Concilio Vaticano I

El Concilio Vaticano I, el vigésimo concilio ecuménico de la Iglesia Católica, se celebró en Roma entre 1869 y 1870. Es recordado principalmente por sus definiciones dogmáticas sobre la primacía e infalibilidad papal. Aunque inicialmente se pretendía abordar una amplia gama de temas, su interrupción abrupta debido a la guerra franco-prusiana y la unificación italiana limitó sus promulgaciones a dos constituciones dogmáticas clave: Dei Filius, que trató la relación entre la fe y la razón, y Pastor Aeternus, que definió la autoridad y la infalibilidad del Romano Pontífice. Este concilio representó un momento crucial en la historia de la Iglesia, reafirmando la autoridad papal en un contexto de desafíos seculares y consolidando la teología de la Escuela Romana.
Tabla de contenido
Historia y Contexto
Convocatoria
La idea de convocar un concilio general fue anunciada por el Papa Pío IX el 6 de diciembre de 1864, poco antes de la publicación del Syllabus Errorum1. Pío IX encargó a los cardenales residentes en Roma que expresaran por escrito sus opiniones sobre la oportunidad de un concilio y los temas que deberían tratarse1. De los veintiún informes recibidos, la mayoría afirmó la necesidad de tal asamblea, aunque algunos dudaron de la idoneidad del momento1. En marzo de 1865, el Papa nombró una comisión de cinco cardenales, conocida como la «Congregazione speziale direttrice per gli affari del futuro concilio generale» o comisión preparatoria central, para discutir las cuestiones preliminares1. Esta comisión, con miembros adicionales y consultores, celebró numerosas reuniones entre marzo de 1865 y diciembre de 1869, y solicitó sugerencias a obispos de diversos países bajo promesa de silencio1.
El concilio se inauguró oficialmente el 8 de diciembre de 1869, trescientos años después del Concilio de Trento1.
Desarrollo
El plan inicial del Concilio Vaticano I era abordar una amplia variedad de temas, incluyendo asuntos directamente relevantes para las Iglesias Orientales en comunión con Roma y la labor misionera2,3. Se habían preparado numerosos esquemas (borradores de documentos), incluyendo tres constituciones dogmáticas, veintiocho constituciones disciplinarias y jurídicas, dieciocho sobre la vida religiosa, una sobre ritos orientales y otra sobre misiones3. Sin embargo, el estallido de la guerra franco-prusiana y el cerco de Roma por el ejército del Risorgimento italiano provocaron la interrupción abrupta del concilio2,3. Como resultado, solo se llegaron a promulgar una profesión de fe y dos decretos2.
La Escuela Romana de teología tuvo una influencia decisiva en los decretos del Concilio Vaticano I4. La Comisión Teológica Preparatoria del concilio, establecida en 1867, estuvo dominada por miembros de la Escuela Romana y sus antiguos alumnos, quienes produjeron y redactaron los schemata que sirvieron de base para los documentos finales4. Figuras como Perrone, Franzelin, Schrader, Kleutgen y Hettinger jugaron roles importantes en este proceso4.
Principales Actas y Doctrinas
El Concilio Vaticano I promulgó dos constituciones dogmáticas fundamentales: Dei Filius y Pastor Aeternus2,3.
Dei Filius: Constitución Dogmática sobre la Fe Católica
Aprobada por unanimidad en la tercera sesión pública el 24 de abril de 1870, la constitución Dei Filius abordó la relación entre la fe y la razón2,1. El decreto enfatiza la unidad de la verdad que subyace tanto a la fe como a la razón, rechazando cualquier dicotomía entre ellas2. Esta perspectiva, que ve la verdad bajo diferentes facetas sin divisiones, puede considerarse más cercana a la mentalidad de Asia que a la del Occidente, donde la distinción o separación entre fe y razón a menudo se atribuye a la escolástica medieval y la Ilustración del siglo XVIII2.
El borrador original de Dei Filius fue redactado por Franzelin y posteriormente revisado por Kleutgen, ambos figuras de la Escuela Romana, lo que subraya la influencia de esta escuela en la formulación de la doctrina4.
Pastor Aeternus: Constitución Dogmática sobre la Iglesia de Cristo y la Infalibilidad Papal
La constitución Pastor Aeternus es el decreto más conocido del Concilio Vaticano I y se centró en el papado, culminando con la definición de la infalibilidad papal2. Originalmente, Pastor Aeternus estaba destinada a ser un tratado completo sobre la Iglesia, pero la interrupción del concilio significó que solo se abordara el tema del papado2,5.
La cuestión de la infalibilidad papal no estaba en los borradores iniciales de la comisión preparatoria, pero el creciente debate externo al concilio llevó a que varios grupos de miembros impulsaran su discusión1. Las peticiones para la definición recibieron más de quinientas firmas, mientras que las de la minoría opositora obtuvieron 1361. Finalmente, Pío IX apoyó la definición1.
El concilio enseñó que el Papa recibe su autoridad directamente de Cristo en virtud de su promesa a Pedro6. Esta autoridad, cuando se ejerce ex cathedra para la definición de fe y moral, es también infalible6. La certeza de la revelación misma requiere la infalibilidad de sus salvaguardas e instrumentos6. Además, el Papa ejerce esta autoridad por el poder de su oficio, no por el consentimiento de la Iglesia6.
Esta enseñanza fue influenciada por las circunstancias de los siglos XVIII y XIX en Europa occidental, donde el resurgimiento del conciliarismo (como el galicanismo y el febronianismo) y la tendencia de los estados a subordinar la Iglesia amenazaban la unidad e independencia de la misma5. La definición de la primacía y jurisdicción universal del Papa fue una respuesta a esta percepción de amenaza5.
Impacto y Legado
El Concilio Vaticano I tuvo un impacto duradero en la Iglesia Católica, especialmente en la consolidación de la autoridad papal. La definición de la infalibilidad y la primacía papal reforzó la figura del Romano Pontífice y su rol central en la Iglesia.
Efectos en la Iglesia
La doctrina de Pastor Aeternus dejó una eclesiología desequilibrada, ya que la enseñanza sobre el papado no fue complementada por una enseñanza sobre el episcopado ni contextualizada por una enseñanza más amplia sobre la Iglesia, como se pretendía originalmente con un segundo documento llamado Tametsi Deus5. Este desequilibrio sería posteriormente abordado por el Concilio Vaticano II.
La profesión de fe adoptada, el Credo Niceno-Constantinopolitano del 381 d.C. (con la adición de la cláusula Filioque), muestra la intención del concilio de situarse firmemente dentro de las tradiciones orientales de la Iglesia, dado que este credo fue producido principalmente por las Iglesias de Oriente2.
Críticas y Controversias
La definición de la infalibilidad papal generó considerable tensión, especialmente entre católicos romanos y ortodoxos5. La ausencia de otras Iglesias (ortodoxas, protestantes, etc.) no en plena comunión con Roma en el concilio llevó a que estas no lo reconocieran como ecuménico, sino como un concilio general de la Iglesia Católica Romana2.
Citas
The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, Vatican Council. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Farrugia, Edward G. Encyclopedic Dictionary of the Christian East, Vatican I. 2015. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Washburn, Christian D. The Second Vatican Council and the Theological Authority of Sacrosanctum Concilium as a Constitution, page 4. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Shea, C. Michael. Ressourcement in the Age of Migne: The Jesuit Theologians of the Collegio Romano and the Shape of Modern Catholic Thought, page 30. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Dicastery for Promoting Christian Unity. Synodality and Primacy in the Second Millennium and Today, 3.5. 2023. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Shea, C. Michael. Ressourcement in the Age of Migne: The Jesuit Theologians of the Collegio Romano and the Shape of Modern Catholic Thought, page 32. ↩ ↩2 ↩3 ↩4