Dogma del caracter temporal del mundo
El dogma del carácter temporal del mundo afirma que la realidad creada, aunque está inserta en el tiempo y está destinada a la eternidad, posee un valor propio y una finalidad que se cumplen en la historia de la salvación. La Iglesia enseña que el orden temporal no es meramente aparente ni un obstáculo a la vida eterna, sino que es parte esencial del plan divino, mediado por la encarnación y la redención, y que culminará en la renovación definitiva de todas las cosas en Cristo. Este artículo explora la fundamentación bíblica y patrística, el desarrollo magisterial, la relación con la escatología y las implicaciones éticas y pastorales del dogma.
Tabla de contenido
1. Fundamento bíblico y patrístico
1.1. La creación como «cosa buena»
En el relato de la creación, el Señor declara que lo que ha hecho es «muy bueno» (Gén 1, 31). Este juicio muestra que la realidad temporal tiene un valor intrínseco, no solo instrumental para la vida eterna1.
1.2. La visión patrística
Los Padres de la Iglesia, como San Agustín y San Gregorio de Nisa, subrayaron que todo lo creado tiene un propósito divino y que la bondad de la creación persiste pese al pecado original2.
2. Desarrollo magisterial
2.1. Concilio Vaticano II
Gaudium et Spes señala que la actividad humana en el mundo debe estar purificada y perfeccionada por la cruz de Cristo, reconociendo que la historia temporal es escenario de la lucha contra el orgullo y la maldad3.
2.2. Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo afirma que Dios es maestro del mundo y de su historia, y que, aunque los caminos de su providencia a menudo nos son desconocidos, al final se revelará cómo, incluso a través del drama del mal, Dios guía la creación hacia el descanso sabático definitivo4.
2.3. Enseñanzas de San Juan Pablo II
En su visita a las regiones canadienses, el Santo Padre explicó que la encarnación hace que el cuerpo humano y la historia tengan significado; la Iglesia, por tanto, está «mundana» en sentido positivo, comprometida con la transformación del tiempo histórico mediante el Evangelio5.
3. Relación con la escatología
3.1. La finalidad del tiempo
El dogma sostiene que el tiempo tiene una meta teleológica: la consumación de todas las cosas en Cristo (Ef 1, 10). La Nueva Jerusalén será la realización plena de la creación, donde lo temporal será elevado y transformado6.
3.2. Esperanza cristiana
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia recuerda que Dios ofrece a la humanidad la real posibilidad de superar el mal y alcanzar el bien, garantizando que el mundo no queda cerrado sobre sí mismo, sino abierto al Reino de Dios7.
4. Implicaciones éticas y pastorales
4.1. Responsabilidad humana
Dado que el mundo temporal tiene valor propio, la responsabilidad del ser humano incluye el cuidado de la creación y la promoción del bien común, evitando la «jactancia del mundo» que distorsiona los valores (cf. Rom 12, 2)3.
4.2. Libertad y providencia
El Catecismo reconoce que el sufrimiento y la enfermedad son parte de la condición humana, pero no son un fin en sí mismos; la providencia divina los inserta en un plan mayor que supera nuestra comprensión6.
4.3. Vida cristiana en el tiempo
La liturgia del domingo, vista como «el octavo día», expresa la dualidad entre la vida temporal y la esperanza escatológica, invitando a los fieles a vivir el presente con determinación cristiana y mirada hacia la eternidad8.
5. Conclusión
El dogma del carácter temporal del mundo confirma que la realidad histórica no es una mera ilusión, sino una parte esencial del plan de salvación. La creación, aunque está sujeta al tiempo y al pecado, conserva su dignidad y su destino final en la renovación que Cristo inaugura. Esta doctrina invita a los cristianos a valorar y proteger el mundo temporal, a reconocer la providencia divina en medio del sufrimiento y a vivir con esperanza, orientados al cumplimiento definitivo de todas las cosas en Dios.
Citas
Papa Juan Pablo II. Audiencia General de 13 abril 1994, § 1 (1994). ↩
Matthew T. Warnez. De Natura: Los Padres de la Iglesia sobre la Caída de la Creación, § 27. ↩
Parte I - La Iglesia y la vocación del hombre - Capítulo III - La actividad del hombre en el mundo, Concilio Vaticano II. Gaudium et Spes, § 37 (1965). ↩ ↩2
Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 314. ↩
A los obispos de las regiones del oeste de Canadá en su visita ad limina, Papa Juan Pablo II. A los Obispos de las Regiones del Oeste de Canadá en su visita ad Limina (30 octubre 1999), § 3 (1999). ↩
El lado positivo del evangelio que preferimos escuchar, Basil Cole, O.P. Santo Tomás y la «Buena Nueva» del Castigo? , § 12. ↩ ↩2
C. Una esperanza sólida, Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 578 (2004). ↩
Al cuarto grupo de obispos de los Estados Unidos de América en su visita «ad limina», Papa Juan Pablo II. Al cuarto grupo de Obispos de los Estados Unidos de América en su visita «ad Limina» (24 octubre 1998), § 2 (1998). ↩
