Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Conflictos morales

Conflictos morales
Diagrama que muestra el Problema del Tranvía. Este diagrama SVG incluye elementos de este icono: Original: McGeddon Vector: Zapyon, CC BY-SA 4.0 📄

En la teología moral católica, los conflictos morales surgen cuando un individuo se enfrenta a una situación en la que percibe que dos o más principios morales aplicables parecen estar en oposición, dificultando la determinación de un curso de acción correcto. Este artículo explorará la comprensión católica de los conflictos morales, diferenciándolos de los actos intrínsecamente malos y examinando el papel de la conciencia, la ley moral y el Magisterio de la Iglesia en su resolución. Se abordarán las perspectivas históricas, las metodologías contemporáneas y la importancia de la virtud de la prudencia en la navegación de estas complejidades.

Tabla de contenido

La Naturaleza del Conflicto Moral

Un conflicto moral no implica una contradicción en la ley divina misma, sino más bien una dificultad en su aplicación por parte de la persona en una situación concreta. La ley moral, obra de la sabiduría divina, instruye al hombre sobre el camino hacia la bienaventuranza y proscribe el mal1. Jesucristo es la plenitud de esta ley y el camino hacia la perfección2. Sin embargo, la interacción de múltiples principios y circunstancias en la acción humana puede generar dilemas.

Es crucial distinguir un conflicto moral de un acto intrínsecamente malo. La enseñanza católica sostiene que hay acciones que son siempre malas, independientemente de la intención o las circunstancias, como la tortura3,4. Elegir voluntaria y conscientemente algo gravemente desordenado conlleva la pérdida de la orientación fundamental de la persona hacia Dios, no por un castigo arbitrario, sino porque tales actos dañan profundamente a quienes los eligen4. La ley moral, especialmente en sus preceptos negativos (prohibiciones), se aplica siempre y sin excepción5.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC) presenta una síntesis orgánica de la doctrina católica, tanto en fe como en moral, y se basa en las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia, la liturgia y el Magisterio6. La moral cristiana se expone a menudo siguiendo el orden de los Diez Mandamientos, que establecen principios de vida moral válidos para todos7,8,9.

El Papel de la Conciencia

La conciencia es un juicio de la razón por el cual la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que va a realizar, que está realizando o que ha realizado. La moral católica enfatiza que la conciencia debe estar bien formada e informada por la ley divina y la enseñanza de la Iglesia.

Conciencia Bien Formada

Una conciencia bien formada no es una fuente autónoma de reclamos morales válidos, sino una testigo de la verdad moral10. Debe discernir y juzgar si un acto es bueno o malo, no crear la moralidad. El Magisterio de la Iglesia, como voz externa de Cristo, interpreta y proclama auténticamente los principios morales, mientras que la conciencia católica es la voz interna de Cristo que juzga si un acto debe hacerse o evitarse4. Ambas derivan su dignidad de no ser las autoras últimas de la ley de la que hablan4.

La Conciencia y las Normas Universales

Existe un debate sobre hasta qué punto la autoridad del Magisterio se extiende a cuestiones de ley natural y normas concretas de conducta moral5. Algunos enfoques, como el proporcionalismo, buscan justificar juicios individuales y experienciales que rechazan las normas propuestas por el Papa, priorizando la conciencia individual en la concreción de la situación11. Sin embargo, la enseñanza tradicional afirma la existencia de normas concretas y actos intrínsecamente malos3.

Incluso si subjetivamente la conciencia de una persona permite una acción, puede haber una ley superior que debe seguirse por el bien común, especialmente cuando la acción podría ser un tropiezo para otros12.

El Magisterio de la Iglesia y la Ley Moral

El Magisterio de los pastores de la Iglesia ejerce ordinariamente su autoridad en materia moral a través de la catequesis y la predicación, con la ayuda de teólogos y autores espirituales7,8. De generación en generación, bajo la égida y vigilancia de los pastores, se ha transmitido el «depósito» de la enseñanza moral cristiana7. Los fieles tienen el derecho de ser instruidos en los preceptos divinos salvíficos que purifican el juicio y sanan la razón humana con la gracia13. Tienen el deber de observar las constituciones y decretos transmitidos por la legítima autoridad de la Iglesia13.

La Unidad de la Ley Moral

La ley de Dios es una y abarca el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia y las relaciones sociales14. La creencia de que no existen verdades indiscutibles para guiar nuestras vidas y que la libertad humana es ilimitada conduce a la noción de que el hombre no es solo una libertad que crea para sí mismo, sino también naturaleza14. Esta cultura del relativismo puede llevar a la explotación de otros y a la justificación de acciones moralmente reprobables, ya que las leyes se ven como imposiciones arbitrarias cuando la cultura está corrupta y no se defienden la verdad objetiva y los principios universalmente válidos15.

Normas Morales y Circunstancias

Las circunstancias, aunque extrínsecas a la sustancia de un acto, lo afectan de maneras importantes16. Generalmente, influyen en el grado de gravedad y atenúan o aumentan la culpa16. Sin embargo, las circunstancias también pueden cambiar la naturaleza misma del acto moral si implican algo tan contrario a la razón que se convierten en una característica esencial16. A pesar de esto, la Iglesia, como guardiana de la palabra de Dios, extrae principios religiosos y morales de ella, pero no siempre tiene una respuesta lista para preguntas particulares, buscando combinar la luz de la revelación con experiencias universales para iluminar la dirección que la humanidad ha tomado16.

La Virtud de la Prudencia

La prudencia es la virtud cardinal que permite discernir el verdadero bien en cada circunstancia y elegir los medios correctos para alcanzarlo. Es esencial para resolver conflictos morales porque integra la consideración de principios universales con la particularidad de la situación concreta. Une lo universal y lo concreto en la acción5.

La moral católica, especialmente en la tradición tomista, valora la prudencia aristotélica y la distinción entre el conocimiento formal y material de las normas morales16. Sin embargo, algunos enfoques moralistas contemporáneos han descuidado estas distinciones, lo que lleva a un recurso, a veces problemático, al principio del doble efecto en situaciones complejas como la guerra justa16.

Enfoques Revisionistas y Tradicionales

Desde el Concilio Vaticano II y la encíclica Humanae Vitae, han surgido debates sobre metodologías morales11. Algunos enfoques revisionistas, como el proporcionalismo moderno, buscan justificar juicios individuales basados en la conciencia y la experiencia, sopesando bienes y males «premolares» en el acto humano considerado en su totalidad11,3. Esta tendencia muestra un interés particular en Santo Tomás de Aquino, que proporciona apoyo a la perspectiva teleológica y a la idea de que las leyes son válidas ut in pluribus (en la mayoría de los casos)3. También son sensibles a cómo se presentan los principios morales cristianos al mundo no creyente y a los datos de las ciencias sociales3.

En contraste, la escuela de pensamiento tradicional defiende la autoridad del Magisterio en cuestiones morales concretas y argumenta por la existencia de actos intrínsecamente malos3,5. Critican la excesiva separación entre las distinciones de normas y bienes, donde el juicio concreto se establece mirando todas las circunstancias desde una perspectiva teleológica y consecuencialista, lo que puede dificultar el establecimiento de normas3.

Conclusión

Los conflictos morales en la teología moral católica son desafíos complejos que requieren una profunda reflexión y discernimiento. No son indicativos de una falla en la ley divina, sino de la dificultad humana para aplicarla en la intrincada realidad de la vida. La resolución de estos conflictos depende de una conciencia bien formada, iluminada por el Magisterio de la Iglesia y anclada en la ley moral objetiva. La virtud de la prudencia es fundamental para integrar los principios universales con las circunstancias particulares, permitiendo a los fieles discernir el verdadero bien y actuar en conformidad con la voluntad de Dios. Al adherirse a la verdad objetiva y a los principios universalmente válidos, la Iglesia ofrece una guía sólida para navegar los desafíos morales, evitando el relativismo y el «uso y descarte» que socavan la dignidad humana y el orden de la creación15.

Citas

  1. Artículo 1: La ley moral, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1950 (1992).

  2. Artículo 1: La ley moral, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1953 (1992).

  3. Servais Pinckaers. Un simposio inadvertido sobre la teoría moral, § 9. 2 3 4 5 6 7

  4. El sentido utópico de «ideal», Christian Stephens. ¿Católico o utópico? Dos visiones irreconciliables sobre los «ideales» morales en Veritatis Splendor, § 5. 2 3 4

  5. El papel del magisterio en la doctrina moral, Servais Pinckaers. Un simposio inadvertido sobre la teoría moral, § 14. 2 3 4

  6. III. El fin y los destinatarios del catecismo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 11 (1992).

  7. I. La vida moral y el magisterio de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2033 (1992). 2 3

  8. En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2049 (1992). 2

  9. Segunda sección: Los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2065 (1992).

  10. Thomas Berg. ¿Fuente auto-originante de válidas pretensiones morales o testigo de la verdad moral? Relatos revisionistas contemporáneos de la conciencia—Una exploración y respuesta, § 37.

  11. John Grabowski. Catequesis y Teología Moral: Hacia una comprensión renovada de la experiencia cristiana, § 12. 2 3

  12. Conclusión, Sebastian Walshe, O.Praem. La formación y el ejercicio de la conciencia en asuntos privados y públicos, § 34.

  13. I. La vida moral y el magisterio de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2037 (1992). 2

  14. Nada en este mundo nos resulta indiferente, Papa Francisco. Laudato Si, § 6. 2

  15. Capítulo tercero - III. La crisis y los efectos del antropocentrismo moderno - El relativismo práctico, Papa Francisco. Laudato Si, § 123. 2

  16. John R. Bowlin, Edward T. Oakes. Simposio bibliográfico: Introducción a la Teología Moral, § 26. 2 3 4 5 6