División del Reino (Israel y Judá)
La división del Reino de Israel en los reinos de Israel (norte) y Judá (sur) constituye uno de los momentos críticos de la historia del pueblo de Dios, marcando el inicio de siglos de conflicto interno y de invasiones extranjeras que culminarían en la caída de ambos reinos. Este artículo analiza las causas políticas, sociales y espirituales de la escisión, describe los personajes clave –Rehoboam y Jeroboam– y ofrece una reflexión católica sobre el significado teológico de la separación, resaltando las lecciones que la Iglesia extrae para la vida cristiana contemporánea.
Tabla de contenido
Contexto histórico y teológico
El reino unido bajo Salomón
Tras la muerte de David, su hijo Salomón heredó un reino unificado que alcanzó su mayor esplendor económico y cultural. Sin embargo, la «ofensa de Salomón» (excesos, impuestos y trabajos forzados) provocó una creciente insatisfacción entre las diez tribus del norte1.
La profecía de la división
San Agustín, en La Ciudad de Dios, explica que la división no fue meramente política, sino también una punición divina por la desobediencia del rey, señalando que «el reino se dividió por castigo»2. Esta ruptura prefiguró la separación espiritual entre el Israel de la carne y el Israel de la fe, tema que el Padre Agustín desarrolla en el capítulo 7, donde habla de la «división perpetua del espiritual del carnal Israel»3.
Causas de la división
Factores económicos y sociales
Aumento de tributos: Rehoboam, al asumir el trono, mantuvo y agravó los gravámenes impuestos por su padre, lo que provocó el descontento de las tribus del norte4.
Trabajo forzado: La imposición de trabajos forzados, heredada de la política de Salomón, alimentó la rebelión (ver 1 Reyes 12:6‑11).
Factores políticos
Consejo de los ancianos vs. los jóvenes: Rehoboam escuchó a los jóvenes que le aconsejaron endurecer el yugo, en lugar de a los ancianos que le sugerían moderación4. Esta decisión precipitó la ruptura.
Rebelión de Jeroboam: Jeroboam, líder del norte, fue llamado por el pueblo para ser su rey, estableciendo la capital en Siquem y luego en Samaria4,4.
Factores religiosos
- Desvío del culto: Para impedir que el pueblo del norte volviera a Jerusalén, Jeroboam instituyó altares con becerros de oro en Betel y Dan, introduciendo cultos idólatras que agravaron la división espiritual4.
Rehoboam y Jeroboam: los primeros reyes
Rehoboam (Judá)
Rehoboam reinó sobre Judá y Benjamín, manteniendo la capital en Jerusalén. Su política de «añadir al yugo» y su rechazo a la petición popular lo llevaron a perder el control del norte4. La profecía de Shemaías impidió que atacara al hermano Israel, obligándolo a aceptar la separación4.
Jeroboam (Israel)
Jeroboam, antes servidor de Salomón, se erigió como rey del norte. Su estrategia consistió en crear un culto rival para consolidar su poder, estableciendo dos becerros de oro y nombrando sacerdotes no levíticos, lo que generó una «pecado» persistente en el pueblo del norte4.
Consecuencias políticas y espirituales
Conflictos internos y externos
Guerras civiles: Ambas partes se enfrentaron en múltiples guerras, debilitando su capacidad de resistencia frente a invasiones extranjeras5.
Conquista asiria y babilónica: El reino del norte cayó ante los asirios en 722 a.C., mientras que Judá fue conquistado por los babilonios en 587 a.C., culminando en el exilio de gran parte de la población5.
Impacto espiritual
Pérdida del sacerdocio auténtico: La instauración de sacerdotes no levíticos en Israel representó una ruptura del culto legítimo, anticipando la necesidad de una reforma espiritual que la Iglesia reconoce como prefiguración del evangelio (cf. CCC 709)6.
División del pueblo de Dios: La separación física reflejó una división interior del pueblo de Dios, que la tradición católica interpreta como una advertencia contra la fragmentación de la fe y la comunidad eclesial.
Perspectiva católica: lecciones y simbolismo
El Reino de los sacerdotes
El Catecismo señala que el verdadero Reino de Dios es «una nación de sacerdotes y una santa nación» (cf. Ex 19:5‑6; 1 Pet 2:9)6. La división de Israel muestra cómo el desvío de este ideal conduce al caos y a la pérdida de la gracia.
El llamado a la unidad
San Agustín interpreta la escisión como una prefiguración de la separación entre la Iglesia visible y la Iglesia espiritual, invitando a los cristianos a buscar la unidad en la fe y a evitar los «yugos» de la injusticia y la idolatría.
Aplicación pastoral
Evitar la idolatría: La historia advierte contra la sustitución del culto auténtico por prácticas superficiales.
Fomentar la escucha prudente: El error de Rehoboam al seguir el consejo de los jóvenes subraya la necesidad de discernir con sabiduría, siguiendo la tradición y la enseñanza magisterial.
Promover la reconciliación: La prohibición de la guerra contra los hermanos, dictada por Dios a través de Shemaías, inspira la paz y la reconciliación entre los miembros de la Iglesia.
Cronología resumida
| Año (a.C.) | Evento |
|---|---|
| ~930 | Muerte de Salomón; inicio de la disputa sobre los tributos |
| 922 | Rehoboam asciende al trono y rechaza la petición popular |
| 922‑910 | Jeroboam es proclamado rey del norte; fundación de los becerros de oro |
| 722 | Conquista asiria del reino de Israel |
| 587 | Conquista babilónica de Judá y destrucción del Templo |
| 538 | Decreto de Ciro permite el regreso de los exiliados a Jerusalén |
Conclusión
La División del Reino (Israel y Judá) constituye un episodio histórico y teológico de gran relevancia para la fe católica. Más allá de sus causas políticas y económicas, la escisión revela la fragilidad del pueblo de Dios cuando se aleja del pacto divino y del culto auténtico. La Iglesia, al leer este pasado, extrae enseñanzas sobre la necesidad de la unidad, la prudencia en el gobierno y la fidelidad al verdadero Reino de los sacerdotes, recordándonos que la verdadera paz nace del amor a Dios y al prójimo.
Citas
Palestina, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Palestina (2015). ↩
Capítulo 21.— De los reyes después de Salomón, tanto en Judá como en Israel, Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios - Libro 17, §Capítulo 21 (426). ↩
Capítulo 7.— De la disrupción del reino de Israel, por la cual se prefiguró la división perpetua del Israel espiritual del carnal, Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios - Libro 17, §Capítulo 7 (426). ↩
La santa Biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 1 Reyes 12 (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Capítulo 23.— De la condición cambiante de ambos reinos hebreos, hasta que el pueblo de ambos fue llevado en diferentes momentos al cautiverio, siendo Judá después llamado de nuevo a su reino, el cual finalmente pasó al poder de los romanos, Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios - Libro 17, §Capítulo 23 (426). ↩ ↩2
Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 709. ↩ ↩2
