El belén
El belén, también conocido como pesebre o nacimiento, es una representación devocional del nacimiento de Jesucristo en Belén, que forma parte esencial de la tradición católica navideña. Esta práctica, iniciada por San Francisco de Asís en el siglo XIII, recrea la escena evangélica de la Natividad con figuras que simbolizan la humildad de Dios encarnado, fomentando la contemplación del misterio de la Encarnación. Su difusión en hogares, iglesias y espacios públicos ha enriquecido la piedad popular, siendo promovida por múltiples papas como un medio para revivir el Evangelio en la vida cotidiana.1,2
Tabla de contenido
Etimología y origen bíblico
La palabra belén proviene del hebreo Beyt Lechem, que significa «Casa del Pan», nombre de la ciudad palestina donde nació Jesús según los Evangelios de Mateo (2,1-12) y Lucas (2,1-20). Esta etimología evoca la providencia divina, ya que en Belén nace el «Pan de Vida» (Jn 6,35), quien se ofrece en la Eucaristía.3,4,5
En el Antiguo Testamento, Belén está ligada a la casa de David, de cuya estirpe vendría el Mesías. La primera lectura de la Misa del 24 de diciembre (2 Sam 7,1-5.8b-12.14a.16) relata cómo Dios promete a David una dinastía eterna: «Cuando se cumplan tus días y descanses con tus padres, yo te suscitaré un descendiente de tus entrañas, y consolidaré su reino». El Salmo responsorial (Sal 89,2-3.4-5.27.29) refuerza esta promesa: «Estableceré para siempre tu descendencia y tu trono por todas las generaciones». Estas profecías se cumplen en Jesús, nacido en la «casa de David» en Belén, como proclama Zacarías en el Benedictus (Lc 1,67-79): «Ha suscitado para nosotros un salvador poderoso en la casa de David, su siervo». Belén, humilde aldea, se convierte así en el epicentro de la salvación.6,7,8,5
La tradición patrística resalta esta centralidad. Papa León I (siglo V) describe Belén como el lugar donde «el Luz de la Salvación brotó del seno de la Virgen de la casa de David», invitando a los fieles a fortalecerse en la fe por sus «santas asociaciones».9
Historia de la tradición del belén
Orígenes en la Iglesia primitiva y Edad Media
Aunque la devoción a la gruta de la Natividad en Belén data del siglo IV, con la basílica constantiniana, la representación plástica del nacimiento de Jesús surge en la Edad Media. Peregrinaciones y frescos evocaban la escena, pero el belén como lo conocemos nace en el siglo XIII gracias a San Francisco de Asís.
San Francisco de Asís y el belén de Greccio (1223)
El impulsor fue San Francisco, quien el 24 de diciembre de 1223 en Greccio (Italia) recreó la Natividad para «ver con los ojos del cuerpo los inconvenientes de la pobreza infantil del Niño Jesús». Pidió a su amigo Juan preparar un pesebre con heno, un buey y un asno. Sin estatuas, la escena fue vivida por los presentes: frailes, campesinos y aldeanos iluminaron la noche con antorchas y flores. Durante la Misa sobre el pesebre, un testigo vio al Niño Jesús vivo en la cuna, y todos regresaron «llenos de alegría». Tomás de Celano, biógrafo franciscano, documenta este evento como origen de la tradición.1
Esta innovación unía la Encarnación con la Eucaristía, celebrada sobre el pesebre, simbolizando el paso del pesebre al altar.1 Desde Greccio, el belén se extendió por Europa, adaptándose a contextos locales.
Significado teológico y litúrgico
El belén es un «Evangelio vivo» que proclama la Encarnación: Dios se hace pobre para enriquecernos con su gracia. Invita a un itinerario espiritual hacia la humildad divina, recordando que Jesús nace en un pesebre para encontrar a todo ser humano.2
Teológicamente, conecta con la promesa davídica: el trono eterno de David se realiza en Cristo, Rey humilde de Belén.6,8 Litúrgicamente, se vincula a la Misa del Gallo y la Navidad, donde la adoración del Niño se hace eucarística.3 Papas como Juan Pablo II lo llaman «ícono elocuente del amor infinito del Padre».10
Elementos típicos del belén
Un belén clásico incluye:
La gruta o establo: Representa el lugar humilde de Belén.
El Niño Jesús: Centro, a menudo en la cuna, simbolizando vulnerabilidad divina.
El buey y el asno: De tradición apócrifa, evocan Isaías 1,3 y la creación adorando al Creador.
Los ángeles, pastores y Reyes Magos: Procesión hacia el Niño, simbolizando la universalidad de la salvación.
Paisaje: Colinas de Belén, estrellas, río, con figuras de la vida cotidiana para contextualizar la Natividad.
La tradición fomenta creatividad con materiales locales, desde arcilla napolitana hasta corcho valenciano.2
El belén en la enseñanza magisterial
Los papas han exaltado el belén como catequesis visual:
Benedicto XV (1920): Belén, «Casa del Pan», nos enseña a pedir el «pan de cada día» para alma y cuerpo.4
Pablo VI y Juan Pablo II promovieron su uso en familias y plazas.11,10
Benedicto XVI (2010): «Que los corazones de niños y adultos sientan maravilla ante Él».10
Francisco (2019), en Admirabile signum: Carta apostólica dedicada al belén, urge su preparación en hogares, escuelas y hospitales como signo de piedad popular.1,2
Tradiciones populares y difusión mundial
En España, el belén es tradición desde el siglo XVI, con belenes monumentales en Murcia, Valencia y Andalucía. La Real Congregación de el Belén en Madrid data de 1755. En Italia, Nápoles excelsa en belenes barrocos; en América Latina, Pedro de San José Betancur fundó un «Belén» para pobres en Guatemala, evocando la pobreza de Jesús.12
En la Iglesia universal, se expone en el Vaticano y parroquias, integrándose en novenas y rosarios navideños.
El belén en la actualidad
Hoy, el belén contrarresta el consumismo navideño, invitando a la sobriedad evangélica. Papa Francisco lo presenta como puente entre el misterio bíblico y la vida contemporánea, accesible a todos.2 En un mundo secularizado, permanece como testimonio vivo de la fe católica.
En resumen, el belén no es mera decoración, sino escuela de contemplación que une Escritura, tradición y piedad, recordándonos que en la humildad de Belén Dios se hace cercano.
Citas
Papa Francisco. Admirabile signum, § 2 (2019). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Francisco. Admirabile signum, § 1 (2019). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Juan Pablo II. 24 de diciembre de 2004: Navidad – Misa de medianoche – Homilía, § 2 (2004). ↩ ↩2
Belén, La Editorial de la Enciclopedia. Enciclopedia Católica, §Belén (1913). ↩ ↩2
La Santa Biblia, La Nueva Versión Revisada Estándar, Edición Católica (NRSV‑CE). La Santa Biblia, § 2 2 Sam 7:1‑5, 8b‑12, 14a, 16 (1993). ↩ ↩2
La Santa Biblia, La Nueva Versión Revisada Estándar, Edición Católica (NRSV‑CE). La Santa Biblia, §Sal 89:2‑3, 4‑5, 27, 29 (1993). ↩
La Santa Biblia, La Nueva Versión Revisada Estándar, Edición Católica (NRSV‑CE). La Santa Biblia, §Lc 1:67‑79 (1993). ↩ ↩2
Carta del Papa León I a Juvenal, obispo de Jerusalén – Que sea fortalecido en su fe por las sagradas asociaciones del lugar donde vive, Papa León I (León el Grande). Carta 139, § II (420). ↩
Audiencia General, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 22 de diciembre de 2010: Santa Verónica Giuliani (2010). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 20 de diciembre de 2000, § 2 (2000). ↩
El Dicasterio para las Causas de los Santos. Pedro de San José Betancur (1626‑1667) – Biografía (2002). ↩
