Clericalismo
El clericalismo en la Iglesia Católica se refiere a una mentalidad o un sistema en el que los clérigos (obispos, sacerdotes, diáconos) ejercen una influencia o autoridad excesiva sobre los fieles laicos, a menudo resultando en una separación indebida de roles y una disminución de la participación laical en la vida y misión de la Iglesia. Si bien existe una distinción teológica y canónica fundamental entre el clero y los laicos, el clericalismo surge cuando esta distinción se traduce en una jerarquía rígida o un sentido de superioridad que obstaculiza la comunión y la corresponsabilidad de todos los bautizados. Este artículo explorará la definición, las raíces históricas y teológicas, las manifestaciones, las críticas y las vías para superar el clericalismo dentro de la Iglesia Católica, enfatizando una eclesiología de comunión donde todos los miembros, clérigos y laicos, ejercen sus roles distintivos en unidad y colaboración.
Tabla de contenido
Definición y Concepto
El término clericalismo describe una actitud o estructura en la que el clero asume una autoridad indebida o exclusiva en áreas que legítimamente pertenecen a la esfera de los laicos o a la colaboración entre ambos estados de vida en la Iglesia1. No debe confundirse con la legítima autoridad pastoral de los obispos y sacerdotes, que es esencial para la estructura jerárquica de la Iglesia, tal como fue establecida por Cristo2,3. Más bien, el clericalismo implica una desviación de esta autoridad legítima, transformándola en una forma de dominio o exclusivismo que socava la dignidad y la misión de todos los bautizados.
El clericalismo puede manifestarse como una mentalidad en la que los clérigos se ven a sí mismos como una clase superior, distanciados de los problemas cotidianos de los laicos, o donde los laicos esperan que el clero resuelva todos los problemas de la Iglesia sin su propia participación activa4. También puede reflejarse en estructuras que impiden la corresponsabilidad y el diálogo, relegando a los laicos a un papel pasivo o meramente consultivo, incluso en asuntos donde su experiencia y discernimiento son vitales4.
Raíces Teológicas e Históricas
La distinción entre clérigos y laicos tiene sus raíces en el Nuevo Testamento, donde los actos de Jesús establecieron las bases para esta diferenciación, aunque los términos «clero» y «laico» no aparezcan explícitamente3,5. Desde los primeros siglos de la Iglesia, Padres de la Iglesia como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía y Cipriano de Cartago ya atestiguaban la existencia de una jerarquía y la necesidad de sumisión al obispo y a los presbíteros, al mismo tiempo que reconocían la importancia de la unidad y la participación del pueblo2,6.
San Cipriano, por ejemplo, estableció la norma de no decidir nada sin el consejo de los presbíteros y diáconos, y el voto del pueblo, demostrando que la autoridad episcopal no debía ejercerse de manera que ignorara la dignidad de los bautizados6. Su eclesiología no promovía el clericalismo, sino el servicio a la comunión de carismas y ministerios en la Iglesia6.
Con el tiempo, la distinción entre clero y laicado se fue consolidando y, en algunos períodos históricos, pudo acentuarse hasta generar dinámicas de exclusión. Sin embargo, la teología católica moderna, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, ha buscado reafirmar la dignidad común de todos los bautizados y la diversidad complementaria de sus vocaciones y ministerios, rechazando cualquier forma de clericalismo4.
Manifestaciones del Clericalismo
El clericalismo puede presentarse de diversas maneras:
Clericalismo por Parte del Clero
Exclusivismo en la toma de decisiones: Se da cuando los clérigos toman decisiones importantes sin consultar o involucrar a los laicos, incluso en asuntos que afectan directamente la vida de la comunidad o que requieren la experiencia secular de los laicos4.
Actitud de superioridad: Una mentalidad en la que el clero se considera intrínsecamente superior a los laicos, llevando a un trato condescendiente o a una falta de escucha1.
Monopolio de roles: La creencia de que solo el clero posee la capacidad o la gracia para desempeñar roles de liderazgo o evangelización, limitando la acción de los laicos a tareas subsidiarias4.
Aislamiento del mundo: Los clérigos se alejan de las realidades y desafíos del mundo secular, no permitiendo que la Iglesia se convierta en la «sal de la tierra» a través de los laicos4. El Código de Derecho Canónico, de hecho, prohíbe a los clérigos asumir cargos públicos que impliquen el ejercicio del poder civil4.
Clericalismo por Parte de los Laicos
Pasividad y delegación excesiva: Los laicos pueden caer en el clericalismo cuando esperan que el clero haga todo, asumiendo una actitud pasiva en la vida de la Iglesia y en la misión evangelizadora4.
Idealización o crítica excesiva del clero: Algunos laicos pueden idealizar al clero, atribuyéndoles una sabiduría o autoridad sobre cualquier tema, o, por el contrario, criticarlos injustamente por no resolver todos los problemas4.
Búsqueda de «clericalización»: Cuando los laicos buscan asumir roles o vestimentas tradicionalmente clericales, desdibujando la distinción de roles en lugar de vivir plenamente su propia vocación laical4.
Críticas y Consecuencias
El clericalismo ha sido objeto de críticas tanto dentro como fuera de la Iglesia. El Papa Francisco, en particular, ha denunciado el clericalismo como una de las causas profundas de muchos problemas en la Iglesia, incluyendo la crisis de abusos sexuales, al crear un ambiente de encubrimiento y abuso de poder1.
Las consecuencias del clericalismo incluyen:
Disminución de la corresponsabilidad: Impide que todos los bautizados asuman su parte en la misión de la Iglesia, lo que debilita su vitalidad y su capacidad de evangelización4.
Falta de renovación: Al limitar la participación y las nuevas perspectivas, el clericalismo puede estancar los esfuerzos de renovación y adaptación de la Iglesia a los desafíos contemporáneos4.
Desconfianza y distancia: Genera una brecha entre el clero y los laicos, dificultando la comunión y la fraternidad en la comunidad eclesial4.
Superación del Clericalismo
La superación del clericalismo implica un compromiso tanto del clero como de los laicos con una eclesiología de comunión, basada en la dignidad común del bautismo y la diversidad complementaria de carismas y ministerios3.
Para el Clero
Servicio humilde: Recordar que la autoridad ministerial es un servicio (diaconía) y no una posición de poder, siguiendo el ejemplo de Cristo1,4. Los clérigos son llamados a ser pastores que cuidan el rebaño, no que lo dominan1.
Escucha y discernimiento compartido: Implicar a los laicos en los procesos de discernimiento y toma de decisiones, valorando su experiencia y conocimiento del mundo4.
Formación continua: Recibir una formación que enfatice la colaboración con los laicos y el reconocimiento de sus dones.
Para los Laicos
Asunción de la propia misión: Los laicos están llamados a santificar el mundo desde dentro, llevando el Evangelio a todos los ámbitos de la vida secular4. Su rol ad extra es «distintivo»4.
Formación en ciencias sagradas: Se espera que muchos laicos reciban formación en las ciencias sagradas y algunos se dediquen profesionalmente a estos estudios, contribuyendo al crecimiento de la Iglesia desde su propio estado4.
Corrección fraterna: Tomás de Aquino ya insistía en que los súbditos pueden tener la obligación caritativa de corregir a sus prelados, lo que implica una corresponsabilidad activa4.
Para Toda la Iglesia
Sinodalidad: Fomentar una cultura de sinodalidad, donde clérigos y laicos caminen juntos, dialogando y discerniendo en común, como una verdadera «Iglesia en salida»4.
Valoración de la analogía: Comprender que los términos «clérigo» y «laico» son relacionales y análogos. Si bien el clérigo está «destinado a testimoniar» y el laico «reunido para recibir ese testimonio», los roles pueden invertirse retóricamente, como cuando Jesús reprende a los discípulos al presentar a un niño, tratándolos como laicos que deben recibir el testimonio de un laico que actúa como Cristo1.
Firme fundamento teológico: Mantener la distinción teológica entre clero y laicado sobre un fundamento sólido para evitar una «clericalización errónea de los laicos y una laicización del clero,» como deseaba Juan Pablo II4.
En conclusión, el clericalismo representa un desafío persistente en la Iglesia Católica, pero a través de una renovada comprensión de la eclesiología, que enfatiza la dignidad igual de todos los bautizados y la complementariedad de los ministerios, es posible construir una Iglesia más sinodal, participativa y fiel a su misión evangelizadora.
Citas
Implicaciones prácticas, Ryan Miller. «Clerical» y «Laico» como Términos Análogos, § 10. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Ignacio de Antioquía, Anthony A. Akinwale, OP. Dignidad, Diversidad y Complementariedad: Los Fieles Laicos en la Eclesiología del Papa Juan Pablo II, § 11. ↩ ↩2
Centro San Pablo para la Teología Bíblica. § 20. ↩ ↩2 ↩3
Ryan Miller. «Clerical» y «Laico» como Términos Análogos, § 13. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
Centro San Pablo para la Teología Bíblica. Reseñas de Libros (Nova et Vetera, Vol. 4, No. 1), § 20. ↩
Agustín de Hipona, Anthony A. Akinwale, OP. Dignidad, Diversidad y Complementariedad: Los Fieles Laicos en la Eclesiología del Papa Juan Pablo II, § 14. ↩ ↩2 ↩3