El Adviento como preparación espiritual

El Adviento es uno de los tiempos fuertes del año litúrgico en la Iglesia Católica, un período de cuatro semanas que invita a los fieles a una profunda preparación espiritual para la celebración de la Navidad, pero también para la segunda venida de Cristo y su presencia continua en la vida cotidiana. Este tiempo litúrgico, que comienza el domingo más cercano a la fiesta de san Andrés (30 de noviembre), se caracteriza por un espíritu de espera vigilante, conversión del corazón y esperanza gozosa, recordando las tres venidas del Señor: la histórica en Belén, la espiritual en las almas y la escatológica al final de los tiempos. A través de la liturgia, la oración y prácticas ascéticas, el Adviento transforma la vida del creyente en un auténtico camino de encuentro con Dios.1,2
Tabla de contenido
Origen histórico del Adviento
El Adviento tiene sus raíces en la tradición de la Iglesia primitiva, aunque su forma actual se consolidó gradualmente. En los primeros siglos, no existía un período litúrgico específico previo a la Navidad, ya que la fiesta del 25 de diciembre se fijó hacia finales del siglo IV.2 Sin embargo, desde el siglo V se evidencia una preparación penitencial, similar a la Cuaresma, conocida como «Cuaresma de san Martín», que comenzaba el día después de la fiesta de san Martín de Tours (11 de noviembre) y duraba cuarenta días.3
En Occidente, el Papa san Gregorio Magno (590-604) organizó las primeras oraciones propias para este tiempo, y hacia el siglo IX se redujo a cuatro domingos, comenzando el domingo más cercano a la fiesta de san Andrés.2 La Iglesia oriental también desarrolló tradiciones similares, aunque con énfasis en la Theophanía (Epifanía), destacando el carácter mariano de la preparación.4 Esta evolución refleja la necesidad de un tiempo litúrgico que ayude a los fieles a revivir la expectación mesiánica del Antiguo Testamento, como anunciada por los profetas Isaías y Juan Bautista.1
En la Edad Media, sínodos locales en Galia y España regulaban ayunos y abstinencias durante el Adviento, prohibiendo matrimonios solemnes hasta la Epifanía, lo que subrayaba su dimensión penitencial.2 Hoy, el Misal Romano y el Breviario mantienen esta estructura, adaptada a la sensibilidad contemporánea, pero preservando su esencia espiritual.5
Significado teológico del Adviento como preparación
Las tres venidas de Cristo
La teología del Adviento se enriquece con la doctrina de las tres venidas de Cristo, propuesta por autores como san Bernardo de Claraval y retomada por la tradición patrística. La primera es la encarnación histórica en Belén; la tercera, su venida gloriosa al final de los tiempos como Juez universal; y la segunda, una venida intermedia y espiritual en las almas de los creyentes, que construye un puente entre las otras dos.6
Esta perspectiva, enfatizada por los Padres de la Iglesia como san Cirilo de Jerusalén, centra el Adviento en la polaridad entre la espera del Mesías y su retorno final. La liturgia invita a adorar al «Rey que ha de venir», al Señor ya cercano y cuya gloria se manifestará pronto.2 Así, el Adviento no es mero recuerdo histórico, sino una formación espiritual que orienta toda la existencia cristiana hacia la parusía.5
Espera, conversión y esperanza gozosa
El Adviento es ante todo un tiempo de espera —memoria de la primera venida humilde del Señor y súplica por su venida final como Señor de la historia— combinado con conversión, evocando el grito de Juan Bautista: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt 3,2).1 Esta conversión implica reconocer los pecados, practicar la mortificación voluntaria y meditar para purificar el alma, haciendo de ella una morada digna del Redentor.7
La esperanza gozosa impregna este período, ya que la salvación obrada por Cristo madurará hasta su plenitud: «nosotros seremos semejantes a él porque lo veremos tal como es» (1 Jn 3,2).1 Los papas han insistido en que toda la vida del cristiano debe ser un «adviento perpetuo», reconociendo la presencia de Cristo en los eventos diarios y preparándose para su juicio.5,8
Prácticas litúrgicas durante el Adviento
Color litúrgico y ritos penitenciales
La liturgia del Adviento emplea el color violeta, símbolo de penitencia, en las vestiduras de los ministros sagrados. Se omiten el Gloria en la Misa y el Te Deum en la Liturgia de las Horas, aunque se retiene el Aleluia, destacando la alegría en medio del ayuno espiritual.2 Los diáconos y subdiáconos usan pluviales plegados en lugar de dalmáticas, reforzando el tono ascético.
El tercer domingo, Gaudete (del introito «¡Regocíjense!»), permite vestiduras rosadas o violetas más claras, permitiendo dalmáticas y órgano, como preludio a la alegría navideña.3 No se celebran matrimonios solemnes hasta la Epifanía, y las imágenes se cubren en algunas tradiciones para fomentar la interioridad.2
Lecturas bíblicas y oraciones
Las lecturas del primer nocturno proceden del profeta Isaías, que denuncia la ingratitud de Israel y anuncia al Siervo sufriente y su gloria final.2 Los responsorios invitan a implorar: «Desciendan los cielos el rocío de arriba, que las nubes lluevan al Justo». Las colectas suplican: «Señor, levanta tu poder y ven», temiendo que los pecados impidan el nacimiento del Salvador.2
La Iglesia, como Madre espiritual, guía esta preparación imitando a María, modelo de fe humilde y obediencia al plan de Dios.4,8 En Oriente, el Adviento es marcadamente mariano, con himnos como los Theotokia coptos o fiestas bizantinas.4
El Adviento en la piedad popular y la vida contemporánea
La piedad popular enriquece el Adviento con novenas a la Inmaculada Concepción y a la Navidad, procesiones y bendiciones de pesebres, siempre en armonía con la liturgia.1,4 En el hemisferio norte, coincide con el solsticio de invierno, simbolizando la semilla en la tierra que germina con la luz solar, invitando a reflexionar sobre el trabajo humano como colaboración con la creación divina.4
En la era moderna, los pontífices llaman a vivir el Adviento como vigilia orante por la vida nascente y la justicia social, reconociendo a Cristo en los hermanos necesitados.8 Es un tiempo para formar comunidades parroquiales en la caridad, meditando el misterio de Dios-con-nosotros.6
Para el fiel actual, la preparación espiritual implica:
Oración diaria: Rosario, lectio divina sobre Isaías.
Penitencia: Ayunos moderados, limosna, reconciliación sacramental.
Esperanza activa: Compromiso con la familia y el mundo, esperando el Reino.
María y los santos en la preparación adventista
María, la Virgen de la expectación, es figura central: su fiat anticipa la venida del Salvador.4 La liturgia la celebra como modelo de humildad y fe, prefigurada en las mujeres del Antiguo Testamento.4 Santos como Juan Bautista, precursor del Mesías, y Andrés, cuya fiesta marca el inicio, inspiran la conversión.9
En parroquias dedicadas a la Natividad, el Adviento se vive como preparación comunitaria, acogiendo el Evangelio con espíritu renovado.10
Conclusión
El Adviento como preparación espiritual es un don de la Iglesia para que cada cristiano reviva la aventura de la fe: de la oscuridad del pecado a la luz de Cristo. En un mundo acelerado, este tiempo litúrgico urge a la pausa contemplativa, la conversión sincera y la esperanza inquebrantable. Al final del Adviento, la Navidad no será solo fiesta externa, sino encuentro profundo con el Emmanuel, Dios con nosotros, que transforma la historia personal y colectiva.5,6
Citas
Parte dos: Directrices para la armonización de la piedad popular con la liturgia - Capítulo cuatro: El año litúrgico y la piedad popular - En adviento, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: Principios y Directrices, § 96 (2001). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Adviento, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Adviento (1913). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Domingo de Gaudete, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Domingo de Gaudete (1913). ↩ ↩2
Parte dos: Directrices para la armonización de la piedad popular con la liturgia - Capítulo cuatro: El año litúrgico y la piedad popular - En adviento - El intersticio de invierno, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: Principios y Directrices, § 100 (2001). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
La liturgia de adviento, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 18 de diciembre de 2002, § 2 (2002). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Vísperas del I domingo de adviento, Papa Benedicto XVI. 2 de diciembre de 2006: Vísperas del I domingo de Adviento (2006). ↩ ↩2 ↩3
Papa Pío XII. Mediator Dei, § 154 (1947). ↩
Celebración de las primeras vísperas del primer domingo de adviento, Papa Benedicto XVI. 27 de noviembre de 2010: Celebración de las Primeras Vísperas del Primer Domingo de Adviento (2010). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. 6 de diciembre de 1992: Visita a la parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo en Roma - Homilía (1992). ↩
Papa Juan Pablo II. 14 de diciembre de 1980: Visita pastoral a la parroquia de la Natividad - Homilía, § 4 (1980). ↩
