Don de bilocación
El don de bilocación es un fenómeno sobrenatural reconocido en la tradición católica, por el cual una persona, generalmente un santo o místico, parece estar presente en dos lugares distintos al mismo tiempo. Este carisma, vinculado a la omnipotencia divina, se relaciona teológicamente con la presencia real de Cristo en la Eucaristía y ha sido documentado en las vidas de numerosos santos, como san Gerardo de Borgo San Sepolcro, san Alfonso de Ligorio y san Pío de Pietrelcina. Aunque físicamente imposible según las leyes naturales, la teología católica lo considera posible mediante una intervención milagrosa de Dios, que suspende las limitaciones del espacio. Este artículo explora su definición, fundamentos doctrinales, ejemplos históricos y significado espiritual en el catolicismo.
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Definición y origen teológico
La bilocación, derivada del latín bis (dos veces) y locatio (lugar), se define como la capacidad de un ser finito, en particular un cuerpo humano, para estar simultáneamente en dos lugares diferentes. En el contexto católico, este don no implica una división de la sustancia, sino una multiplicación de las relaciones locales del cuerpo con el entorno, permitida por la acción divina.1 El concepto surgió principalmente de la doctrina eucarística, que afirma la presencia real, verdadera y sustancial de Cristo en cada hostia consagrada, independientemente de su ubicación geográfica. Esta multilocación eucarística —donde Cristo está entero en cada fragmento— sirvió de base para reflexionar sobre si un cuerpo humano podría experimentar algo similar mediante un milagro.
Los teólogos católicos distinguen entre modos de ubicación: la circumscriptiva, propia de los cuerpos materiales, donde cada parte ocupa un espacio específico; y la definitiva, característica de los espíritus, donde el ser está íntegro en todo el espacio que ocupa. La bilocación humana se explicaría como un modo mixto, donde el cuerpo pierde temporalmente su extensión local natural, asemejándose a un estado cuasi-espiritual, sin contradecir la esencia de la materia.2 San Tomás de Aquino y otros escolásticos, como Vázquez y Silvano Mauricio, debatieron su posibilidad absoluta, concluyendo que, aunque contraria a la naturaleza, no implica una contradicción intrínseca que Dios no pueda superar.1
Posibilidad según la teología católica
La teología católica es unánime en afirmar que la bilocación es físicamente imposible, ya que viola las condiciones conocidas de la materia y el espacio, según la experiencia universal y la ciencia natural.1 Sin embargo, no se considera metafísicamente imposible, es decir, no conlleva una contradicción lógica que impida la intervención de la Omnipotencia divina. Filósofos católicos como Duns Escoto, Belarmino, Francisco Suárez, De Lugo y Franzelin defienden que Dios puede suspender la extensión local inherente a la cantidad material, permitiendo que un cuerpo exista en un lugar de manera circumscriptiva y en otro de forma definitiva.1 Esto se basa en que la extensión espacial no es esencial a la sustancia material, sino un efecto accidental de su cantidad, que puede ser «desactualizado» milagrosamente.
En contraste, algunos tomistas, como los seguidores de santo Tomás, rechazan la bilocación circumscriptiva plena y proponen explicaciones alternativas para los relatos hagiográficos, como replicaciones fantasmales (impresiones en la imaginación del testigo) o materializaciones aéreas (imágenes reales producidas por Dios sin presencia corpórea).1 No obstante, el cardenal De Lugo argumenta que negar su posibilidad podría debilitar la comprensión de la multilocación eucarística, donde Cristo está presente de modo natural en el cielo y sacramental en innumerables altares.2 La Iglesia no ha definido dogmáticamente la bilocación humana, pero la acepta como signo de santidad en procesos de canonización, siempre que los testimonios sean creíbles y sirvan para glorificar a Dios.
Ejemplos en la tradición católica
La hagiografía católica abundan relatos de bilocación atribuidos a santos, interpretados como gracias especiales para extender su apostolado o consolar a los fieles. Estos casos, investigados en causas de santidad, destacan por su autenticidad testimonial y su conexión con la vida de oración profunda.
Casos de santos redentoristas y franciscanos
Uno de los ejemplos más tempranos y documentados es el de san Gerardo de Borgo San Sepolcro (1726-1755), redentorista italiano. Según biografías contemporáneas, Gerardo fue visto simultáneamente atendiendo a un enfermo en una cabaña de Caposele mientras conversaba con un fraile en el monasterio del mismo lugar. El padre Tannoia relata que fue avistado en Muro un día en que no abandonó Caposele, y en otra ocasión, el rector lo buscó en su celda sin encontrarlo, solo para verlo en la iglesia, donde explicó que su presencia en la celda era espiritual.3 Estos episodios, corroborados por testigos oculares, se interpretan como bilocaciones para asistir a los necesitados sin violar sus votos de obediencia.4
Otro caso célebre es el de san Alfonso de Ligorio (1696-1787), doctor de la Iglesia y fundador de los redentoristas. Durante un éxtasis en 1774, mientras oraba en su convento de Arienzo, su espíritu fue transportado a la cabecera del Papa Clemente XIV en Roma, a quien administró los últimos sacramentos. Al despertar, relató detalles precisos del lecho de muerte papal, confirmado posteriormente.2 Este milagro, narrado en procesos canónicos, ilustra cómo la bilocación facilita la misión pastoral en momentos críticos.
San Pío de Pietrelcina y otros místicos modernos
San Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino estigmatizado, es uno de los santos más asociados a la bilocación en la era contemporánea. Testimonios de fieles y frailes describen cómo aparecía en lechos de enfermos o lugares remotos mientras permanecía en San Giovanni Rotondo. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, fue visto consolando a soldados en campos de batalla italianos, pese a no haber salido de su convento. El papa Juan Pablo II, en su homilía de beatificación (1999), aludió a estos dones como signos de su unión con la Pasión de Cristo, enfatizando su rol en la reconciliación y la sanación espiritual.5 En su canonización (2002), se destacó cómo estos fenómenos extendían su ministerio confesional y eucarístico a los confines del mundo.6
Otros santos como santa Catalina de Siena (1347-1380) y san Martín de Porres (1579-1639) también experimentaron bilocaciones, aunque menos documentadas en las fuentes primarias. En el caso de santo Martín, dominico peruano, se cuenta que atendía simultáneamente a enfermos en Lima y en un convento distante, un don ligado a su caridad incansable.
Explicaciones teológicas y filosóficas
Desde la perspectiva escolástica, la bilocación no multiplica la sustancia del cuerpo, sino sus relaciones espaciales. Dios, como causa primera, puede «deslocalizar» la materia, permitiendo una presencia mixta: circumscriptiva en un sitio (donde el cuerpo actúa naturalmente) y definitiva en otro (como un espíritu operando milagrosamente).1 Esto evita contradicciones lógicas, ya que la existencia en un lugar no niega la no-existencia en otro; solo se suspende la extensión accidental.
En la hagiografía, se distinguen tres explicaciones para estos fenómenos probados: (1) impresión imaginativa en el observador, (2) creación divina de una imagen externa real del ausente, o (3) visión a través del espacio intermedio, como si el sujeto estuviera presente.7 El papa Benedicto XVI, en una homilía de 2009 sobre san Pío, subrayó que tales dones no alienan la personalidad, sino que la transforman para servir al plan salvífico de Dios, uniendo al santo con la Cruz de Cristo.8
Importancia en la espiritualidad católica
El don de bilocación subraya la trascendencia de la gracia sobre las limitaciones físicas, recordando que Dios no está constreñido por el espacio. En la vida de los santos, sirve para evangelizar, curar y consolar, fomentando la fe en la providencia divina. Aunque no es un carisma ordinario ni esencial para la santidad, invita a los fieles a aspirar a una unión mística con Dios, donde el alma trasciende lo material. La Iglesia, al canonizar a estos testigos, reafirma que tales milagros glorifican a Cristo y edifican la comunidad eclesial, como en la Eucaristía, sacramento de la presencia multilocal del Señor.
En resumen, la bilocación es un testimonio vivo de la omnipotencia divina en la historia de la salvación, invitando a contemplar cómo Dios utiliza a sus siervos para extender su reino más allá de las barreras humanas.
Citas
Bilocalización, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Bilocalización. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
La presencia real de Cristo en la Eucaristía, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. ↩ ↩2 ↩3
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 136. ↩
Antonio Maria Tannoja. Las Vidas de los Compañeros de San Alfonso María de Ligorio, § 403. ↩
Papa Juan Pablo II. 2 de mayo de 1999, Beatificación del Padre Pío, § 3 (1999). ↩
Papa Juan Pablo II. A los peregrinos que habían venido para la Canonización de San Pío de Pietrelcina (17 de junio de 2002) - Discurso (2002). ↩
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 137. ↩
Papa Benedicto XVI. 21 de junio de 2009: Concelebración Eucarística en la plaza frente a la Iglesia de San Pío de Pietrelcina, § 21 de junio de 2009: Concelebración Eucarística en la plaza frente a la Iglesia de San Pío de Pietrelcina (2009). ↩
