Consejos Evangélicos
Los Consejos Evangélicos, también conocidos como consejos de perfección, son las tres prácticas de la castidad consagrada, la pobreza y la obediencia, que Jesucristo propuso en el Evangelio a quienes desean seguirle más de cerca. Constituyen un camino de vida que busca la perfección de la caridad y son la base de la vida religiosa en la Iglesia Católica. Si bien la observancia de los mandamientos es necesaria para la salvación, los consejos evangélicos son una invitación a una entrega total y radical a Dios, sirviendo como un medio extraordinario para alcanzar la santidad cristiana. La Iglesia enseña que la búsqueda de la santidad, alimentada principalmente por la Eucaristía, es la fuente primordial del necesario renovamiento evangélico1.
Tabla de contenido
Naturaleza y Fundamento de los Consejos Evangélicos
La Iglesia Católica ve la vida cristiana como una vocación a la santidad, y los consejos evangélicos son el camino privilegiado para alcanzarla2. La enseñanza de la Iglesia, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, subraya que la tarea de la evangelización depende de la santidad de vida3,4.
La Llamada a la Perfección
La vocación a la santidad es universal para todos los miembros del Pueblo de Dios2, pero los consejos evangélicos representan una forma específica y profunda de vivir la fidelidad a Jesús4.
Fundamento Bíblico: Los consejos se derivan de las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo en los Evangelios. Por ejemplo, la invitación a la pobreza se encuentra en el llamado al joven rico: «Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme» (Mateo 19:21). La castidad consagrada se apoya en el pasaje sobre los que se hacen eunucos por el Reino de los Cielos (Mateo 19:12), y la obediencia en la propia vida de Cristo, quien fue obediente hasta la muerte5.
Camino de Santidad: La santidad de vida es esencial para la evangelización, ya que el Evangelio debe ser proclamado por el testimonio de una vida cristiana vivida en fidelidad al Señor Jesús3. El Papa Pablo VI, en su tratado sobre la evangelización, insistió en que la evangelización efectiva depende de la santidad de vida3,4. El mundo espera de los evangelizadores la sencillez de vida, el espíritu de oración, la caridad hacia todos, especialmente hacia los más humildes y los pobres, la obediencia, la humildad, el desprendimiento y el sacrificio4. Sin esta marca de santidad, la palabra cristiana corre el riesgo de ser vana y estéril4.
La Vida Consagrada y la Iglesia
Los consejos evangélicos se viven de manera especial en la vida consagrada, donde los fieles, a través de votos o promesas, se comprometen a observarlos. Estos votos son un medio para superar la dicotomía entre el Evangelio y la vida del cristiano, inaugurando una «nueva manera de ser, de vivir juntos, que el Evangelio inaugura»2.
El compromiso con los consejos evangélicos es una respuesta a la llamada a la conversión radical, un profundo cambio de mente y corazón, que el Evangelio llama metanoia5.
Los Tres Consejos Evangélicos
Los tres consejos—castidad, pobreza y obediencia—son los pilares de la vida de perfección en la Iglesia.
1. Castidad Consagrada
La castidad, en el contexto de los consejos evangélicos, es la renuncia al matrimonio y a las relaciones conyugales por el Reino de los Cielos.
Significado Teológico: Este voto libera el corazón del cristiano para un amor indiviso a Dios y al prójimo. Simboliza la entrega total a Cristo, haciendo del consagrado un signo vivo de la realidad escatológica, es decir, de la vida futura en la que no habrá matrimonio6.
Testimonio de Espera: La evangelización incluye la proclamación de un más allá, la llamada profunda y definitiva del hombre, que se cumplirá solo en la eternidad, más allá del tiempo y de la historia6. La castidad consagrada es un poderoso testimonio de esta esperanza en las promesas de Dios6.
2. Pobreza
El consejo evangélico de la pobreza implica una dependencia total de Dios y un desprendimiento radical de los bienes materiales.
Desarrollo y Liberación: La proclamación del Evangelio está intrínsecamente ligada al avance humano, abarcando tanto el desarrollo como la liberación3,7. No es posible proclamar el nuevo mandamiento del amor de Cristo sin promover el bienestar del hombre en justicia y paz3.
Vivir el Evangelio: La pobreza evangélica es una forma de vivir la caridad hacia todos, especialmente hacia los humildes y los pobres4. Este desprendimiento material permite a los evangelizadores centrarse en la proclamación del mensaje de Cristo, que es una palabra de vida y salvación1.
3. Obediencia
La obediencia, en este contexto, es la sumisión de la propia voluntad a la voluntad de Dios, manifestada a través de los superiores legítimos de la Iglesia o de la comunidad religiosa.
Unidad y Fidelidad: La obediencia en la vida consagrada asegura que la misión de la comunidad se realice en estrecha armonía con toda la Iglesia3. La Iglesia está convencida de que el Espíritu de verdad la guía, siempre y cuando permanezca fiel a la comunión de la Iglesia de Cristo3.
Servicio a la Verdad y la Caridad: La autoridad en la Iglesia se ejerce al servicio de la verdad y la caridad8. La obediencia al Magisterio es crucial para la unidad de la fe y para evitar adulterar el contenido del Evangelio, lo que disiparía su poder3,9.
Los Consejos Evangélicos y la Misión de la Iglesia
La vivencia de los consejos evangélicos está íntimamente ligada a la misión fundamental de la Iglesia: la evangelización.
Evangelización y Sacramentalización
La evangelización, además de la predicación explícita del mensaje (kerigma), abarca el establecimiento de la Iglesia, que no existe sin la fuerza impulsora de la vida sacramental, que culmina en la Eucaristía6.
Integración de Palabra y Sacramento: La evangelización alcanza su plena capacidad cuando logra una relación íntima y permanente entre la Palabra y los sacramentos10. Es un error contrastar la evangelización con la sacramentalización10. El papel de la evangelización es precisamente educar a las personas en la fe de tal manera que cada cristiano viva los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe, y no los reciba pasiva o renuentemente10.
La Eucaristía como Fuente: La santidad, que se nutre principalmente en la Eucaristía, es la fuente primaria del renovamiento evangélico1,4. La Eucaristía es el Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, un memorial sacrificial y la Presencia Real de Cristo, y la efusión santificadora del Espíritu Santo9.
El Rol de los Laicos y la Nueva Evangelización
Aunque los consejos evangélicos se asocian tradicionalmente con la vida religiosa, la llamada a la santidad y al celo evangelizador se extiende a todos los laicos4.
Responsabilidad Laical: A los laicos cristianos se les confía una gran responsabilidad en el compromiso urgente y serio de la nueva evangelización1. Esto implica no solo llevar el Evangelio por primera vez a quienes no lo conocen, sino también hacerlo redescubrir a aquellos que, aunque educados en la fe, han perdido en gran parte el sentido sobrenatural de la vida1,2.
Animación Cristiana del Mundo: A los laicos se les confía la tarea de contribuir a la animación cristiana del mundo con su presencia incisiva en la sociedad y su participación significativa en las actividades propias del orden temporal, para que estas se inspiren cada vez más en los principios del Evangelio1. Esto incluye un mensaje explícito sobre los derechos y deberes de cada ser humano, la vida familiar, la vida en sociedad, la vida internacional, la paz, la justicia y el desarrollo7.
Conclusión
Los Consejos Evangélicos de castidad, pobreza y obediencia son un don de Dios a la Iglesia, que ofrecen un camino de radicalidad evangélica que impulsa la misión de la Iglesia y el testimonio de santidad. La observancia de estos consejos es un signo visible de la fe y la esperanza que la Iglesia proclama, y una condición indispensable para que la palabra de los evangelizadores toque el corazón del hombre moderno4. El compromiso con estos consejos es un acto de amor que busca la plenitud de vida que el Espíritu infunde en los seguidores de Cristo11.
Citas
Papa Juan Pablo II. 14 de mayo de 1989: Solemnidad de Pentecostés - Celebración con la Confederación de Cofradías de las Diócesis Italianas - Homilía (1989). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. 7 de junio de 1992: Clausura del Año Conmemorativo del V Centenario de la Evangelización de Angola, Luanda - Homilía, § 5 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de Sri Lanka con motivo de su visita ad Limina (28 de abril de 1979) - Discurso (1979). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 76 (1975). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 10 (1975). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 28 (1975). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 29 (1975). ↩ ↩2
Introducción, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 3 (1995). ↩
Capítulo III - Diálogo continuo y profundo, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 79 (1995). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 47 (1975). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A un grupo de Obispos de la India con motivo de su visita ad Limina (13 de abril de 1989) - Discurso (1989). ↩