficie1. A menudo, las tumbas eran sencillas, cerradas con losas de mármol o piedra, y marcadas únicamente con el nombre del difunto. En muchos casos, incluso esta simple identificación estaba ausente, lo que subraya la igualdad entre los hospites o «huéspedes»2.

La iconografía y las inscripciones en las catacumbas son un testimonio elocuente de la fe de los primeros cristianos5. A pesar de ser lugares de enterramiento, no eran sitios tristes, sino que a menudo estaban adornados con frescos y mosaicos que representaban la esperanza del paraíso3. Algunos de los símbolos más comunes incluyen:

Las inscripciones como «Vivas in pace», «Vivas in Deo» y «Vivas in Christo» expresan la esperanza de vida eterna de las primeras generaciones cristianas6,3. La fórmula significativa «en paz» que aparece en las tumbas cristianas resume esta esperanza3.

Las Catacumbas como Lugares de Peregrinación y Devoción

Desde los primeros siglos del cristianismo, las catacumbas han sido lugares de veneración, especialmente aquellas que albergaban las tumbas de mártires y papas2,7. En las catacumbas se encontraban numerosas tumbas de mártires de las persecuciones de Decio, Valeriano y Diocleciano, quienes fueron inmediatamente venerados por los primeros cristianos2.

La visita a las catacumbas se configura como un itinerario para experimentar el significado de la espera y la esperanza cristianas. Recuerda a los peregrinos que todos estamos en camino hacia el encuentro con Dios6. Las tumbas de los mártires, como las de Santa Inés en la Vía Nomentana o San Lorenzo en las catacumbas del Verano, invitan a la edificación y a la oración por aquellos que sufren persecución por su fe hoy5,6. Los graffiti, como los de la triclia de las catacumbas de San Sebastián, donde se veneraban las reliquias de los Apóstoles Pedro y Pablo, certifican la ininterrumpida veneración a lo largo del tiempo2,6.

Hoy, la Comisión Pontificia de Arqueología Sagrada se encarga de custodiar este rico patrimonio de fe, arte y cultura, facilitando su conocimiento y acceso. Se busca que las catacumbas sean lugares de nueva evangelización, oración y promoción cultural para peregrinos de todo el mundo2.

El Mensaje de las Catacumbas para Hoy

Las catacumbas no son solo monumentos históricos; son una «escuela perenne de fe, esperanza y caridad»4. Al recorrer sus túneles, se experimenta una atmósfera evocadora y conmovedora4. Ofrecen a los cristianos de hoy un valioso aliento para sus vidas y para un compromiso más incisivo en la nueva evangelización5,2. El peregrino moderno, a menudo desconcertado y dubitativo, al recorrer los caminos de los primeros cristianos y experimentar sus actos de devoción, puede redescubrir su propia identidad religiosa y decidir con renovado entusiasmo seguir a Cristo2.

En las catacumbas, todo habla de esperanza: la vida más allá de la muerte, la liberación del peligro y de la propia muerte a través de la obra de Dios, quien en Cristo, el Buen Pastor, llama a participar en la bienaventuranza del Paraíso6. Este patrimonio de fe es un servicio a la memoria y al futuro, a las raíces y a la evangelización, y su mensaje sigue resonando para todos, tanto peregrinos como visitantes lejanos6.

Citas

  1. Catacumbas romanas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Catacumbas romanas. 2 3 4 5 6

  2. Papa Juan Pablo II. A la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión para la Arqueología Sagrada (9 de junio de 2001) - Discurso (2001). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  3. Papa Juan Pablo II. A los miembros de la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada (16 de enero de 1998) - Discurso, § 4 (1998). 2 3 4 5 6 7

  4. Papa Juan Pablo II. A los miembros de la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada (16 de enero de 1998) - Discurso, § 3 (1998). 2 3

  5. Papa Juan Pablo II. A los miembros de la Pontificia Comisión para la Arqueología Sagrada (7 de junio de 1996) - Discurso, § 2 (1996). 2 3 4 5 6

  6. Papa Francisco. A los participantes en la Reunión Plenaria de la Pontificia Comisión para la Arqueología Sagrada (17 de mayo de 2024) (2024). 2 3 4 5 6 7

  7. Primeros Cementerios Cristianos Romanos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Primeros Cementerios Cristianos Romanos.