Dogma de la inerrancia de la Sagrada Escritura

La doctrina de la inerrancia sostiene que los libros sagrados, inspirados por el Espíritu Santo, enseñan sin error la verdad que Dios quiso revelar para la salvación del hombre. Este dogma, desarrollado a lo largo de la historia de la Iglesia, se basa en la autoridad magisterial de los concilios y papas, y se expresa de forma clara en documentos como Dei Verbum, Divino Afflante Spiritu y la Catecismo de la Iglesia Católica. Su comprensión implica distinguir entre lo que la Escritura afirma como enseñanza salvadora y los aspectos que pueden expresarse de manera figurada o histórica, sin menoscabar la certeza de la revelación divina.
Tabla de contenido
Definición y bases bíblico‑teológicas
Inspiración divina y autoridad de la Sagrada Escritura
La Iglesia enseña que Dios es autor de la Sagrada Escritura, actuando a través de los autores humanos que, bajo la guía del Espíritu Santo, transmiten la verdad salvadora sin error1,2. El Concilio Vaticano II declara que «todos los que los autores inspirados afirmen deben ser considerados como afirmados por el Espíritu Santo» y que los libros «enseñan firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios, para la salvación, quiso confesar»1.
Concepto de inerrancia
El magisterio define la inerrancia como la imposibilidad de error en todo lo que la Escritura afirma como verdad doctrinal y moral. Según José Ratzinger, la inspiración implica que «todo lo que los escritores sagrados afirmen debe ser afirmado por el Espíritu, quien no puede decir nada falso»3. Divino Afflante Spiritu reitera que no es admisible limitar la verdad de la Escritura a cuestiones de fe y moral, sino que también abarca los enunciados «seculares» cuando están vinculados al mensaje de salvación4,5.
Desarrollo histórico del dogma
Primeras formulaciones patrísticas y conciliares
Desde los Padres de la Iglesia se sostuvo que la Escritura, bajo la inspiración divina, es libre de error. El Enchiridión de Símbolos recoge la enseñanza de los Concilios de Florencia y Trento, confirmada por el Vaticano, que «los libros del Antiguo y Nuevo Testamento tienen a Dios como autor» y que la inspiración evita cualquier falsedad6,7.
Providentissimus Deus (1893)
El Papa León XIII, en esta encíclica, condenó la idea de que la inspiración se limite a la fe y la moral, afirmando que «es absolutamente erróneo estrechar la inspiración a ciertas partes de la Sagrada Escritura» y que la Escritura está libre de error en todo lo que afirma8.
Spiritus Paraclitus (1920)
El Papa Benedicto XV reforzó que el Espíritu Santo «no permitió que los autores humanos concibieran nada contrario a la voluntad divina», garantizando la ausencia total de error en la Escritura9.
Divino Afflante Spiritu (1943)
Pío XII subrayó que la inspiración no admite error alguno, ni siquiera en los aspectos «seculares», y que cualquier aparente dificultad histórica o científica debe interpretarse a la luz de la intención divina, no como falsedad4,5.
Concilio Vaticano II y Dei Verbum
El documento conciliar declara que la Sagrada Escritura «enseña la verdad que Dios quiso confesar para la salvación» y que la inerrancia se extiende a todo lo que la Escritura afirma como enseñanza, sin excluir los pasajes que no constituyen enseñanza doctrinal directa10,11.
Interpretación y alcance del dogma
Distinción entre afirmación y enseñanza
Los estudiosos como Grisez y Harrison señalan que no todo lo que se dice en la Escritura constituye una afirmación doctrinal; la inerrancia se aplica a lo que el autor sagrado pretende enseñar, mientras que expresiones meramente descriptivas pueden no estar sujetas al mismo criterio de verdad absoluta12,13.
Aplicación a cuestiones históricas y científicas
La Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales indica que la Escritura no pretende ofrecer precisión científica o histórica completa, sino que su verdad se encuentra en lo que es salvador para la humanidad11. Así, la Iglesia permite una interpretación que reconoce el contexto cultural y el uso de lenguaje figurado sin comprometer la inerrancia doctrinal14.
Comentarios de la CDF y documentos posteriores
El documento Dominus Iesus reafirma que la Escritura «enseña sin error la verdad que Dios quiso confesar para la salvación», mientras reconoce que otras religiones pueden contener «elementos de bondad y gracia», sin afectar la plenitud del dogma de inerrancia15.
Implicaciones pastorales y catequéticas
Confianza del fiel en la Sagrada Escritura
El Catecismo subraya que la certeza de que la Escritura está libre de error en la verdad salvadora brinda al creyente confianza plena para aceptar sus enseñanzas y vivir según ellas2.
Uso en la liturgia y la vida sacramental
Al considerar la Escritura como fuente inerrante de la verdad revelada, la Iglesia la incorpora en la liturgia, la catequesis y la vida sacramental, asegurando que la proclamación del Evangelio sea siempre fiel a la palabra de Dios.
Controversias y malentendidos
Restricción a la verdad salvadora vs. verdad total
Algunos teólogos propusieron limitar la inerrancia a la «verdad salvadora». El magisterio, sin embargo, ha rechazado esa restricción, manteniendo que la Escritura enseña sin error todo lo que afirma como verdad, aunque ciertos pasajes puedan requerir interpretación histórica o científica cuidadosa14,16.
Respuestas magisteriales
Documentos como Divino Afflante Spiritu y Dei Verbum reiteran que la imposibilidad de error es una característica esencial de la inspiración divina, y que cualquier aparente contradicción debe resolverse mediante la correcta hermenéutica, no mediante la negación del dogma3,5.
Conclusión
El dogma de la inerrancia de la Sagrada Escritura constituye una pieza central del magisterio católico, afirmando que la Palabra de Dios, transmitida por los autores humanos bajo la guía del Espíritu Santo, es libre de error en todo lo que afirma como verdad para la salvación. Su desarrollo histórico, desde los Padres de la Iglesia hasta el Concilio Vaticano II, muestra una constante defensa de la autoridad divina de la Escritura, al tiempo que la Iglesia ofrece herramientas hermenéuticas para interpretar adecuadamente los pasajes que no constituyen enseñanza doctrinal directa. Este dogma fortalece la fe del creyente y garantiza la fidelidad de la proclamación del Evangelio en la vida de la Iglesia.
Citas
Sección uno «Yo creo» - «Nosotros creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 107. ↩ ↩2
Sección uno «Yo creo» - «Nosotros creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 136. ↩ ↩2
Aaron Pidel, S.J. Joseph Ratzinger sobre la inerrancia bíblica, § 4. ↩ ↩2
Divino afflante spiritu, Papa Pío XII. Divino Afflante Spiritu, §Prólogo (1943). ↩ ↩2
Divino afflante spiritu, Papa Pío XII. Divino Afflante Spiritu, § 3 (1943). ↩ ↩2 ↩3
El estudio de la Sagrada Escritura - De la encíclica «Providentissimus Deus», Nov., 1893, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 3293 (1854). ↩
La inerrancia de la Sagrada Escritura, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 3654 (1854). ↩
Inspiración incompatible con el error, Papa León XIII. Providentissimus Deus, § 20 (1893). ↩
Papa Benedicto XV. Spiritus Paraclitus, § 17 (1920). ↩
Parte uno: Verbum Dei - Sagrada Escritura, inspiración y verdad, Papa Benedicto XVI. Verbum Domini, § 19 (2010). ↩
Parte dos - Comprender la Palabra de Dios ¿Hubo alguna vez una palabra tan grande? (Deuteronomio 4:32), Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El don de la Escritura, § 14 (2005). ↩ ↩2
Matthew J. Ramage. La violencia es incompatible con la naturaleza de Dios: Benedicto, Tomás de Aquino y la exégesis del Método C de los pasajes «oscuros» de la Biblia, § 12. ↩
Matthew J. Ramage. La violencia es incompatible con la naturaleza de Dios: Benedicto, Tomás de Aquino y la exégesis del Método C de los pasajes «oscuros» de la Biblia, § 13. ↩
Denis Farkasfalvy, O.Cist. ¿Cómo renovar la teología de la inspiración bíblica? , § 15. ↩ ↩2
I. La plenitud y definitividad de la revelación de Jesucristo, Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración «Dominus Iesus»: Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, § 8 (2000). ↩
Anthony Giambrone, O.P. La búsqueda de la Vera et Sincera de Iesu: Dei Verbum § 19 y la historicidad de los Evangelios, § 10. ↩
