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Codex Rossanensis

El Códice Rossanensis, también conocido como Evangelario de Rossano, es uno de los manuscritos bíblicos más antiguos y valiosos de la tradición cristiana, datado en el siglo VI. Este códice iluminado, conservado en la Catedral de Rossano en Calabria (Italia), contiene los Evangelios de Mateo y Marcos transcritos en letras de plata sobre vitela teñida de púrpura, acompañados de ricas ilustraciones que reflejan el arte bizantino primitivo. Su importancia radica no solo en su antigüedad y belleza artística, sino también en su contribución al estudio de la transmisión textual de la Biblia y al desarrollo del iconismo cristiano, sirviendo como puente entre la antigüedad tardía y la Edad Media en el ámbito de la liturgia católica.

Tabla de contenido

Historia y descubrimiento

El Códice Rossanensis debe su nombre a la localidad de Rossano, en la región de Calabria, donde se custodia desde al menos la Edad Media. Aunque su origen exacto permanece envuelto en misterio, los estudios paleográficos y artísticos lo sitúan en el siglo VI, un período de transición en el Imperio Bizantino marcado por la consolidación de la fe cristiana ortodoxa. Se cree que fue producido en un scriptorium del sur de Italia o posiblemente en Oriente, influenciado por el arte helenístico-oriental que perduraba en los monasterios griegos.1

No hay registros precisos sobre su descubrimiento, pero su presencia en Rossano se documenta desde el siglo XVI, cuando fue mencionado en inventarios eclesiásticos locales. En el siglo XIX, atrajo la atención de eruditos europeos gracias a la creciente fascinación por los manuscritos antiguos. Un hito en su estudio ocurrió en 1879, cuando el filólogo italiano Giuseppe Cozza-Luzi lo describió detalladamente en publicaciones académicas, destacando su valor como testimonio de la paleocristianidad. Durante el siglo XX, el códice fue objeto de análisis por parte de la Iglesia Católica, que lo reconoció como un bien cultural de primer orden, alineado con la preservación de la herencia patrística y litúrgica.2

En el contexto católico, el manuscrito ilustra la devoción temprana a los Evangelios, esenciales para la celebración eucarística y la catequesis. Su llegada a Italia meridional podría vincularse a las migraciones de monjes y refugiados tras las invasiones bárbaras, un tema recurrente en la historia de la Iglesia en el sur de Europa.

Descripción física

El Códice Rossanensis es un volumen de formato codex, con dimensiones aproximadas de 30 por 25 centímetros, compuesto por 188 folios de vitela fina teñida de púrpura, un material lujoso reservado para textos sagrados en la antigüedad tardía. Las letras están trazadas en plata, aunque el óxido ha oscurecido muchas páginas con el paso del tiempo, lo que ha requerido intervenciones de conservación para preservar su legibilidad.1

Su encuadernación original se ha perdido, y el códice se presenta hoy en una estructura moderna que protege sus delicadas páginas. El uso del púrpura, símbolo de realeza y divinidad en la tradición romana y bizantina, subraya el carácter imperial del texto, evocando los evangelarios destinados a la lectura litúrgica en basílicas. Este tipo de manuscrito no era común para el uso cotidiano, sino para ceremonias solemnes, reflejando la reverencia católica por la Palabra de Dios encarnada en forma material.

Contenido textual

El contenido principal del Códice Rossanensis abarca los Evangelios según San Mateo y San Marcos, cubriendo desde el principio de Mateo hasta el final de Marcos, sin las adiciones posteriores como el final largo de este último evangelio. El texto está escrito en griego uncial, una escritura mayúscula típica de los manuscritos bíblicos antiguos, con un estilo que se asemeja a otros códices como el Sinaítico o el Vaticano.1

Desde el punto de vista textual, el códice pertenece al tipo alexandrino, caracterizado por una fidelidad relativa a los originales apostólicos, aunque presenta algunas variantes menores atribuibles a copistas. Por ejemplo, no incluye interpolaciones gnósticas ni alteraciones heréticas, lo que lo hace valioso para los filólogos católicos interesados en la integridad de la Escritura. En la tradición eclesial, este evangelario habría servido para proclamar las lecturas dominicales, alineándose con el leccionario primitivo de la Iglesia primitiva.2

No contiene epístolas ni otros libros bíblicos, centrándose exclusivamente en los relatos evangélicos, lo que lo clasifica como un evangeliario litúrgico, diseñado para la oración comunitaria y no para el estudio exhaustivo.

Iluminaciones y características artísticas

Una de las joyas del Códice Rossanensis radica en sus iluminaciones, que lo convierten en un ejemplo paradigmático del arte manuscrito cristiano del siglo VI. Las imágenes, pintadas con colores vibrantes sobre el fondo púrpura, ilustran escenas clave de los Evangelios con un enfoque anecdótico: cada miniatura no solo representa un momento, sino que a veces integra dos fases de una narración en un solo panel, anticipando técnicas narrativas medievales.2

Entre las ilustraciones más destacadas se encuentra el retrato de Cristo Pantocrator, un rostro barbado, majestuoso y severo que prefigura las representaciones iconográficas de las cúpulas bizantinas. Otras escenas incluyen la Anunciación, el Bautismo de Jesús y episodios de la Pasión, con figuras estilizadas que combinan influencias helenísticas con simbolismo teológico. Estas imágenes no son meras decoraciones; sirven para catequizar visualmente, ayudando a los fieles analfabetos a comprender la kerygma cristiana, en sintonía con la tradición católica de la lectio divina que integra vista y oído.1

Comparado con contemporáneos como el Génesis de la Biblioteca Imperial de Viena o el fragmento evangélico de Sinope (actualmente en la Biblioteca Nacional de París), el Rossanensis muestra una evolución del arte bizantino: lejos de ser una creación original, representa la supervivencia prolongada del estilo helenístico-oriental del siglo IV al VI, copiado fielmente por monjes griegos.2 Esta continuidad artística refuerza la doctrina católica de la Tradición, donde la belleza litúrgica transmite la fe inmutable.

Importancia en la tradición católica

En el ámbito de la Iglesia Católica, el Códice Rossanensis trasciende su valor histórico para simbolizar la perennidad de la Revelación divina. Como uno de los pocos evangelarios púrpuras supervivientes, ilustra cómo la Iglesia primitiva elevaba los textos sagrados a obras de arte, fomentando la theosis —la divinización del ser humano— a través de la contemplación. Su texto griego, lengua de los Padres de la Iglesia, conecta directamente con el Concilio de Nicea (325) y la definición de la divinidad de Cristo, temas centrales en la cristología católica.3

Para los estudiosos católicos, como los de la Comisión Bíblica Pontificia, este manuscrito aporta evidencia textual contra lecturas protestantes que cuestionan la autenticidad evangélica. Además, su origen probable en el sur de Italia lo vincula a la evangelización de los lombardos y normandos, un capítulo clave en la historia de la Iglesia en Europa. En homilías y catequesis modernas, se cita como ejemplo de cómo la liturgia une arte, palabra y sacramento, invitando a los fieles a redescubrir los Evangelios en su forma original.

Conservación y estudios modernos

La conservación del Códice Rossanensis ha sido un desafío constante debido a su fragilidad. En el siglo XX, la Diócesis de Rossano-Carati lo sometió a restauraciones expertas, incluyendo digitalizaciones que permiten su estudio sin manipulación física. Hoy, se exhibe en la Catedral de Maria Santissima Achiropita bajo condiciones controladas de humedad y luz, y ha sido inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como «Memoria del Mundo» en 2007, reconociendo su universalidad cultural.2

Los estudios contemporáneos, impulsados por instituciones católicas como la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, emplean técnicas como la espectroscopía para analizar pigmentos y metales. Investigaciones recientes, publicadas en revistas como Revue Bénédictine, exploran sus conexiones con otros códices, como el de Sinope o el de Berat, sugiriendo un origen común en Constantinopla.1 Estos esfuerzos subrayan el compromiso de la Iglesia con la preservación de su herencia, alineado con el Concilio Vaticano II y su énfasis en la Sagrada Escritura.

En resumen, el Códice Rossanensis no solo enriquece el conocimiento histórico de la Biblia, sino que invita a la Iglesia actual a valorar la tradición viva de la fe, donde cada página iluminada evoca la luz de Cristo en la historia humana.

Citas

  1. Manuscritos de la Biblia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Manuscritos de la Biblia. 2 3 4 5

  2. Manuscritos iluminados, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Manuscritos iluminados. 2 3 4 5

  3. Robert Bellarmine. Controversias de la fe cristiana (Disputationes de Controversiis), § 126.