Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia

El Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia fue una asamblea eclesiástica que se desarrolló en varias fases y ubicaciones geográficas entre 1431 y 1445. Este concilio, de gran complejidad histórica y teológica, buscó abordar diversas cuestiones eclesiásticas, incluyendo la reforma de la Iglesia y, de manera prominente, la unión con las Iglesias orientales. A lo largo de sus diferentes etapas, marcó un período de tensión entre el papado y las facciones conciliaristas, culminando en importantes decretos de unión que, si bien fueron de corta duración en la práctica, reflejaron un significativo intento de reconciliación dogmática y disciplinar.
Tabla de contenido
Orígenes y el Concilio de Basilea (1431-1437)
El Concilio de Basilea fue convocado por el Papa Martín V en 1431, poco antes de su fallecimiento, siguiendo un decreto del Concilio de Constanza (1414-1418) que estipulaba la celebración regular de concilios1. La primera sesión se inauguró el 25 de julio de 1431 bajo la presidencia del legado papal2.
Desde sus inicios, el concilio en Basilea se caracterizó por una fuerte oposición al Papa Eugenio IV (quien sucedió a Martín V en 1431)2,1. Eugenio IV intentó disolver el concilio en dos ocasiones en 1431, proponiendo su traslado a Bolonia con el objetivo de negociar la reunión con los griegos1. Sin embargo, encontró una considerable resistencia, incluso dentro del colegio cardenalicio, lo que, junto con la mediación del emperador Segismundo y otros príncipes, llevó al Papa a revocar sus bulas de disolución y a confirmar el concilio en Basilea en diciembre de 14331.
La colaboración entre Roma y Basilea continuó de manera tensa hasta 1437. La principal fuente de desacuerdo resurgió en torno a las negociaciones para la unión con la Iglesia bizantina1.
El Conflicto con Eugenio IV
Eugenio IV había iniciado unilateralmente conversaciones de reunión con el emperador bizantino y el patriarca de Constantinopla. Los padres conciliares de Basilea cuestionaron la autoridad del Papa para llevar a cabo tales negociaciones de forma independiente1. Una vez que se enteraron de la disposición de los griegos a reunirse en un concilio en Italia, la asamblea de Basilea se dividió: una minoría, leal al Papa, apoyó un concilio en Italia, mientras que la mayoría insistió en invitar a los griegos a Basilea, Aviñón o Saboya1.
Esta divergencia, entre otras, provocó que la minoría, liderada por el Cardenal Julián Cesarini, abandonara Basilea1. La mayoría conciliarista en Basilea respondió enviando un Monitorium o Citatorium el 31 de julio de 1437, exigiendo la comparecencia del Papa en Basilea en un plazo de sesenta días1. Eugenio IV respondió con dos bulas: Doctoris gentium (18 de septiembre de 1437), que trasladaba el concilio de Basilea a Ferrara, y Pridem ex iustis (30 de diciembre de 1437), que finalizaba esta decisión1. La mayoría en Basilea rechazó esta acción como ilegal y continuó sus sesiones durante once años más, llegando incluso a elegir un antipapa, Félix V, en 14391. Las sesiones celebradas en Basilea después de la 25ª sesión (1437) hasta su final en 1449 no son consideradas ecuménicas por la Iglesia Católica2.
El Concilio en Ferrara y Florencia (1438-1439)
El concilio se reabrió en Ferrara el 8 de enero de 1438, con la asistencia posterior del propio Papa Eugenio IV2. Los obispos y teólogos griegos llegaron a Ferrara el 9 de abril de 1438, y fue allí donde se iniciaron las discusiones con ellos2,1.
El 10 de enero de 1439, el concilio fue trasladado a Florencia2. Aquí, en la sesión del 6 de julio de 1439, se aprobó el Decreto de Unión con la Iglesia Griega2. Posteriormente, se aprobaron decretos de unión con las Iglesias armenia y copta2. Aunque estas uniones fueron en gran medida de efímera duración, el concilio fue un evento significativo para el diálogo entre Oriente y Occidente2,1.
El Concilio en Roma y las Uniones Posteriores (1443-1445)
Finalmente, el concilio se trasladó a Roma el 24 de febrero de 14432. En esta última fase, se aprobaron otros decretos de unión con los bosnios, los sirios y, finalmente, con los caldeos y maronitas de Chipre2. La última sesión del concilio tuvo lugar el 7 de agosto de 14452.
Las decisiones tomadas en Ferrara, Florencia y Roma adoptaron mayormente la forma de bulas papales, dado que el Papa presidía en persona2. Estos decretos mencionan la aprobación del concilio e incluyen la frase «en una sesión general del sínodo solemnemente celebrada»2.
Legado y Significado
El Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia es un período complejo en la historia de la Iglesia, a menudo conocido como el Concilio de Ferrara-Florencia-Roma (1438-1445) o incluso Basilea-Ferrara-Florencia-Roma (1431-1445), dependiendo del énfasis en sus distintas fases y resultados1.
A pesar de que la mayoría de los decretos de reunión tuvieron poco efecto práctico a largo plazo2, el concilio es significativo porque la unidad de la Iglesia fue discutida en una asamblea a la que asistieron obispos y teólogos orientales2. Se logró un acuerdo sobre las principales cuestiones dogmáticas y disciplinarias que habían dividido a las dos Iglesias durante muchos siglos2. Este evento subraya la importancia de la unidad eclesial y los continuos esfuerzos de la Iglesia Católica por alcanzar la plena comunión con otras tradiciones cristianas.
Algunos historiadores ponen en duda la ecumenicidad de las primeras 25 sesiones en Basilea, pero hay un acuerdo general en que las sesiones de Basilea posteriores a la 25ª, hasta su conclusión en 1449, no pueden considerarse parte de un concilio ecuménico2. La Iglesia Católica considera las sesiones de Ferrara, Florencia y Roma como las legítimas y ecuménicas.
Citas
Florencia, concilio de, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Florencia, Concilio de (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Introducción, Florencia (Basilea-Ferrara-Florencia). Concilio Ecuménico de Florencia (1438-1445), § Introducción (1445). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18