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Democracia

Democracia
Segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2007. Original, Rama, CC BY-SA 2.0 fr 📄

La Iglesia Católica valora el sistema democrático por su capacidad de fomentar la participación ciudadana y garantizar los derechos humanos, considerándolo compatible con la visión cristiana del mundo cuando se fundamenta en valores morales objetivos y el bien común1,2,3. Sin embargo, la Iglesia también advierte que la democracia no es un fin en sí misma, sino un medio, y que su valor moral depende de los fines que persigue y de los medios que emplea2,4. Una democracia sin valores o basada en el relativismo ético corre el riesgo de degenerar en totalitarismo o en un sistema donde los intereses de los más poderosos prevalecen sobre el bien común2,5,6.

Tabla de contenido

La Visión de la Iglesia sobre la Democracia

La Iglesia Católica reconoce la democracia como un «signo de los tiempos» positivo, siempre que se base en valores fundamentales como la dignidad de cada persona, el respeto por los derechos humanos inviolables e inalienables, y la promoción del bien común como criterio rector de la vida política1,2,3. Este reconocimiento se fundamenta en la capacidad del sistema democrático para asegurar la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas, garantizar la posibilidad de elegir y responsabilizar a quienes gobiernan, y permitir su reemplazo por medios pacíficos cuando sea necesario3,6.

El Catecismo de la Iglesia Católica establece que la elección del régimen político y el nombramiento de los gobernantes se dejan a la libre decisión de los ciudadanos, y que la diversidad de regímenes políticos es moralmente aceptable siempre que sirvan al bien legítimo de las comunidades que los adoptan7.

Fundamentos Morales de una Democracia Auténtica

Para la Iglesia, el valor de la democracia no reside únicamente en la observación formal de un conjunto de reglas, sino en la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos2. Estos valores no pueden ser opiniones provisionales o cambiantes de la mayoría, sino que deben basarse en el reconocimiento de una ley moral objetiva, la «ley natural» inscrita en el corazón humano, que sirve como punto de referencia obligatorio para la ley civil1,4.

El relativismo ético, que niega la existencia de criterios objetivos o universales para establecer una jerarquía de valores, es considerado una de las mayores amenazas para las democracias modernas2. Si no hay una verdad última que guíe la acción política, las ideas y convicciones pueden ser fácilmente manipuladas por razones de poder, lo que puede llevar a una democracia sin valores que se convierta en un totalitarismo abierto o encubierto2,6.

Riesgos y Desafíos de la Democracia

A pesar de su valoración positiva, la Iglesia también es consciente de los peligros que acechan a los sistemas democráticos. La existencia de instituciones democráticas formales no es prueba suficiente de que la democracia se haya implementado verdaderamente5. Cuando el orden democrático se reduce a una colección de egoísmos, la sociedad pierde su núcleo moral elevado, y la persona humana es vista principalmente como un consumidor y objeto de manipulación5. En tales circunstancias, la democracia se convierte en una «palabra vacía», incapaz de salvaguardar la dignidad de cada persona y de fomentar la solidaridad1,5.

Otro riesgo es la incapacidad de situar los intereses particulares dentro del marco de una visión coherente del bien común8. En ocasiones, las demandas sociales no se examinan según criterios de justicia y moralidad, sino en función del poder electoral o financiero de los grupos que las promueven. Esto genera desconfianza y apatía en la población, lo que a su vez disminuye la participación política y el espíritu cívico8.

La Iglesia también advierte sobre el peligro del fanatismo o fundamentalismo de quienes, en nombre de una ideología que se presenta como científica o religiosa, pretenden imponer a otros su propio concepto de lo verdadero y lo bueno6. La verdad cristiana, al no ser una ideología, respeta la libertad y reconoce que la vida humana se realiza en la historia en condiciones diversas e imperfectas6.

La Contribución de la Iglesia a la Esfera Democrática

La Iglesia, si bien respeta la legítima autonomía del orden democrático y no expresa preferencias por soluciones institucionales o constitucionales específicas, contribuye al orden político con su visión de la dignidad de la persona, revelada plenamente en el misterio del Verbo Encarnado8.

La influencia de la Iglesia en las instituciones de gobierno cívico es de naturaleza indirecta, apelando a las conciencias de los seres humanos a través de la ley natural y de la revelación divina9. Es a través de las decisiones de los sujetos del gobierno, ya sean líderes o votantes, que la Iglesia actúa en la esfera cívica9.

En países con una mayoría católica, la población puede promover instituciones eclesiales como escuelas, universidades y hospitales a través de mecanismos estatales, siempre que lo hagan sin faltar al respeto a los derechos de libertad religiosa de las minorías no católicas o no cristianas9. Un ejemplo de esta influencia indirecta es el reconocimiento de festividades católicas como días nacionales en algunos países, a solicitud de la Iglesia9.

Democracia y Derechos Humanos

La Iglesia destaca la importancia del reconocimiento explícito de los derechos humanos como fundamento sólido para la democracia8. Entre estos derechos, se subraya el derecho a la vida desde la concepción, el derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral propicio para el desarrollo de la personalidad, el derecho a desarrollar la inteligencia y la libertad en la búsqueda de la verdad, y el derecho a la libertad religiosa8. Este último, entendido como el derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la persona, es considerado la fuente y síntesis de todos los demás derechos8.

Aun en democracias, estos derechos no siempre se respetan plenamente, como lo demuestra el escándalo del aborto y la crisis en la capacidad de tomar decisiones orientadas al bien común8.

Conclusión

La democracia, desde la perspectiva católica, es un sistema valioso que puede promover la dignidad humana y el bien común, pero su autenticidad y estabilidad dependen de su adhesión a valores morales objetivos y a una concepción correcta de la persona humana1,2,6,10. Sin estos fundamentos, la democracia corre el riesgo de convertirse en un mero mecanismo para la regulación de intereses contrapuestos, susceptible de manipulación y de degeneración hacia formas de totalitarismo1,2. La Iglesia, por tanto, anima a los cristianos a defender las normas morales universales e inmutables como servicio a la sociedad y garantía de una convivencia justa y pacífica, y de una democracia genuina4.

Citas

  1. Capítulo III - No matarás - La santa ley de Dios - «debemos obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29): La ley civil y la ley moral, Papa Juan Pablo II. Evangelium Vitae, § 70 (1995). 2 3 4 5 6

  2. A. Valores y democracia, Consejo Pontificio Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 407 (2004). 2 3 4 5 6 7 8 9

  3. Tercera parte - La vida de la Iglesia - IV. La sociedad transfigurada en la Iglesia (el quinto, séptimo, octavo y décimo mandamientos de Dios) - C. Las dimensiones sociales de la Iglesia - 1. La dimensión social de la libertad cristiana - A. Democracia y virtudes sociales cristianas, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 932 (2016). 2 3

  4. A la 6.ª sesión plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, Papa Juan Pablo II. A la 6.ª Sesión Plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales (23 de febrero de 2000), § 2 (2000). 2 3

  5. Tercera parte - La vida de la Iglesia - IV. La sociedad transfigurada en la Iglesia (el quinto, séptimo, octavo y décimo mandamientos de Dios) - C. Las dimensiones sociales de la Iglesia - 1. La dimensión social de la libertad cristiana - A. Democracia y virtudes sociales cristianas, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 933 (2016). 2 3 4

  6. V. Estado y cultura, Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 46 (1991). 2 3 4 5 6

  7. Sección primera: La vocación del hombre: la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1901.

  8. V. Estado y cultura, Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 47 (1991). 2 3 4 5 6 7

  9. Thomas Joseph White, O.P. El derecho a la libertad religiosa: Principios tomistas de la naturaleza y la gracia, § 27. 2 3 4

  10. Parte 1: Ciudadanos cristianos en la Gran Bretaña moderna - Características fundamentales de nuestra sociedad, Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. El Bien Común y la Doctrina Social de la Iglesia Católica, § 34 (1996).