Contracepción
La Iglesia Católica enseña que la anticoncepción es intrínsecamente mala y se opone gravemente a la castidad conyugal. Esta enseñanza se basa en la conexión inseparable entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal, establecidos por Dios mismo. Cualquier acción que intencionadamente haga infructuoso el acto matrimonial se considera una transgresión de la ley divina, ya que frustra el diseño de Dios para la sexualidad humana y el don de la vida. Sin embargo, la Iglesia permite el uso de métodos naturales de regulación de la fertilidad (Planificación Familiar Natural) para espaciar los nacimientos por razones graves, siempre que la pareja permanezca abierta a la posibilidad de la vida.
Tabla de contenido
La Enseñanza de la Iglesia sobre la Contracepción
La Iglesia Católica ha mantenido consistentemente que la anticoncepción es intrínsecamente mala1. Esta enseñanza es considerada definitiva e irreformable1. La anticoncepción se define como cualquier acto que, antes, durante o después de la relación sexual, tiene la intención específica de imposibilitar la procreación, ya sea como fin o como medio2,3.
Fundamentos Teológicos
La base de esta doctrina se encuentra en la conexión inseparable entre el significado unitivo y procreador del acto conyugal, una conexión establecida por Dios y que el ser humano no puede romper por iniciativa propia4,5,6,7.
Significado Unitivo: El acto conyugal une íntimamente a marido y mujer, expresando su amor mutuo y su donación total4,6.
Significado Procreador: El mismo acto, por su estructura intrínseca, capacita a los cónyuges para generar nueva vida, según las leyes inscritas en la naturaleza del hombre y la mujer4,7.
Cuando se preservan ambas cualidades esenciales, la unitiva y la procreadora, el uso del matrimonio conserva plenamente su sentido de verdadero amor mutuo y su ordenación a la responsabilidad suprema de la paternidad4,8. La anticoncepción rompe esta conexión inseparable, introduciendo una limitación sustancial en la donación recíproca de los cónyuges6. Al hacerlo, se opone a la castidad conyugal, es contraria al bien de la transmisión de la vida y al don recíproco de los cónyuges, daña el verdadero amor y niega el papel soberano de Dios en la transmisión de la vida humana1.
La Voluntad de Dios y la Naturaleza Humana
La transmisión de la vida humana es un papel muy serio en el que los cónyuges colaboran libre y responsablemente con Dios Creador9. Al experimentar el don del amor conyugal respetando las leyes de la concepción, se reconoce que uno no es el dueño de las fuentes de la vida, sino más bien el ministro del designio establecido por el Creador10. El ser humano no tiene un dominio ilimitado sobre su cuerpo en general, y con mayor razón, no lo tiene sobre sus facultades sexuales, ya que estas están por su propia naturaleza relacionadas con la generación de la vida, de la cual Dios es la fuente10.
La Iglesia enseña que la moralidad del comportamiento conyugal no depende solo de la intención sincera y la evaluación de los motivos, sino que debe determinarse por criterios objetivos derivados de la naturaleza de la persona y sus actos. Estos criterios deben respetar el significado total de la donación mutua y la procreación humana en el contexto del verdadero amor11.
Planificación Familiar Natural (PFN) vs. Contracepción
La Iglesia Católica distingue claramente entre la anticoncepción y el uso de la Planificación Familiar Natural (PFN)12,6,13.
Métodos Naturales de Regulación de la Fertilidad
La continencia periódica, es decir, los métodos de regulación de la natalidad basados en la auto-observación y el uso de los períodos infértiles, está en conformidad con los criterios objetivos de la moralidad3. Estos métodos respetan los cuerpos de los cónyuges, fomentan la ternura entre ellos y favorecen la educación de una auténtica libertad3.
Cuando los cónyuges utilizan los períodos infértiles por razones graves de paternidad responsable, permanecen fundamentalmente abiertos al don de la vida. Esta práctica se considera profundamente diferente de cualquier práctica anticonceptiva, tanto desde el punto de vista antropológico como moral, porque se basa en una concepción diferente de la persona y de la sexualidad13.
Diferencia Esencial
La diferencia clave radica en la intención y el respeto por la naturaleza del acto conyugal12,14.
PFN: En la PFN, la pareja aprovecha los ciclos naturales inherentes al sistema reproductivo y se abstiene de las relaciones sexuales durante los períodos fértiles cuando desea evitar el embarazo por razones justas12. No se obstruye el proceso generativo natural, sino que se respeta la facultad proporcionada por la naturaleza12. Los cónyuges, al elegir unirse durante los tiempos de infertilidad identificable, no niegan la naturaleza esencial del acto conyugal, ya que la paternidad prospectiva no depende de su voluntad, sino de la naturaleza del acto conyugal per se14.
Contracepción: En contraste, la anticoncepción implica obstruir directamente el desarrollo natural del proceso generativo12. Los cónyuges intentan intencionalmente eliminar la posibilidad de procreación frustrando la funcionalidad reproductiva a nivel biológico14. Este acto ya no está destinado per se a la procreación, y por ello, la elección anticonceptiva corrompe la entrega del «don de sí mismo», que necesariamente deja de ser total14.
El Papa Juan Pablo II explicó que la anticoncepción introduce una limitación sustancial en la donación recíproca de los cónyuges, rompiendo la «conexión inseparable» entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal6.
Impacto de la Contracepción en la Sociedad
La Iglesia ha advertido sobre las consecuencias negativas de la anticoncepción en la sociedad y en las parejas casadas.
Predicciones de la Humanae Vitae
En 1968, el Papa Pablo VI, en su encíclica Humanae Vitae, advirtió que el uso de la anticoncepción podría llevar a que un cónyuge tratara al otro más como un objeto que como una persona, y que con el tiempo los gobiernos se sentirían tentados a imponer leyes que limitaran el tamaño de las familias15. También se predijo un aumento del sexo prematrimonial, el adulterio, la aceptación del divorcio y el aborto15.
Consecuencias Observadas
Muchas de estas predicciones se han cumplido. Hoy se observa una pandemia de enfermedades de transmisión sexual, un enorme aumento de la cohabitación, un tercio de los niños nacidos fuera del matrimonio, y el aborto utilizado por muchos cuando la anticoncepción falla15. La falta de respeto por el poder del amor conyugal para ayudar a crear nueva vida ha erosionado el respeto por la vida y por la santidad del matrimonio15.
El Papa Juan Pablo II también señaló la estrecha asociación entre la anticoncepción y el aborto, indicando que «los valores negativos inherentes a la 'mentalidad anticonceptiva'… son tales que de hecho refuerzan esta tentación [al aborto] cuando se concibe una vida no deseada»15.
Métodos de Control de la Natalidad y el Aborto Temprano
Algunos métodos de control de la natalidad pueden tener efectos que van más allá de la mera prevención de la concepción.
Métodos Contraceptivos y Abortivos
Algunos métodos de control de la natalidad están destinados a prevenir la unión del espermatozoide y el óvulo, actuando solo como anticonceptivos (por ejemplo, condones y diafragmas)15. Sin embargo, los métodos hormonales, como la píldora, pueden funcionar de varias maneras. Pueden suprimir la ovulación o alterar el moco cervical para prevenir la fertilización, actuando así como anticonceptivos. Pero a veces pueden tener otros efectos, como cambios en el revestimiento del útero. Si la acción anticonceptiva falla y tiene lugar la fertilización, estos métodos hormonales pueden hacer imposible que una vida recién concebida se implante y sobreviva. Esto sería un aborto muy temprano15.
La preocupación por el riesgo de causar un aborto temprano es más fuerte en el caso de las píldoras tomadas después del coito para prevenir el embarazo («anticoncepción de emergencia» o «píldoras del día después»). En algunos casos, estas píldoras se toman cuando el espermatozoide y el óvulo ya se han unido para crear una nueva vida, en cuyo caso la droga no podría tener ningún efecto excepto causar un aborto temprano15.
La Dignidad de la Persona y la Sexualidad Humana
La enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción está profundamente arraigada en una comprensión de la dignidad de la persona humana y la sexualidad en su dimensión verdaderamente y plenamente humana12.
El Cuerpo como Expresión de la Persona
El acto conyugal es una expresión del don personal recíproco de los cónyuges, un don que solo puede ser total, ya que la persona es una e indivisible6. En el acto que expresa su amor, los cónyuges están llamados a hacerse un don recíproco de sí mismos en la totalidad de su persona: nada que forme parte de su ser puede ser excluido de este don6. La anticoncepción introduce una limitación sustancial en esta donación recíproca6.
Cuando se adoptan métodos naturales, el cuerpo se considera una expresión de la naturaleza profunda de la persona. Por el contrario, la separación de los diferentes aspectos de la sexualidad humana en un acto particular lleva a considerar el cuerpo como un objeto externo, que el sujeto utiliza de una manera que niega un propósito esencial del acto mismo y, por lo tanto, implica una negación de los valores esenciales de la relación interpersonal de la pareja16.
Chastidad y la Integración de la Sexualidad
La castidad se presenta como la integración exitosa de la sexualidad dentro de la persona y, por lo tanto, la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual17. La persona casta mantiene la integridad de los poderes de vida y amor puestos en ella, una integridad que asegura la unidad de la persona17. La anticoncepción, al corromper deliberadamente las facultades sexuales al hacerlas infértiles, se considera una acción que va en contra de la naturaleza corporal-espiritual del ser humano17.
Conclusión
La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la anticoncepción es una parte integral de su comprensión del matrimonio, la sexualidad y la dignidad de la persona humana. Se basa en el principio de que el acto conyugal debe mantener siempre su doble significado: unitivo y procreador. Mientras que la anticoncepción se condena como intrínsecamente mala por separar intencionalmente estos dos aspectos, la Planificación Familiar Natural se aprueba como un medio moralmente lícito para regular la natalidad por razones justas, siempre que se mantenga una apertura fundamental a la vida. Esta doctrina invita a los cónyuges a vivir su amor conyugal de manera íntegra, colaborando con el designio del Creador y respetando las leyes de la vida.
Citas
Vademécum para el uso de los confesores - 2. La enseñanza de la Iglesia sobre la procreación responsable, Pontificio Consejo para la Familia. Vademécum para los confesores sobre algunos aspectos de la moral de la vida conyugal, § 2.4 (1997). ↩ ↩2 ↩3
Métodos ilícitos de control de la natalidad, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 14 (1968). ↩
Sección segunda, los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2370. ↩ ↩2 ↩3
Unión y procreación, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 12 (1968). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Parte cuarta, cuestiones en el cuidado del comienzo de la vida - Introducción, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices éticas y religiosas para los servicios católicos de atención sanitaria, § 37 (2016). ↩
Papa Juan Pablo II. Al Centro de Investigación y Estudio sobre la Regulación Natural de la Fertilidad (27 de febrero de 1998) - Discurso, § 2 (1998). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Donald Haggerty. Anticoncepción fuera del matrimonio: ¿Prudencia o Pecado? , § 8. ↩ ↩2
Michael Dauphinais. Sexualidad conyugal dentro del drama de la Creación y la Redención: Humanae Vitae a través de la lente de Gaudium et Spes, § 26. ↩
Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 1 (1968). ↩
Fidelidad al designio de Dios, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 13 (1968). ↩ ↩2
Michele M. Schumacher. Ecología humana y el valor profético de Humanae Vitae, § 19. ↩
Michele M. Schumacher. Ecología humana y el valor profético de Humanae Vitae, § 17. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Vademécum para el uso de los confesores - 2. La enseñanza de la Iglesia sobre la procreación responsable, Pontificio Consejo para la Familia. Vademécum para los confesores sobre algunos aspectos de la moral de la vida conyugal, § 2.6 (1997). ↩ ↩2
¿Continencia periódica o uniones periódicas? el efecto de una nueva fantasía y deseo, José Noriega. Humanae Vitae es necesaria; el sexo no lo es: ¿Cuál es la relación entre la unión conyugal y la plenitud humana? , § 11. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
prefacio, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Amor conyugal y el don de la vida, § 1. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
A los participantes en la sesión de estudio organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias, Papa Juan Pablo II. A los participantes en la sesión de estudio organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias (18 de noviembre de 1994), § 4 (1994). ↩
El mal intrínseco de la anticoncepción y la amenaza a la vida humana, Michele M. Schumacher. Ecología humana y el valor profético de Humanae Vitae, § 26. ↩ ↩2 ↩3