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Cristianos perseguidos

La persecución de los cristianos es un fenómeno histórico y contemporáneo que ha afectado a la Iglesia desde sus inicios, caracterizado por el trato injusto y la animosidad hacia la fe y el testimonio de vida de sus miembros. Esta persecución puede manifestarse de diversas formas, desde la discriminación en el acceso a la educación y el empleo, hasta el acoso físico, el secuestro, el encarcelamiento, el exilio y la muerte. A lo largo de la historia, los cristianos han sido blanco de ataques por parte de diversas autoridades y grupos, tanto por motivos religiosos como políticos, y esta realidad lamentablemente persiste en muchas partes del mundo hoy en día.

Tabla de contenido

Definición y Naturaleza de la Persecución

La persecución de los cristianos se define como el trato injusto hacia la Iglesia y sus miembros, impulsado por la animosidad hacia la fe católica y el testimonio de vida que sus seguidores ofrecen1. Esta animosidad puede llevar a la coerción religiosa, que, aunque a veces sea sutil, busca restringir la libertad de las comunidades religiosas tradicionales1.

Es crucial distinguir la persecución de la crítica justa o de las acciones legales legítimas contra individuos dentro de la Iglesia. Por ejemplo, las acusaciones estatales justas contra crímenes cometidos dentro de la Iglesia, como los abusos sexuales por parte del clero, no deben confundirse con persecución, incluso si los motivos detrás de tales acciones pueden ser mixtos y, en ocasiones, estar impulsados por la animosidad hacia la fe católica1. De hecho, los crímenes de algunos sacerdotes y obispos son pecados graves contra Dios y los fieles a su cargo1. Sin embargo, la Iglesia reconoce que las acciones contra los perpetradores y facilitadores de abusos pueden ser utilizadas por aquellos que detestan la fe católica, afectando también a los inocentes1.

Persecución Histórica

Desde sus primeros días, la Iglesia Católica ha experimentado persecución. Los primeros cristianos fueron difamados y acusados de ser «criaturas inútiles, ciudadanos peligrosos, facciosos, enemigos del Imperio y de los Emperadores»2. Esta calumnia llevó a que los cristianos fueran obligados a elegir entre la apostasía y el martirio2.

Un ejemplo temprano y significativo de persecución ocurrió durante el reinado del emperador Diocleciano y Maximiano Galerius, quienes «acosaron las regiones de Oriente con su dominio tiránico»3. Durante este período, el fuego de la persecución cristiana «se desató de tal manera que, no solo en una región del universo, sino incluso en todo el mundo, tanto por tierra como por mar, la tormenta de la impiedad desató su trueno»3. Los edictos imperiales y los decretos crueles llevaron a la muerte de los adoradores de Cristo, a menudo con torturas diversas y amargas3. Además, los santuarios de culto divino fueron destruidos y los libros sagrados quemados3.

En siglos posteriores, la misma severidad y quejas prevalecieron cuando los gobiernos estaban excesivamente celosos de su poder y maliciosamente dispuestos contra la Iglesia, utilizando la supuesta invasión de la Iglesia sobre el Estado como pretexto para atacar violentamente la religión católica2.

Persecución Contemporánea

La persecución de los cristianos no es solo un fenómeno del pasado; lamentablemente, continúa en el presente4. En muchos países, la Iglesia Católica, tanto en sus ritos latinos como orientales, enfrenta persecuciones que obligan al clero y a los fieles a elegir entre renunciar a la profesión pública y la propagación de su fe, o sufrir penas, incluso muy graves5. Esto ha resultado en que muchos obispos sean expulsados de sus sedes, impedidos de ejercer libremente su ministerio, encarcelados o exiliados5.

Según un informe de 2018, más de 215 millones de cristianos sufren persecución y muerte en el mundo, con más de 50 países persiguiéndolos4. Pakistán fue identificado como el país más violento en ese período, y las principales dinámicas persecutorias incluyen la opresión islámica y el nacionalismo religioso de matriz hindú y budista4. Entre noviembre de 2016 y octubre de 2017, 3.066 cristianos fueron asesinados por su fe, y 15.540 edificios cristianos, incluyendo iglesias, casas privadas y negocios, fueron atacados y destruidos4.

Formas de Persecución Actual

La persecución contemporánea se manifiesta de diversas maneras:

El Papel de la Iglesia y las Autoridades

La Iglesia Católica, a través de sus líderes, ha expresado su solidaridad con los cristianos y todas las personas que sufren inestabilidad, violencia y persecución6. El Papa Francisco ha condenado repetidamente los horribles incidentes cometidos contra minorías étnicas y religiosas, reconociendo el papel especial de la presencia cristiana en el Medio Oriente para dar testimonio de Jesús y fomentar la fraternidad, la unidad y el diálogo6. Él insta a la comunidad internacional a abordar las necesidades de las minorías, promoviendo la paz a través de la negociación y la diplomacia, y deteniendo la violencia lo antes posible6.

Las Conferencias Episcopales, como la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), también expresan solidaridad con los cristianos perseguidos y abogan por la libertad religiosa y la justicia a nivel internacional6.

Causas de la Persecución

La persecución surge de una «animadversión hacia la fe de la Iglesia y el testimonio de su vida»1. Esta animosidad puede ser impulsada por un celo religioso que tiende a absolutizar las propias creencias, considerando la oposición a ellas como algo malvado que debe ser erradicado7. La Iglesia, con su larga experiencia, reconoce este impulso humano básico y los peligros que representa7.

La persecución puede provenir tanto de la izquierda como de la derecha política7. Por ejemplo, en Estados Unidos, la agresión del secularismo y la «cultura de la muerte» pueden llevar a la suposición errónea de que la Iglesia solo enfrenta el desprecio de las élites liberales7. Sin embargo, la persecución también ha surgido de la derecha política, como cuando se criminalizaron las obras de misericordia corporales al encarcelar a sacerdotes y religiosas por dar refugio y alimento a inmigrantes7. El mundo, no solo las élites liberales, odia a la Iglesia y desea silenciar su testimonio de Cristo7.

Conclusión

La persecución de los cristianos es una realidad compleja y dolorosa que ha acompañado a la Iglesia a lo largo de su historia y que, tristemente, persiste en la actualidad. Desde los primeros mártires hasta los millones de cristianos que hoy sufren discriminación, violencia y muerte, la fe cristiana ha sido probada por la adversidad. La Iglesia condena estas atrocidades y llama a la comunidad internacional a actuar para proteger a las minorías religiosas y promover la paz. A pesar de los desafíos, la Iglesia mantiene su compromiso de solidaridad con todos los que sufren, reafirmando el valor del testimonio cristiano en un mundo a menudo hostil.

Citas

  1. Bruce D. Marshall. Catolicismo y Democracia en América, § 14. 2 3 4 5 6

  2. Papa León XIII. Au Milieu Des Sollicitudes, § 11 (1892). 2 3

  3. Pedro de Alejandría. Los Hechos de Pedro de Alejandría (250). 2 3 4

  4. Dicasterio para las Causas de los Santos. Teresio Olivelli: Homilía, § 3 (2018). 2 3 4

  5. Papa Pío XII. Meminisse Iuvat, § 11 (1958). 2

  6. background, Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Documento informativo sobre los cristianos de Oriente Medio (septiembre de 2017), § 1. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  7. Bruce D. Marshall. Catolicismo y Democracia en América, § 13. 2 3 4 5 6