Contemplación
La contemplación en la tradición católica es una profunda realidad de gracia, un don de Dios que permite al creyente experimentar una unión íntima con la Santísima Trinidad. No es meramente una actividad intelectual, sino una respuesta teologal de fe, esperanza y caridad que abarca la totalidad de la persona. Se manifiesta como una mirada amorosa y silenciosa hacia Dios, una atención al Verbo y una participación consciente en los misterios de Cristo, culminando en una unión transformadora que purifica el corazón y orienta todas las acciones hacia el amor divino.
Tabla de contenido
Naturaleza y Definición de la Contemplación
La contemplación se describe fundamentalmente como una realidad de gracia, un don de Dios experimentado por el creyente1. Permite a la persona conocer al Padre en el misterio de la comunión trinitaria y adentrarse en las profundidades de Dios1. Más que un simple método, es una respuesta teologal de fe, esperanza y caridad, mediante la cual el creyente se abre a la revelación y comunicación del Dios vivo a través de Cristo en el Espíritu Santo1. San Agustín la describe como «no hay nada mejor, nada más dulce que meditar el tesoro divino lejos de todo clamor»2.
El Papa Pablo VI definió la contemplación como «la concentración de la mirada del corazón en Dios», considerándola la actividad más elevada y plena del espíritu, capaz de ordenar todas las actividades humanas1. Esta mirada de fe se fija en Jesús3. Como dijo un campesino de Ars sobre su oración ante el sagrario: «Yo lo miro y él me mira a mí»3,4. Esta fijación en Jesús implica una renuncia a uno mismo, purificando el corazón y permitiendo ver todo a la luz de la verdad y compasión de Cristo3.
La oración contemplativa es definida por Santa Teresa de Ávila como «no es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama»5,6. Busca a Jesús y, en Él, al Padre, porque el deseo de Dios es siempre el principio del amor5. Es una oración del hijo de Dios, del pecador perdonado que acoge el amor con el que es amado y desea responder con un amor aún mayor7.
Contemplación Teologal e Infusa
En la tradición católica, la contemplación no se limita a la visión intelectual, sino que compromete toda la afectividad teologal de quien se entrega a ella, incluyendo la afectividad intelectual (la voluntad) y la sensible8. Es una experiencia ardua que abarca la totalidad de la persona8.
San Juan de la Cruz, un gran maestro de la oración contemplativa, enseña que un solo acto de amor puro es más útil para la Iglesia que todas las demás obras juntas4. Para Santo Tomás de Aquino, la contemplación es el acto más elevado de un modo de vida (religioso, filosófico, teológico) que lo define y polariza8. Aunque es un acto difícil de mantener constantemente, es una actividad dentro de la capacidad del potencial humano, que requiere todas las facultades intelectuales y afectivas de la persona dedicada a ella, así como los recursos de una naturaleza agraciada abierta a los dones del Espíritu Santo8.
La contemplación mística u oración infusa opera de una manera diferente. No está al alcance del potencial humano, sino que es puramente una gracia8. Requiere una preparación que proviene del ascetismo y la oración, más que de la ciencia o la inteligencia8. Los estados místicos, que incluyen la contemplación infusa, son definidos como actos o estados sobrenaturales que no pueden ser producidos por el esfuerzo humano, ni en el más mínimo grado9.
Características de la Contemplación
La contemplación se caracteriza por varios elementos esenciales:
Don de Dios y Gracia: Es fundamentalmente un regalo divino, una gracia que solo puede ser aceptada con humildad y pobreza10,6.
Silencio y Amor: Es una mirada sencilla a Dios en silencio y amor6. El silencio es crucial para la contemplación, permitiendo que la mente se calme de pensamientos ansiosos, como las olas en el mar que impiden ver el fondo11.
Atención a la Palabra de Dios: Se expresa escuchando y meditando la Palabra de Dios1.
Unión con Cristo: Es una unión con la oración de Cristo, que nos hace participar en su misterio12,13. El misterio de Cristo se celebra en la Eucaristía, y el Espíritu Santo lo vivifica en la oración contemplativa para que la caridad se manifieste en las acciones13.
Purificación del Corazón: La mirada de Jesús purifica el corazón e ilumina los ojos del alma, enseñando a ver todo a la luz de su verdad y compasión3. Implica una purificación continua del corazón bajo la luz y guía del Espíritu Santo1.
Deseo constante de Dios: Se manifiesta en el deseo constante de Dios y la búsqueda de su voluntad en los eventos y las personas1.
Manifestaciones de la Dimensión Contemplativa
La dimensión contemplativa se expresa de diversas maneras en la vida del creyente1:
Escucha y meditación de la Palabra de Dios: A través de la Lectio Divina y el estudio de las Escrituras.
Participación en la vida divina transmitida en los sacramentos: Especialmente la Eucaristía, que es la fuente y cumbre de la vida cristiana1.
Oración litúrgica y personal: Incluyendo la Liturgia de las Horas y momentos de oración silenciosa1.
Búsqueda constante de la voluntad de Dios: En los acontecimientos cotidianos y en las interacciones con las personas1.
Participación consciente en la misión salvífica de Cristo: A través del servicio y el apostolado1.
Entrega a los demás para la venida del Reino: Manifestando la caridad en acciones concretas1.
Todo esto conduce a una actitud de adoración continua y humilde de la misteriosa presencia de Dios en las personas, los eventos y las cosas, lo que genera una fuente interior de paz1.
La Vida Contemplativa
La vida contemplativa es un modo de vida ordenado a la contemplación, que excluye otras preocupaciones para facilitar esta unión con Dios14. Aunque buscar conocer y amar a Dios es un deber de todo cristiano, la vida contemplativa se aplica especialmente a aquellos que se dedican a este deber con la máxima perfección, renunciando a ocupaciones que podrían impedirlo14.
Históricamente, figuras como San Agustín, Guigo I, San Euquerio de Lyon, San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Buenaventura han elogiado la vida solitaria y la dedicación a la contemplación como un camino de profunda dulzura y unión con Dios2.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, en su «Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana» (Orationis formas), ha proporcionado criterios doctrinales y pastorales para discernir las formas auténticas de la oración, especialmente ante la emergencia de nuevas prácticas de meditación15. Esta carta advierte contra la incorporación de elementos ajenos a la herencia católica y subraya la importancia de las tradiciones cristianas de meditación y oración contemplativa15.
Conclusión
La contemplación es el corazón de la espiritualidad católica, un don de Dios que transforma al creyente en una unión profunda con la Santísima Trinidad. Es una mirada de fe fijada en Jesús, una escucha silenciosa y amorosa de la Palabra, y una participación en sus misterios que purifica el corazón y orienta toda la vida hacia el amor divino. Ya sea en la vida activa o en la vida consagrada contemplativa, esta dimensión nutre y unifica todos los aspectos de la existencia cristiana, llevando a la paz interior y a una manifestación de caridad en el mundo.
Citas
La dimensión contemplativa en la vida religiosa - I. Descripción de la dimensión contemplativa, Sagrada Congregación para los Religiosos y para los Institutos Seculares. La Dimensión Contemplativa En La Vida Religiosa, § 1 (1980). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Verbi Sponsa - Instrucción sobre la Vida Contemplativa y sobre la Clausura de las Monjas, §Notas al pie (1999). ↩ ↩2
III. La oración contemplativa, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2715 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Resumen de las palabras del Santo Padre:, Papa Francisco. Audiencia General del 5 de mayo de 2021 - Catequesis sobre la oración: 32. La oración contemplativa (2021). ↩ ↩2
III. La oración contemplativa, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2709 (1992). ↩ ↩2
Cuarta parte - La oración cristiana. Capítulo tercero - La vida de oración. La oración cristiana, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 571 (2005). ↩ ↩2 ↩3
III. La oración contemplativa, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2712 (1992). ↩
Contemplación teológica, contemplación infusa, Jean-Pierre Torrell, OP. Santo Tomás de Aquino: Teólogo y Místico, § 11. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Contemplación, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Contemplación. ↩
III. La oración contemplativa, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2713 (1992). ↩
Tercera parte - La vida de la Iglesia - II. La persona en Cristo como nueva creación - E. La oración en la vida espiritual - 1. Grados de la oración - D. La oración contemplativa, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 809 (2016). ↩
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2724 (1992). ↩
III. La oración contemplativa, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2718 (1992). ↩ ↩2
Vida contemplativa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Vida contemplativa. ↩ ↩2
Miscere colloquia: Sobre la Auténtica Renovación de la Espiritualidad Católica, Romanus Cessario, O.P. Miscere colloquia: Sobre la Auténtica Renovación de la Espiritualidad Católica, § 1. ↩ ↩2