Clarisas
Las Clarisas son una orden religiosa femenina de clausura en la Iglesia Católica, fundadas por Santa Clara de Asís en 1212 con la guía de San Francisco de Asís. Oficialmente conocidas como la Orden de Hermanas Pobres (latín: Ordo Sanctae Clarae, O.S.C.), constituyen la Segunda Orden Franciscana y se distinguen por su rigurosa adhesión a la pobreza evangélica, la vida contemplativa y la clausura estricta. A lo largo de los siglos, la orden ha crecido y se ha extendido por todo el mundo, manteniendo su carisma original de dependencia total de la Providencia divina y el servicio a Dios a través de la oración y la penitencia.
Tabla de contenido
Orígenes de la Orden
La fundación de las Clarisas se remonta al siglo XIII en Asís, Italia, en el contexto del florecimiento del movimiento franciscano1. Santa Clara de Asís, nacida entre 1193 y 1194 en la noble familia Di Favarone de Offreduccio, recibió una sólida educación cristiana2. Inspirada por la predicación de San Francisco durante la Cuaresma de 1212 en la iglesia de San Jorge, Clara sintió un profundo llamado a seguir a Cristo de una manera más radical, viviendo según la perfección del Santo Evangelio3,2.
En la noche del Domingo de Ramos de 1212 (o 1211), Clara, que entonces tenía dieciocho años, abandonó secretamente la casa de su padre2,4,3. Acompañada por su tía Bianca y otra compañera, se dirigió a la pequeña capilla de la Porciúncula, donde San Francisco y sus discípulos la recibieron con antorchas encendidas3. Allí, Clara se despojó de sus ricas vestiduras, San Francisco le cortó el cabello y la revistió con un hábito tosco y un velo grueso, consagrándola así al servicio de Jesucristo3,2. Este evento marcó el inicio de su vida religiosa3.
Inicialmente, Clara fue acogida provisionalmente por las monjas benedictinas en San Paolo, cerca de Bastia, y luego en Sant’Angelo in Panzo, debido a la fuerte oposición de su familia a su decisión3. Su padre, el conde Favorino Scifi, intentó por todos los medios disuadirla y llevarla de vuelta a casa, pero Clara se mantuvo firme en su propósito3. Pocos días después, su hermana menor, Inés de Asís, se unió a ella, resistiendo también la persecución de sus parientes3.
San Francisco finalmente estableció a Clara y sus compañeras en una humilde morada adyacente a la pequeña capilla de San Damiano, que él mismo había reconstruido en gran parte. Este lugar, cedido por los benedictinos, se convirtió en el primer monasterio de la Segunda Orden Franciscana, conocida como las Damas Pobres o Clarisas4,3,1. San Francisco les entregó una «fórmula de vida», que no era una regla formal, sino una dirección para practicar los consejos del Evangelio, con la perfección del Evangelio como eje central1.
El Carisma de la Pobreza
El ideal franciscano de pobreza fue fundamental para las Clarisas, y Santa Clara se convirtió en su máxima exponente1. Este ideal elevaba la condición de mendigo a un estado de libertad espiritual, donde la persona vivía en dependencia consciente de la providencia de Dios y la buena voluntad de sus semejantes1.
Una característica distintiva de la espiritualidad de las Clarisas fue el Privilegio de la Pobreza (Privilegium Paupertatis), que Clara obtuvo del Papa Gregorio IX, o posiblemente ya de Inocencio III5. Este privilegio permitía a Clara y a sus compañeras en San Damiano no poseer ninguna propiedad material, ni individualmente ni en común, lo cual era una excepción extraordinaria a la ley canónica de la época5,3. Esta renuncia total a la propiedad las obligaba a depender enteramente de lo que los Frailes Menores pudieran mendigar para ellas3. Los Papas concedieron este privilegio, apreciando los frutos de santidad evangélica que reconocían en el modo de vida de Clara y sus hermanas5.
La determinación de la comunidad monástica en seguir los pasos de Cristo, considerando la pobreza, el trabajo duro, la tribulación, la humildad y el desprecio del mundo como grandes alegrías espirituales, conmovió a San Francisco. Él les escribió, prometiendo tener siempre el mismo cuidado y solicitud por ellas que por sus propios hermanos2.
La Regla de Santa Clara
La historia temprana de la orden de las Clarisas se caracterizó por la evolución de su regla3:
Fórmula de Vida de San Francisco: Al principio, Clara y sus compañeras no tenían una regla escrita más allá de una breve formula vitae que San Francisco les había dado3.
Regla del Cardenal Ugolino: Hacia 1219, durante la ausencia de San Francisco en Oriente, el Cardenal Ugolino (futuro Gregorio IX), protector de la orden, redactó una regla para las Clarisas de Monticelli3. Esta regla se basó en la Regla de San Benito, pero con constituciones especiales, y fue aprobada por Honorio III en 12193. Sin embargo, esta nueva regla permitía la posesión de propiedades en común, lo que se oponía al ideal de pobreza absoluta de San Francisco y Clara, quien valientemente se resistió a estas innovaciones3.
Regla definitiva de Santa Clara: Santa Clara, con gran determinación, fue la primera mujer en la historia de la Iglesia en componer una regla escrita propia, la Regla de Santa Clara, que fue sometida a la aprobación papal5. Esta regla buscaba preservar el carisma de San Francisco en todas las comunidades femeninas que deseaban inspirarse en su ejemplo5. Fue aprobada por Inocencio IV en 1253, poco antes de la muerte de Santa Clara1.
Posteriormente, la regla original sufrió modificaciones, como la de Urbano IV en 1263, que permitió a algunos conventos tener posesiones, dando origen a las diferentes observancias dentro de la orden1. Sin embargo, el ideal de pobreza radical de Clara permaneció como el distintivo de muchas comunidades.
Modo de Vida
La vida diaria de las Clarisas está centrada en la oración y el trabajo, una vida de penitencia y contemplación1. Viven en clausura estricta, lo que ha sido una ley inviolable para todas las monjas profesas desde el siglo XIII, confirmada por el Concilio de Trento6. Esto limita las obras de caridad que pueden emprender a aquellas compatibles con la clausura, como la educación de niñas6.
Entre sus prácticas se encuentran:
Ayuno: Las hermanas ayunan continuamente, excepto en la Navidad. Las constituciones especifican que no se puede comer carne ni siquiera en Navidad1.
Silencio: Se observa un «gran silencio» desde Completas hasta después de la Misa conventual. Durante el día, hay una hora de recreación, excepto los viernes1.
Comidas: Se toman en silencio1.
Oficio Divino: Se recita, no se canta, utilizando el breviario franciscano1.
Hábito: Consiste en una túnica holgada de estameña gris, con un cordón de cuerda de lino de aproximadamente media pulgada de grosor, que lleva cuatro nudos que representan los cuatro votos. Usan sandalias de tela1.
Expansión y Reformas
Desde sus inicios en San Damiano, la orden de las Clarisas se extendió rápidamente. Durante la vida de Santa Clara, ya existían numerosas comunidades de mujeres que querían inspirarse en el ejemplo de Francisco y Clara5.
A lo largo de los siglos, la orden experimentó diversas reformas para mantener la fidelidad al espíritu original de sus fundadores. Una de las más significativas fue la Reforma Colettina, iniciada por Santa Coleta de Corbie (fallecida en 1447)1. Esta reforma buscó una observancia más estricta de la regla y la pobreza, y muchas comunidades, incluidas algunas en Estados Unidos, adoptaron esta reforma1.
Hoy en día, la orden de las Clarisas, en sus diversas ramas, cuenta con alrededor de 900 monasterios distribuidos en los cinco continentes7.
Santos y Beatos de la Orden
La orden ha dado numerosos santos y beatos a la Iglesia, entre los que destacan:
Santa Clara de Asís (fallecida en 1253): Fundadora de la orden1.
Santa Inés de Asís (fallecida en 1253): Hermana de Santa Clara y una de las primeras compañeras1.
Santa Coleta de Corbie (fallecida en 1447): Reformadora de la orden1.
Santa Catalina de Bolonia (fallecida en 1463)1.
Santa Verónica Giuliani (fallecida en 1727)1.
Significado y Legado
La conmemoración de Santa Clara sigue siendo profundamente sentida en el corazón de los fieles7. Su legado, y el de la orden de las Clarisas, radica en la profunda comprensión del valor de la vocación como un don de Dios, destinado a dar fruto7. La decisión radical de Clara de seguir a Cristo en una vida de pobreza, penitencia y contemplación completó, «en femenino», la gracia que la comunidad de Asís había alcanzado con la conversión de San Francisco8.
Las Clarisas, en el fértil silencio del claustro, continúan sirviendo a la causa del Reino de Dios y esparciendo la buena semilla del Evangelio, ofreciendo un testimonio vivo de la primacía de Dios y la riqueza espiritual de la pobreza evangélica8. Su vida de oración constante y su dependencia de la Providencia divina siguen siendo una fuente de inspiración y un baluarte espiritual para la Iglesia.
Citas
Clarisas, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Clarisas. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20
Papa Juan Pablo II. Mensaje con motivo del 750 aniversario de la muerte de santa Clara, fundadora de la Orden de las Clarisas (9 de agosto de 2003), § 2 (2003). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Santa Clara de Asís, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Santa Clara de Asís. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
San Francisco de Asís, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §San Francisco de Asís. ↩ ↩2
Santa Clara de Asís, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 15 de septiembre de 2010: santa Clara de Asís (2010). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Monjas, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Monjas. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Mensaje con motivo del 750 aniversario de la muerte de santa Clara, fundadora de la Orden de las Clarisas (9 de agosto de 2003), § 1 (2003). ↩ ↩2 ↩3
Papa Benedicto XVI. Carta al Obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino con motivo del «Año de santa Clara» (1 de abril de 2012) (2012). ↩ ↩2