Don de consejo
El don de consejo es uno de los siete dones del Espíritu Santo que la Iglesia Católica reconoce como una gracia sobrenatural que perfecciona la virtud de la prudencia, permite discernir la voluntad de Dios y orientar la acción humana hacia el bien. Se manifiesta tanto en la capacidad interior de recibir la dirección del Espíritu como en la facultad de ofrecer buen consejo a los demás, siendo esencial para la vida personal, la comunidad eclesial y el ejercicio del ministerio pastoral.
Tabla de contenido
Definición y fundamento bíblico
Origen scriptural
El don de consejo se alude explícitamente en la Sagrada Escritura: «el Señor que me da consejo; en la noche también mi corazón me instruye» (Salmo 16[15], 7)1. Esta cita subraya que el consejo proviene directamente del Señor y que el corazón del fiel, iluminado por el Espíritu, recibe instrucción divina incluso en los momentos de oscuridad.
Referencias patrísticas y tradicionales
El profeta Isaías ya anunciaba la plenitud del Espíritu en el Mesías, señalando «el espíritu de consejo» entre los dones (Isaías 11:2‑3)2. San Gregorio Magno, citando la Septuaginta, describe una cadena ascendente de dones que culmina en el consejo, el cual conduce al entendimiento y a la sabiduría2.
El don de consejo en la doctrina de la Iglesia
Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo afirma que los dones del Espíritu «completan y perfeccionan las virtudes de los que los reciben» y hacen a los fieles «dociles en obedecer las inspiraciones divinas»2. En el apartado sobre la vida en el Espíritu, se menciona que el hombre interpreta los datos de la experiencia «asistido por la virtud de la prudencia, por el consejo de personas competentes y por la ayuda del Espíritu Santo»3.
Enseñanzas papales
Juan Pablo II recordó que la prudencia, como virtud fundamental, se enriquece con el don sobrenatural del consejo, que «profundiza nuestra virtud de prudencia y la hace más disponible a la moción del Espíritu Santo»4.
Francisco explicó que el don de consejo es «el regalo mediante el cual el Espíritu Santo habilita nuestra conciencia a hacer una elección concreta en comunión con Dios», y enfatizó que la oración es la condición esencial para preservar este don5.
Francisco también describió el consejo como «un tesoro para toda la comunidad cristiana», señalando que el Señor habla no solo al corazón individual sino también «a través de la voz y el testimonio de los hermanos»6.
Relación con la virtud de la prudencia
Según la teología tomista, el don de consejo «corresponde a la prudencia, ayudándola y perfeccionándola» al mover la mente humana por un principio superior, el Espíritu Santo7. Steven A. Long explica que la prudencia humana, limitada por la razón discurrida, necesita ser «movida por un principio superior» para juzgar correctamente los actos particulares8.
Dimensiones del don de consejo
Personal y comunitaria
El don se vive interiormente cuando el Espíritu ilumina el corazón del creyente, y exteriormente cuando esa luz se refleja en el consejo que se brinda a otros. Padre Pío es citado como ejemplo de quien «ejerció a un grado ejemplar la virtud de la prudencia, actuando y aconsejando a la luz de Dios»9.
En la vida sacramental y pastoral
El don de consejo se manifiesta en la dirección espiritual, la confesión y la predicación. La Vita Consecrata señala que «el recourse a la dirección espiritual es de gran ayuda… para responder generosamente a los movimientos del Espíritu»10.
En la dirección espiritual
Los documentos eclesiales recomiendan la dirección espiritual como medio para cultivar el don, pues permite al fiel «recibir la asistencia de la corrección fraterna con humildad»11.
Desarrollo y recepción del don
Oración y apertura al Espíritu Santo
La oración es el «espacio donde el Espíritu puede venir y aconsejarnos»5. El Papa Francisco insiste en que «nunca se debe olvidar la oración; es la condición esencial para que el Espíritu nos conceda el don de consejo»5.
Formación y práctica
La formación teológica y la práctica de la prudencia son necesarias, pero la infusión del don ocurre cuando el Espíritu «mueve la mente del hombre» más allá de la razón natural12. Los santos y los padres de la Iglesia, como San Tomás de Aquino, describen este movimiento como la «moción del Espíritu que dirige la mente aconsejada»7.
Aplicación práctica
Buscar consejo: acudir a personas de fe que hayan recibido el don, pidiendo oración antes de recibir su orientación.
Ofrecer consejo: discernir la voluntad de Dios mediante la oración, y compartir la luz recibida con caridad y humildad.
Cultivar la prudencia: practicar la reflexión antes de actuar, reconociendo los límites de la razón humana y confiando en la guía del Espíritu.
Participar en la vida sacramental: recibir la Eucaristía y la confesión regularmente para mantenerse abierto a la acción del Espíritu.
Bibliografía
The Gifts of the Holy Spirit and Their Indispensability for the Christian Moral Life: Grace as Motus, Steven A. Long.
Carta a los sacerdotes (1998), Juan Pablo II.
Audiencia General 7 de mayo de 2014, Francisco.
Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1830‑1831, 1788, 2651.
Vita Consecrata, Juan Pablo II.
Presbyterorum Ordinis, Concilio Vaticano II.
Citas
Audiencia general del 7 de mayo de 2014, Papa Francisco. Audiencia General del 7 de mayo de 2014, § Introducción (2014). ↩
Papa Juan Pablo II. Carta a los Sacerdotes, 1998, § 3 (1998). ↩ ↩2 ↩3
Sección primera la vocación del hombre la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1788. ↩
Papa Juan Pablo II. Al Consejo Pastoral de Lyon (6 de octubre de 1986) - Discurso (1986). ↩
Audiencia general del 7 de mayo de 2014, Papa Francisco. Audiencia General del 7 de mayo de 2014, § 1 (2014). ↩ ↩2 ↩3
Audiencia general del 7 de mayo de 2014, Papa Francisco. Audiencia General del 7 de mayo de 2014, § 3 (2014). ↩
Steven A. Long. Los dones del Espíritu Santo y su indispensabilidad para la vida moral cristiana: La gracia como motus, § 13. ↩ ↩2
Steven A. Long. Los dones del Espíritu Santo y su indispensabilidad para la vida moral cristiana: La gracia como motus, § 11. ↩
Oficina de Prensa de la Santa Sede. San Padre Pío de Pietrelcina (2002). ↩
Capítulo III - II. Un testimonio profético ante los grandes desafíos - En comunión con Cristo, Papa Juan Pablo II. Vita Consecrata, § 95 (1996). ↩
I. La vocación y el testimonio del Ordo virginum - La forma de vida - Siguiendo el Evangelio y los carismas personales, Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Instrucción Ecclesiae Sponsae Imago sobre el «Ordo virginum» (8 de junio de 2018), § I. La Vocación y el Testimonio del Ordo Virginum (2018). ↩
Steven A. Long. Los dones del Espíritu Santo y su indispensabilidad para la vida moral cristiana: La gracia como motus, § 12. ↩