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Concilio de Constanza

Concilio de Constanza
Una escena de la reunión del Concilio de Constanza con el Maestro Jan Hus. Dominio público.

El Concilio de Constanza fue un concilio ecuménico, o en parte ecuménico, de la Iglesia Católica que se celebró en Constanza, ahora parte del Gran Ducado de Baden, entre el 5 de noviembre de 1414 y el 22 de abril de 1418. Este concilio, uno de los más significativos en la historia de la Iglesia, tuvo como objetivos principales la extinción del Gran Cisma de Occidente, la reforma del gobierno y la vida eclesiástica, y la represión de la herejía. A lo largo de sus cuarenta y cinco sesiones generales, el concilio logró reunificar la Iglesia bajo un solo pontífice y abordó importantes cuestiones doctrinales y disciplinarias que habían afectado a la cristiandad durante décadas.

Tabla de contenido

Antecedentes Históricos

La convocatoria del Concilio de Constanza fue una respuesta directa a la profunda crisis que la Iglesia Católica atravesaba a principios del siglo XV, principalmente debido al Gran Cisma de Occidente. Este cisma, que comenzó en 1378, resultó en la existencia de múltiples papas que reclamaban legitimidad, dividiendo a la cristiandad y socavando la autoridad papal1.

El Gran Cisma de Occidente (1378-1417)

El Gran Cisma de Occidente se inició con la elección de Urbano VI en Roma, seguida por la elección de Clemente VII en Aviñón por un grupo de cardenales disidentes. Esta situación creó dos líneas papales simultáneas, una en Roma y otra en Aviñón, cada una con sus propios partidarios entre los reinos europeos1. La confusión y el escándalo aumentaron aún más con el Concilio de Pisa en 1409. Este concilio, convocado con la intención de resolver el cisma, depuso a los papas reinantes (Gregorio XII de Roma y Benedicto XIII de Aviñón) y eligió a un nuevo pontífice, Alejandro V. Sin embargo, ni Gregorio XII ni Benedicto XIII reconocieron su deposición, lo que resultó en la existencia de tres papas simultáneamente1. Alejandro V falleció poco después, siendo sucedido por el cardenal Baldassare Cossa, quien tomó el nombre de Juan XXIII1.

El papel de Juan XXIII y el Emperador Segismundo

Juan XXIII, en obediencia a un decreto del Concilio de Pisa que ordenaba la celebración de un concilio general cada tres años, convocó una asamblea en Roma para abril de 1412. Este concilio tuvo poco éxito y fue prorrogado, convocándose nuevamente para principios de 1413. Su único decreto importante fue la condena de los escritos de John Wyclif1.

La inestabilidad política, particularmente la traición y violencia de Ladislao de Nápoles, hizo que Juan XXIII dependiera políticamente del recién elegido Emperador Segismundo. Segismundo, ansioso por un concilio general en territorio alemán, finalmente obtuvo la cooperación del papa, quien entonces se encontraba exiliado de Roma. Juan XXIII convocó el concilio desde Lodi el 9 de diciembre de 1413, fijando su inicio para el 1 de noviembre de 1414, en Constanza, una ciudad libre del imperio a orillas del lago Constanza1.

El Desarrollo del Concilio

El Concilio de Constanza fue inaugurado solemnemente el 5 de noviembre de 1414, en la catedral de Constanza, donde se llevaron a cabo todas las sesiones públicas1.

Primeras Sesiones y la Cuestión de los Tres Papas

La primera sesión pública tuvo lugar el 16 de noviembre bajo la presidencia de Juan XXIII. Inicialmente, el concilio se consideró una continuación del Concilio de Pisa, reconociendo a Juan XXIII como el único papa legítimo1. Sin embargo, pronto quedó claro que muchos miembros de la nueva asamblea favorecían la abdicación voluntaria de los tres papas para restaurar la unidad de la Iglesia1.

El Emperador Segismundo, presente desde la víspera de Navidad de 1414, ejerció una profunda y continua influencia en el concilio, actuando como protector imperial de la Iglesia y promoviendo la idea de la abdicación de los tres pontífices1. Los delegados franceses, liderados por figuras influyentes como Pierre d’Ailly (cardenal y obispo de Cambrai), Guillaume Fillastre (cardenal y obispo de San Marco) y Jean Charlier de Gerson (canciller de la Universidad de París), también impulsaron esta solución a la intolerable crisis1.

Los obispos italianos, quienes habían acompañado a Juan XXIII en gran número y defendían su legitimidad, pronto se vieron neutralizados por nuevos métodos de discusión y votación que permitían una representación más amplia de la cristiandad1. A finales de enero de 1415, representantes de Benedicto XIII aparecieron, aunque solo para proponer una reunión personal entre su papa y el emperador. Hacia finales de mes, Gregorio XII (Angelo Corrario) ofreció renunciar a través de sus representantes, con la condición de que los otros papas hicieran lo mismo1. La ejecución de este proyecto, que se convirtió en el objetivo principal del concilio, se retrasó considerablemente.

Asistencia al Concilio

Debido a su larga duración, la asistencia al concilio varió mucho. En su punto máximo, se registraron:

Se estima que estuvieron presentes unos 5.000 monjes y frailes, y un total de aproximadamente 18.000 eclesiásticos. El número de visitantes laicos se calculó entre 50.000 y 100.000 o más1.

Numerosos soberanos y príncipes europeos asistieron por invitación del emperador Segismundo, incluyendo a los electores Ludwig von der Pfalz y Rodolfo de Sajonia, los duques de Baviera, Austria, Sajonia, Schleswig, Mecklemburgo, Lorena y Teck, el margrave de Brandeburgo, así como embajadores de los reyes de Francia, Inglaterra, Escocia, Dinamarca, Polonia, Nápoles y los reinos españoles1. Hacia el final del concilio, el emperador griego Miguel VIII Paleólogo también estuvo presente (19 de febrero de 1418, con 19 obispos griegos)1.

El concilio, en algunos aspectos, se asemejó más a un congreso católico moderno que a un sínodo eclesiástico tradicional. La presencia de príncipes y nobles con sus torneos y espléndidos entretenimientos, los comerciantes con sus ricas mercancías, la multitud de viajeros y la presencia de juglares y charlatanes, convirtieron a Constanza en el centro de atención de toda Europa y del mundo griego en ese momento. No es de extrañar que, en una multitud tan diversa y heterogénea, surgieran desórdenes morales y un estilo de vida relajado1.

Los Tres Propósitos del Concilio

Los cuarenta y cinco sesiones generales del Concilio de Constanza se dedicaron a tres objetivos principales1:

1. La Extinción del Gran Cisma de Occidente

Este fue el objetivo más urgente y fundamental del concilio. Después de años de divisiones y la existencia de múltiples papas, la unidad de la Iglesia estaba gravemente comprometida. El concilio logró la deposición o abdicación de los tres papas contendientes:

Con los tres papas fuera de escena, el camino quedó despejado para la elección de un nuevo pontífice que pudiera restaurar la unidad. El 11 de noviembre de 1417, el concilio eligió a Oddone Colonna como el nuevo papa, quien tomó el nombre de Martín V. Su elección marcó el fin oficial del Gran Cisma de Occidente y la restauración de una única cabeza para la Iglesia Católica1.

2. La Reforma del Gobierno y la Vida Eclesiástica

El concilio también buscó abordar las deficiencias y abusos dentro de la Iglesia que se habían acumulado a lo largo del tiempo. Si bien la reforma eclesiástica fue un tema prominente en las discusiones, los resultados concretos fueron más limitados de lo esperado debido a las complejidades políticas y la necesidad de priorizar la unidad. Sin embargo, se emitieron decretos importantes, como:

3. La Represión de la Herejía

El concilio también se centró en la condena de las doctrinas consideradas heréticas, particularmente las de John Wyclif y Jan Hus.

John Wyclif

Los escritos de John Wyclif, teólogo inglés del siglo XIV, ya habían sido condenados en un concilio anterior1. Sus ideas, que incluían críticas a la riqueza del clero, la transubstanciación y la autoridad papal, fueron nuevamente condenadas por el Concilio de Constanza. El concilio ordenó que sus restos fueran exhumados y quemados, un símbolo de la vehemencia con la que la Iglesia rechazaba sus enseñanzas.

Jan Hus

Jan Hus, reformador bohemio influenciado por las ideas de Wyclif, fue una figura central en la agenda de herejía del concilio. Hus había sido invitado a Constanza bajo la promesa de un salvoconducto imperial de Segismundo, lo que garantizaba su seguridad durante su viaje y estancia. Sin embargo, una vez en Constanza, fue arrestado y sometido a juicio. El concilio argumentó que el salvoconducto no obligaba a la Iglesia a proteger a un hereje.

Hus se negó a retractarse de sus enseñanzas, que incluían críticas a la venta de indulgencias y la autoridad del papa, y la defensa de la comunión bajo ambas especies para los laicos. Fue condenado por herejía y, a pesar de las protestas de sus seguidores y el salvoconducto imperial, fue quemado en la hoguera el 6 de julio de 1415. Esta ejecución provocó indignación en Bohemia y desencadenó las Guerras Husitas, una serie de conflictos religiosos y políticos que durarían años.

Conclusiones y Legado del Concilio

El Concilio de Constanza fue un evento monumental que tuvo un impacto duradero en la historia de la Iglesia.

Éxitos y Limitaciones

El mayor éxito del concilio fue, sin duda, la restauración de la unidad papal después de casi cuarenta años de cisma. La elección de Martín V marcó el fin de una de las crisis más profundas que había enfrentado la Iglesia1. Sin embargo, en cuanto a la reforma eclesiástica, el concilio tuvo un éxito parcial. Aunque se emitieron importantes decretos, la reforma «en cabeza y miembros» prometida no se implementó por completo, y muchos de los problemas que aquejaban a la Iglesia persistieron, sentando las bases para futuras tensiones y movimientos reformistas. La condena de Jan Hus, por otro lado, demostró la determinación del concilio en la represión de lo que consideraba herejía, pero también generó consecuencias políticas y religiosas significativas.

Conciliarismo

El Concilio de Constanza también fue importante por sus afirmaciones de autoridad conciliar. El decreto Haec Sancta (1415) declaró que el concilio derivaba su poder directamente de Cristo y que incluso el papa estaba obligado a obedecerlo en materias de fe, la extinción del cisma y la reforma de la Iglesia. Este decreto representó el apogeo del conciliarismo, una teoría que sostenía la superioridad del concilio sobre el papa. Aunque Haec Sancta fue una medida extraordinaria adoptada en un momento de emergencia para resolver el cisma, la Iglesia más tarde reafirmaría la primacía papal, y el conciliarismo, tal como se expresó en Constanza, no se convertiría en la doctrina permanente de la Iglesia.

Legado

El Concilio de Constanza es recordado por su compleja interacción de política, religión y derecho canónico. Logró curar una herida profunda en el cuerpo de la Iglesia, pero también dejó preguntas sin resolver sobre la relación entre el poder papal y la autoridad conciliar, así como sobre la necesidad de una reforma interna. Su legado es un testimonio de la resiliencia de la Iglesia y de los desafíos inherentes a la gobernanza de una institución tan vasta y diversa.

Citas

  1. Concilio de Constanza, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Concilio de Constanza. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22