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Dei Verbum

Dei Verbum, la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, es uno de los documentos fundamentales del Concilio Vaticano II, promulgado por el Papa Pablo VI el 18 de noviembre de 1965. Este documento aborda la naturaleza de la revelación divina, cómo se transmite a través de la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, y cómo debe ser interpretada en la Iglesia. Subraya que Dios se comunica con la humanidad a través de obras y palabras intrínsecamente conectadas, culminando en Jesucristo. Dei Verbum enfatiza la inspiración divina de la Escritura, la importancia de la exégesis bíblica y el papel del Magisterio de la Iglesia en la interpretación auténtica de la Palabra de Dios, promoviendo un acceso más amplio a las Escrituras para todos los fieles.

Tabla de contenido

Introducción a la Revelación Divina

La Constitución Dogmática Dei Verbum comienza afirmando que la Iglesia escucha con reverencia y proclama con fe la Palabra de Dios1. El Concilio Vaticano II, siguiendo los pasos de los Concilios de Trento y Vaticano I, se propuso exponer la doctrina auténtica sobre la revelación divina y su transmisión. El objetivo es que el mundo entero crea el mensaje de salvación al escucharlo, espere al creerlo y ame al esperarlo1.

La expresión «Dei Verbum» (Palabra de Dios) no es simplemente un sinónimo de «Sagrada Escritura»; su significado es más amplio y completo. Se refiere a la Palabra viva de Dios tal como Dios la comunica continuamente a la Iglesia y a través de ella, con el fin de suscitar la fe e introducir a las personas en una vida de comunión con Él y entre sí2. Para la transmisión de esta Palabra viva y vivificante, los escritos por sí solos no son suficientes; deben ser llevados por una corriente de vida que los anime, la corriente de la gran Tradición2.

La Economía de la Revelación

La revelación divina se realiza mediante hechos y palabras intrínsecamente conectados3. Las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y corroboran la doctrina y las realidades significadas por las palabras. A su vez, las palabras proclaman las obras y ponen de manifiesto el misterio que contienen3. Esta economía de la revelación alcanza su plenitud en Jesucristo. Él mismo, a quien ver es ver al Padre (cf. Jn 14,9), completó y perfeccionó la revelación y la confirmó con garantías divinas. Lo hizo a través de su presencia y manifestación total: con palabras y obras, signos y milagros, pero sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, y finalmente enviando el Espíritu de la Verdad3. Así, reveló que Dios estaba con nosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado y la muerte, y para resucitarnos a la vida eterna3.

La Transmisión de la Revelación Divina

La revelación divina, una vez completada en Cristo, no fue destinada a desaparecer, sino a ser conservada y transmitida fielmente a todas las generaciones. Dei Verbum explica que esta transmisión se realiza a través de la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, las cuales están estrechamente unidas.

Sagrada Tradición y Sagrada Escritura

Existe una estrecha conexión y comunicación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura4. Ambas provienen de la misma fuente divina, se unen de alguna manera y tienden hacia el mismo fin4.

Por consiguiente, la Iglesia no obtiene su certeza sobre todo lo revelado solo de la Sagrada Escritura. Tanto la Sagrada Tradición como la Sagrada Escritura deben ser aceptadas y veneradas con el mismo sentido de lealtad y reverencia4.

La Inspiración Divina y la Interpretación de la Escritura

El capítulo III de Dei Verbum se centra en la inspiración divina de la Sagrada Escritura y su correcta interpretación.

La Inspiración de la Sagrada Escritura

Las realidades divinamente reveladas contenidas y presentadas en la Sagrada Escritura fueron puestas por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo5. La Iglesia, basándose en la creencia de los Apóstoles, sostiene que los libros del Antiguo y Nuevo Testamento en su totalidad, con todas sus partes, son sagrados y canónicos porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como su autor y han sido entregados como tales a la propia Iglesia5.

Al componer los libros sagrados, Dios eligió hombres y, mientras eran empleados por Él, hicieron uso de sus propias facultades y capacidades5. Así, con Él actuando en ellos y por medio de ellos, consignaron por escrito todo y solo aquello que Él quería5.

La Interpretación de la Sagrada Escritura

Para comprender claramente lo que Dios quiso comunicarnos, el intérprete de la Sagrada Escritura debe investigar cuidadosamente qué quisieron expresar realmente los hagiógrafos y qué quiso manifestar Dios por medio de sus palabras6.

Para descubrir la intención de los escritores sagrados, se debe prestar atención, entre otras cosas, a las «formas literarias»6. La verdad se expone y se expresa de manera diferente en textos que son históricamente diversos, proféticos, poéticos o de otras formas de discurso6. El intérprete debe investigar qué significado el escritor sagrado quiso expresar y realmente expresó en circunstancias particulares, utilizando las formas literarias contemporáneas de acuerdo con la situación de su propio tiempo y cultura6. Para la correcta comprensión de lo que el autor sagrado quiso afirmar, se debe prestar la debida atención a los estilos habituales y característicos de sentir, hablar y narrar que prevalecían en la época del escritor sagrado, y a los patrones que los hombres empleaban normalmente en ese período en sus tratos cotidianos6.

Además, la Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada en el mismo espíritu en que fue escrita6. Por ello, se debe prestar no menos seria atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura si se quiere elaborar correctamente el significado de los textos sagrados6. La tradición viva de toda la Iglesia debe ser tenida en cuenta, junto con la armonía que existe entre los elementos de la fe6.

Es tarea de los exegetas trabajar según estas reglas para una mejor comprensión y explicación del significado de la Sagrada Escritura6. Sin embargo, todo lo dicho sobre la forma de interpretar la Escritura está finalmente sujeto al juicio de la Iglesia, que cumple la misión y el ministerio divinos de guardar e interpretar la Palabra de Dios6,7. Este énfasis en el juicio de la Iglesia equilibra la atención a las ciencias exegéticas7.

La Sagrada Escritura en la Vida de la Iglesia

Dei Verbum dedica un capítulo significativo a la importancia de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, destacando su papel como alimento espiritual y regla suprema de fe.

Veneración y Accesibilidad

La Iglesia siempre ha venerado las divinas Escrituras de la misma manera que venera el cuerpo del Señor8. Especialmente en la sagrada liturgia, recibe y ofrece incesantemente a los fieles el pan de vida de la mesa de la Palabra de Dios y del cuerpo de Cristo8. La Iglesia ha mantenido siempre, y sigue haciéndolo, la Escritura junto con la sagrada tradición, como la regla suprema de fe8. Inspiradas por Dios y entregadas de una vez para siempre por escrito, imparten la Palabra de Dios misma sin cambio, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los profetas y apóstoles8. Por lo tanto, toda la predicación de la Iglesia debe ser nutrida y regulada por la Sagrada Escritura8.

El documento insiste en que se debe facilitar el fácil acceso a la Sagrada Escritura para todos los fieles cristianos9. Por esta razón, la Iglesia aceptó desde el principio la antigua traducción griega del Antiguo Testamento conocida como la Septuaginta, y siempre ha dado un lugar de honor a otras traducciones orientales y latinas, especialmente la Vulgata9. Sin embargo, dado que la Palabra de Dios debe ser accesible en todo momento, la Iglesia, con su autoridad y preocupación maternal, se asegura de que se realicen traducciones adecuadas y correctas a diferentes idiomas, especialmente a partir de los textos originales de los libros sagrados9. Si surge la oportunidad y las autoridades de la Iglesia lo aprueban, si estas traducciones se producen en cooperación con los hermanos separados, todos los cristianos podrán utilizarlas9. Aunque Dei Verbum promueve las traducciones desde los textos originales, las citas bíblicas en el propio documento latino a menudo se basan en la Vulgata, con algunas modificaciones para ajustarse al texto griego en ciertos puntos clave10.

Nutrición de la Vida Cristiana

La fuerza y el poder de la Palabra de Dios son tan grandes que sirven de apoyo y energía para la Iglesia, de fuerza de fe para sus hijos, de alimento del alma y de fuente pura y perdurable de vida espiritual8. En los libros sagrados, el Padre celestial se encuentra con sus hijos con gran amor y les habla8.

La sagrada teología se basa en la Palabra de Dios escrita, junto con la sagrada tradición, como su fundamento primario y perpetuo11. El estudio de la página sagrada es, por así decirlo, el alma de la sagrada teología11. El ministerio de la palabra —es decir, la predicación pastoral, la catequesis y toda la instrucción cristiana, en la que la homilía litúrgica debe ocupar el primer lugar— se nutre y florece de manera saludable por la misma Palabra de la Escritura11.

Todos los clérigos deben aferrarse a la Sagrada Escritura mediante la lectura sagrada diligente y el estudio cuidadoso, especialmente los sacerdotes de Cristo y otros, como diáconos y catequistas, que están legítimamente activos en el ministerio de la palabra12. Esto es para que ninguno de ellos se convierta en «un predicador vacío de la palabra de Dios exteriormente, que no sea un oyente de ella interiormente»12.

El sínodo sagrado también insta encarecidamente a todos los fieles cristianos, especialmente a los religiosos, a aprender mediante la lectura frecuente de las divinas Escrituras el «excelente conocimiento de Jesucristo» (Flp 3,8), porque «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo»12. Deben ponerse en contacto con el texto sagrado mismo, ya sea a través de la liturgia, rica en la palabra divina, o a través de la lectura devocional, o de instrucciones adecuadas para el propósito y otras ayudas12. Es importante recordar que la oración debe acompañar la lectura de la Sagrada Escritura, para que Dios y el hombre puedan hablar juntos12.

Conclusión

Dei Verbum representa un hito en la comprensión católica de la revelación, la Escritura y la Tradición. Al enfatizar la naturaleza dinámica de la Palabra de Dios y la necesidad de un acceso amplio y una interpretación rigurosa, ha revitalizado el estudio bíblico y la vida espiritual de la Iglesia. El documento subraya la coautoría divina y humana de la Escritura, la importancia de los géneros literarios y el papel insustituible del Magisterio en la guía de la interpretación. Aunque el documento fue un logro significativo, algunos teólogos han señalado que ciertas cuestiones, como la relación entre la exégesis crítica y la eclesial, o la investigación histórica y la tradición dogmática, no se resolvieron completamente y continúan siendo objeto de estudio13. No obstante, Dei Verbum proporcionó una síntesis entre las intuiciones duraderas de la teología patrística y la nueva comprensión metodológica de los modernos, sirviendo como una plataforma fundamental para la teología de la revelación y la inspiración14.

Citas

  1. Prefacio, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 1 (1965). 2

  2. Papa Juan Pablo II. A los participantes en las celebraciones del 25 aniversario de la Constitución Conciliar Dei Verbum (14 de diciembre de 1990) - Discurso (1990). 2

  3. Emmanuel Durand, O.P. Comprender la Revelación según un modo sacramental, § 3. 2 3 4

  4. Capítulo II - La transmisión de la revelación divina, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 9 (1965). 2 3 4 5 6

  5. Capítulo III - La Sagrada Escritura, su inspiración e interpretación divinas, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 11 (1965). 2 3 4

  6. Capítulo III - La Sagrada Escritura, su inspiración e interpretación divinas, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 12 (1965). 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  7. Mark Reasoner. Dei Verbum y el drama del sentido literal de la Escritura en el siglo XX, § 22. 2

  8. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 21 (1965). 2 3 4 5 6 7

  9. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 22 (1965). 2 3 4

  10. Kevin Raedy. ¿Qué pasó con la Vulgata? Un análisis de Divino Afflante Spiritu y Dei Verbum, § 19.

  11. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 24 (1965). 2 3

  12. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 25 (1965). 2 3 4 5

  13. B. La doctrina de la inspiración en Dei Verbum, Denis Farkasfalvy, O.Cist. ¿Cómo renovar la teología de la inspiración bíblica? , § 5.

  14. Prefacio, Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993).