Divinidad de Cristo

La Divinidad de Cristo es una doctrina central de la fe católica que afirma que Jesucristo es verdadero Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, consustancial con el Padre. Esta verdad fundamental, revelada en las Escrituras y desarrollada a través de la Tradición de la Iglesia, establece que Jesús posee tanto una naturaleza divina como una naturaleza humana, unidas en una sola persona divina sin confusión, cambio, división o separación. Esta unión hipostática es la base para comprender la misión salvífica de Cristo y su papel como mediador entre Dios y la humanidad.
Tabla de contenido
Revelación de la Divinidad de Cristo
La creencia en la divinidad de Jesucristo es un pilar de la fe cristiana, que se manifiesta a lo largo de las Escrituras y ha sido afirmada por la Tradición de la Iglesia1.
En el Antiguo Testamento
Aunque el Antiguo Testamento no presenta la divinidad de Cristo de manera explícita como una doctrina desarrollada, contiene profecías mesiánicas que los cristianos interpretan como precursoras de la venida de un Mesías divino1. Jesús mismo y los Apóstoles se refirieron a estas profecías para sustentar sus afirmaciones y enseñanzas1.
En el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento ofrece una revelación más clara y completa de la divinidad de Cristo1.
Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles
Los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y los Hechos de los Apóstoles enfatizan las experiencias de los discípulos con Jesús antes y después de la Pascua, llevándolos a la conclusión de su divinidad2.
Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan es particularmente explícito al presentar la divinidad de Jesús. El prólogo de Juan declara solemnemente: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne» (Juan 1:1, 1:14)3,1,4. Esta doctrina del Verbo encarnado es la idea fundamental de la teología joánica, que describe a Jesús como el Verbo eterno que habitó entre los hombres en naturaleza humana1. Las epístolas de Juan también reafirman que el Verbo de vida se ha manifestado y que los Apóstoles lo vieron, oyeron y tocaron1.
Epístolas Paulinas
San Pablo, en sus epístolas, utiliza términos como «forma de Dios» e «imagen de Dios» para referirse a la divinidad de Cristo, destacando la distinción personal entre el Padre Eterno y el Hijo Divino (Filipenses 2:6; Colosenses 1:15)1. Afirma que Cristo es el primogénito de toda la creación (Colosenses 1:15), por quien y para quien todas las cosas fueron hechas (Colosenses 1:16)1. En Cristo, reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Colosenses 2:9)3,1.
Epístolas Católicas
Las Epístolas Católicas también implican la divinidad de Cristo. Santiago se refiere a Jesús con la misma reverencia que a Dios, presentándolo como juez soberano y legislador independiente (Santiago 4:12)1.
Desarrollo Dogmático en los Concilios Ecuménicos
La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha profundizado en la comprensión y articulación de la divinidad de Cristo frente a diversas herejías, especialmente en los concilios ecuménicos del primer milenio5.
Concilio de Nicea I (325 d.C.)
El Primer Concilio de Nicea se centró en la divinidad del Logos (el Verbo)2. Definió solemnemente la fe en «Jesucristo, el Hijo de Dios, el unigénito engendrado del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial con el Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las del cielo y las de la tierra. Por nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día. Ascendió a los cielos y vendrá de nuevo a juzgar a vivos y muertos»3. Este concilio fue crucial para establecer la consustancialidad del Hijo con el Padre.
Concilio de Éfeso (431 d.C.)
El Concilio de Éfeso abordó la unión de las dos naturalezas en Cristo, condenando las enseñanzas nestorianas que dividían a Cristo en dos personas separadas6. Este concilio afirmó la unidad de la persona de Cristo, defendiendo así la divinidad del Verbo encarnado6.
Concilio de Calcedonia (451 d.C.)
El Concilio de Calcedonia es fundamental para la doctrina cristológica. En respuesta a las herejías monofisitas que sostenían que Cristo tenía una sola naturaleza (la divina), Calcedonia afirmó la plena divinidad y plena humanidad de Cristo5. La definición dogmática de Calcedonia enseña que confesamos «uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en divinidad y el mismo perfecto en humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, consustancial con el Padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la humanidad, semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado» (Hebreos 4:15)7,8,9,10,3,4.
El concilio estableció que las dos naturalezas de Cristo están unidas en una sola persona divina, el Verbo Eterno, «sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación»8,9,4. La distinción de las naturalezas no fue eliminada por la unión, sino que las propiedades de cada una permanecen intactas y se unen en una persona8,9.
Concilios de Constantinopla II (553 d.C.) y III (680-681 d.C.)
Los Concilios de Constantinopla II y III reafirmaron las enseñanzas de Calcedonia y extrajeron más implicaciones de la unión hipostática6. Constantinopla II condenó a Teodoro de Mopsuestia por sugerir que la unión del Verbo de Dios con Cristo era similar a la de un hombre y una mujer, aclarando que la unión hipostática no es una unión moral o accidental, sino una unión por síntesis, es decir, según la hipóstasis (persona)6,5.
Constantinopla III, siguiendo la enseñanza de la unión hipostática, expuso la doctrina sobre las voluntades y operaciones de Cristo. Declaró que «la diferencia de naturalezas en esa misma y única hipóstasis se reconoce por el hecho de que cada una de las dos naturalezas quiere y realiza lo que le es propio en comunión con la otra. Así, nos gloriamos en proclamar dos voluntades y acciones naturales que concurren juntas para la salvación del género humano»6.
La Unión Hipostática
La unión hipostática es el término teológico que describe la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la única persona de Jesucristo6,5. Cristo no es una persona humana, sino una persona divina que subsiste en dos naturalezas6.
Esta unión no es:
Una unión accidental o moral, como la de dos personas en un matrimonio6.
Una mezcla o confusión de las naturalezas, donde una se transforma en la otra8,9.
Una separación o división de las naturalezas, como si Cristo fuera dos personas8,9.
Por el contrario, las dos naturalezas, divina y humana, pertenecen juntas a la única persona de nuestro Redentor, sin confusión, inalterablemente, indivisiblemente e inseparablemente4. La humanidad de Cristo es intrínsecamente capacitada para ser «mediador y plenitud de toda revelación» (DV 2), ya que es la humanidad propia del Hijo de Dios11. Todas las acciones y palabras de Jesús, el Verbo eterno encarnado, están cualificadas por la encarnación, transmitiendo la revelación de Dios11.
Significado Permanente del Dogma Cristológico
La doctrina cristológica de la Iglesia y, de manera más destacada, el dogma definido en el Concilio de Calcedonia, conservan un valor definitivo12. Aunque es permisible y oportuno buscar una comprensión más profunda de este dogma, nunca es admisible rechazarlo12. La fe en Cristo y en la salvación que Él trae requiere la aceptación de estas verdades fundamentales sobre su persona12.
Jesucristo es el hombre perfecto, que vive enteramente de y para Dios Padre, y al mismo tiempo vive enteramente con los seres humanos y para su salvación12. Él es el ejemplo y el sacramento de la nueva humanidad12. La vida de Cristo nos ofrece una nueva comprensión de Dios y del hombre12. El dogma de la divinidad de Cristo es esencial para la fe católica, proclamando que Jesús de Nazaret, hijo de María, es el Hijo y el Verbo del Padre, en quien «habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad» (Col 2:9)3.
Conclusión
La divinidad de Cristo es una verdad central e inmutable de la fe católica, firmemente arraigada en las Sagradas Escrituras y definida con precisión por los concilios ecuménicos. Jesús de Nazaret es el Verbo eterno de Dios, que se hizo carne y habitó entre nosotros, poseyendo dos naturalezas completas –divina y humana– unidas inseparablemente en su única persona divina. Esta unión hipostática es la clave para comprender su obra redentora y su papel como mediador indispensable para la salvación de la humanidad. La Iglesia continúa custodiando y proclamando esta verdad, invitando a todos a reconocer en Jesús al verdadero Dios y verdadero hombre.
Citas
Cristología, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cristología. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Cristología, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Cristología (2015). ↩ ↩2
II. El Logos encarnado y el Espíritu Santo en la obra de la salvación, Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración «Dominus Iesus»: Sobre la Unicidad y la Universalidad Salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, § 10 (2000). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración para salvaguardar la creencia en los misterios de la Encarnación y de la Santísima Trinidad contra algunos errores recientes – Mysterium Filii Dei, § 2 (1972). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Mauro Gagliardi. Cómo Devolver la Teología a su Unidad, § 5. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Una unión en la persona, no una unión accidental, Pachomius Walker, O.P. La Controversia De Auxiliis, el Molinismo y la Premoción Física: Las Implicaciones Cristológicas, § 7. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Concilio de Calcedonia 451 - Ecuménico IV (contra los monofisitas) - Definición de las dos naturalezas de Cristo, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 301 (1854). ↩
Sobre el Concilio de Calcedonia, Papa Pío XII. Sempiternus Rex Christus, § 23 (1951). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Concilio de Calcedonia 451 - Ecuménico IV (contra los monofisitas) - Definición de las dos naturalezas de Cristo, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 303 (1854). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Parte primera - La profesión de fe. Capítulo segundo - Creo en Jesucristo, el único Hijo de Dios. La caída, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 88 (2005). ↩
B2. El carácter dialógico de la economía sacramental de la salvación - 2.1. El Dios Trinitario: Fuente y fin de la economía sacramental - C) La encarnación: Centro, culmen y clave de la economía sacramental, Comisión Teológica Internacional. La Reciprocidad entre la Fe y los Sacramentos en la Economía Sacramental, § 31 (2020). ↩ ↩2
III. El significado del dogma cristológico hoy - C. Significado permanente de la fe cristológica en cuanto a su intención y contenido, Comisión Teológica Internacional. Cuestiones Selectas sobre Cristología, § 5 (1979). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6