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Economía moral

La economía moral, desde una perspectiva católica, es un marco que integra los principios económicos con la ética y la moralidad cristiana, enfatizando que la actividad económica debe estar al servicio de la persona humana y el bien común. No se trata de una esfera separada de la moral, sino que está intrínsecamente ligada a ella, buscando el desarrollo integral del hombre y de toda la sociedad. Este enfoque rechaza tanto el economicismo que absolutiza el beneficio, como los sistemas que subordinan la dignidad humana a la producción colectiva, promoviendo en cambio un equilibrio basado en la justicia, la solidaridad y la caridad.

Tabla de contenido

La Relación Intrínseca entre Economía y Moral

La doctrina social de la Iglesia subraya que la economía y la moral no son órdenes distintos y ajenos, sino que están necesariamente e intrínsecamente unidos1,2. Aunque la ciencia económica tiene sus propios principios basados en la naturaleza de las cosas materiales y las capacidades humanas, la razón muestra que toda vida económica tiene un propósito ordenado por Dios1,3. La ley moral es la que dirige cada actividad hacia los fines establecidos por la naturaleza, o por Dios, subordinando estos propósitos inmediatos al fin supremo y último del ser humano1,3.

Esta relación implica una reciprocidad importante: así como la moral debe considerar las razones y exigencias de la economía, la economía debe estar abierta a las demandas de la moralidad2. La dignidad y la vocación integral de la persona humana, junto con el bienestar de la sociedad en su conjunto, deben ser respetados y promovidos en los ámbitos económico y social2. El ser humano es el origen, centro y fin de toda vida económica y social2.

El propósito de la economía no reside en sí misma, sino en su orientación hacia la humanidad y la sociedad2. Su tarea es parcial: la producción, distribución y consumo de bienes y servicios materiales2. Por lo tanto, la actividad económica, para ser moral, debe estar dirigida a todas las personas y a todos los pueblos4.

Principios Fundamentales de la Economía Moral Católica

La Iglesia, a través de su doctrina social, emite juicios morales sobre asuntos económicos y sociales cuando los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas lo requieren5. Su misión es distinta de la de las autoridades políticas, pero se preocupa por los aspectos temporales del bien común en cuanto están ordenados al Bien supremo, nuestro fin último5.

El Servicio a la Persona y al Bien Común

La actividad económica tiene como fin proveer a las necesidades de los seres humanos6. No está destinada únicamente a multiplicar los bienes producidos, aumentar el beneficio o el poder, sino que está ordenada primordialmente al servicio de las personas, del hombre en su totalidad y de toda la comunidad humana6. Debe ejercerse dentro de los límites del orden moral y en consonancia con la justicia social, para corresponder al plan de Dios para el hombre6.

El bien común es un criterio primario para la actividad productiva7. La norma objetiva de la solidaridad es el bien de «todo hombre y de todos los hombres», considerados en su dignidad de imágenes e hijos de Dios7.

Rechazo del Economicismo y la Subordinación Humana

La Iglesia ha rechazado ideologías totalitarias y ateas como el comunismo o el socialismo, así como el individualismo y la primacía absoluta de la ley del mercado sobre el trabajo humano en la práctica del «capitalismo»8.

Es moralmente inaceptable una teoría que hace del beneficio la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica9. El deseo desordenado de dinero produce efectos perversos y es causa de muchos conflictos que perturban el orden social9. Un sistema que «subordina los derechos fundamentales de los individuos y de los grupos a la organización colectiva de la producción» es contrario a la dignidad humana9. Toda práctica que reduce a las personas a meros medios de beneficio esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a la difusión del ateísmo9.

El Papa Juan Pablo II criticó los defectos de un sistema económico cuyo motor principal es el lucro, donde el hombre se ve subordinado al capital, convirtiéndose en una pieza de la inmensa máquina productiva, y su trabajo es reducido a una simple mercancía a merced de las fluctuaciones de la ley de la oferta y la demanda10.

Virtudes en la Economía

En materia económica, el respeto a la dignidad humana exige la práctica de varias virtudes11,12:

La Moralidad en Cada Fase de la Actividad Económica

La doctrina social de la Iglesia sostiene que la justicia debe aplicarse en cada fase de la actividad económica, ya que esta siempre concierne al ser humano y sus necesidades13. La localización de recursos, la financiación, la producción, el consumo y todas las demás fases del ciclo económico tienen inevitablemente implicaciones morales13. Así, cada decisión económica tiene una consecuencia moral13.

En la era global, la economía se ve influenciada por modelos competitivos ligados a diversas culturas13. Las diferentes formas de empresa económica encuentran su principal punto de encuentro en la justicia conmutativa13. La vida económica requiere contratos para regular las relaciones de intercambio de bienes de valor equivalente, pero también necesita leyes justas y formas de redistribución gobernadas por la política, y además, obras que emanen del espíritu de donación13.

Desafíos y Aplicaciones Concretas

La economía necesita la ética para funcionar correctamente, pero no cualquier ética, sino una ética centrada en la persona14. La doctrina social de la Iglesia aporta una contribución específica al basarse en la creación del hombre «a imagen de Dios» (Gn 1,27), lo que confiere una dignidad inviolable a la persona humana y un valor trascendente a las normas morales naturales14. Si la ética empresarial prescinde de estos pilares, corre el riesgo de perder su naturaleza distintiva y de ser subyugada a los sistemas económicos y financieros existentes en lugar de corregir sus disfunciones14.

Se necesita un esfuerzo no solo para crear sectores o segmentos «éticos» de la economía o del mundo financiero, sino para asegurar que toda la economía —toda la financiación— sea ética, no solo por una etiqueta externa, sino por el respeto a las exigencias intrínsecas a su propia naturaleza14.

Conductas Moralmente Ilícitas

El Catecismo de la Iglesia Católica condena diversas acciones y comportamientos contrarios a la dignidad humana en el ámbito económico11:

El Papel del Estado y la Regulación del Mercado

La actividad económica, especialmente la de una economía de mercado, no puede desarrollarse en un vacío institucional, jurídico o político17. Presupone garantías de libertad individual y propiedad privada, así como una moneda estable y servicios públicos eficientes17. La tarea principal del Estado es garantizar esta seguridad para que quienes trabajan y producen puedan disfrutar de los frutos de su labor y se sientan animados a trabajar de manera eficiente y honesta17.

Otra tarea del Estado es supervisar y dirigir el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico17. Sin embargo, la responsabilidad principal en esta área no corresponde al Estado, sino a los individuos y a los diversos grupos y asociaciones que componen la sociedad17.

Una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, en consonancia con una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común, es digna de elogio8. Regular la economía únicamente por la planificación centralizada pervierte la base de los lazos sociales; regularla únicamente por la ley del mercado falla en la justicia social, ya que «hay muchas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado»8.

El Trabajo Humano y la Economía Moral

El trabajo humano procede directamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar la obra de la creación, sometiendo la tierra, tanto con los demás como para los demás18. Por ello, el trabajo es un deber: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma»18. El trabajo honra los dones del Creador y los talentos recibidos de Él18. También puede ser redentor, ya que al soportar las dificultades del trabajo en unión con Jesús, el carpintero de Nazaret y el crucificado en el Calvario, el hombre colabora de cierta manera con el Hijo de Dios en su obra redentora18. Se muestra discípulo de Cristo llevando la cruz diariamente en el trabajo que está llamado a realizar18. El trabajo puede ser un medio de santificación y una forma de animar las realidades terrenas con el Espíritu de Cristo18.

Conclusión

La economía moral católica es un llamado a integrar la fe y la razón en la organización de la vida económica. No es una mera corrección de un sistema, sino una visión integral que busca la dignidad de la persona humana, la justicia y la solidaridad en todas las dimensiones de la actividad económica. Al colocar al ser humano en el centro y al bien común como fin, la Iglesia ofrece una guía ética para construir una sociedad más justa y fraterna, donde la economía sea un instrumento al servicio de la plenitud de la vida humana.

Citas

  1. II. Moralidad y la economía, Consejo Pontificio Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 330 (2004). 2 3

  2. II. Moralidad y la economía, Consejo Pontificio Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 331 (2004). 2 3 4 5 6

  3. Papa Pío XI. Quadragesimo Anno, § 42 (1931). 2

  4. II. Moralidad y la economía, Consejo Pontificio Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 333 (2004).

  5. III. La doctrina social de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2420 (1992). 2

  6. IV. Actividad económica y justicia social, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2426 (1992). 2 3

  7. Papa Juan Pablo II. Al mundo del trabajo en el «Agricenter» en la Exposición de Maquinaria Agrícola (17 de abril de 1988) - Discurso, § 4 (1988). 2

  8. III. La doctrina social de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2425 (1992). 2 3

  9. III. La doctrina social de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2424 (1992). 2 3 4

  10. Papa Juan Pablo II. A los representantes de las comunidades indígenas en el Santuario de Nuestra Señora de Izamal, México (11 de agosto de 1993) - Discurso (1993).

  11. Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Cor 1, 17)» - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - La moral y la renovación de la vida social y política, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 100 (1993). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  12. II. El respeto de las personas y de sus bienes, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2407 (1992). 2 3 4

  13. Capítulo III - Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil, Papa Benedicto XVI. Caritas in Veritate, § 37 (2009). 2 3 4 5 6

  14. Capítulo IV - El desarrollo de los derechos y deberes de las personas y el medio ambiente, Papa Benedicto XVI. Caritas in Veritate, § 45 (2009). 2 3 4

  15. II. El respeto de las personas y de sus bienes, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2409 (1992). 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  16. En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2455 (1992).

  17. IV. Actividad económica y justicia social, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2431 (1992). 2 3 4 5

  18. IV. Actividad económica y justicia social, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2427 (1992). 2 3 4 5 6