Divini Redemptoris
Divini Redemptoris es la encíclica anti‑comunista emitida por el Papa Pío XI el 19 de marzo de 1937. En ella el Santo Padre denuncia la expansión del materialismo ateo y del comunismo como una amenaza a la dignidad humana, a la familia y a la civilización cristiana, al tiempo que propone una serie de remedios espirituales y sociales basados en la fe y en la obediencia a Cristo. La encíclica se convirtió en un documento fundamental del magisterio social del siglo XX y sigue siendo citada en debates contemporáneos sobre la relación entre religión y política.
Tabla de contenido
Contexto histórico
Publicación
Divini Redemptoris fue promulgada el 19 de marzo de 1937, en pleno auge de los regímenes totalitarios y del movimiento comunista internacional. El Papa Pío XI la presentó como una respuesta urgente a la «gran amenaza» que el comunismo representaba para la Orden de Dios y para la paz mundial1.
Antecedentes
La encíclica se inscribe dentro de una serie de documentos papales que ya habían advertido sobre los males de la época. En Ingravescentibus Malis (1937) el Papa recordaba que «no hay remedio para los crecientes males de nuestros tiempos sino un retorno a nuestro Señor Jesucristo y a sus santos preceptos»2, una idea que se desarrolla con mayor detalle en Divini Redemptoris.
Contenido y temas principales
La amenaza del comunismo
Divini Redemptoris describe al comunismo como «una batalla unida a las fuerzas de las tinieblas contra la idea misma de la Divinidad”3. El Papa sostiene que el comunismo niega la existencia de Dios, desprecia la ley moral y busca destruir la solidaridad humana que emana del origen común de todos los hombres. Según el documento, esta ideología conduce a la anarquía, al terrorismo y a la destrucción de la sociedad cristiana3.
Llamado a los fieles
El Papa convoca a todos los hijos de la Iglesia a una renovación sincera de la vida privada y pública conforme a los principios del Evangelio, para que sean «la sal de la tierra» y preserven a la sociedad del «total deterioro”4. En el capítulo 40, el Santo Padre subraya que la gran lucha de la época impone deberes a todos los cristianos, incluso a los que se han alejado de la Iglesia1.
Papel del clero
Divini Redemptoris otorga a los sacerdotes un papel central como «primeras líneas de ministros y mensajeros del Evangelio». Su misión es mantener viva la llama de la fe y llenar los corazones de los fieles con confianza sobrenatural, para que la Iglesia pueda vencer las «batallas» del mundo5. Esta responsabilidad se ejerce bajo la dirección de los obispos y en obediencia filial al Vicario de Cristo en la Tierra5.
Invitación a la colaboración
El documento renueva la invitación hecha cinco años antes en la encíclica Caritate Christi, solicitando la colaboración leal y ferviente de todos los creyentes para «evitar el gran peligro que amenaza a toda la humanidad”3. El Papa afirma que “la creencia en Dios es el fundamento inquebrantable del orden social” y que quienes rechazan el anarquismo deben actuar con energía para impedir que los enemigos de la religión alcancen sus objetivos3.
Recepción e impacto
Reacción inmediata
Al publicarse, la encíclica generó un amplio debate tanto dentro como fuera de la Iglesia. Los obispos de los Estados Unidos la recibieron como una guía clara para combatir el comunismo mediante la educación religiosa y la defensa de la dignidad humana6. Asimismo, la prensa católica la describió como una «advertencia crucial» para los fieles en tiempos de crisis moral y política.
Influencia a largo plazo
Divini Redemptoris sentó las bases para posteriores documentos sociales, como Summi Pontificatus (1939) y Quadragesimo Anno (1931), que reiteraron la necesidad de solidaridad y justicia basadas en la fe. La encíclica también influyó en la postura del Concilio Vaticano II respecto al compromiso social de la Iglesia y sigue citada en discusiones contemporáneas sobre la relación entre la fe y la ideología política.
Legado
Influencia en documentos posteriores
El llamado a la renovación cristiana y a la colaboración activa de los laicos, presente en Divini Redemptoris, se refleja en la Constitución Dogmática Lumen Gentium (1964), que describe la Iglesia como «el pueblo de Dios llamado a ser luz del mundo». Asimismo, el énfasis en el papel del clero como guía espiritual se mantiene en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975).
Relevancia actual
En el siglo XXI, la encíclica es citada por teólogos y obispos al abordar desafíos ideológicos como el secularismo, el relativismo moral y los movimientos políticos que niegan la dimensión trascendente del ser humano. Su mensaje central —la necesidad de volver a Cristo y a sus preceptos para enfrentar los males sociales— sigue resonando en la pastoral social de la Iglesia contemporánea.
Citas
Papa Pío XI. Divini Redemptoris, § 40 (1937). ↩ ↩2
Pío XI. Ingravescentibus Malis, § 1 (1937). ↩
Papa Pío XI. Divini Redemptoris, § 72 (1937). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pío XI. Divini Redemptoris, § 41 (1937). ↩
Papa Pío XI. Divini Redemptoris, § 60 (1937). ↩ ↩2
Papa Pío XI. Ubi Arcano Dei Consilio, § 21 (1922). ↩