Conquista de Jericó

La Conquista de Jericó es uno de los episodios más emblemáticos del Antiguo Testamento y constituye una fuente permanente de reflexión teológica, litúrgica y catequética en la tradición católica. El relato, situado en el libro de Josué, muestra cómo la fe y la obediencia al Señor permiten derribar las murallas de la «ciudad de los muros», anunciando la entrada del pueblo de Israel en la Tierra Prometida. A lo largo de los siglos, este suceso ha sido interpretado como símbolo de la victoria de la fe sobre la fuerza humana, como tipo de la Iglesia que, guiada por la Arca de la Alianza (presencia de Dios), conquista los «muros» del pecado y de la incredulidad. El presente artículo examina el contexto histórico, el desarrollo de la conquista, su interpretación teológica, su legado litúrgico y cultural, y su aplicación en la vida cristiana actual.
Tabla de contenido
Contexto histórico
El éxodo y la preparación para la Tierra Prometida
Después de la liberación de la esclavitud en Egipto, los israelitas, bajo la guía de Moisés, cruzaron el desierto durante cuarenta años. Al arribar al Jordán, Dios ordenó a Josué que cruzara el río y condujera al pueblo a la posesión de Canaán, cumpliendo la promesa hecha a los patriarcas1.
Jericó: una ciudad estratégica y simbólica
Jericó, situada a orillas del Jordán, era una fortaleza con gruesas murallas de piedra y barro que representaba la primera barrera física y espiritual que los israelitas debían superar. Su conquista anunciaba la soberanía divina sobre la tierra prometida y la eliminación de los obstáculos que impiden la fe.
Desarrollo de la conquista
La orden divina y el plan de Josué
Dios instruyó a Josué a rodear la ciudad una vez al día durante seis días, con siete sacerdotes portando siete cuernos de carnero delante del Arca de la Alianza, y al séptimo día dar siete vueltas mientras se tocaban las trompetas. Al sonido final, el pueblo debía alzar un gran clamor, y las murallas caerían como espuma1.
El papel de los sacerdotes y del arca
Los sacerdotes, portadores del arca, simbolizaban la presencia real de Dios entre el pueblo. Su función era marcar el ritmo de la oración y la acción, demostrando que la victoria dependía de la alianza con el Señor y no exclusivamente de la fuerza militar1.
El derribo de las murallas
Al sonar la última trompeta, los israelitas gritaron con gran júbilo y las murallas se derrumbaron. El relato subraya que la caída ocurrió sin un asalto convencional, sino como resultado de la obediencia y la fe colectiva1.
La toma de la ciudad y la «destrucción»
Tras la caída, el pueblo tomó la ciudad y la dedicó al ban (destrucción total), salvo la vida de Rahab y su familia, quienes habían protegido a los espías israelitas. Este acto refleja la justicia divina y la misericordia concedida a los que colaboran con la salvación del pueblo de Dios1.
Interpretación teológica
La fe como arma principal
El episodio muestra que la fe supera a la potencia terrenal. La obediencia a la palabra de Dios y la confianza en su promesa producen resultados sobrenaturales, una enseñanza que la Iglesia católica enfatiza como llamado a confiar plenamente en la providencia divina2.
El arca como centro de la victoria
La presencia del Arca de la Alianza indica que la verdadera victoria se logra cuando el pueblo se alinea con la voluntad de Dios. En la liturgia católica, la Eucaristía es el nuevo arca que reúne a la comunidad alrededor del Señor1.
Tipología cristiana
San Jerónimo, citando a los Padres, interpreta la caída de Jericó como una prefiguración de la victoria del Evangelio sobre el mundo, donde los cuernos de los sacerdotes simbolizan los instrumentos de la predicación cristiana que derriban los «muros» del pecado3.
Justicia divina y moralidad
Según la Comisión Bíblica Pontifícia, el relato muestra la justicia de Dios al castigar a los pueblos que practican atrocidades y al proteger a los inocentes que colaboran con su plan. Josué actúa como «siervo del Señor», atribuyendo cada victoria a la potencia suprahumana de Dios4.
Legado litúrgico y devocional
Presencia en la liturgia pascual
Durante el tiempo de Pascua, la Iglesia recuerda la liberación del pueblo de Israel y la entrada a la Tierra Prometida, resaltando la importancia de la oración y la obediencia como pilares de la vida cristiana1.
Oraciones y himnos
El clamor de los israelitas ha inspirado himnos de alabanza que invocan la intervención divina en momentos de dificultad. La tradición católica conserva oraciones que recuerdan la caída de las murallas como símbolo de la victoria de la fe.
Arte y cultura
Pinturas renacentistas, esculturas y obras contemporáneas representan la caída de Jericó como metáfora de la victoria espiritual, reforzando la imagen de que la fe puede derribar los más sólidos obstáculos.
Uso catequético
Enseñanza de la obediencia activa
Los catequistas utilizan la historia para ilustrar que la obediencia a Dios no es mera formalidad, sino una participación activa en su plan de salvación. Se enfatiza que la fe debe traducirse en acción concreta, tal como los israelitas marcharon alrededor de la ciudad1.
Formación de la conciencia moral
El «ban» de Jericó sirve para enseñar la diferencia entre justicia divina y violencia humana indiscriminada, mostrando que la destrucción está reservada a la maldad extrema y siempre acompañada de misericordia para los que se arrepienten.
Aplicación a la vida cristiana contemporánea
La fe frente a los «muros» modernos
En la actualidad, los «muros» pueden ser tentaciones, injusticias sociales o crisis personales. La Conquista de Jericó invita a los fieles a confiar en la providencia divina, a orar con perseverancia y a actuar con obediencia a la Palabra de Dios.
Herramientas espirituales
San Ambrosio recuerda que la Iglesia vence al enemigo no con armas terrenales, sino con la fe y la oración, que son «armas poderosas» para destruir fortalezas espirituales5. Esta visión complementa la imagen de los cuernos de los sacerdotes como instrumentos de la victoria divina.
Conclusión
La Conquista de Jericó trasciende su contexto histórico para convertirse en un símbolo perenne de la fe activa, la obediencia y la intervención divina. A través del relato bíblico, la tradición católica muestra que la verdadera victoria se alcanza cuando el pueblo se alinea con la voluntad de Dios, confiando en su promesa y participando en su plan de salvación. Este episodio sigue inspirando la liturgia, la catequesis y la vida espiritual de los cristianos, recordándonos que, como los israelitas, podemos derribar los muros que nos separan del Reino de Dios mediante la fe, la oración y la entrega total al Señor.
Citas
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Josué 6. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 29 de agosto de 2001, § 2 (2001). ↩
Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Contra Joviniano, §Libro I - 21 (393). ↩
Tercera parte la interpretación de la palabra de Dios y sus desafíos, Comisión Bíblica Pontificia. La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura, § 127 (2014). ↩
Ambrosio de Milán. Sobre las viudas, §Capítulo 8. 49 (397). ↩
