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Cisma de Focio

El Cisma de Focio (también llamado Cisma Fotiano) fue una ruptura de comunión entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla que tuvo su origen en la disputa por la sucesión patriarcal en el año 857 y se desarrolló a lo largo de varias décadas, involucrando cuestiones canónicas, doctrinales y políticas. Este conflicto marcó un punto crítico en la relación Este‑Occidente, sentando precedentes que influirían en el gran cisma de 1054 y en los diálogos ecuménicos contemporáneos1.

Tabla de contenido

Introducción

El cisma se desencadenó cuando el patriarca Ignacio fue depuesto por el emperador bizantino y sustituido por Focio, un hombre de gran erudición pero también de ambición política. La respuesta del papa Nicolás I, que defendió la legitimidad de Ignacio y condenó a Focio, provocó una serie de sínodos, excomuniones y reconciliaciones que dejaron una profunda huella en la historia eclesial. A continuación se examinan los antecedentes, los actores principales, los eventos clave y las consecuencias de este conflicto.

Contexto histórico

La Iglesia en el siglo IX

Durante los siglos VII‑X, la Iglesia de Oriente experimentó numerosos cismas temporales (por el arrianismo, iconoclasia, monotelismo, etc.). Estas rupturas debilitaron la unidad y prepararon el terreno para conflictos más profundos1. En el siglo IX, la autoridad papal había consolidado su posición en Occidente, mientras que el Imperio Bizantino ejercía una influencia decisiva sobre el patriarcado de Constantinopla.

La figura de Focio

Focio nació en Constantinopla alrededor del 815, provenía de una familia aristocrática vinculada a la corte imperial2. Su carrera incluyó cargos de secretario del Estado y capitán de la guardia (protospátarios). En 857, tras la deposición de Ignacio, fue nombrado patriarca en apenas seis días, violando normas canónicas al ser ordenado por un obispo excomulgado y sin observar los intervalos requeridos entre los sacramentos episcopales2. Su erudición y habilidades diplomáticas lo convirtieron en una figura central del debate teológico y político de su tiempo2.

Causas del cisma

Disputa por la sucesión de Ignacio

Ignacio había negado la comunión a Bardas, tío del emperador Michael III, por su conducta incestuosa. En represalia, el emperador depuso a Ignacio y nombró a Focio, generando una violación evidente del derecho canónico que el papa Nicolás I denunció en el sínodo de Roma (863)2. La falta de reconocimiento papal a la usurpación fue el detonante inmediato del cisma.

Cuestiones doctrinales

Focio aprovechó la crisis para atacar prácticas latinas que consideraba heréticas:

En una encíclica de 867, Focio describió a los latinos como «precursores de la apostasía, servidores del Anticristo2. Estas acusaciones alimentaron la animosidad y sirvieron como pretexto para la ruptura de comunión.

Eventos clave

El sínodo de 863 y la excomunión

El papa Nicolás I convocó un sínodo en el Laterano que declaró a Ignacio patriarca legítimo y excomulgó a Focio y a sus seguidores2. A pesar de la decisión papal, el emperador respaldó a Focio, quien respondió con una carta que desafiaba la autoridad del pontífice y amenazaba con una invasión militar si Roma no retractaba su postura2.

El concilio de 869‑870 (Constantinopla IV)

Tras la muerte de Michael III y la ascensión de Basil I, Ignacio fue reinstaurado y se celebró un concilio que confirmó su legitimidad y condenó a Focio3. Los delegados papales, bajo el pontificado de Adriano II, participaron en la decisión, reforzando la posición romana.

El concilio de 879‑880 y la reconciliación

Focio fue llamado de nuevo al patriarcado y, bajo la presión de Basil I, organizó un sínodo que anuló los actos del concilio anterior, excomulgó al papa y reafirmó sus críticas al latín. Sin embargo, la muerte de Basil y la posterior reconciliación entre Ignacio y Focio permitieron una breve unión que duró hasta la segunda deposición de Focio en 8863.

Consecuencias y legado

Impacto inmediato

El cisma dejó una profunda desconfianza entre las sedes de Roma y Constantinopla. Aunque se alcanzaron periodos de paz, la partido anti‑romano que Focio había creado persistió, influyendo en futuros conflictos eclesiásticos1.

Influencia en el cisma de 1054

Los argumentos de Focio sobre el filioque, la primacía papal y otras diferencias litúrgicas fueron retomados por los patriarcas ortodoxos en el gran cisma de 1054. La figura de Focio se convirtió en un símbolo de la resistencia oriental a la autoridad romana4.

Relevancia para el ecumenismo actual

El estudio del Cisma de Focio ayuda a comprender las raíces históricas de las divergencias teológicas y canónicas entre Oriente y Occidente. Los diálogos ecuménicos contemporáneos reconocen la necesidad de abordar tanto los aspectos doctrinales como los malentendidos históricos que surgieron en esta época4.

Ver también

Citas

  1. El cisma oriental, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §El Cisma Oriental. 2 3

  2. Focio de Constantinopla, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Focio de Constantinopla. 2 3 4 5 6 7

  3. Focio, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Focio (2015). 2

  4. Iglesia griega, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Iglesia Griega. 2