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Concilio de Nicea II

Concilio de Nicea II
VII Вселенский Собор. Миниатюра из Минологии Василия II. 976–1025 гг. (Vat. gr. 1613. Fol. 108) // Representación del Segundo Concilio de Nicea del Menologio de Basilio II. Dominio Público.

El Segundo Concilio de Nicea, celebrado en el año 787, fue el Séptimo Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica. Su propósito principal fue abordar la controversia iconoclasta, que había causado una profunda división en la Iglesia Oriental sobre la licitud de la veneración de las imágenes sagradas. El Concilio reafirmó la legitimidad de la veneración de los iconos, distinguiéndola de la adoración reservada solo a Dios, y estableció directrices disciplinares que influyeron significativamente en la legislación eclesiástica medieval.

Tabla de contenido

Contexto Histórico: La Crisis Iconoclasta

La iconoclasia, el movimiento que se oponía al uso y veneración de las imágenes religiosas, se convirtió en una grave crisis en la Iglesia bizantina a partir del siglo VIII1. Las razones de su surgimiento son complejas, posiblemente influenciadas por tácticas políticas contra el Islam, que carecía de iconos en su culto, y por una lenta asimilación de las implicaciones cristológicas de la encarnación de Dios invisible en la cultura bizantina1.

El emperador León III el Isaurio inició la primera fase de la iconoclasia alrededor del año 726, ordenando la eliminación y destrucción de la imagen de Cristo en la puerta de su palacio1. En respuesta a la excomunión impuesta por el Papa Gregorio III en 731, León III anexionó la provincia ilírica del Patriarcado Romano a Constantinopla1. Su hijo, Constantino V, convocó el Concilio iconoclasta de Hieria en 754, el cual exacerbó aún más la situación al condenar el uso de imágenes2,1.

La crisis alcanzó un punto de inflexión con la emperatriz Irene, una ferviente defensora del culto a las imágenes, quien asumió el trono imperial2. En 784, recibió peticiones de dos patriarcas para abordar la cuestión y notificó al Papa Adriano I en 7851. El Papa Adriano I accedió, con la condición de que los patriarcados de Antioquía, Alejandría y Jerusalén también consintieran1.

Convocación y Desarrollo del Concilio

Un intento inicial de celebrar un concilio en Constantinopla en agosto de 786 fue frustrado por la violencia de la soldadesca iconoclasta3,4. La emperatriz Irene disolvió esas tropas y las reemplazó con otras en las que confiaba plenamente3,4. Así, en mayo de 787, se convocó un nuevo concilio en Nicea de Bitinia3. Las cartas del Papa Adriano I a la emperatriz y al patriarca Tarasio confirmaron la aprobación de la Santa Sede para la convocatoria del Concilio3. El Papa incluso escribió a Carlomagno afirmando que el sínodo se había celebrado «según nuestras instrucciones»3.

El Concilio de Nicea II se desarrolló en ocho sesiones, desde el 24 de septiembre hasta el 23 de octubre de 7871,4. La emperatriz regente Irene y su hijo Constantino VI no asistieron en persona, pero estuvieron representados por altos funcionarios imperiales3. Los legados papales, el arcipreste Pedro y el abad Pedro, tuvieron un papel destacado, firmando los Actos en primer lugar y ocupando siempre la primera posición en la lista de miembros3,4. Sin embargo, fue el patriarca Tarasio de Constantinopla quien dirigió las sesiones3,1,4. Estuvieron presentes alrededor de 300 obispos o sus representantes3,1,4. Aunque los patriarcados de Alejandría, Antioquía y Jerusalén estaban bajo dominación musulmana, sus representantes, los monjes Juan y Tomás, estuvieron presentes, aunque no como vicarios directos de los patriarcas, sino en nombre de las sedes apostólicas de Oriente debido a la imposibilidad de que los patriarcas actuaran por sí mismos3,4.

Definiciones Dogmáticas y Cánones Disciplinares

Las primeras sesiones se dedicaron a la lectura de documentos oficiales y a la reconciliación de obispos iconoclastas que habían retractado sus errores3,4. En la segunda sesión, se leyeron las cartas del Papa Adriano I a la emperatriz y al Patriarca Tarasio, y Tarasio declaró su pleno acuerdo con la doctrina expuesta en ellas3.

La cuarta sesión estableció las razones por las cuales el uso de imágenes sagradas es lícito, citando pasajes del Antiguo Testamento sobre las imágenes en el Templo (Éxodo 25:18-22; Números 7:89; Ezequiel 41:18-19; Hebreos 9:5) y numerosas referencias de los Padres de la Iglesia4.

La doctrina del Concilio sobre las imágenes se definió en la sexta sesión, con la lectura del horos o decisión dogmática en la séptima sesión3,2,1. La definición declaró:

«Siguiendo el camino real, siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia Católica —porque reconocemos que esta tradición proviene del Espíritu Santo que habita en ella—, decretamos con plena precisión y cuidado que, al igual que la figura de la venerada y vivificante cruz, las imágenes venerables y santas, ya sean pintadas o hechas de mosaico o de otro material adecuado, deben ser expuestas en las santas Iglesias de Dios, en los instrumentos y vestiduras sagradas, en las paredes y paneles, en las casas y en los caminos públicos; estas son las imágenes de nuestro Señor, Dios y Salvador, Jesucristo, y de nuestra Señora inmaculada, la santa Madre de Dios, y de los venerados ángeles y de cualquiera de los santos hombres piadosos»2,5.

El Concilio enfatizó que la veneración de las imágenes no es la adoración (latría), que se reserva solo a la naturaleza divina, sino un tributo de salutación y veneración respetuosa2. Este honor se asemeja al que se da a la cruz, a los evangelios y a otros objetos sagrados. Además, se aclaró que el honor dado a una imagen se transfiere a su modelo, y quien venera la imagen, venera a la persona representada en ella2.

Además de las definiciones dogmáticas, el Concilio promulgó veintidós cánones disciplinares3,2,4. Entre los más destacados se encuentran:

Repercusiones y Legado

La última sesión del Concilio se celebró el 23 de octubre en el Palacio de Magnaura en Constantinopla, en presencia de la emperatriz y su hijo, culminando con discursos, firmas y aclamaciones3. Tarasio envió un informe a la Papa Adriano, quien aprobó los Actos4.

A pesar de las solemnes declaraciones del Concilio de Nicea II, el conflicto iconoclasta no terminó de inmediato2. En Occidente, Carlomagno negó el carácter ecuménico del Concilio en el Sínodo de Frankfurt en 794, basándose en una traducción defectuosa que interpretaba «adorar» en lugar de «reverenciar»2,1. En Oriente, el emperador León V (813-820) inauguró la segunda fase de la lucha iconoclasta y la persecución de los veneradores de iconos2,4.

No fue hasta marzo de 843 que un sínodo convocado por la emperatriz Teodora y el patriarca Metodio de Constantinopla reintrodujo definitivamente el culto a las imágenes2,1. En conmemoración de este evento, se instituyó la «Fiesta de la Ortodoxia», que aún se celebra en la Iglesia Oriental el primer domingo de Cuaresma2,1. Esta fiesta celebra el triunfo de la veneración de las imágenes y la confirmación definitiva de la cristología desarrollada en los primeros seis concilios ecuménicos, doctrina que subyace a la veneración de los iconos2.

El Concilio de Nicea II es un hito fundamental en la historia de la Iglesia, no solo por resolver la crisis iconoclasta, sino por establecer la teología de las imágenes sagradas que sigue siendo fundamental en la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas. Su afirmación de que la veneración de los iconos se dirige a la persona representada, y no a la materia de la imagen, ha tenido un impacto duradero en el arte y la espiritualidad cristiana.

Citas

  1. Nicea II, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Nicea II (2015). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  2. B3. El segundo concilio de Nicea, Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Iconografía y Liturgia, § 3 (2005). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  3. El segundo concilio de Nicea, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §El Segundo Concilio de Nicea. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22

  4. Iconoclasia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Iconoclasia. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18

  5. Concilio de Nicea II 787 - Ecuménico VII (contra los iconoclastas) - Definición de las imágenes sagradas y la tradición - Acción VII, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 600 (1854).