David y Goliat

David y Goliat es uno de los relatos más emblemáticos de la Sagrada Escritura y de la tradición católica. La victoria del joven pastor sobre el gigante filisteo no solo constituye un episodio histórico‑militar, sino que encarna profundas enseñanzas sobre la fe, la fortaleza, la dependencia de la armadura espiritual y la guerra santa del cristiano contra el mal. El artículo revisa el contexto bíblico, los personajes, el desarrollo del enfrentamiento, su significado teológico y moral, y la huella que ha dejado en la espiritualidad y la cultura católica.
Tabla de contenido
Contexto histórico‑bíblico
El escenario del conflicto
El relato se sitúa en la época del rey Saúl, cuando los israelitas y los filisteos se hallaban frente a frente en el valle de Elá1. Goliat, descrito como un guerrero de «maravillosa estatura y fuerza», desafiaba a Israel a un combate singular, prometiendo la derrota del pueblo si nadie se atrevía a enfrentarlo1.
El papel de Samuel y la unción de David
Según la tradición patrística, Dios, al ver la inadecuada elección de Saúl, instruyó a Samuel para que ungiera a David mientras éste aún era un niño pastor, señalando la providencia divina que precede al enfrentamiento2.
Personajes principales
David: pastor, músico y futuro rey
David aparece primero como el último hijo de Jesse, encargado de cuidar el rebaño y de tocar el arpa para aliviar la angustia del rey Saúl1. Su experiencia defendiendo el rebaño de leones y osos (1 Samuel 17, 35‑36) revela una fe práctica y una valentía forjada en la vida cotidiana1.
Goliat: el gigante filisteo
Goliat representa la arrogancia del poder terrenal. Se presenta como un guerrero invencible que desprecia a David, llamándolo «perro» y amenazándolo con devorar su carne1. Su desafío encarna la tentación del orgullo y la violencia sin causa divina.
El enfrentamiento
Rechazo de la armadura de Saúl
Saúl viste a David con su propia armadura, pero el joven la descarta porque no está habituado a ella, prefiriendo su propia sling y cinco piedras lisas1. Ambrosio destaca que este gesto combina prudencia y fortaleza, pues David no confía en la fuerza humana sino en la ayuda del Señor3.
La fe de David y la armadura de Dios
Jerónimo, citando a San Pablo, identifica la verdadera armadura del cristiano con la fe, la verdad, la justicia, la paz, la salvación y la palabra de Dios4,5. David, al declarar que «viene a mí en el nombre del Señor de los ejércitos» (1 Samuel 17, 45‑47), encarna esta armadura espiritual1.
La piedra que vence al gigante
Con una sola piedra, David derriba a Goliat, demostrando que la victoria pertenece al Señor y no a la espada1. La acción simboliza la derrota del mal con los propios instrumentos del enemigo, como señala Agustín en su exégesis del Salmo 144: «sobre el enemigo su propia espada”6.
Significado teológico y moral
La «guerra santa» y la confianza en Dios
El Pontificio Comité Bíblico explica que la victoria de David ilustra la guerra santa, no como conflicto ideológico, sino como la acción de la verdad que Dios otorga al humilde y justo7. La escena sirve de modelo para la lucha espiritual descrita en Efesios 6, 10‑17, donde el creyente enfrenta los dardos inflamados del maligno con la armadura de la fe4.
Virtudes de fortaleza y prudencia
Ambrosio subraya que David combina fortaleza con prudencia, rechazando la armadura pesada y confiando en la providencia divina antes de entrar en batalla3. Esta combinación es esencial para la vida cristiana, que requiere coraje sin temer la soberbia.
La oración como hilo conductor
San Francisco de Asís y, más recientemente, el Papa Francisco resaltan que la oración constante de David es el «hilo dorado» que unifica su vida, incluso en medio de sus contradicciones morales8. La oración permite al creyente mantener la humildad y la dependencia que caracterizan la victoria de David.
Influencia en la tradición católica
Exégesis patrística
Jerónimo vincula la victoria de David con la armadura de Dios y la victoria espiritual sobre el diablo4.
Agustín interpreta la derrota de Goliat como la superación del demonio con sus propias armas6.
Ambrosio destaca la prudencia de David al rechazar la armadura humana3.
Uso litúrgico y homilético
El relato se cita frecuentemente en homilías papales: Juan Pablo II lo emplea para ilustrar la grandeza de la fe en la debilidad humana9; el Papa Francisco lo menciona al hablar de la oración como fuente de nobleza8. Además, el Salmo 20 se asocia con la escena, resaltando la certeza de que «el Señor dará victoria a su ungido»10.
Simbolismo en la vida cristiana
David y Goliat se convierten en metáfora de la lucha interior contra el pecado, la duda y la opresión. La historia inspira a los fieles a enfrentar «gigantes» personales con la confianza de que «la batalla es del Señor»1.
Representaciones artísticas y culturales
A lo largo de los siglos, el episodio ha inspirado pinturas, esculturas y música que enfatizan la luz divina que ilumina al joven héroe. En la iconografía católica, David suele aparecer con la sling y la cabeza de Goliat, símbolos de la victoria de la fe sobre el orgullo.
Conclusión
La historia de David y Goliat trasciende su dimensión histórica para convertirse en un modelo de fe, humildad y dependencia de la gracia divina. La victoria del pastor no se basa en la fuerza humana, sino en la armadura espiritual que el cristiano recibe del Señor. Así, el relato sigue llamando a los creyentes a enfrentar sus propios gigantes con la certeza de que «el Señor es quien salva, no la espada»1, recordándoles que la verdadera victoria pertenece al que confía plenamente en Dios.
Citas
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 1 Samuel 17. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Capítulo 34, Sulpicio Severo. Historia Sagrada, §Libro I, Capítulo 34 (380). ↩
Capítulo 35. Sobre la fortaleza. Se divide en dos partes: En cuanto a los asuntos de guerra y en cuanto a los asuntos domésticos. La primera no puede ser una virtud a menos que se combine con la justicia y la prudencia. La otra depende en gran medida de la resistencia, Ambrosio de Milán. Sobre los deberes del clero, §Libro I. Capítulo 35. 177 (391). ↩ ↩2 ↩3
Agustín de Hipona. Carta 75 De Jerónimo a Agustín, §Capítulo 1. 2 (404). ↩ ↩2 ↩3
Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 112 - A Agustín, §Capítulo 1. 2 (404). ↩
Agustín de Hipona. Comentarios sobre los Salmos - Salmo 144, § 1 (418). ↩ ↩2
Capitolo terzo - La famiglia umana - Un popolo in guerra - I conflitti fra le nazioni, Comisión Bíblica Pontificia. «¿Qué es el hombre?» (Sal 8:5). Un itinerario de antropología bíblica, § 251 (2019). ↩
Catequesis sobre la oración - 8. La oración de David, Papa Francisco. Audiencia General del 24 de junio de 2020, Catequesis sobre la oración - 8. La oración de David (2020). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 21 de enero de 1980: Santa Messa all’Almo Collegio Capranica - Homilía, § 5 (1980). ↩
Salmo 20[19] «¡Concede la victoria, oh Señor!», Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de marzo de 2004, § 3 (2004). ↩
