Daniel (profeta)

Daniel, cuyo nombre significa «Dios es mi juez»1, es uno de los profetas mayores del Antiguo Testamento, aunque en el canon hebreo su libro se clasifica entre los Escritos (Ketuvim) y no entre los Profetas. Su vida, narrada principalmente en el Libro de Daniel, se desarrolla durante el exilio de Judá en Babilonia, sirviendo en la corte de varios reyes gentiles, incluidos Nabucodonosor, Belsasar y Darío el Medo1. Se le reconoce por su sabiduría excepcional, su fidelidad inquebrantable a la ley de Dios, y por ser el recipiente de visiones apocalípticas que anuncian el futuro de las potencias gentiles y el establecimiento final del Reino Mesiánico1,2. La Iglesia Católica incluye en su Biblia tanto las partes protocanónicas del libro (capítulos 1-12) como las deuterocanónicas (como la historia de Susana y la destrucción de Bel y el dragón)3.
Tabla de contenido
Biografía y Narrativa Bíblica
Origen y Exilio en Babilonia
Daniel perteneció a la tribu de Judá y era de noble, o quizás real, ascendencia1. Siendo aún joven, probablemente de unos catorce años, fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en el año 605 a.C., durante el cuarto año del reinado de Joacim4,1.
Junto con otros tres jóvenes de igual rango —Ananías, Misael y Azarías—, Daniel fue puesto al cuidado de Aspenaz, el jefe de los eunucos del rey, para ser educado en la lengua y la literatura de los «caldeos» (los profesores de adivinación, magia y astrología)4,1. A Daniel se le dio el nuevo nombre de Beltsasar4.
La fidelidad de Daniel a la ley de Dios se manifestó desde el principio cuando él y sus compañeros se negaron a contaminarse con las raciones diarias de comida y vino reales, pidiendo en su lugar comer solo vegetales y beber agua. Tras una prueba de diez días, se observó que su apariencia era mejor que la de los jóvenes que comían la comida del rey4. Dios les concedió a los cuatro jóvenes conocimiento y habilidad en toda literatura y sabiduría, y a Daniel, en particular, le dio entendimiento de toda visión y sueño4.
El Don de la Interpretación de Sueños
Daniel se distinguió en la corte babilónica por su capacidad para interpretar sueños, una habilidad que, según él mismo reconoció, le fue revelada por el «Dios del cielo»4.
El momento decisivo fue cuando Nabucodonosor tuvo un sueño perturbador y exigió a sus sabios no solo la interpretación, sino también que le revelaran el sueño mismo. Cuando nadie pudo hacerlo, el rey ordenó la destrucción de todos los sabios de Babilonia. Daniel, al enterarse, buscó la misericordia de Dios, y el misterio le fue revelado en una visión nocturna. Daniel bendijo a Dios, reconociendo que Él «revela las cosas profundas y ocultas»4. Daniel interpretó el sueño de la gran estatua, compuesta de diferentes materiales (oro, plata, bronce, hierro y barro), que simbolizaban las sucesivas potencias gentiles, y que fue destruida por una pequeña piedra que se convirtió en una montaña que llenó toda la tierra, representando el Reino Mesiánico2. Por este servicio, Daniel fue recompensado y se convirtió en uno de los tres ministros principales del reino1.
Daniel en el Foso de los Leones
Bajo el reinado de Darío el Medo, Daniel continuó prosperando y fue distinguido por el rey, quien planeaba nombrarlo sobre todo el reino3,1. Esto despertó la envidia y los celos de los otros presidentes y sátrapas, quienes buscaron motivos de queja contra Daniel, pero no pudieron encontrar «ningún motivo de queja ni corrupción» porque era fiel3.
Finalmente, los conspiradores tramaron un plan relacionado con la fe de Daniel. Consiguieron que el rey firmara un edicto que prohibía a cualquiera pedir cualquier petición a cualquier dios u hombre, excepto al monarca, durante treinta días, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones3,5.
A pesar de saber que el documento había sido firmado, Daniel continuó orando a su Dios tres veces al día, con las ventanas de su aposento superior abiertas hacia Jerusalén, tal como lo había hecho antes5. Los conspiradores lo encontraron orando y obligaron al rey, a pesar de su angustia, a aplicar la ley inmutable de los Medos y Persas5,1.
Daniel fue arrojado al foso de los leones, pero fue milagrosamente preservado. El rey Darío, al ver la salvación del profeta, publicó un decreto para que todos en su reino honraran y reverenciaran al Dios de Daniel, proclamando que Él es «el Dios vivo y eterno»1.
Apéndices Deuterocanónicos
La Biblia Católica incluye secciones adicionales al Libro de Daniel que narran otros episodios de su vida3:
Susana (Capítulo 13): Daniel es presentado como un joven inspirado cuya sabiduría desenmascara y asegura el castigo de los falsos acusadores de la casta Susana1.
Bel y el Dragón (Capítulo 14): Daniel es representado como un campeón intrépido y exitoso del Dios verdadero y vivo, al exponer el fraude de los sacerdotes de Bel y destruir el dragón adorado por los babilonios1.
El Libro de Daniel y su Significado Teológico
El Libro de Daniel se divide en dos partes principales: la narrativa (capítulos 1-6) y la apocalíptica (capítulos 7-12)3.
Naturaleza Apocalíptica
La segunda parte del libro contiene una serie de visiones que Daniel describe en primera persona, que le fueron reveladas por el Ángel Gabriel1. Estas visiones, como la de las cuatro bestias que salen del mar (símbolos de los poderes gentiles) y el carnero y el macho cabrío (Medos-Persas y Griegos)2, tienen como objetivo principal consolar al pueblo de Dios en medio de la persecución3.
El Libro de Daniel es un ejemplo clave de la literatura apocalíptica en el Antiguo Testamento, un género que también se encuentra en el Nuevo Testamento en el Libro del Apocalipsis de San Juan6. Este tipo de escritura utiliza visiones enigmáticas y simbolismo para asegurar a los oprimidos y perseguidos que el mal no puede triunfar finalmente y que Dios tiene un cuidado incesante de su pueblo6.
Profecía Mesiánica y Escatológica
Daniel es fundamental en la tradición profética por sus visiones que apuntan directamente a la culminación de la historia de la salvación6.
Una de las profecías más significativas es la del «Hijo del Hombre» (Dn 7, 13-14), una figura que recibe el «reino, el poder y la gloria» y cuyo dominio es eterno6. San Agustín de Hipona y otros Padres de la Iglesia vieron en las profecías de Daniel una descripción del juicio final y el reino eterno de Cristo7. El mismo Jesús se atribuyó el título de «Hijo del Hombre»6.
El libro también proclama la recompensa de la resurrección para los fieles (Dn 12, 1-3)6, y anuncia eventos relacionados con la persecución del Anticristo, refiriéndose a un período de «tiempo, tiempos y medio tiempo» (tres años y medio) antes del juicio final7.
Daniel en la Tradición y Liturgia Católica
Ejemplo de Virtud y Fe
A lo largo de la historia de la Iglesia, Daniel ha sido venerado como un modelo de rectitud, sabiduría perfecta1, y fidelidad inquebrantable a Dios.
San Ambrosio de Milán destacó la pureza del alma de Daniel, su templanza y su autocontrol, señalando que, a pesar de gozar de amistades reales, no buscó riquezas ni antepuso el favor de los hombres a su fe2. Daniel fue un ejemplo de alguien dispuesto a soportar el peligro por la ley de Dios2. Eusebio de Cesarea, en su Oración de Constantino, enfatizó cómo Daniel, a través del poder de la oración firme y serena, pudo dominar a los leones feroces8.
Uso Litúrgico
El Cántico de Daniel (Dn 3, 57), conocido como el Cántico de los Tres Jóvenes en el Horno (Ananías, Misael y Azarías, compañeros de Daniel), es una oración de dimensión cósmica que se utiliza en la Liturgia de las Horas, especialmente en Laudes dominicales4. El Papa San Juan Pablo II destacó que este cántico es adecuado para el Dies Domini (Día del Señor), ya que permite contemplar en Cristo resucitado la culminación del plan de Dios para el cosmos y la historia4.
Vidas y Veneración
El Martirologio Romano asigna la fiesta de Daniel como profeta a la fecha del 21 de julio1.
Aunque las Escrituras no ofrecen muchos detalles sobre el final de la vida de Daniel, las tradiciones judías y cristianas han especulado sobre su destino. Algunas tradiciones sugieren que regresó a Judea y murió allí, mientras que otras, difundidas durante la Edad Media, afirman que fue enterrado en Susa (la moderna Shuster, en la provincia persa de Juzistán)1.
Daniel en el Nuevo Testamento
El profeta Daniel es mencionado directamente en el Evangelio de San Mateo, donde Jesús se refiere a la «abominación de la desolación, de que habló el profeta Daniel» (Mt 24, 15), un pasaje que se refiere a los eventos escatológicos1. El escritor del Primer Libro de los Macabeos también hace referencia a la liberación de Daniel de la boca de los leones como un acto de fidelidad a recordar1.
Citas
Daniel, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Daniel. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18
Capítulo 11. Un tercer elemento que tiende a ganar la confianza de cualquiera se muestra haber sido conspicuo en Moisés, Daniel y José, Ambrosio de Milán. Sobre los deberes del clero, §Libro II. Capítulo 11. 58 (391). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Libro de Daniel, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Libro de Daniel. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
La Santa Biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Daniel (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Daniel 6. ↩ ↩2 ↩3
Parte tercera - Lectura del Antiguo Testamento Tus palabras se convirtieron para mí en gozo y la delicia de mi corazón. (Jeremías 15:16), Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El don de la Escritura, § 40 (2005). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 2 de mayo de 2001, § 1 (2001). ↩ ↩2
Capítulo 17. De la sabiduría de Moisés, que fue objeto de imitación para los sabios entre las naciones paganas. También sobre Daniel y los tres jóvenes, Eusebio de Cesarea. Oración de Constantino, § 17 (335). ↩