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Concilio de Vienne

El Concilio de Vienne, celebrado entre 1311 y 1312, fue el decimoquinto concilio ecuménico de la Iglesia Católica. Convocado por el Papa Clemente V, tuvo como objetivos principales abordar la cuestión de la Orden de los Caballeros Templarios, planificar la ayuda a Tierra Santa y llevar a cabo una reforma de la Iglesia y sus costumbres. El concilio se desarrolló en un contexto de intensa presión política por parte del rey francés Felipe IV, lo que influyó significativamente en sus decisiones, especialmente en la supresión de los Templarios. Sus decretos, aunque no todos promulgados de inmediato, se recopilaron posteriormente en las Clementinas, abordando temas como las disputas franciscanas, la pobreza, la administración eclesiástica y la fundación de cátedras de lenguas orientales.

Tabla de contenido

Convocatoria y Objetivos

El Papa Clemente V convocó el Concilio de Vienne mediante la bula Regnans in coelis el 12 de agosto de 1308, con la intención inicial de que se reuniera el 1 de octubre de 1310 en Vienne, Francia1. Los propósitos declarados eran: hacer provisiones respecto a la Orden de los Caballeros Templarios, tanto en lo que concierne a sus miembros individuales como a sus propiedades; tratar asuntos relacionados con la Fe Católica; organizar la ayuda para Tierra Santa; y mejorar la Iglesia y el clero1. La bula fue enviada a los reyes cristianos y a los arzobispos de las provincias eclesiásticas, quienes debían asistir en persona o designar procuradores1. También se solicitó a obispos y prelados que presentaran por escrito propuestas para la reforma de la vida eclesiástica1.

Debido a los juicios de los Templarios en varios países y al proceso contra Bonifacio VIII, solicitado por el rey francés Felipe el Hermoso, la apertura del concilio se pospuso hasta el 1 de octubre de 1311 mediante la bula Alma mater1. Finalmente, el Papa Clemente V llegó a Vienne en septiembre y la primera sesión formal del concilio se celebró el 16 de octubre de 1311 en la catedral1. En su discurso de apertura, el Papa reiteró los tres puntos principales de la agenda: el asunto de los Templarios, la asistencia a Tierra Santa y la reforma del clero y las costumbres1.

Desarrollo del Concilio y Presión Política

El Concilio de Vienne se desarrolló bajo una considerable presión política, especialmente del rey Felipe IV de Francia2. El Papa Clemente V, quien residía en Francia (iniciando el período conocido como el Cautiverio de Aviñón), estaba fuertemente influenciado por el monarca francés, quien incluso había ocupado Lyon por la fuerza en 1310, aunque Vienne no pertenecía a su reino2. Este contexto limitó la autoridad y la libertad del concilio2.

Los trabajos conciliares no se llevaron a cabo en asambleas plenarias, sino a través de un consistorio de cardenales con el Papa y un comité elegido por los padres conciliares, que actuó en representación de todo el concilio2. Las decisiones y bulas fueron posteriormente confirmadas y promulgadas en las sesiones segunda y tercera2.

El Caso de los Templarios

El tema de los Caballeros Templarios fue una de las principales preocupaciones del concilio1. Se designó una comisión para examinar los registros oficiales de la orden, la cual incluía representantes de diversas clases y países1. Un comité más pequeño de arzobispos y obispos, presidido por el Arzobispo de Aquilea, se encargó de examinar exhaustivamente estos documentos1.

La mayoría de los cardenales y casi todos los miembros de la comisión opinaron que la Orden del Temple debía tener derecho a defenderse, y que las pruebas reunidas hasta el momento no eran suficientes para condenar a la orden por herejía sin forzar la ley1. Esta votación ocurrió a principios de diciembre de 13111. Sin embargo, la insistencia del rey francés Felipe IV colocó al Papa en una situación difícil1.

En febrero de 1312, Felipe IV se presentó en Vienne con una gran comitiva, exigiendo la supresión de los Templarios1,2. El Papa Clemente V optó por suprimir la Orden no por un método legal (de jure), sino por razones de provisión y ordenación apostólica, es decir, por preocupación por la Iglesia1. Esta decisión fue anunciada el 22 de marzo de 1312 en una asamblea de cardenales1.

La segunda sesión formal del concilio se celebró el 3 de abril de 1312, con la presencia del rey francés y sus tres hijos, donde se promulgó la bula de supresión Vox in excelso1,2. Las propiedades de los Templarios fueron confiadas a otras personas mediante las bulas Ad providam del 2 de mayo y Nuper in concilio del 16 de mayo1,2. El destino de los propios Templarios fue resuelto por la bula Considerantes del 6 de mayo2. Durante esta misma sesión, se declaró que Bonifacio VIII había sido un Papa legítimo y se le absolvió de las acusaciones, aunque se renovó un decreto anterior que absolvía al Rey de Francia de toda responsabilidad por sus acciones contra Bonifacio y la Iglesia1.

La Cuestión de Tierra Santa

El concilio también abordó la cuestión de la ayuda a Tierra Santa1. En la tercera sesión formal, el 6 de mayo de 1312, se leyó una carta del rey de Francia en la que prometía tomar la cruz junto con sus hijos y numerosos nobles, para iniciar una Cruzada en un plazo de seis años1. Si fallecía antes, su hijo mayor asumiría la expedición1.

En consecuencia, se decidió imponer un diezmo eclesiástico durante seis años en toda la Cristiandad para este propósito1. Sin embargo, a pesar de los acuerdos de reyes y príncipes sobre la necesidad de una Cruzada, esta nunca se llevó a cabo, y los ingresos del diezmo en Francia fueron entregados al rey para su guerra contra Flandes1.

Reforma de la Iglesia y las Costumbres

Antes del concilio, se había instruido a los obispos que presentaran sugerencias escritas para la reforma de la Iglesia1. Estas propuestas, junto con las quejas y opiniones de prelados y nobles seculares, fueron sistemáticamente organizadas y tratadas1. Aunque no se conocen con certeza todos los decretos resultantes de estas discusiones, se sabe que se proclamaron varias disposiciones1.

Estos decretos fueron emitidos posteriormente, el 25 de octubre de 1317, por el Papa Juan XXII, junto con otros decretos de Clemente V que este último no pudo promulgar antes de su muerte1. Juan XXII los publicó como la colección de leyes eclesiásticas conocida como las Clementinas, parte del Corpus Juris Canonici1.

Los decretos aprobados en el concilio y encontrados en esta colección se refieren a diversas materias, incluyendo1:

El concilio concluyó con la tercera sesión formal el 6 de mayo de 13121.

Conclusión

El Concilio de Vienne fue un evento crucial en la historia de la Iglesia, marcado por la complejidad de sus objetivos y la influencia de las fuerzas políticas de la época1,2. La supresión de los Templarios, aunque controversial y realizada bajo presión, fue una de sus decisiones más significativas1,2. Si bien los planes para una nueva Cruzada no se materializaron, las reformas eclesiásticas propuestas contribuyeron a la disciplina de la Iglesia y sentaron precedentes para futuras legislaciones canónicas a través de la publicación de las Clementinas1. El concilio refleja un período de transición y desafíos para el Papado, lidiando con el poder creciente de los monarcas seculares y la necesidad de renovación interna.

Citas

  1. Concilio de Vienne (1311-12), The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Concilio de Vienne (1311-12). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34

  2. Introducción, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), § Introducción (1312). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11