Concilio de Constantinopla II

El Segundo Concilio de Constantinopla, celebrado en el año 553 d.C., es reconocido como el Quinto Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica. Convocado por el emperador Justiniano I, este concilio tuvo como principal objetivo resolver controversias teológicas derivadas del monofisismo y el nestorianismo, condenando los Tres Capítulos y reafirmando la unidad de las dos naturalezas de Cristo, así como la autoridad de los concilios anteriores, especialmente el de Calcedonia. A pesar de las reticencias iniciales del Papa Vigilio, quien fue retenido en Constantinopla, el concilio culminó con la condena de escritos y teólogos específicos que se consideraban promotores de herejías, consolidando la doctrina cristológica de la Iglesia.
Tabla de contenido
Antecedentes y Convocatoria
El Concilio de Constantinopla II fue convocado por el emperador Justiniano I en un intento por lograr la unidad religiosa dentro de su imperio y resolver las continuas disputas cristológicas1. Estas disputas, que se habían arrastrado desde el Concilio de Calcedonia (451 d.C.), estaban centradas en la correcta comprensión de la persona de Jesucristo. Aunque Calcedonia había definido las dos naturalezas (divina y humana) en Cristo, subsistiendo en una sola persona, los monofisitas seguían rechazando esta fórmula, argumentando que en Cristo solo había una naturaleza divina. Por otro lado, resurgían tendencias nestorianas que parecían separar demasiado las dos naturalezas, lo que llevó a nuevas controversias2.
Para abordar estas cuestiones, Justiniano se convenció de que el nestorianismo seguía extrayendo fuerza de los escritos de Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa1. Estos escritos, conocidos colectivamente como los Tres Capítulos, fueron considerados problemáticos por el emperador, quien buscaba su condena para apaciguar a los monofisitas y así reunificar la Iglesia3.
El emperador emitió un edicto en el año 543 d.C. contra el origenismo y luego, en 551 d.C., publicó su edicto conocido como Homologia tes pisteos, en el que condenaba nuevamente los Tres Capítulos1. La intención de Justiniano era que esta condena fuera ratificada por un concilio general1.
El Papa Vigilio se encontraba forzosamente en Constantinopla desde el 25 de enero de 547 d.C.1. Aunque inicialmente se mostró reticente a participar en la condena de los Tres Capítulos debido a preocupaciones sobre la autoridad del Concilio de Calcedonia y la posible injerencia imperial en asuntos eclesiásticos1, finalmente cedió. Vigilio propuso que el concilio se celebrara en Italia o Sicilia para asegurar la asistencia de obispos occidentales, pero Justiniano no estuvo de acuerdo. Ante la negativa del emperador, quien abrió el concilio por su propia autoridad el 5 de mayo de 553 d.C., Vigilio se negó a participar, citando la desproporcionada mayoría de obispos orientales y el temor a la violencia1.
Desarrollo del Concilio
El Concilio de Constantinopla II se celebró del 5 de mayo al 2 de junio de 553 d.C.1. La mayoría de los obispos asistentes eran de Oriente, con solo seis obispos occidentales (africanos) presentes1. El patriarca de Constantinopla, Eutiquio, presidió el concilio1.
El Papa Vigilio y los Tres Capítulos
La relación entre el Papa Vigilio y el emperador Justiniano fue compleja y estuvo marcada por la coacción imperial. Vigilio había condenado previamente los Tres Capítulos en un documento conocido como Iudicatum en 548 d.C., aunque siempre salvaguardando la autoridad de Calcedonia4. Esta acción provocó un gran descontento en Occidente, donde se consideró una debilidad ante el poder civil y una injusticia hacia teólogos ya fallecidos1.
El 14 de mayo de 553 d.C., Vigilio envió al emperador un documento llamado Constitutum I, firmado por él y dieciséis obispos, en el que condenaba dieciséis proposiciones heréticas de Teodoro de Mopsuestia y repudiaba sus enseñanzas cristológicas en cinco anatematismos. Sin embargo, en este documento, Vigilio prohibió condenar la persona de Teodoro o proceder a una condena posterior de los escritos o la persona de Teodoreto, o la carta de Ibas1.
El concilio continuó sus sesiones a pesar de la ausencia del Papa. En la octava sesión, el 2 de junio de 553 d.C., los 165 obispos presentes ratificaron la condena de los Tres Capítulos mediante catorce anatematismos, que eran similares a los trece emitidos previamente por Justiniano1. Además, el concilio reconoció la fórmula «Uno de la Trinidad sufrió» (Unus de Trinitate passus est) como ortodoxa y condenó incidentalmente a Orígenes4.
Justiniano, en un acto de presión, hizo que el nombre de Vigilio fuera tachado de los dípticos en la séptima sesión del concilio, aunque se afirmó que esto no afectaba la comunión con la Sede Apostólica1. Tras el concilio, Vigilio fue exiliado junto con otros obispos que se oponían a la voluntad imperial1.
La Sumisión Final de Vigilio
Finalmente, el clero y el pueblo romano, liberados del yugo gótico, solicitaron al emperador que permitiera el regreso del Papa. Justiniano accedió con la condición de que Vigilio reconociera el concilio. Vigilio aceptó y, en dos documentos (una carta a Eutiquio de Constantinopla del 8 de diciembre de 553 d.C. y un segundo Constitutum del 23 de febrero de 554 d.C., probablemente dirigido al episcopado occidental), condenó finalmente los Tres Capítulos. Lo hizo de manera independiente y sin mencionar el concilio1. Su oposición inicial no había sido por razones doctrinales, sino por la decencia y oportunidad de las medidas propuestas, la violencia imperial y el temor de dañar la autoridad del Concilio de Calcedonia1.
Decisiones y Cánones
El Concilio de Constantinopla II emitió catorce anatematismos que formalizaron la condena de los Tres Capítulos y reafirmaron la fe ortodoxa1. Estos anatematismos trataron sobre:
La unidad de la naturaleza divina y la Trinidad: El concilio confesó una única naturaleza o esencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, una Trinidad consustancial y una Divinidad adorada en tres subsistencias o Personas5. Esta reafirmación se basó en los principios establecidos por el Primer Concilio de Nicea (325 d.C.) y el Primer Concilio de Constantinopla (381 d.C.)6.
Cristología y la Condena de Teodoro de Mopsuestia: Se condenó a Teodoro de Mopsuestia y sus escritos debido a su cristología que parecía separar las dos naturalezas de Cristo, lo que se consideraba una raíz del nestorianismo. Teodoro negaba la encarnación del Verbo y rechazaba la expresión «Madre de Dios» (Theotokos)3.
Condena de Teodoreto de Ciro: Se condenaron los escritos de Teodoreto de Ciro que estaban en oposición a San Cirilo de Alejandría y al Concilio de Éfeso3.
Condena de Ibas de Edesa: Se condenó la carta de Ibas de Edesa a Maris, obispo de Hardaschir en Persia, que también se consideraba de tendencia nestoriana3.
Reafirmación de Concilios Anteriores: El concilio confirmó explícitamente los cuatro concilios ecuménicos anteriores: Nicea I, Constantinopla I, Éfeso y Calcedonia2. La autoridad de Calcedonia, en particular, había sido cuestionada por algunos herejes, y este concilio buscó fortalecerla1,2.
El concilio también condenó a Macedonio, adversario del Espíritu Santo, reafirmando la igualdad de sustancia entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo6. Se admitió la distinción de personas sin diferencia de sustancia, rechazando la confusión de personas sabelliana6.
Aunque los cánones originales del concilio en griego se han perdido, existe una antigua versión latina que fue utilizada por Pelagio I1. La cuestión de la condena del origenismo en este concilio ha sido debatida; sin embargo, es probable que Orígenes fuera condenado «de pasada» o que sus anatematismos fueran promulgados en un sínodo local previo presidido por Menas1,4,7.
Impacto y Recepción
Las decisiones del Concilio de Constantinopla II fueron ejecutadas con firmeza, aunque no lograron la reconciliación ardientemente esperada con los monofisitas1. En Occidente, a pesar del reconocimiento adicional por parte del Papa Pelagio I (555-560 d.C.), el Quinto Concilio Ecuménico adquirió gradualmente su carácter ecuménico en la opinión pública1. Las provincias eclesiásticas de Milán y Aquilea en el norte de Italia rompieron la comunión con la Sede Apostólica, y su resistencia duró hasta finales del siglo VI y alrededor del año 700, respectivamente1.
El Concilio de Constantinopla II fue fundamental para consolidar la doctrina cristológica de la Iglesia, al clarificar la relación entre las dos naturalezas de Cristo y condenar explícitamente las interpretaciones consideradas heréticas2. Aunque controvertido en su momento debido a las circunstancias de su convocatoria y la presión imperial sobre el Papa Vigilio, sus decisiones fueron finalmente aceptadas como parte del magisterio universal de la Iglesia.
Citas
Segundo Concilio de Constantinopla, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Segundo Concilio de Constantinopla. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24
Concilios Generales, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Concilios Generales. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.), indefinido. Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.) (553). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Eutiquio I, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Eutiquio I. ↩ ↩2 ↩3
Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.) - Los capítulos del concilio, Documento del Concilio. Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.), §Los Capítulos del Concilio. 1 (553). ↩
Ahora las recapitulaciones y reafirmaciones habituales de todos los concilios ecuménicos previos, Documento del Concilio. Cuarto Concilio de Constantinopla (869-870 d.C.), § Introducción (870). ↩ ↩2 ↩3
Menas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Menas. ↩