Dogmas sobre Dios
Los dogmas sobre Dios constituyen los pilares de la fe católica, revelando la unidad y la pluralidad de la divinidad según la enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición. Este artículo examina los principales dogmas que la Iglesia ha definido de manera irrevocable: la Trinidad, la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, y la Encarnación del Verbo. Además, se aborda su desarrollo histórico, su fundamento en los credos ecuménicos y su relevancia para la vida litúrgica y doctrinal de los fieles.
Tabla de contenido
Definición de dogma
Un dogma es una verdad de fe que la Iglesia declara como revelada por Dios y, por tanto, obligatoria para todos los cristianos. Su certeza se basa en la autoridad del Magisterio y en la concatenación de la Sagrada Escritura y la Tradición viva1. Los dogmas no pueden ser modificados; sólo pueden ser profundizados por la reflexión teológica.
Dogmas principales sobre Dios
La Trinidad
Unidad y pluralidad
La doctrina de la Trinidad afirma que un solo Dios existe en tres Personas distintas pero consustanciales: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta verdad se resume en la fórmula del Credo Atanasiano: «Adoramos un solo Dios en la Trinidad y la Trinidad en unidad, sin confundir las personas ni dividir la sustancia”1. La Iglesia enseña que cada Persona es plenamente Dios, pero que no son tres dioses sino uno2.
Fundamento bíblico y patrístico
Los Padres de la Iglesia, como Agustín, explicaron que el Padre es «eternamente Padre, el Hijo es “eternamente Hijo”, y el Espíritu “eternamente Espíritu”, sin que exista separación temporal o espacial entre ellos3. La Enciclopedia Católica subraya que la Trinidad es “tres Personas verdaderamente distintas, una única naturaleza divina”4.
Expresión en el Magisterio
El Concilio de Nicea‑Constantinopla formuló la declaración trinitaria que incluye: «Creemos en un Dios Padre todopoderoso, creador de cielo y tierra; y en un Señor Jesucristo, el Hijo unigénito, que es consustancial con el Padre”5. El Concilio de Constantinopla II reiteró que “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno en esencia”6.
La divinidad del Hijo
El dogma de la divinidad del Hijo sostiene que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, consustancial con el Padre antes de todos los siglos y encarnado por obra del Espíritu Santo. El Concilio de Nicea definió que el Hijo es «generado, no creado, consustancial con el Padre”5. Dominus Iesus reafirma que “toda la plenitud de la divinidad mora corporalmente en Jesús”7.
La divinidad del Espíritu Santo
El Espíritu Santo es proclamado como el Señor y dador de vida, procedente del Padre (y del Hijo, según la fórmula occidental). El Credo Niceno‑Constantinopolitano declara: «y en el Espíritu Santo, que es Señor y dador de vida, que procede del Padre”5. La Encíclica de la Iglesia describe al Espíritu como “co‑adorado y co‑glorificado con el Padre y el Hijo”5.
La Encarnación del Verbo
Misterio de la unión hipostática
La Encarnación afirma que el Verbo eterno se hizo carne y habitó entre nosotros, sin perder su divinidad ni su humanidad. El Catecismo de la Iglesia Católica la define como «el maravilloso unión de la naturaleza divina y humana en la única Persona del Verbo”8. Charles Journet explica que la humanidad de Cristo se une “indisolublemente” a la divinidad, formando la hipóstasis única9.
Declaraciones conciliares
El Concilio de Calcedonia explicó que Cristo es «una y la misma Persona, perfecta en divinidad y perfecta en humanidad”7. La Declaración “Dominus Iesus” reitera que el Hijo “es el único Hijo engendrado del Padre, que se hizo carne por obra del Espíritu Santo”7. Juan Pablo II subrayó que la Encarnación es “el vínculo inquebrantable entre el hombre creado a imagen de Dios y Cristo que tomó nuestra condición humana”10.
Desarrollo histórico de los dogmas
De los primeros credos a la definición conciliar
Los primeros credos apostólicos ya contenían la fórmula trinitaria básica, pero fue en los Concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381) donde se definieron con precisión los términos homoousios (consustancial) y filioque (procedencia del Espíritu)5. Posteriormente, el Concilio de Trento y el Concilio Vaticano II reforzaron la transmisión fiel de estos dogmas en la liturgia y la catequesis11.
El papel de los Padres de la Iglesia
Teólogos como Athanasius, Gregorio de Nacián y Agustín fueron esenciales para articular la doctrina trinitaria y la Encarnación, defendiendo la co‑igualdad y co‑eternidad de las Personas y la unicidad de la Persona de Cristo3,12.
Implicaciones teológicas y litúrgicas
En la vida sacramental
Los sacramentos, especialmente el Bautismo, expresan la participación del creyente en la Trinidad: «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19)13. La Eucaristía celebra la presencia real del Hijo encarnado, mientras que el Confirmación invoca al Espíritu Santo como dador de vida.
En la oración y la devoción
Las oraciones tradicionales (el Padrenuestro, el Credo Niceno) reflejan la estructura trinitaria de la fe. La devoción a la Santísima Trinidad y a la Divinidad de Cristo se manifiesta en fiestas como el Domingo de la Trinidad y la Cuaresma, reforzando la identidad doctrinal del fiel.
Conclusión
Los dogmas sobre Dios forman el corazón doctrinal del catolicismo, ofreciendo una visión coherente de un Dios uno y trino, cuya revelación culmina en la Encarnación del Verbo. Estos misterios, definidos por la autoridad magisterial y arraigados en la Sagrada Escritura y la Tradición, continúan guiando la fe, la liturgia y la vida moral de los católicos en todo el mundo.
Citas
Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 266. ↩ ↩2
El credo «Quicumque» - Que se llama «atanasiano», Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. El Magisterio de la Iglesia (Enchiridion Symbolorum), § 75 (1854). ↩
Agustín de Hipona. Carta 169 De Agustín a Evodio, §Capítulo 2. 5 (415). ↩ ↩2
La Santísima Trinidad, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Santísima Trinidad. ↩
Capítulo 1. El símbolo de salvación: Doxología y teología del dogma niceno - 1. Comprendiendo la inmensidad de las tres personas divinas que nos salvan: ‘Dios es amor’ – infinitamente, Comisión Teológica Internacional. Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador: 1700 Aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025) (2025), § 8 (2025). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 253. ↩
II. El Logos encarnado y el Espíritu Santo en la obra de la salvación, Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración «Dominus Iesus»: Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, § 10 (2000). ↩ ↩2 ↩3
Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 483. ↩
Charles Journet. El misterio de la sacramentalidad: Cristo, la Iglesia y los siete sacramentos, § 12. ↩
Papa Juan Pablo II. 10 de octubre de 1989: Santa Misa para los fieles de la Archidiócesis de Semarang en Yogyakarta, Indonesia - Homilía (1989). ↩
Profesión de fe, Papa Pablo VI. Solemni Hac Liturgia (Credo del Pueblo de Dios) (30 de junio de 1968), § 9 (1968). ↩
Del Espíritu Santo y el misterio de la Trinidad, Agustín de Hipona. De la Fe y el Credo, §Capítulo 9. 16 (393). ↩
Congregación para la Doctrina de la Fe. Una nueva respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la validez del bautismo (2008). ↩
